domingo, 1 de noviembre de 2015

LA DERECHA GLOBAL: LO QUE ESTÁ EN JUEGO. EL PODER.

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LA DERECHA GLOBAL.-  LO QUE ESTÁ EN JUEGO. EL PODER. La derecha política como expresión y manifestación social de las élites político-financiero-especulativo (la Gran Burguesía Mundial) tiempos de las políticas del Consenso de Washington  y las corporaciones transnacionales del capital corporativo global, tiempos del nuevo proceso de acumulación mundial del capital de la desposesión de los  recursos naturales, biodiversidad y Conocimientos Ancestrales, Tiempos Políticos del Consenso de los Commodities; que es lo que plantean o sustentan políticamente en la coyuntura actual donde aún no  pueden salir de la poli-crisis mundial engendrada por ellos, crisis estructural – hoy multidimensional – en la práctica su interés fundamental, central no es salir de la crisis – con la crisis ganan más y en menos tiempo, simplemente “transformando la deuda privada en deuda pública y que asuma su pago el Estado, con dinero de todos los Ciudadanos contribuyentes, su objetivo político estratégico  – es mantener la crisis imponiendo sus Políticas  neoliberales que hasta el día de hoy son un rotundo fracaso -. Pero en los países – por lo general es hoy mundial, la protesta social, la crisis política, la crisis de los partidos, de la “clase política”. la crisis de las instituciones propias y constitucionales de la democracia burguesa, liberal, parlamentaria, democracia electoral que ha llevado también a la propia crisis del Estado, en especial la crisis y destrucción del Estado de Bienestar. Entonces que buscan, cuál es el juego político ante el fracaso de las políticas que proviene  de un mercado en crisis y con resultados absolutamente cuestionables. Radicalizan con más violencia - se desesperan ante lo que ellos creen estar perdiendo el Poder - en su desesperación y falta de propuestas políticas, plantean con salida las procesos "políticos" - la cruda anti-política del golpismo militarista. Saben que ponen en riesgo total la Democracia, pero es su única salida.


La derecha política sea en Europa, (La Unión Europea) en América del Norte (Estados Unidos, Canadá) América latina, (Gobiernos de políticas neoliberales (México, Colombia, Perú) o gobiernos nacionalistas de izquierda democrática (Venezuela, Ecuador, Brasil, Argentina, etc.) en África (países escenarios de la llamada Primavera democrática) Sud-este asiático, etc. Al estar en crisis sus políticas neoliberales – o en países donde hoy están vigentes movimientos políticos de izquierda democrática) su comportamiento político, su manera de actuar políticamente, o haciendo uso y abuso de su poder desde los medios de comunicación, es ÚNICA. Violencia. Están o no en el gobierno, pero siguen aún  controlando el Poder, como no tienen una Alternativa Política distinta, diferente o por lo menos populista, asistencialista ante la crisis de las políticas neoliberales, se comportan o en el gobierno o toman las calles y Plazas Públicas y su forma de actuar es VIOLENCIA y generar más Violencia. Desde políticas xenofóbicas  hoy ante la crisis humanitaria de la migración de miles de miles de Siria, Egipto, Irak, Afganistán, Libia, etc., Estados Unidos con los migrantes ilegales Latinos y sus candidatos republicanos. Políticos Homofóbicas, básicamente en Europa y Estados Unidos en alianza con grupos y sectas religiosas

No tienen otra salida y su único lenguaje es la Violencia. Frente a la “nueva realidad” mundializada de la desigualdad económico-social, su política es de mayor violencia en las nuevas formas de explotación de la mano de obra, la supuesta mala distribución de la riqueza o la anecdótica falta de oportunidades, son los millones de jóvenes (los nuevos esclavos asalariados del siglo XXI). En las coyunturas de procesos electorales como no tienen “nuevas” Plataformas Políticas, frente a la crisis por ejemplo de los partidos políticos, de la clase política, su respuesta en Violencia. Pero donde sí su comportamiento es pura violencia es en los procesos de denuncias contra la corrupción institucionalizada. La inseguridad ciudadana, la democracia novelada, mediática (asaltada por la corrupción) la narco-política y los propios estados inviables y los narco-estados. Como todo este engendro neoliberal es de su absoluta creación, lo defienden con violencia e imponiendo violencia y criminalizando los movimientos sociales, las protestas sociales de los pueblos y “sustentando” una supuesta “gobernabilidad” frente a los anti-sistema, opuestos a las inversiones y radicales defensores del medio ambiente. LA VIOLENCIA  es su respuesta “política” de la derecha global.

