LA DERECHA GLOBAL.- LO QUE ESTÁ
EN JUEGO. EL PODER. La derecha política como expresión y manifestación social de las élites
político-financiero-especulativo (la Gran Burguesía Mundial) tiempos de las políticas del Consenso de Washington y las corporaciones transnacionales del
capital corporativo global, tiempos del nuevo proceso de acumulación mundial
del capital de la desposesión de los
recursos naturales, biodiversidad y Conocimientos Ancestrales, Tiempos Políticos del Consenso de los Commodities;
que es lo que plantean o sustentan políticamente en la coyuntura actual donde
aún no pueden salir de la poli-crisis
mundial engendrada por ellos, crisis estructural – hoy multidimensional – en la
práctica su interés fundamental, central no es salir de la crisis – con la
crisis ganan más y en menos tiempo, simplemente “transformando la deuda privada
en deuda pública y que asuma su pago el Estado, con dinero de todos los Ciudadanos
contribuyentes, su objetivo político estratégico – es mantener la crisis imponiendo sus
Políticas neoliberales que hasta el día
de hoy son un rotundo fracaso -. Pero en los países – por lo general es hoy mundial,
la protesta social, la crisis política, la crisis de los partidos, de la “clase
política”. la crisis de las instituciones propias y constitucionales de la
democracia burguesa, liberal, parlamentaria, democracia electoral que ha
llevado también a la propia crisis del Estado, en especial la crisis y
destrucción del Estado de Bienestar. Entonces que buscan, cuál es el juego
político ante el fracaso de las políticas que
proviene de un mercado en crisis y con
resultados absolutamente cuestionables. Radicalizan con más violencia - se desesperan ante lo que ellos creen estar perdiendo el Poder - en su desesperación y falta de propuestas políticas, plantean con salida las procesos "políticos" - la cruda anti-política del golpismo militarista. Saben que ponen en riesgo total la Democracia, pero es su única salida.
La derecha política sea en Europa, (La Unión Europea) en América del Norte (Estados Unidos,
Canadá) América latina, (Gobiernos
de políticas neoliberales (México,
Colombia, Perú) o gobiernos nacionalistas
de izquierda democrática (Venezuela, Ecuador, Brasil, Argentina, etc.) en África (países escenarios de la
llamada Primavera democrática) Sud-este
asiático, etc. Al estar en crisis sus políticas neoliberales – o en países
donde hoy están vigentes movimientos políticos de izquierda democrática) su comportamiento político, su manera de
actuar políticamente, o haciendo uso y abuso de su poder desde los medios de
comunicación, es
ÚNICA. Violencia. Están o no en el gobierno, pero siguen aún controlando el Poder, como no tienen una Alternativa Política distinta,
diferente o por lo menos populista, asistencialista ante la crisis de las
políticas neoliberales, se comportan o en el gobierno o toman las calles y
Plazas Públicas y su forma de actuar es VIOLENCIA
y generar más Violencia. Desde políticas xenofóbicas hoy ante la crisis humanitaria de la migración de miles de miles de Siria,
Egipto, Irak, Afganistán, Libia, etc., Estados Unidos con los migrantes
ilegales Latinos y sus candidatos republicanos. Políticos Homofóbicas, básicamente en Europa y Estados Unidos en
alianza con grupos y sectas religiosas
No tienen otra salida y su único lenguaje es la Violencia. Frente a
la “nueva realidad”
mundializada de la desigualdad
económico-social, su política es de mayor violencia en las nuevas formas de
explotación de la mano de obra, la supuesta mala distribución de la riqueza o
la anecdótica falta de oportunidades, son
los millones de jóvenes (los nuevos esclavos asalariados del siglo XXI). En
las coyunturas de procesos electorales como no tienen “nuevas” Plataformas Políticas, frente a la crisis por ejemplo de
los partidos políticos, de la clase política, su respuesta en Violencia. Pero donde sí su
comportamiento es pura violencia es en los procesos de denuncias contra la corrupción institucionalizada.
La inseguridad ciudadana, la democracia
novelada, mediática (asaltada por la corrupción) la narco-política y los
propios estados inviables y los narco-estados. Como todo este engendro
neoliberal es de su absoluta creación, lo
defienden con violencia e imponiendo violencia y criminalizando los
movimientos sociales, las protestas sociales de los pueblos y “sustentando” una supuesta “gobernabilidad”
frente a los anti-sistema, opuestos a las inversiones y radicales defensores
del medio ambiente. LA VIOLENCIA es su
respuesta “política” de la derecha global.
