Muy breve, una mirada a la “nueva” Clase Media
Peruana.- Misterio
NO tanto, desconocerla tampoco, ignorarla menos, son millones, pero si es
una “nueva” realidad social-demográfica,
en especial en América latina, y en particular en el Perú, producto de la década
de crecimiento macro-económico y los beneficios redistributivos que generó
en ciertos sectores sociales. No es la “vieja clase media” de la segunda mitad
del siglo XX, básicamente compuesta por los pequeños y medianos comerciantes,
pequeños y medianos industriales, los tenderos bien posicionados, empleados y
profesionales que gozaban de una regular
remuneración, incluso sectores de trabajadores asalariados, con salarios respetables. Su ubicación no era la Capital, principalmente se ubicaban en las ciudades
intermedias (capitales de Departamentos y principalmente centro de
atracción migrante interna) en parte producto de una primera migración interna antes de los 50’ y posteriormente NO
migrante – pero tampoco ubicada con relación a la Informalidad -. Años después estos migrantes, posicionados
en las capitales forman una primera generación de clase media – que se posesiona
y se establece económicamente, “fruto de
su esfuerzo” -. NO reclama
derechos, pero sí en parte exige reconocimiento de su Propiedad urbana.
En cambio, la “nueva Clase media” en el Perú y en
general en América latina, hoy es parte importante de poderosos “movimientos sociales”
urbanos que reclaman derechos – que antes el Estado no reconocía o simplemente
no atendía – Educación, Sanidad de
calidad, servicios públicos, nueva infra-estructura, transporte, vivienda, medio
ambiente y hoy también se sumó a la
lucha contra la corrupción y la inseguridad ciudadana. Esta nueva clase media,
está compuesta por Profesionales ubicados en forma preferente en los sectores
de exportación –básicamente la
explotación de los Commodities – Ingeniero, Abogados, Médicos, Enfermeras, Sociólogos,
Economistas, Administradores, Contadores, Técnicos especializados, etc).
Estos nuevos sectores sociales como son altamente contribuyentes, exigen al Estado, Servicios de calidad. Pero
también están presentes en esta “nueva clase media” miles de miles de
profesionales ubicados en la empresa privada, como nueva forma o camino de
acumulación del capital: Educación (básicamente
Superior Universitaria), Clínicas,
laboratorios, Seguros, Empresas de Seguridad, AFPs, - ahora los Malls - precisamente sectores modernos
donde se han evadido, desconocido o muy fácilmente siguen formas innumerables
de contratos y se vulneran Derechos
Sociales. Finalmente existen muy pequeños sectores que
provienen de algunos sectores populares – los emprendedores – deportistas y
profesionales.
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La nueva clase media en América Latina. "Un mundo social muy complejo", NO tiene organización y menos ubicación política. Es "una caja de sorpresas" en la exigencia del respeto a sus Derechos Sociales. El Estado y sus políticas neoliberales evaden sus derechos. Un sector muy amplio y "que está aprendiendo" a defender sus derechos, está en los movimientos sociales. Cuidado la crisis de la explotación y precios de los Commodities en el mercado mundial, los está afectando mucho.
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EL MISTERIO DE LA CLASE MEDIA EN AMÉRICA LATINA.
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Alfredo Serrano Mansilla.
Rebelión sábado 23 de abril
del 2016.
En estos últimos años se ha
abierto un intenso debate sobre el rol político de la clase media en América
latina. Sin embargo, el término clase media es exageradamente ambiguo. Tiene
tantas acepciones como enfoques teóricos. La economía ortodoxa apela al ingreso
para su definición y la sociología dominante lo limita a un asunto de
estratificación social. Otros se centran en una cuestión de identidad, en una
nueva subjetividad emergente que se siente incluida en un modo de vida
promedio. En cualquiera de sus interpretaciones, la clase media existe
actualmente como dilema político de época.