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LA DERECHA GLOBAL: LO QUE ESTÁ EN JUEGO.
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Boaventura de Sousa Santos.

Página /12 domingo 1 de noviembre del 2015.

El fenómeno no es sólo portugués. Es global, aunque en cada país asuma una manifestación específica. Consiste en la agresividad inusitada con la que la derecha enfrenta cualquier desafío a su dominación, una agresividad expresada en un lenguaje abusivo y el recurso a tácticas que rozan los límites del juego democrático: manipulación del miedo para eliminar la esperanza, falsedades proclamadas como verdades sociológicas, destemplanza emocional en la confrontación de ideas, etc. Por derecha entiendo el conjunto de las fuerzas sociales, económicas y políticas que se identifican con los designios globales del capitalismo neoliberal y con lo que esto implica en términos de políticas nacionales, de aumento de las desigualdades sociales, de destrucción del Estado de Bienestar, de control de los medios de comunicación y de estrechamiento de la pluralidad del espectro político. ¿De dónde viene este radicalismo ejercido por los políticos y comentaristas que hasta hace poco parecían moderados, pragmáticos, realistas con ideas o idealistas sin ilusiones?
En Portugal estamos entrando en la segunda fase de implementación global del neoliberalismo. A escala mundial, este modelo económico, social y político presenta las siguientes características: prioridad de la lógica del mercado en la regulación no sólo de la economía sino de la sociedad en su conjunto; privatización de la economía y liberalización del comercio internacional; demonización del Estado como regulador de la economía y promotor de políticas sociales; concentración de la regulación económica global en dos instituciones multilaterales, ambas dominadas por el capitalismo euro-norteamericano (el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional) en detrimento de las agencias de la ONU que anteriormente supervisaban la situación global; desregulación de los mercados financieros; sustitución de la regulación económica estatal (hard law) por la autorregulación controlada por las empresas multinacionales (soft law). A partir de la caída del Muro de Berlín, este modelo fue asumido como la única alternativa posible de regulación social y económica. Desde entonces, el objetivo fue transformar la dominación en hegemonía, es decir, hacer que incluso los grupos sociales perjudicados por este modelo fueran inducidos a pensar que era el mejor para ellos. Y, de hecho, en los últimos treinta años este modelo ha conseguido grandes éxitos, uno de los cuales fue haber sido adoptado en Europa por dos importantes partidos socialdemócratas (el Partido Laborista británico de Tony Blair y el Partido Socialdemócrata alemán de Gerhard Schröder) y haber logrado dominar la lógica de las instituciones europeas (Comisión y BCE).
Pero como cualquier modelo social, este también está sujeto a contradicciones y resistencias, y su consolidación ha tenido algunos reveses. El modelo no está plenamente consolidado. Por ejemplo, aún no se ha concretizado la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP), y el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) puede que no llegue a concretarse. Frente a la constatación de que el modelo no está todavía plenamente consolidado, sus protagonistas (detrás de todos, el capital financiero) tienden a reaccionar brutalmente o no en función de su evaluación del peligro inminente. Algunos ejemplos. Surgieron los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) con la intención de introducir algunos matices en el modelo de globalización económica. La reacción está siendo violenta y sobre todo Brasil y Rusia están sujetos a una intensa política de neutralización. La crisis de Grecia, que antes de que este modelo dominara Europa habría sido una crisis menor, fue considerada una amenaza por la posibilidad de propagación a otros países. La humillación de Grecia fue el principio del fin de la Unión Europea tal y como la conocemos. La posibilidad de un candidato presidencial en Estados Unidos que se autodeclara socialista (es decir, un socialdemócrata europeo), Bernie Sanders, no representa, por ahora, ningún peligro serio y lo mismo ocurre con la elección de Jeremy Corbyn como secretario general del Partido Laborista. Mientras no constituyan un peligro, no serán objeto de reacción violenta.