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LA
DERECHA GLOBAL: LO QUE ESTÁ EN JUEGO.
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Boaventura de Sousa Santos.
Página /12 domingo 1 de noviembre del 2015.
El
fenómeno no es sólo portugués. Es global, aunque en cada país asuma una
manifestación específica. Consiste en la agresividad inusitada con la que la
derecha enfrenta cualquier desafío a su dominación, una agresividad expresada
en un lenguaje abusivo y el recurso a tácticas que rozan los límites del juego
democrático: manipulación del miedo para eliminar la esperanza, falsedades
proclamadas como verdades sociológicas, destemplanza emocional en la
confrontación de ideas, etc. Por derecha entiendo el conjunto de las fuerzas
sociales, económicas y políticas que se identifican con los designios globales
del capitalismo neoliberal y con lo que esto implica en términos de políticas
nacionales, de aumento de las desigualdades sociales, de destrucción del Estado
de Bienestar, de control de los medios de comunicación y de estrechamiento de
la pluralidad del espectro político. ¿De dónde viene este radicalismo ejercido
por los políticos y comentaristas que hasta hace poco parecían moderados,
pragmáticos, realistas con ideas o idealistas sin ilusiones?
En Portugal estamos
entrando en la segunda fase de implementación global del neoliberalismo. A
escala mundial, este modelo económico, social y político presenta las
siguientes características: prioridad de la lógica del mercado en la regulación
no sólo de la economía sino de la sociedad en su conjunto; privatización de la
economía y liberalización del comercio internacional; demonización del Estado
como regulador de la economía y promotor de políticas sociales; concentración
de la regulación económica global en dos instituciones multilaterales, ambas
dominadas por el capitalismo euro-norteamericano (el Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional) en detrimento de las agencias de la ONU que
anteriormente supervisaban la situación global; desregulación de los mercados
financieros; sustitución de la regulación económica estatal (hard law) por la
autorregulación controlada por las empresas multinacionales (soft law). A
partir de la caída del Muro de Berlín, este modelo fue asumido como la única
alternativa posible de regulación social y económica. Desde entonces, el
objetivo fue transformar la dominación en hegemonía, es decir, hacer que
incluso los grupos sociales perjudicados por este modelo fueran inducidos a
pensar que era el mejor para ellos. Y, de hecho, en los últimos treinta años
este modelo ha conseguido grandes éxitos, uno de los cuales fue haber sido
adoptado en Europa por dos importantes partidos socialdemócratas (el Partido
Laborista británico de Tony Blair y el Partido Socialdemócrata alemán de
Gerhard Schröder) y haber logrado dominar la lógica de las instituciones
europeas (Comisión y BCE).
Pero como cualquier
modelo social, este también está sujeto a contradicciones y resistencias, y su
consolidación ha tenido algunos reveses. El modelo no está plenamente
consolidado. Por ejemplo, aún no se ha concretizado la Asociación
Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP), y el Acuerdo de Asociación
Transpacífico (TPP) puede que no llegue a concretarse. Frente a la constatación
de que el modelo no está todavía plenamente consolidado, sus protagonistas
(detrás de todos, el capital financiero) tienden a reaccionar brutalmente o no
en función de su evaluación del peligro inminente. Algunos ejemplos. Surgieron
los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) con la intención de
introducir algunos matices en el modelo de globalización económica. La reacción
está siendo violenta y sobre todo Brasil y Rusia están sujetos a una intensa
política de neutralización. La crisis de Grecia, que antes de que este modelo
dominara Europa habría sido una crisis menor, fue considerada una amenaza por
la posibilidad de propagación a otros países. La humillación de Grecia fue el
principio del fin de la Unión Europea tal y como la conocemos. La posibilidad
de un candidato presidencial en Estados Unidos que se autodeclara socialista
(es decir, un socialdemócrata europeo), Bernie Sanders, no representa, por
ahora, ningún peligro serio y lo mismo ocurre con la elección de Jeremy Corbyn
como secretario general del Partido Laborista. Mientras no constituyan un
peligro, no serán objeto de reacción violenta.
¿Y Portugal? La destemplada reacción
del presidente de la República a la propuesta de un gobierno de izquierda hecha
por el líder del Partido Socialista, en coalición con el Bloco de Esquerda y el
Partido Comunista, parece indicar que el modelo neoliberal, que intensificó su
implantación en Portugal en los últimos cuatro años, ve en tal alternativa
política un peligro serio, y por eso reacciona con violencia. Es necesario
tener en mente que solo en apariencia estamos ante una polarización ideológica.
El Partido Socialista es uno de los más moderados partidos socialdemócratas de
Europa. De lo que se trata es de una defensa por todos los medios de intereses
instalados o en proceso de instalación. El modelo neoliberal solo es
antiestatal en cuanto captura el Estado, pues requiere decisivamente de éste
para garantizar la concentración de la riqueza y para captar las oportunidades
de negocios altamente rentables que el Estado le proporciona. Debemos
considerar que en este modelo los políticos son agentes económicos y que su
paso por la política es decisivo para cuidar sus propios intereses económicos.
Pero el afán de capturar
el Estado va mucho más allá del sistema político. Tiene que abarcar al conjunto
de las instituciones. Por ejemplo, hay instituciones como el Tribunal de
Cuentas que asumen una importancia decisiva, porqué tienen a su cargo la
supervisión de negocios multimillonarios. Tal como es decisivo capturar el
sistema de justicia y hacer que actúe con dos pesos y doble medida: dureza en
la investigación y castigo de los crímenes supuestamente cometidos por
políticos de izquierda, y negligencia benévola respecto a los crímenes
cometidos por los políticos de derecha. Esta captura tiene precedentes
históricos. Escribí al respecto hace cerca de veinte años: “A lo largo de
nuestro siglo, los tribunales siempre fueron, de vez en cuando, polémicos y
objeto de escrutinio público. Basta recordar los tribunales de la República de
Weimar tras la revolución alemana (1918) y sus criterios dobles en el castigo
de la violencia política de la extrema derecha y de la extrema izquierda”
(Santos et al, Os tribunais nas sociedades contemporâneas O caso português. Porto.
Ediçoes Afrontamento, 1996, página 19). En aquel momento estaban en cuestión
crímenes políticos, en tanto que hoy están en juego crímenes económicos.
Sucede que, en el
contexto europeo, esta reacción violenta a un revés puede ella misma enfrentar
algunos reveses. La inestabilidad conscientemente provocada en Portugal por el
presidente de la República (incitando a los diputados socialistas a la
desobediencia) se asienta en el presupuesto de que la Unión Europea está
preparada para una defenestración final de toda su tradición socialdemócrata,
teniendo en mente que lo que pasa hoy en un país pequeño puede suceder mañana
en España o Italia. Es una suposición arriesgada, pues la Unión Europea puede
estar cambiando en el centro más de lo que la periferia imagina. Sobre todo
porque se trata por ahora de un cambio subterráneo que solo se puede vislumbrar
en los informes cifrados de los consejeros de Angela Merkel. La presión que la
crisis de los refugiados está teniendo sobre el tejido europeo y el crecimiento
de la extrema derecha, ¿no recomendarán alguna flexibilidad que legitime el
sistema europeo ante mayorías más amplias, como la que en las últimas
elecciones en Portugal votó por los partidos de izquierda? ¿No será preferible
viabilizar un gobierno dirigido por un partido inequívocamente europeísta y
moderado a correr riesgos de ingobernabilidad que pueden extenderse a otros
países? ¿No será de darles crédito a los portugueses por el hecho de estar
buscando una solución distante de la crispación y la evolución errática de la
“solución griega”? Y los jóvenes, que llenaron hace unos años las calles y las
plazas con su indignación (foto), ¿cómo reaccionarán ante la posición
ofensivamente parcial del presidente y el impulso anti-institucional que la
anima? ¿Será que la derecha piensa que este impulso es un monopolio suyo?
En las respuestas a
estas preguntas está el futuro próximo de Portugal. Desde ya, una cosa es
cierta. El desvarío del presidente de la República estableció el test decisivo
con el que los portugueses van a someter a los candidatos en las próximas
elecciones presidenciales. Si fuese electo(a), ¿considera o no que todos los
partidos democráticos forman parte del sistema democrático en pie de igualdad? Si en las próximas
elecciones legislativas se formase en la arena parlamentaria una coalición de
partidos de izquierda con mayoría y presentase una propuesta de gobierno, ¿le
daría o no posesión?
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Traducción: de Antoni Aguiló y José
Luis Exeni Rodríguez.
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