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Hay una tendencia a la anarquía y a
tensionar las relaciones políticas porque los mecanismos de intermediación como estado y sistema político en general no se
han readecuado. Cuando se habla de primaveras árabes por cambio de régimen, frente a la situación actual de profunda
brecha entre el poderío del gran capital transnacional y la capacidad
reducida de las instituciones de intermediación para la protección ciudadana, el término de primavera por cierto es
aplicable a la reforma institucional para transformar el actual sistema
socioeconómico impuesto sin consulta en la época de la crisis económica de
cuatro décadas atrás. Ese sistema
continúa siendo propagado con una gran dosis de engaño, tal cual se expresa
en el contenido del programa de presupuesto para la reducción de la deuda en Estados Unidos planteado por el partido
republicano, que está incidiendo en la actual contienda presidencial. El “fenómeno Ryan” en Estados Unidos no es
singular de la política de ese país, es generalizado para quiénes adhieren estrictamente a los
principios rectores del actual modelo.
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Estados Unidos-Medio
Oriente. Tensión Internacional y su impacto doméstico.
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Viernes 14 de septiembre del 2012.
Juan Francisco Coloane (especial para
ARGENPRESS.info)
El asesinato del
Embajador de Estados Unidos en Libia y otros tres funcionarios de la Embajada,
por un grupo todavía no identificado, se suma a la tensión creciente en el
Medio Oriente y las costas del Mediterráneo Sur Oriental. El atentado coincide
con los últimos tramos de la contienda entre Obama y Romney, incorporando el
tema internacional -que había estado opacado por la economía- de lleno al
debate.
Se ha especulado de un atentado deliberado para hacer incidir sus efectos en la elección y para que Romney saque dividendos. Sin embargo la editorial del New York Times del día 14 de septiembre es hasta cierto punto alarmante colocando inmediatamente la voz de alerta para detener la polarización. Se conoce bien que la generación de Oliver North y su estirpe es una continua realidad de la lucha ideológica en la política internacional en Estados Unidos.
Se ha especulado de un atentado deliberado para hacer incidir sus efectos en la elección y para que Romney saque dividendos. Sin embargo la editorial del New York Times del día 14 de septiembre es hasta cierto punto alarmante colocando inmediatamente la voz de alerta para detener la polarización. Se conoce bien que la generación de Oliver North y su estirpe es una continua realidad de la lucha ideológica en la política internacional en Estados Unidos.
Los servicios de
inteligencia de Estados Unidos y la OTAN han descartado hasta el momento de que
se trate de grupos con registro conocido y se piensa que el atentado, así como
las protestas generadas por un video-blasfemia contra la religión islámica, son
más bien un pretexto para generar una coyuntura que exacerbe aún más las
actuales tensiones no resueltas tanto en Libia, como en Egipto y Siria.
El “manejo” de las
primaveras árabes se ha complicado porque no hay referente ni objetivo claro en
movimientos que no sean la propuesta de más libertad y respeto a los derechos
humanos. Al ser asépticas en lo ideológico, pueden ser apenas instrumentos de
desestabilización como es el caso de Siria y el que se está viendo en Egipto.
Como se constata, estas son dos áreas – DDHH y más libertad- que no pueden
sustraerse de una variedad de interpretaciones y problemas cuando se cruzan
intereses de políticos y económicos por la dominación.
Los dividendos de la
globalización y de la aplicación del ajuste estructural a las economías en la
década de 1980,- modelo que se ha perfeccionado y que se pretende profundizar
más aún- , no ha permitido la regeneración de un sistema político que conduzca o
intermedie en una nueva estructura sociopolítica donde predomina el capital
transnacional.
Las llamadas garantías
ciudadanas expresadas en los marcos constitucionales actuales, en una mayoría
de países donde han estallado movimientos sociales por los cuatro puntos
cardinales del planeta, es una demostración que estas garantías básicas han
sido avasalladas. No solamente por una creciente pauperización de las
organizaciones sociales institucionalizadas, sino porque los órganos de
intermediación más clásicos, como el estado y los partidos políticos, se han
convertido en brazos operacionales del gran capital local e internacional en
particular.
El rol del capital
transnacional es cada vez más prominente en foros económicos como los que se
realizan en Doha, Davos, o agrupaciones como APEC, ASEAN, o en instancias más
políticas como las reuniones de los G- 20 y G- 8. Todo este enjambre de
aparente descentralización ha resultado en un consecuente debilitamiento de las
organizaciones multilaterales, particularmente la ONU. El grado de
ingobernabilidad es creciente en las zonas más críticas donde el capital
transnacional disputa palmo a palmo zonas de influencia. Esto ha resultado en que
las estructuras más políticas de cada país -especialmente el estado y el
sistema de partidos políticos- entren en una zona de tensiones y de disputa por
influencia, donde su capacitad y competencia se ven claramente menoscabadas y
debilitadas. No hay posibilidad que la vieja estructura burocrática de partidos
y estado compita con el poderío económico del sector privado. De allí el
poderío de los “carteles” en el orden de cosas que sea. La película Traffic de
Steven Soderbergh es un clásico que conviene ver y rever.
Los espacios clásicos de
la intermediación y ordenación como estado y estructura política, tienden a ser
absorbidos por la dinámica del capital y los determinantes económicos hasta el
punto en que el gran debate ausente o presente, dependiendo de la situación de
cada país, es la refundación de los estados o de las estructuras
institucionales. Esta refundación es indispensable para enfrentar un ciclo de
demandas sociales y económicas que no estaban contempladas cuando se aplicaron
las medidas del ajuste económico en la década de 1980. Han pasado más de tres
décadas de aplicación de este ajuste globalmente e independientemente del país,
se ha comprobado que el “modelo” no se he regenerado políticamente hablando.
Hay una tendencia a la
anarquía y a tensionar las relaciones políticas porque los mecanismos de
intermediación como estado y sistema político en general no se han readecuado.
Cuando se habla de primaveras árabes por cambio de régimen, frente a la
situación actual de profunda brecha entre el poderío del gran capital
transnacional y la capacidad reducida de las instituciones de intermediación
para la protección ciudadana, el término de primavera por cierto es aplicable a
la reforma institucional para transformar el actual sistema socioeconómico
impuesto sin consulta en la época de la crisis económica de cuatro décadas
atrás.
Ese sistema continúa
siendo propagado con una gran dosis de engaño, tal cual se expresa en el
contenido del programa de presupuesto para la reducción de la deuda en Estados
Unidos planteado por el partido republicano, que está incidiendo en la actual
contienda presidencial. El “fenómeno Ryan” en Estados Unidos no es singular de
la política de ese país, es generalizado para quiénes adhieren estrictamente a
los principios rectores del actual modelo.
El fenómeno de un poder corporativo internacional
mucho más poderoso y determinante no lo auguraban hasta los más recalcitrantes
estrategas de ese mismo mundo corporativo. Para este modelo corporativo que no
es nuevo, las sociedades deben funcionar con un estado reducido en sus roles
sociales y económicos y dedicado preferentemente a la protección del sistema
financiero y la seguridad ciudadana desde el punto de vista del control
policial y militar. Esta política impuesta en la década de 1980 continúa en
esta etapa con la llamada reforma institucional para profundizar el modelo. La
estrategia es el eje operativo para hacer aún más regresivo el rol del el
estado y su diseño de protección social ciudadana basado en las premisas más
clásicas del liberalismo de Alexis de Tocqueville, que a estas alturas para Ryan y
compañía, debe ser un predecesor de Marx y Barack Obama.
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