La tibia resolución de la Liga Árabe condenando cualquier intento de ocupación militar refleja las divisiones en el mundo árabe, que han sido alimentadas por las potencias occidentales a través de sofisticadas herramientas de persuasión detrás de dos palabras llenas de magia y poca sustancia real como son, Democracia y Libertad. Términos repetidos por voceros de la Alianza Transatlántica fuera y dentro del mundo árabe como si fueran balas mágicas para superar la pobreza y la explotación. Es probable que Libia se sume a Afganistán e Irak, formando una tríada de invasiones de la Alianza Transatlántico que impone supremacía, frente a la cual el resto de la comunidad internacional observa perpleja la ausencia de algún bloque de naciones que se le posicione al frente y contener una expansión sin precedentes desde el fin del colonialismo.
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Naciones Unidas decide derrocar a Gaddafi.
¡Manos de la OTAN, fuera de Libia!
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Martes 22 de marzo del 2011.
Juan Francisco Coloane (especial para ARGENPRESS. info)
El Consejo de Seguridad de la ONU el jueves pasado aprobó la resolución para que una fuerza internacional militar ataque Libia con aviación y desde posiciones marítimas. Los intensos ataques a instalaciones militares incluyen los centros de comando estratégicos del ejército libio y las residencias del líder libio Gaddafi. La operación se lleva a cabo con un estilo similar al "Shock and Awe" (golpear y generar pánico) de Irak 2003.
En una resolución esperada aunque igualmente insólita, la ONU decidió de esta forma apoyar al grupo de rebeldes para derribar al Gobierno de Gaddafi. Aunque la resolución no autoriza una invasión por tierra y una ocupación militar, se anticipa una elevación considerable del apoyo a los rebeldes por diversas vías.
Algunos países de la Alianza Transatlántica como Francia y el Reino Unido han estado apoyando a los rebeldes libios con infantería y armas desde hace más de un mes empeñados por derrocar el gobierno de Gaddafi. La ONU, en un hito histórico sin precedentes desde la guerra de Corea hace 62 años, decide desestabilizar un estado para derribar un gobierno.
La intervención caracterizada como de humanitaria para proteger civiles, comienza a producir un nivel de muertes y de heridos civiles que desvirtúa el carácter humanitario de protección civil de la resolución. Hasta ayer la operación llevaba al menos 50 civiles muertos por los ataques aéreos de la OTAN según fuentes informativas independientes de la fuerza internacional que intenta derrocar a Gaddafi.
Esa es la lógica simple y directa detrás la resolución que en su esencia es concebida con la finalidad de apoyar a los rebeldes. Sin eufemismos, la ONU inaugura en su mandato, la doctrina de cambio de régimen, asestando un nuevo golpe al multilateralismo, con la anuencia de facto de dos miembros como China y Rusia que en vez de oponerse a la medida se abstuvieron.
La OTAN como vestigio de la guerra fría, es la única fuerza bélica multinacional con preparación para intervenir frente al gobierno de Gaddafi considerado por la Alianza Transatlántica como de amenaza estratégica. El que China y Rusia hayan dado el paso de no vetar la resolución, se explica bajo la lógica de que son naciones que experimentan sus propios problemas de desestabilización y desintegración, Chechenia en el caso de Rusia, y Tibet y Sinkiang en el caso de China.
La misma determinación que se observa con Gaddafi, se podría haber aplicado con el Movimiento de Liberación de Tigers Eelam en Srilanka, en donde han sido asesinados mas de 100. 000 civiles por fuerzas militares del Gobierno (John Lee Anderson; 17-enero-2011; The New Yorker) y hasta con las FARC en Colombia, donde también se han asesinado indiscriminadamente a civiles en procura de la estabilidad del estado.
La resolución está viciada y puede ser impugnada internacionalmente debido al apoyo directo a los rebeldes efectuados antes de la resolución por dos países con derecho a veto en el Consejo de Seguridad, como son Francia y Reino Unido. Alguna agencia autorizada, el Tribunal Internacional de La Haya por ejemplo, podría entregar una opinión al respecto.
El organismo que fue diseñado en principio para negociar e intermediar, ahora sanciona intervenciones militares sin debate y sin más trámite, exclusivamente por la preponderancia de un grupo selecto de potencias. Al adoptar esta resolución de apoyar fuerzas rebeldes que intentan derrocar un gobierno, bajo el liderazgo del actual secretario general Ban Ki Moon y en la actual coyuntura de dos guerras no resueltas en el mundo islámico, polariza y radicaliza el contexto y por el contrario no contribuye a los procesos de negociación y concordia.
