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La nueva jugada para Cuba no deja de ser
inteligente pero muy poco democrática. El país necesita muchos
cambios y para consensarlos ocho
millones de cubanos participaron en el debate de los Lineamientos
económicos y sociales, más de un millón
de militantes del Partido y la UJC
debatieron los Objetivos de la
Conferencia Nacional del PCC y seguramente todos seremos convocados a
debatir la reforma constitucional. Cuando ese momento llegue ya un puñado de personas a las que
nadie ha elegido, incluyendo varios extranjeros, nos tendrá su propuesta para
el futuro de Cuba con el apoyo de países europeos miembros de la OTAN y algún Judas de este lado del mar, no importa los cambios que millones de
cubanos hayamos discutido y aprobado. Hoy puede parecer absurdo o inviable pero
recordemos que meses antes de la desintegración
de la URSS la mayoría de la
población había votado en un referéndum por mantener la Unión Soviética;
sin embargo, el manejo torpe y
burocrático de la situación del país por sus dirigentes, el papel de la
prensa sensacionalista y el aliento con “agua
de fuego” desde el exterior a los líderes más al gusto de Occidente terminó
convirtiendo “lo políticamente
imposible” en “políticamente inevitable”. Hoy la mayoría de los
ciudadanos de las ex repúblicas soviéticas lo lamenta y Rusia es un país capitalista relativamente independiente pero cada
vez más cercado por sus enemigos, donde -según una encuesta de Gallup- sólo un 19% cree que aquel colapso le mejoró
la vida. En Cuba, no se puede ignorar -como
demostró la primera mitad del Siglo XX- que la independencia y la soberanía, por nuestra particular situación
geopolítica, son imposibles con un país dividido y bajo el capitalismo.
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Desde los inicios de la Revolución Cubana - enero de 1959 - hasta hoy el Socialismo es sinónimo de Ciencia, Tecnología, Educación de calidad, asistencia en Salud de primer nivel, deporte socializado y un ejemplo en el mundo. Los enemigos por más de 60 años buscan o crean "ventanas", salidas, para la "democracia" y la "libertad" al estilo de la actual democracia financiera-comercial yanqui que imponen en todo el mundo con sus intervenciones militares. Pero el "agua de fuego", menos el bloqueo criminal, de EE.UU., de Occidente y la CIA no han funcionado con la Histórica Revolución Cubana.
***
MILTON FRIEDMAN
PASEA POR LA HABANA REPARTIENDO “AGUA DE FUEGO”.
*****
Iroel Sánchez.
La pupila insomne.
Rebelión jueves 17 de abril
del 2014.
El ideólogo del
neoliberalismo, Milton Friedman, afirmó a principios de los años
ochenta: «Solo una crisis -real o percibida como tal- produce un verdadero
cambio. Cuando ocurre esa crisis,
las acciones que se emprenden dependen de las ideas existentes en aquel
momento. Ésa es en mi opinión, nuestra función básica: desarrollar alternativas
a las políticas existentes y mantenerlas vivas y disponibles hasta que lo
políticamente imposible se convierta en políticamente inevitable». Así
resumía Friedman cómo elaboró su
doctrina y esperó el momento para imponer sus ¿desarrollos? poniéndolos
sucesivamente a disposición de esos grandes demócratas con el nombre de Augusto
Pinochet, Ronald Reagan, Margaret Thatcher, Gonzalo
Sánchez de Losada y Boris Yeltsin, entre muchos otros.
Y hay quien parece estar en
eso de “desarrollar alternativas a las políticas existentes y mantenerlas vivas
y disponibles hasta que lo políticamente imposible se convierta en
políticamente inevitable” en Cuba. A ellos se refirió el Presidente Raúl
Castro al conmemorarse los 55 años de la Revolución:
“En
nuestro caso, como sucede en varias regiones del mundo, se perciben intentos de
introducir sutilmente plataformas de pensamiento neoliberal y de restauración
del capitalismo neocolonial, enfiladas contra las esencias mismas de la
Revolución Socialista a partir de una manipulación premeditada de la historia y
de la situación actual de crisis general del sistema capitalista, en menoscabo
de los valores, la identidad y la cultura nacionales, favoreciendo el
individualismo, el egoísmo y el interés mercantilista por encima de la moral”.
Lo hacen con palabras como
democracia y libertad… entre otras muy atractivas e inobjetables que el
socialismo se dejó arrebatar en una guerra cultural que EE.UU . pagó muy bien,
como se documenta en el libro La CIA
y la guerra fría cultural de la británica
Frances Stonor Saunders. En el fondo, y hasta abiertamente, pretenden
alentar el regreso del pluripartidismo y eliminar la idea de una educación
gratuita y laica del futuro del país, algo que significaría un enorme retroceso
democrático, de libertades y de igualdad, y que es precisamente una de las
herencias pinochetistas que permanece viva en esa cuna del neoliberalismo que
es Chile.
Sus potenciales aliados en
Cuba, voluntarios o asalariados, son aquellos a los que la igualdad les queda
incómoda y apoyándose en la justa lucha contra el igualitarismo, sueñan con no
tener que enviar su niño a la misma escuela a la que van “los negritos del
barrio”. A ellos se refirió recientemente Fernando Martínez Heredia:
“…la
conservatización social puede parecer incluso que tiene que ver solamente con
la vida privada de las personas. No pretende otra cosa que recuperar los usos,
las normas, los comportamientos, las reacciones, los valores, las visiones de
la vida y del mundo, “que había antes”. Su propósito, en última instancia,
sería “volver a la normalidad”. Pero, en el fondo, esa supuesta normalidad es
la de la vida y las relaciones sociales que regían antes de la Revolución.
Cuando yo era un niño, por ejemplo, lo normal era que yo ni era blanco ni
negro, y que no nos moríamos de hambre; comíamos bien, aunque con un solo
cubierto. Mi familia había subido unos peldaños en la escala social durante el
último medio siglo. Pero los muchachos aprendimos a no aspirar a trabajar en
ningún banco, comercio u otros lugares donde no permitían trabajar a personas
que no tuvieran la piel blanca. Desde que era pequeñito me enseñaron a darme mi
lugar. Así se llamaba eso: “aprender a darse su lugar”. Eso es lo que pretende
el conservatismo social en la Cuba actual: que volvamos “a lo normal” y que
cada cual “se dé su lugar”. Es decir, que la sociedad que hemos creado se
suicide.”
El escenario es confuso y
hay quien se marea al beber de las exóticas aguas suministradas por el gobierno
de un país nórdico que envía tropas a Afganistán y académicos a La Habana mientras representa a Washington
en las conversaciones entre las FARC y el gobierno colombiano.
Que gente que se define
como “oposición revolucionaria y socialista” al gobierno cubano y ha criticado
-en nombre de nuestra independencia- un proyecto como el realizado con Brasil
en el puerto de Mariel agradezca “el apoyo de la embajada del Reino de Noruega en La Habana” no deja
de parecer interesante. Maravilloso ver a quienes acusan al gobierno cubano de
capitalista inclinarse ante una corona europea perteneciente a la OTAN. Quizás logren convocar a
participantes nórdicos a un evento en Oslo sobre el futuro de Noruega en el que
se discuta la pertinencia de la monarquía allí existente, agradeciendo el apoyo
de la embajada de Cuba.
La contrarrevolución
vestida de contrarrevolución está derrotada y Estados Unidos lo sabe. Sin masa entre los intelectuales cubanos, Washington intenta cazar entre
quienes ponen contenidos en la Red para que se muevan -como explica el libro de
Stonor Saunders- “en la dirección
que uno quiere por razones que piensa son propias”. ¿Qué buscaba el Segundo Jefe de la Sección de Intereses de EE.UU. en La
Habana en un encuentro de blogueros y tuiteros cubanos sino relanzar el
fracasado puente destruido por la mediocridad de sus emisarios locales? Pero el
rechazo provocado indicó claramente que es más efectivo el acercamiento desde
un tercer país y el cultivo de la vanidad por medios y periodistas
occidentales, que tan efectivo resultó en tiempos de la perestroika
soviética. Lo describe el libro La caída del imperio del
mal, que he citado en otras ocasiones y donde uno de los más célebres
“disidentes” soviéticos durante la Guerra Fría que es también uno de los más
críticos analistas de los efectos de la perestroika en la antigua URSS, Alexander Zinoviev, afirma:
“Uno de
los efectos más poderosos utilizados por Occidente para lograr la disgregación
de la sociedad soviética fue la vanidad de los ciudadanos soviéticos. Yo la
llamaría tentación de notoriedad, en la que cayeron con asombrosa ligereza y
decisión muchas personalidades influyentes. Occidente aprovechó esta debilidad
de los políticos soviéticos y de las personalidades de la cultura, al igual que
los colonizadores y conquistadores occidentales supieron aprovechar la
debilidad de los indígenas americanos por las bebidas alcohólicas. Dejaban que
los indios se alcoholizaran y luego conquistaban enormes territorios e inmensas
riquezas a cambio de «agua de fuego».