La estructura de clases
sociales de la región ha cambiado sustancialmente de forma acelerada. Se
conformó un nuevo sujeto gracias a las políticas redistributivas implementadas
en la región. En Bolivia, en la última década, el 20% de la población ha pasado
de la extrema pobreza a ser considerada como clase media. En Ecuador, en ese
mismo periodo, la clase media se duplicó. En Venezuela, durante la Revolución
Bolivariana, se triplicó. En Argentina, durante el kirchnerismo, se
incorporaron 9 millones de personas a esta categoría. En Brasil, durante los
gobiernos de Lula y Dilma, la nueva clase media abarca a 39 millones de
personas. Este ascenso social o reenclasamiento positivo es un rasgo
característico irrefutable de este ciclo político.
La manera en la que se
afronte este fenómeno será decisiva en este momento histórico. Tras la victoria
de Macri en Argentina, la derrota electoral del chavismo en la Asamblea de
Venezuela, el revés de Evo Morales en el referendo para la reelección en Bolivia,
a menos de un año de las elecciones presidenciales en Ecuador, y en medio del
intento de golpe contra Dilma en Brasil, el asunto de la clase media se sitúa
actualmente en el centro de la controversia política.
La llamada “nueva derecha”
latinoamericana del siglo XXI lleva años prestando especial atención en “cómo
hablarle” a esta nueva clase media. El objetivo es doble. Por un lado, ha
venido prometiendo (desde la oposición sin responsabilidad de gobierno) aquello
que reclama la lógica aspiracional de ese nuevo sujeto. Y, por otro lado, busca
darle forma e identidad para constituirla como un actor social afín a su
proyecto político-económico. Se presenta así a la clase media como si estuviera
cansada de confrontar, aparentemente despolitizada, que prefiere la moderación,
mayoritariamente urbana, que no le importa ni la justicia social ni la
igualdad, que se siente más cómoda con otros valores materialistas (consumo) y
postmaterialistas (ecologismo), y cada vez más individualizada.
Seguramente hay parte de
verdad en todo esto, pero tampoco se puede dar todo por cierto. Tal
caracterización responde a una intencionalidad, la de instaurar un nuevo
sentido común conservador acerca de lo que es la nueva clase media. Hecha a
medida, construida a su semejanza, y útil como nuevo sujeto.
He aquí la nueva jugada del
neoconservadurismo para vencer en medio de este pulso sobre la resignificación
de quién es la “naciente clase media”. Aún es un enigma por descifrar. No es la
clase media europea de las décadas pasadas, ni siquiera es la clase media
latinoamericana preexistente a estos procesos de intensa movilidad social.
García Linera la conceptualiza como “clase media de origen popular”, lo que
significa que no es una clase media al uso. Es otra clase media, distinta, que
ha naturalizado los derechos sociales adquiridos y tiene nuevas aspiraciones;
pero esto no significa que haya perdido sus raíces. Es una clase media
politizada pero no de la misma manera que lo era hace una década. Tiene una
nueva subjetividad que nos toca conocer. Está en constante relación con nuevos
medios (redes sociales); tiene otra estética, otros marcos culturales que
responden a una etapa posfordista.
El desafío está en
caracterizar a esa “clase media de origen popular” en forma más compleja de lo
que lo hacen Durán Barba y compañía. Este sujeto emergente es heterogéneo y
contradictorio; es un híbrido de lo que fue, lo que es y lo que quiere ser. Es
un actor en transición, en conformación. Es más, todavía es una especie de
“casi clase media”, que se encuentra al filo del alambre como cualquier recién
llegado que siempre puede volver al lugar desde donde salió. A esto, el Banco
Mundial le llama “clase vulnerable”, porque dejó de ser pobre pero nunca pasó a
ser rica; todavía susceptible de retroceder si la economía no crece lo
suficiente. La restricción económica externa pone en riesgo su permanencia.
Seguramente, este término,
el de nueva clase media, incomoda al pensamiento tradicional de la
izquierda, más acostumbrado a otras categorías teóricas. Esto es comprensible,
pero no hay tiempo que perder en un debate en curso que no pide permiso a los
manuales clásicos. El misterio de la clase media está omnipresente. O se
permite la restauración de una “clase media light” procedente de la
visión neoconservadora, o por el contrario, se disputa su significado. De no
hacerlo, corremos el riesgo de interpretarla como si fuera una clase media de
otro espacio y otro tiempo histórico, importada e impuesta como tantas veces nos lo hicieron con
recetas, teorías, categorías, epistemes, marcos analíticos.
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