Indignados, juventudes, Plaza de la República, contra
las políticas neoliberales, convocado en las redes sociales, nuevas formas de hacer
política.- Movimiento social contra la reforma
laboral neoliberal. Cientos
de “indignados” en París, continúan las protestas, contra la
Reforma Laboral a pesar de que fueron desaforados por la policía la noche de
este viernes. El movimiento convocado en las redes sociales con el Lema “Nuit Debout” (La Noche de Pie),
fue organizado por primera vez en la noche del jueves al viernes en la Plaza de
la República, como parte de las huelgas y manifestaciones que se realizan
contra la reforma laboral que el Gobierno
del Presidente Socialista, François Hollande quiere impulsar
De acuerdo con José Ant Bautista,
periodista y analista económico,
pese a que fueran desalojados, los manifestantes han decidido volver a
tempranas horas de este sábado. De acuerdo con la prefectura de
la policía de París, no hubo
incidentes en el acto de desalojo. Los activistas que estaban en la Plaza fueron evacuados después de
que los agentes fueran “invitados” a irse a eso de las 6 de la de mañana hora
local. No obstante, los participantes de la concentración se quejaron
del uso material antidisturbios por parte de la policía, así como de la actitud
de violencia, que obligó a algunos a salir de la plaza a las carreras.
Tarik, militante del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), contó que varios de
los manifestantes que habían organizado una sentada fueron golpeados con los
cascos de los agentes, quienes también dispersaron a otros grupos que se habían
refugiado en las escaleras del metro, una fuerza empleada que estuvo de más porque, de acuerdo con Tarik,
la actitud de quienes se concentraron fue pacífica en todo momento.
Las protestas han tenido también como saldo detenciones y
enfrentamientos entre manifestantes y miembros de las fuerzas policiales. Una decena
de personas fueron apresadas en París y en otras de las principales ciudades
del país. En la capital
gala, las detenciones involucraron a individuos que portaban armas y a otros
que lanzaron proyectiles. Los detractores de la reforma laboral sostienen que
el texto favorece al empresariado en detrimento de los derechos de los
trabajadores, en un país donde el desempleo se ubica en torno al 10 por ciento.
No obstante, la
ministra de Trabajo, Myriam el Khomri, dice que se trata de una
iniciativa justa y necesaria, que debe permitir la disminución de la desocupación.
París está siendo conmovido por estas
propuestas. Además de las afectaciones en el transporte público, la huelga de
controladores aéreos obligó a suprimir vuelos en el aeropuerto de París-Orly y un tercio en Marsella (sur). Asimismo, el movimiento perturbó, además, al sector
educativo. En
París, varios liceos fueron cerrados y otros bloqueados por estudiantes que se
sumaron a los paros. (Cuba Debate).
/////
Cientos de “indignados”
en París, continúan las protestas, contra la Reforma Laboral a pesar de que
fueron desaforados por la policía la noche de este viernes. El movimiento
convocado en las redes sociales con el Lema “Nuit Debout” (La Noche de Pie),
fue organizado por primera vez en la noche del jueves al viernes en la Plaza de
la República, como parte de las huelgas y manifestaciones que se realizan
contra la reforma laboral neoliberal que el Gobierno del Presidente Socialista, François
Hollande quiere impulsar.
***
LA NOCHE DEL SOCIALISMO FRANCÉS.
El Movimiento Juvenil, la noche en pie,
interpela a Hollande.
*****
El presidente prometió una revolución y terminó
como abanderado del liberalismo. El desafío juvenil encendió a los socialistas,
a sus aliados ecologistas, a los de la izquierda radical y, bajo diversas
identidades, a la sociedad.
Eduardo Febbro
Desde París martes 19
de abril del 2016.
La izquierda francesa
está en plena tormenta. Desacreditada por el mandato social liberal del
presidente François Hollande, corroída por densos antagonismos internos que
arrastra desde hace mucho y que estallaron con potencia bajo su presidencia,
desbordada ahora por un movimiento juvenil y civil, La Noche en Pie, que hizo
de la noche y de la ocupación de los espacios públicos el inédito escenario
para manifestar su hartazgo y reformular una idea más humana de la acción
política y, para colmo, dividida en torno a la idea de organizar elecciones
primarias para designar un candidato de cara a las elecciones presidenciales de
2017 cuando, en realidad, Hollande tiene toda la intención de volverse a
presentar, la famosa “gauche” de Francia es una madeja llena de nudos.
Nada retrata mejor la
paradoja de estos cuatro años de socialismo gobernante como el análisis del
politólogo Alain Duhamel publicado en Libération hace unos días: “lo que
Hollande hizo de positivo en su acción no figuraba en sus promesas de candidato,
y lo que había como más positivo en sus promesas de candidato no figura entre
sus acciones actuales. Hollande está prisionero de las esperanzas desencantadas
de su campaña y acusado de llevar a cabo una política muy alejada de sus
promesas”.
En ese interciso se
deslizó una fractura que se agranda a medida que el presidente no encarna otras
expectativas. La ruptura encendió al Partido Socialista, a sus aliados
ecologistas, a los de la izquierda radical y, bajo diversas identidades, a la
sociedad. Mientras una parte se rebela cuando el país brinda su apoyo masivo a
la extrema derecha del Frente Nacional, la otra, las generaciones más jóvenes,
más activas y urbanas, sacan de la decepción un movimiento social que lleva
semanas ocupando de noche la Plaza de la República en París y las de otras
ciudades de Francia. La espontaneidad y la permanencia del movimiento Nuit
Debout escapó a todos los politólogos y
a las eminencias grises de toda la izquierda. Las nuevas generaciones se
levantaron contra el proyecto de reforma laboral presentado por la ministra de
Trabajo.