“Los primeros que picaron
en el anzuelo de la notoriedad fueron los disidentes soviéticos, seguidos de
los hombres de la cultura y los deportistas. Los burócratas del partido y el
estado no tardaron en envidiar su «fama mundial», y se arrojaron sobre el «agua
de fuego» de la fama apartando a codazos a los disidentes, críticos con el
régimen, escritores, músicos y muchos otros cuyos nombres, hasta entonces,
salían en los medios de comunicación occidentales. Los burócratas aventajaron a
los que les habían precedido, arrancándoles la bandera del antisovietismo y el
anticomunismo. Mijaíl Gorbachov,
jefe del estado soviético y del PCUS,
fue el campeón de esta lucha por el «agua de fuego» de la notoriedad,
distinguido por su traición sin precedentes con toda clase de honores y
títulos, como el de «hombre del año» e incluso «de la década». Por este
auténtico auge de su fama en Occidente, Gorbachov habría traicionado no sólo a
su pueblo sino a toda la humanidad… En realidad eso fue lo que hizo con sus
aliados en Europa y otras regiones del mundo. Otros Judas soviéticos de alto
copete siguieron los pasos de Gorbachov: Yakovlev, Shevardnadze, Yeltsin,… El afán desenfrenado de cosechar elogios y
notoriedad en Occidente llegó a ser el principal acicate de los reformadores
soviéticos.”
Fidel - Líder histórico de la Revolución Cubana - y Gabo - Gabriel García Márquez - Premio Nobel de la Literatura - fueron grandes e inolvidables AMIGOS. Un Proyecto Político por el Socialismo Latinoamericano los unió por más de 60 Años. Su ejemplo de Gran Maestro y consecuencia con la Revolución Socialista Cubana, es el mejor testimonio que nos deja Gabo. Nuestro eterno reconocimiento a un grande de la Literatura Universal.
***
La idea es ver quiénes
están más cerca y cultivar en ellos la actitud que acaba de describir el Primer
Vice Presidente Miguel Díaz Canel en la clausura del Congreso de
la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, al referir “el oportunismo de
aquellos que quieren marcar distancia y convertirse en “personajes” haciendo
guiños al enemigo” y llamar a “diferenciar al que plantea dudas y criterios con
honestidad en nuestros espacios de debate, del que busca notoriedad, sobre todo
fuera del país, con posiciones oportunistas.”
Ahora están aislados pero
quienes manejan los hilos no tienen apuro. La oportunidad esperan verla llegar
en 2018 con la convocatoria a la
reforma constitucional y la salida de la escena política de la generación
histórica de la Revolución, momento para el que proponen el regreso del
pluripartidismo al país. Creen se las anunció el Presidente Raúl Castro al afirmar:
“no
resulta saludable estar reformulando continuamente la Carta Magna de la Nación
y comoquiera que efectuar una reforma constitucional nos tomará necesariamente
un tiempo prudencial, ya que si bien algunas cuestiones pueden modificarse por
el propio Parlamento, otras más importantes requieren además la ratificación
por el voto favorable de la mayoría de los ciudadanos en referendo; deseo
esclarecer que en mi caso, con independencia de la fecha en que se perfeccione
la Constitución, este será el último
mandato”.
Para ese momento ya tendrán
su propuesta legitimada entre quienes logren confundir a base de invitaciones y
aplausos, conectada internacionalmente con gobiernos cercanos a Washington y vinculada con sectores
influyentes de la emigración cubana en Estados Unidos. La presencia en
auditorios nacionales del codirector del Cuba Study Group, Carlos
Saladrigas, un hombre muy vinculado a
la estrategia de “cambio de régimen” de Washington contra la Revolución,
devenido opositor de última hora al bloqueo, lo confirma.
No creo en golpes de pecho
de quienes apoyaban el bloqueo y ahora lo creen un obstáculo. Hasta los aliados
de Estados Unidos en todo el mundo condenan el bloqueo, ¿por qué no lo harían
sus aliados cubanos? En 1954, la misma CIA
que organizó el derrocamiento de Jacobo
Arbenz en Guatemala le orientaba a los integrantes del Congreso por la Libertad de la Cultura (CLC) en América Latina
hacer una declaración condenando el golpe de estado en el país centroamericano,
como se explica en el libro de Olga
Glondys El exilio republicano español y la guerra fría cultural. La
CIA –dice Glondys- “vio una excelente oportunidad para intentar vencer la
desconfianza de los intelectuales latinoamericanos, presentando una genuina
cara izquierdista y prodemocrática del CLC”. Incluso el jefe del CLC –al igual que su miembro cubano
Jorge Mañach- criticó el comunicado finalmente emitido porque tenía una mención
al “totalitarismo soviético”, lo que
era perjudicial para el organismo, dadas las acusaciones que se le hacían de
estar pagado por el Departamento de Estado. Llamo la atención otra vez sobre
“el tercer país”, el CLC funcionaba
desde París, no desde Estados Unidos.
La nueva jugada para Cuba no deja de ser inteligente pero
muy poco democrática. El país necesita muchos cambios y para consensarlos ocho
millones de cubanos participaron en el debate de los Lineamientos económicos y
sociales, más de un millón de militantes
del Partido y la UJC debatieron los Objetivos de la Conferencia Nacional
del PCC y seguramente todos seremos convocados a debatir la reforma
constitucional. Cuando ese momento llegue ya un puñado de personas a las que
nadie ha elegido, incluyendo varios extranjeros, nos tendrá su propuesta para
el futuro de Cuba con el apoyo de países europeos miembros de la OTAN y algún
Judas de este lado del mar, no importa los cambios que millones de cubanos
hayamos discutido y aprobado.
Hoy puede parecer absurdo o
inviable pero recordemos que meses antes de la desintegración de la URSS la
mayoría de la población había votado en un referéndum por mantener la Unión
Soviética; sin embargo, el manejo torpe y burocrático de la situación del país
por sus dirigentes, el papel de la prensa sensacionalista y el aliento con
“agua de fuego” desde el exterior a los líderes más al gusto de Occidente
terminó convirtiendo “lo políticamente imposible” en “políticamente inevitable”.
Hoy la mayoría de los ciudadanos de las ex repúblicas soviéticas lo lamenta y
Rusia es un país capitalista relativamente independiente pero cada vez más
cercado por sus enemigos, donde -según una encuesta de Gallup- sólo un 19% cree que aquel colapso le mejoró la vida. En Cuba, no se
puede ignorar -como demostró la primera mitad del Siglo XX- que la
independencia y la soberanía, por nuestra particular situación geopolítica, son
imposibles con un país dividido y bajo el capitalismo.
Y mientras llega el 2018,
tratemos de adelantarlo. En lo económico, pidamos lo que un economista
emigrado, de visita reciente en Cuba con el mismo patrocinio nórdico-otanista, reclamó: “una
liberalización al estilo Big Bang” y un shock que ya describió Naomi Klain en su imprescindible biografía
del neoliberalismo que lleva esa palabra en el título. Según el entrevistado,
“con la pequeña empresa, la agricultura, el cuentapropista no tiene que haber
miedo a una liberalización al estilo Big
Bang, y eso da más credibilidad, da un mensaje más claro”. Se parece
demasiado al mensaje de Milton Friedman a los dirigentes chinos poco antes de
los sucesos de Tienanmen, citado por Klain en su libro: “Yo hice especial
hincapié en la importancia tanto de la privatización y los mercados libres como
del hecho de que se liberalizase de golpe”. No caben dudas de que un Tienanmen
cubano sería parte esencial de “la crisis real o percibida” que añoraba
Friedman, con el detalle de que a 90 millas de Estados Unidos los tanques en la
calle terminarían siendo made in USA.
Ignorar estos asuntos, y
los desafíos que comportan, es ser aliados inconscientes de quienes quieren
imponernos el neoliberalismo. Actuar como si no existieran, es hacer el juego a
la despolitización, la alienación y el conservatismo, que se nutren también de
los déficits de los espacios de participación revolucionaria en cuyos vacíos
pescan quienes desean regresarnos al capitalismo.
Al conocerse que la CIA
estaba detrás del CLC, el conocido editor estadounidense Jason Epstein publicó
en The New York Review of Books un artículo titulado The CIA
and The Intellectuals en que denunciaba la existencia “de un tren
clandestino privilegiado cuyos vagones de primera clase no siempre estaban
ocupados por pasajeros de primera clase”. Bienvenido el debate y la pluralidad
de ideas, aunque siempre es bueno saber en qué tren nos montamos, y algunos en
Cuba parece que andan vendiendo un viaje al pasado con un ticket que dice
“futuro” y abundante “agua de fuego”. Con suerte, algún día -como acaba de
suceder con el ya mítico ZunZuneo y su red de pantallas en terceros países-
sabremos quién está detrás, pero por el momento hay demasiadas señales para ser ingenuos.
El que tenga ojos que vea.
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