¿LA ALTERNATIVA ES LA DERECHA?
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Emir Sader.
ALAINET
Sábado 23 de abril del 2016.
Los gobiernos progresistas latinoamericanos –posneoliberales–
siguen ocupando el centro del escenario político del continente. Sus grandes
líderes –Lula, Cristina, Evo, Rafael Correa, Mujica, entre otros – siguen
siendo las referencias centrales para los pueblos de sus países y para el
conjunto de la región.
Los que apuntaban, apresurados, por un “fin de
ciclo” – afinados en términos de marketing con la onda de los fines: de la
historia, de la política, del Estado, de los partidos, etc., etc. – se dan
cuenta que la alternativa a los gobiernos posneoliberales no vendrá de la
derecha o de la ultra izquierda. La derecha busca – como Argentina lo demuestra
fehacientemente – la restauración del modelo neoliberal, anterior a los
gobiernos posneoliberales, que lo han rechazado. La ultra izquierda no tiene ni
propuesta, ni fuerza alguna; en ningún país protagoniza las disputas políticas,
solo existe en solitarios y dogmáticos artículos.
Los gobiernos posneoliberales ocupan el centro de
las disputas políticas, porque el neoliberalismo se ha proyectado como el modelo
de hegemonía capitalista en el período histórico actual. La disputa
neoliberalismo/antineoliberalismo es la disputa esencial de nuestro tiempo.
Quien personifica, como liderazgo, como fuerza política, la lucha por la
superación del neoliberalismo, gana ese protagonismo.
Esos liderazgos y las fuerzas que los sostienen
son, así, lo más avanzado de que dispone América Latina en la lucha central de
nuestro tiempo: la de la construcción de alternativas superadoras del
neoliberalismo. Son, al mismo tiempo, victimas privilegiadas de los ataques de
la derecha, que tiene en ellos el obstáculo fundamental para reimponer el reino
del dinero y de las mercancías, en contra de los derechos de todos.
Esos gobiernos son los que mejores condiciones
tienen para garantizar los avances logrados y desarticular los nudos para
retomar un proceso de crecimiento con distribución de renta. Dos de esos nudos
son fundamentales: la hegemonía del capital financiero y el control de los
medios privados de comunicación en la formación de la opinión pública. En otros
términos, el monopolio del poder del dinero y el monopolio del poder de la
palabra.
La hegemonía del capital financiero y su naturaleza
especulativa en la era neoliberal canaliza recursos que la economía productiva
necesita para producir riquezas y empleos. En Brasil se calcula que el 15% del
PIB es canalizado hacia la intermediación financiera, retirando de la economía
productiva recursos fundamentales. Rebajar las tasas de interés y poner
impuestos sobre la circulación del capital financiero, son dos de los
mecanismos indispensables para quebrar el rol determinan que ese capital
predatorio tienen sobre nuestras economías.
Los medios privados de comunicación son un
monopolio que cumplen el rol de verdaderos partidos de la derecha y juegan
permanentemente la carta de la desestabilización económica y política de los
gobiernos progresistas. Sin democratización en la formación de la opinión
publica, no habrá democracia efectiva.
La polarización política en los países progresistas
se mantiene así entre fuerzas que sostienen el restablecimiento del modelo
neoliberal y las que luchas por su superación. La alternativa a los gobiernos
posneoliberales sigue siendo la derecha y su proyecto de restauración
neoliberal. Esa
es la disputa política fundamental en la era neoliberal.
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Emir Sader, sociólogo y científico político
brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la
Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).
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La derecha político-empresarial (corrupta) vuelve con cuchillo en mano.
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BRASIL: BIENVENIDO A LA LUCHA DE CLASES.
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El Megafón – CLACSO.
Sábado 23 de abril del 2016.
Nosotros somos un grupo de militantes, dirigentes,
pensadores que soñamos con el socialismo en Brasil. Y estamos en la lucha de
clases, entre el primer y el segundo tiempo de un partido de un campeonato que
no terminó. Estamos en el vestuario analizando las próximas jugadas.
Es evidente que Brasil vive una grave crisis, una crisis de proyecto. Va mucho más allá del gobierno. La crisis que estamos viviendo es semejante a la del 29, del 60, del 80. Y en estas crisis históricas del país las salidas tardan. Exige una reorganización de las clases. Y es eso lo que está en juego.
Del otro lado, ellos sólo tienen una salida: el regreso del neoliberalismo. Por qué en una crisis – que es una crisis del modo capitalista – necesitan limpiar el terreno para volver a aumentar sus ganancias, acumular y hacer crecer su economía. Pero para eso, tienen que destruir los derechos de los trabajadores, tienen que apropiarse de nuestras riquezas como el petróleo, la minería, el agua, la biodiversidad, los ríos para las hidroeléctricas, para fortalecer así el capital y volver a controlar nuestra economía, subordinándola – como ellos dicen públicamente – a la economía de los Estados Unidos. Ese es su proyecto histórico.
Es evidente que Brasil vive una grave crisis, una crisis de proyecto. Va mucho más allá del gobierno. La crisis que estamos viviendo es semejante a la del 29, del 60, del 80. Y en estas crisis históricas del país las salidas tardan. Exige una reorganización de las clases. Y es eso lo que está en juego.
Del otro lado, ellos sólo tienen una salida: el regreso del neoliberalismo. Por qué en una crisis – que es una crisis del modo capitalista – necesitan limpiar el terreno para volver a aumentar sus ganancias, acumular y hacer crecer su economía. Pero para eso, tienen que destruir los derechos de los trabajadores, tienen que apropiarse de nuestras riquezas como el petróleo, la minería, el agua, la biodiversidad, los ríos para las hidroeléctricas, para fortalecer así el capital y volver a controlar nuestra economía, subordinándola – como ellos dicen públicamente – a la economía de los Estados Unidos. Ese es su proyecto histórico.
En esta batalla decidieron que para limpiar el
terreno, tenían que librarse de algunas trabas. La primera: el gobierno de
Dilma (Rousseff), que aunque no sea una gran traba, aun así no les permitía
ganar 7 a 1. Además, tenían que desmoralizar a Lula, porque Lula es el fantasma
de la clase trabajadora.
Para conseguir esos objetivos armaron un equipo con 3 actores fundamentales. Primero, el poder económico. Hay un enorme poder de los capitalistas que operan a través de sus porta-voces mediáticos. Como dijo Paulinho da Força Sindical (sindicalista y diputado) en su ingenuidad: “Esta sobrando dinero para financiar el impeachment”. Es el capital que compra obispos, jueces, la Red Globo. Hay mucho poder económico en disputa y ellos están moviéndose aunque tienen sus diferencias. No están unidos. ¡Gracias a Dios y a la Dialéctica!
Para conseguir esos objetivos armaron un equipo con 3 actores fundamentales. Primero, el poder económico. Hay un enorme poder de los capitalistas que operan a través de sus porta-voces mediáticos. Como dijo Paulinho da Força Sindical (sindicalista y diputado) en su ingenuidad: “Esta sobrando dinero para financiar el impeachment”. Es el capital que compra obispos, jueces, la Red Globo. Hay mucho poder económico en disputa y ellos están moviéndose aunque tienen sus diferencias. No están unidos. ¡Gracias a Dios y a la Dialéctica!
Parte de ellos no acepta la vuelta el
neoliberalismo porque empresas como Friboi (de producción de carne) dependen
del mercado interno y saben que solo van a recuperar su tasa de ganancia si el
pueblo mejora. Esas diferencias entre el poder económico nos benefician. El
segundo equipo son los parlamentarios. Es el equipo más sucio. Están entrando
sin calzoncillos a la cancha. El origen de la elección de estos parlamentarios
es ilegal, ilegítima. Y tercer equipo, es el núcleo ideológico donde está la
dirección política del proyecto. Hay en ellos una mezcla. Una mezcla de la
derecha del Ministerio Público, la Policía Federal y la Justicia, en alianza
con la Red Globo. Usaron la excusa de la corrupción pero también tienen
contradicciones: “¿Vamos a sacar a Dilma y después qué hacemos con Cunha?
(Eduardo. Presidente de la Cámara de Diputados, investigado por corrupción,
segundo en la línea de sucesión presidencial)
¿Del otro lado – el pueblo trabajador – quién tiene
a su lado? El gobierno de Dilma que nosotros elegimos y que se pasó dos años
haciendo goles en contra. Nosotros ya lo hemos dicho: ¡Basta de hacer goles en
contra! Hay que cambiar la política económica a favor del pueblo. Por suerte,
ella cambió de entrenador y puso Lula. Y eso ya anuncia nuevas señales.
Del lado de los trabajadores también está la sociedad. Fue la que mejor jugó en estos tiempos. El día que intentaron detener a Lula, en más de 1500 ciudades hubo plenarias de militantes que dijeron “no”. Una sociedad independiente de los partidos, que fue por su propia cuenta. El equipo de la sociedad está jugando bien. El tercero actor son las calles, donde hemos tenido partidos importantes. Ellos salieron el 13 y nosotros se la devolvimos saliendo el 18 y quedó en un 2 a 2. Pero aún no estamos ganando en las calles. Porque la gran masa aún no salió. Todavía está sentada esperando. Está asustada. El desafío que tenemos en las calles, como militantes, es mostrar para esta masa que el problema no es Dilma, ni la corrupción y si, lo que está en juego, es un proyecto del país. Eso es lo que el pueblo tiene que entender. En las calles, aún no ganamos pero hay elementos que pueden cambiar eso. El sábado por la mañana Lula estuvo en Fortaleza y llevó a 100 mil personas a la calle. Ahí está el pueblo. El Sindicato del ABC (en San Pablo) hizo una asamblea con 8 mil trabajadores de las plantas de automóviles. Ahí está el pueblo.
Del lado de los trabajadores también está la sociedad. Fue la que mejor jugó en estos tiempos. El día que intentaron detener a Lula, en más de 1500 ciudades hubo plenarias de militantes que dijeron “no”. Una sociedad independiente de los partidos, que fue por su propia cuenta. El equipo de la sociedad está jugando bien. El tercero actor son las calles, donde hemos tenido partidos importantes. Ellos salieron el 13 y nosotros se la devolvimos saliendo el 18 y quedó en un 2 a 2. Pero aún no estamos ganando en las calles. Porque la gran masa aún no salió. Todavía está sentada esperando. Está asustada. El desafío que tenemos en las calles, como militantes, es mostrar para esta masa que el problema no es Dilma, ni la corrupción y si, lo que está en juego, es un proyecto del país. Eso es lo que el pueblo tiene que entender. En las calles, aún no ganamos pero hay elementos que pueden cambiar eso. El sábado por la mañana Lula estuvo en Fortaleza y llevó a 100 mil personas a la calle. Ahí está el pueblo. El Sindicato del ABC (en San Pablo) hizo una asamblea con 8 mil trabajadores de las plantas de automóviles. Ahí está el pueblo.
Este es el esfuerzo que tenemos que hacer: salir
del vestuario e ir a la cancha con el pueblo. ¡Combinemos una fecha y que la
favela ocupe las playas de la Zona Sur, en Río!
Por último, aún tenemos muchas tareas que hacer.
Votarán el impeachment. Nosotros tenemos la obligación de frenar el golpe y
exigir al gobierno que haga una limpieza en los ministerios, reconocer nuestros
errores y mostrarle al pueblo que es un gobierno del pueblo y para el pueblo.
Hay que mantenerse en las calles pero esto no es suficiente. Si el problema de fondo es un proyecto, tenemos que ir delineándolo. Porqué en el 2018 hay elecciones. ¿Cuál es nuestro proyecto? ¿Es solamente Lula 2018? Tenemos que tener un proyecto de país. Y este proyecto de país – en la tradición de izquierda – lo construyen los intelectuales orgánicos de la clase trabajadora, que son ustedes. Empiecen a discutir este proyecto. Es necesario desde ahora ir cambiando la rueda de bicicleta mientras esté en movimiento. Es decir, mientras frenamos el golpe, tenemos que ir pensando en un proyecto de país, hablar con el pueblo y discutirlo con el pueblo, porque el pueblo no es bobo. Ya estamos organizándonos. El Frente Brasil Popular y el MST, vamos a acampar en Brasilia para frenar el golpe. Son campamentos lúdicos, de reflexión donde discutiremos un proyecto de país. Les diremos: “aquí no pasarán”. Y voy a provocarlos con una decisión que ya tomamos en la Asamblea del Frente Brasil Popular en Río Grande do Sul, donde haremos un campamento de legalidad en frente al Palacio Piratini (sede de gobierno), en homenaje a Leonel Brizola. Ustedes en Río de Janeiro, acampen en la Plaza de la Candelaria. ¡No tengan miedo! Tenemos que ser firmes, resistir, hasta sacar del escenario esta estupidez de intento de golpe. Organicémonos para crear un proyecto de país y seguir alerta en las calles. ¡Bienvenidos a la lucha de clases!.
Hay que mantenerse en las calles pero esto no es suficiente. Si el problema de fondo es un proyecto, tenemos que ir delineándolo. Porqué en el 2018 hay elecciones. ¿Cuál es nuestro proyecto? ¿Es solamente Lula 2018? Tenemos que tener un proyecto de país. Y este proyecto de país – en la tradición de izquierda – lo construyen los intelectuales orgánicos de la clase trabajadora, que son ustedes. Empiecen a discutir este proyecto. Es necesario desde ahora ir cambiando la rueda de bicicleta mientras esté en movimiento. Es decir, mientras frenamos el golpe, tenemos que ir pensando en un proyecto de país, hablar con el pueblo y discutirlo con el pueblo, porque el pueblo no es bobo. Ya estamos organizándonos. El Frente Brasil Popular y el MST, vamos a acampar en Brasilia para frenar el golpe. Son campamentos lúdicos, de reflexión donde discutiremos un proyecto de país. Les diremos: “aquí no pasarán”. Y voy a provocarlos con una decisión que ya tomamos en la Asamblea del Frente Brasil Popular en Río Grande do Sul, donde haremos un campamento de legalidad en frente al Palacio Piratini (sede de gobierno), en homenaje a Leonel Brizola. Ustedes en Río de Janeiro, acampen en la Plaza de la Candelaria. ¡No tengan miedo! Tenemos que ser firmes, resistir, hasta sacar del escenario esta estupidez de intento de golpe. Organicémonos para crear un proyecto de país y seguir alerta en las calles. ¡Bienvenidos a la lucha de clases!.
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[1] João Pedro Stedile es miembro de la la Coordinación Nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil y de Vía Campesina
(Transcripción y traducción de discurso durante “Ato Brasil pela Democracia”, Teatro Oi, Casa Grande. 4 de marzo 2016, Río de Janeiro
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