Recordemos que el diplomático coreano forma parte del núcleo de burócratas que ha administrado las mayores tensiones de la Guerra Fría, cuyo epicentro es la península de las dos Coreas. También como enviado de Corea del Sur, apoyó la invasión a Irak y el plan de desestabilización del gran medio oriente que estaba detrás de aquella invasión. Con esta resolución, Naciones Unidas está infringiendo el golpe mas duro para la recuperación del multilateralismo.
La tibia resolución de la Liga Árabe condenando cualquier intento de ocupación militar refleja las divisiones en el mundo árabe, que han sido alimentadas por las potencias occidentales a través de sofisticadas herramientas de persuasión detrás de dos palabras llenas de magia y poca sustancia real como son, Democracia y Libertad. Términos repetidos por voceros de la Alianza Transtlántica fuera y dentro del mundo árabe como si fueran balas mágicas para superar la pobreza y la explotación.
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¡Manos de la OTAN, fuera de Libia!
Olmedo Beluche (especial para ARGENPRESS.info)
Con la sempiterna excusa de la “ayuda humanitaria” los países imperialistas coaligados en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y su instrumento armado la OTAN, contando con la complicidad de Rusia y China, y de toda la socialdemocracia internacional, han votado primero una ilegal resolución estableciendo una zona de exclusión aérea, y luego lanzado sistemáticos ataques de misiles y bombardeos sobre el territorio de la República de Libia.
Aprovechándose de la crisis política y guerra civil interna en Libia, en la que sectores del ejército y populares se han sublevado contra el régimen del coronel Ghadafi, los países imperialista de occidente han aprovechado para meter sus manos, no en pro de la democracia, ni de las demandas sociales y económicas que legítimamente pueda tener el pueblo libio, sino para asegurarse el control sobre las riquezas petroleras de aquel país.
Al margen de las valoraciones que se tengan sobre el régimen de Ghadafi, del cual no hay dudas que en la última década traicionó su origen nacionalista y antiimperialista, el principal deber de los revolucionarios y demócratas de occidente debe ser la exigencia de que cesen los bombardeos y la intervención militar imperialista en Libia inmediatamente.
Con todo lo represivo que pueda ser el régimen del coronel Ghadafi, no hay duda que mucho más perversos son la caterva de políticos de las potencia occidentales, como Obama, Gordon Brown o Sarkosi, quienes con el cinismo acostumbrado, cometen genocidios y crímenes de lesa humanidad, como en Irak y Afganistán, en nombre de la “democracia” y los “derechos humanos” para robarse las riquezas naturales de esos países. Lo mismo harán en Libia.
El primer deber de los revolucionarios y demócratas verdaderos del mundo es denunciar las aviesas intenciones de las potencias imperialistas y su sistemática violación de los derechos humanos y la autodeterminación de los pueblos.
La intervención de la OTAN en Libia no busca apoyar a los revolucionarios libios, sino la partición del país e imponer un gobierno títere para mejor saquear su riqueza petrolera. Además, la intervención de la OTAN es una amenaza directa contra todos los procesos revolucionarios pro democratización que se han abierto en Oriente Medio, como los de Túnez, Egipto y Bahrein.
Aquellos que desde el movimiento obrero y socialista sólo enfilen sus denuncias contra el régimen de Ghadafi, sin anteponer el combate a la intervención imperialista en Libia, cometen el peor de los errores que un revolucionario pueda cometer, ser tonto útil de los intereses del imperialismo. La historia del último siglo está llena de experiencias semejantes, en las que los imperialistas disfrazados de “demócratas humanitarios” intervienen en procesos internos, contra dictadores, reales o ficticios, sólo para imponer violaciones mucho peores: basta recordar a Sadam Hussein en Irak o Manuel Noriega en Panamá.
No caigamos en simplismos reduccionistas que sólo consideran las contradicción: dictadura-democracia; también la contradicción naciones imperialistas - naciones oprimidas, es un hecho real y determinante de la lucha de clases internacional. Exijamos el cese de los bombardeos de la OTAN, que el Consejo de Seguridad y las potencias de occidente, especialmente el imperialismo norteamericano, saquen sus manos de Libia; que el pueblo Libio decida libremente su futuro, con o sin Ghadafi.
El imperialismo jamás llevó la democracia a ningún pueblo, sino lo contrario: la esclavitud y el saqueo. El imperialismo jamás ha respetado los derechos humanos en ningún país, sino todo lo contrario, comete las más atroces violaciones de estos derechos. Ahí están Irak y Afganistán como prueba fehaciente. Recordemos el caso panameño, que en nombre de la “democracia” títere que tenemos, Estados Unidos masacró en la invasión de 1989, que todas represiones juntas del régimen de Noriega.
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