¿Y Portugal? La destemplada reacción del presidente de la República a la propuesta de un gobierno de izquierda hecha por el líder del Partido Socialista, en coalición con el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista, parece indicar que el modelo neoliberal, que intensificó su implantación en Portugal en los últimos cuatro años, ve en tal alternativa política un peligro serio, y por eso reacciona con violencia. Es necesario tener en mente que solo en apariencia estamos ante una polarización ideológica. El Partido Socialista es uno de los más moderados partidos socialdemócratas de Europa. De lo que se trata es de una defensa por todos los medios de intereses instalados o en proceso de instalación. El modelo neoliberal solo es antiestatal en cuanto captura el Estado, pues requiere decisivamente de éste para garantizar la concentración de la riqueza y para captar las oportunidades de negocios altamente rentables que el Estado le proporciona. Debemos considerar que en este modelo los políticos son agentes económicos y que su paso por la política es decisivo para cuidar sus propios intereses económicos.
Pero el afán de capturar el Estado va mucho más allá del sistema político. Tiene que abarcar al conjunto de las instituciones. Por ejemplo, hay instituciones como el Tribunal de Cuentas que asumen una importancia decisiva, porqué tienen a su cargo la supervisión de negocios multimillonarios. Tal como es decisivo capturar el sistema de justicia y hacer que actúe con dos pesos y doble medida: dureza en la investigación y castigo de los crímenes supuestamente cometidos por políticos de izquierda, y negligencia benévola respecto a los crímenes cometidos por los políticos de derecha. Esta captura tiene precedentes históricos. Escribí al respecto hace cerca de veinte años: “A lo largo de nuestro siglo, los tribunales siempre fueron, de vez en cuando, polémicos y objeto de escrutinio público. Basta recordar los tribunales de la República de Weimar tras la revolución alemana (1918) y sus criterios dobles en el castigo de la violencia política de la extrema derecha y de la extrema izquierda” (Santos et al, Os tribunais nas sociedades contemporâneas O caso português. Porto. Ediçoes Afrontamento, 1996, página 19). En aquel momento estaban en cuestión crímenes políticos, en tanto que hoy están en juego crímenes económicos.
Sucede que, en el contexto europeo, esta reacción violenta a un revés puede ella misma enfrentar algunos reveses. La inestabilidad conscientemente provocada en Portugal por el presidente de la República (incitando a los diputados socialistas a la desobediencia) se asienta en el presupuesto de que la Unión Europea está preparada para una defenestración final de toda su tradición socialdemócrata, teniendo en mente que lo que pasa hoy en un país pequeño puede suceder mañana en España o Italia. Es una suposición arriesgada, pues la Unión Europea puede estar cambiando en el centro más de lo que la periferia imagina. Sobre todo porque se trata por ahora de un cambio subterráneo que solo se puede vislumbrar en los informes cifrados de los consejeros de Angela Merkel. La presión que la crisis de los refugiados está teniendo sobre el tejido europeo y el crecimiento de la extrema derecha, ¿no recomendarán alguna flexibilidad que legitime el sistema europeo ante mayorías más amplias, como la que en las últimas elecciones en Portugal votó por los partidos de izquierda? ¿No será preferible viabilizar un gobierno dirigido por un partido inequívocamente europeísta y moderado a correr riesgos de ingobernabilidad que pueden extenderse a otros países? ¿No será de darles crédito a los portugueses por el hecho de estar buscando una solución distante de la crispación y la evolución errática de la “solución griega”? Y los jóvenes, que llenaron hace unos años las calles y las plazas con su indignación (foto), ¿cómo reaccionarán ante la posición ofensivamente parcial del presidente y el impulso anti-institucional que la anima? ¿Será que la derecha piensa que este impulso es un monopolio suyo?
En las respuestas a estas preguntas está el futuro próximo de Portugal. Desde ya, una cosa es cierta. El desvarío del presidente de la República estableció el test decisivo con el que los portugueses van a someter a los candidatos en las próximas elecciones presidenciales. Si fuese electo(a), ¿considera o no que todos los partidos democráticos forman parte del sistema democrático en pie de igualdad? Si en las próximas elecciones legislativas se formase en la arena parlamentaria una coalición de partidos de izquierda con mayoría y presentase una propuesta de gobierno, ¿le daría o no posesión?
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Traducción: de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez.

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