Gerd-Rainer Horn,
profesor de historia política en la Universidad de Ciencias políticas, recordó
en las páginas del diario Le Monde que “nadie anticipó lo que ocurrió en mayo
del 68 (revuelta de la juventud contra el General de Gaulle). Las cosas
ocurrieron rápido y de forma espontánea”. Aunque la amplitud de las
movilizaciones no es la misma que en el mítico mayo francés, resulta
contradictorio que la juventud francesa se rebele hoy contra un presidente
socialista y no un conservador disciplinado como fue el General de Gaulle. En
realidad, François Hollande no protagonizó la revolución que dejó entrever
durante su campaña, sino otra distinta: es el abanderado de una
contrarrevolución conservadora, de profunda inspiración liberal.
Hoy tiene a la juventud
ocupando los espacios públicos de noche y a una izquierda que tantea las
sombras con sus velas henchidas de retórica pero más perdida que capitán sin
timón. La casta política gobernante mira a los nocheros como si fueran bohemios
con resaca. Sin embargo, más allá de su destino político y de su romanticismo
que lo lleva a abrazar varias causas, Le Nuit Debout es un diagnóstico sin
máscaras de la realidad. Una generación está diciendo no sólo que ya no cree en
el Jefe del Estado sino en todo el montaje de ficción democrática que regulan
los partidos y las instituciones. En este sentido, el intelectual y
universitario Philippe Corcuff escribió en el diario Libération que la Nuit
Debout restaura, a su manera, cierta “espiritualidad democrática”. Frente a la
dureza ideológica y la estrechez racional del liberalismo que hace del ser
humano un objetivo de expoliación, La Nuit Debout pone en juego “la estética de
la fragilidad” para recrear, a partir de allí, “una política más digna y
cotidiana”. Lo que corre en el río profundo de la revuelta nocturna es la
impugnación de la transformación neoliberal del modelo social francés. François
Hollande y su Primer Ministro Manuel Valls han intensificado esa transformación
tanto más profunda cuanto que ambos asumieron un perfil irreversible. En
ruptura total con la base social del PS y, más generalmente, con una gran parte
de la sociedad, el Ejecutivo adoptó medidas que la base social de la derecha,
minoritaria en el país, reclama hace mucho.
Frente a este nuevo
paradigma, el presidente ha respondido con una nueva ofensiva en los medios de
comunicación con un objetivo muy alejado de las demandas y expectativas de la
calle: diseñar el escenario de su posible candidatura para ser reelegido en las
elecciones presidenciales de 2017. Su intervención en uno de esos espacios
televisivos preparados y controlados por un equipo de expertos en comunicación,
no ha modificado la percepción que el país tiene de un presidente en quien no
llega a cartografiar su ruta.
Las reacciones
posteriores prueban que Hollande no restauró su credibilidad perdida. Como lo
resalta el vespertino Le Monde en un editorial, “el país no le tiene más
confianza”. Los sondeos muestran que Hollande se ha convertido en el presidente
más impopular de la historia. Electo en 2012 con 51,6 por ciento de los votos,
el mandatario ha perdido prácticamente todo el apoyo del electorado. Apenas un
14 por ciento de los franceses respalda su acción. La gestión pública de los
atentados contra Charlie Hebdo (enero de 2015) y la de las matanzas de París
perpetradas por el Estado Islámico en noviembre de 2015 lo habían sacado de las
zonas de rechazo, pero en apenas dos meses dilapidó el crédito recuperado.
Primero con un polémico proyecto de reforma de la Constitución destinado a
privar de la nacionalidad francesas a las personas con doble nacionalidad
implicadas en actos terroristas. La oposición global a esa iniciativa defendida
desde hace mucho por la extrema derecha francesa lo llevó a enterrarla
definitivamente. Luego presentó la ley de reforma laboral y el apoyo social
terminó por venirse abajo. Su política ha repercutido con fuerza destructora en
el corazón del socialismo. Este está actualmente enredado en un antagonismo sin
fin entre la rama más liberal y la izquierda de corte más clásico. Los peores
ataques contra el presidente salieron de su propio campo, o de los sectores
afines. A finales de marzo, cuando la CGT encabezó las manifestaciones contra
la reforma laboral, Philippe Martinez, el líder de ese sindicato, dijo que
Hollande era “peor que Nicolas Sarkozy”. Pascal Cherki, figura emergente del
ala izquierda del PS, no cesa de repetir: “no se puede ganar con votos de la
izquierda y gobernar para la derecha”. La sanción a esa política es el espejo
en el que cada día se refleja el PS.
El
presidente parece empeñado en volver a presentarse en 2017, pero los sondeos
vaticinan un escenario catastrófico: Hollande ni siquiera sería capaz de pasar
a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. El jefe del Estado sería
derrotado en la primera por la líder del ultraderechista Frente Nacional,
Marine Le Pen. Rechazada por la sociedad, apurada por su propios aliados de la
izquierda para que acepte la realización de una elección primaria dentro de la
izquierda con el fin de elegir un candidato y evitar “que el partido muera”, la
llamada “izquierda de gobierno” ha creado con irrenunciable aplicación un
camino de rupturas, sismos, sismas, antagonismos y trastornos de alto poder
destructivo. De forma pacífica y desordenada, sin estructura política, los
protagonistas de la Nuit Debout han venido, en el último año del mandato
presidencial, a darle un cuerpo visible a esa gran noche donde deambulan las
interrogaciones, la desesperanza, las decepciones y los sueños de una sociedad que no encuentra en
quienes la gobiernan un proyecto o un relato con sentido por el cual seguir
apostando.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario