PREMIO NOBEL DE ECONOMÍA.
JOSEPH STIGLITZ: LAS POLÍTICAS MONETARIAS AUMENTARON LA DESIGUALDAD
ECONÓMICO-SOCIAL.- El ganador del Premio Nobel Joseph
Stiglitz dijo que las políticas monetarias exacerbaron la desigualdad económico-social
y es necesario reencaminarlas para que apunten mejor a hacer que fluya dinero
hacia las economías y a ayudar a las pequeñas y medianas empresas. En una entrevista con Bloomberg Television
este martes con Francine Lacqua y Michael McKee en Nueva York, dijo que
políticas como la flexibilización cuantitativa eran una “versión de la economía
del derrame” y que el aumento posterior de los precios de los activos sólo
afectó a los miembros más ricos de la sociedad. “El problema principal es el acceso al crédito para pequeñas y medianas
empresas, es llevar ese flujo de dinero a la economía real”, dijo Stiglitz.
Está “bien tener una burbuja en el
mercado bursátil si uno tiene muchas acciones. Pero si uno forma parte del 80
por ciento inferior de Estados Unidos, tiene pocas acciones y no salta de
alegría ante el aumento de las acciones. Admitámoslo, la enorme mayoría de
nuestro mercado accionario es propiedad del 1 por ciento”, de multimillonarios –
corporaciones transnacionales, grandes bancos globales, aseguradoras mundiales,
monopolios en sanidad, educación, seguridad, pensiones, mega-corporaciones de
economía de la guerra, etc. -.
Los comentarios de Stiglitz (si las políticas monetarias
exacerban, originan mayor desigualdad económico-social en el propio Estados
Unidos en beneficio del 1% de esa población de multimillonarios,- entre ellos
los banqueros - se imaginan, lo que está sucediendo en el mundo), llegan en un momento en el que algunos
bancos centrales del mundo se ven obligados a echar más mano a sus
herramientas de política económica para contribuir a sostener sus economías.
Como a las autoridades económicas les cuesta salir del malestar económico,
algunos hasta llegaron a proponer la idea del “dinero helicóptero”, que busca dar el dinero directamente a los
consumidores. El profesor de la
Universidad de Columbia, que dijo que la Reserva Federal puede hacer más
para “encauzar” dinero hacia las pequeñas empresas y la economía, también
criticó las tasas negativas, en parte debido a su posible impacto sobre el crédito.
“Los peligros de las tasas de interés
negativas —si uno no las administra extraordinariamente bien; algunos países lo
están haciendo razonablemente bien, otros no— es que de hecho debilitan el
sistema bancario”, dijo Stiglitz. “Si debilitan el sistema bancario, los bancos
van a otorgar aún menos crédito. Si bien pueden tener cierto efecto sobre los
mercados financieros, en lo que
realmente debe preocuparnos, que es el flujo de crédito a las empresas, no
funcionan”.
/////
ECONOMÍA MUNDIAL: CONSECUENCIAS DE UN
RIESGO GLOBAL INMINENTE.
*****
La Izquierda Diario.
Rebelión jueves 28 de abril del 2016.
El crecimiento económico mundial está resultando
“demasiado lento por demasiado tiempo”, había advertido la directora del FMI,
Christine Lagarde. Días más tarde el organismo anunciaba un nuevamente revisado
a la baja crecimiento mundial para el año en curso del 3,2% mientras
advertía sobre mayores riesgos para la estabilidad financiera. Por su parte y
hace unos días el G-20 (que aglutina a las veinte mayores economías del mundo)
reunido en Washington, coincidía en pronosticar un modesto crecimiento global
con tendencias a la baja para este año. También la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) emitió un alerta por la
desaceleración de las grandes economías avanzadas en particular Estados Unidos,
Inglaterra y Japón, junto con la pérdida de impulso de la economía alemana.
Los riesgos -sin duda alguna muy reales- expresados
como insistente coincidencia de los organismos internacionales, se asemejan a
un gran lobby sobre la Reserva Federal norteamericana para evitar una eventual
y altamente riesgosa suba de tasas. Entre tanto, en esa gran pajarera que es la
Fed, se moderaba la riña entre “palomas” y “halcones”, al tiempo que la “voz de
aura” de la presidencia llamando a la “cautela” parecía marcar un norte
bastante claro.
Temores por un nuevo 2008.
Como señalamos en otra oportunidad –y en parte, a diferencia de 2008- los
factores que se entremezclan y amenazan con un nuevo estallido y/o una nueva recesión resultan múltiples y bastante inasibles.
Formulados un tanto caóticamente: la cuestión china, el riesgo de Brexit (salida del Reino Unido de
la Unión Europea), la caída del precio de las materias primas y en particular las cuestiones petrolera y bancaria, la reversión del flujo de
capitales hacia el centro, la aguda crisis de Brasil, los problemas de deuda en
los llamados “emergentes” que se agudizan con la inversión de la ruta de los
capitales y los primeros síntomas de contracción de las ganancias en Estados Unidos, son algunos de
los más destacados. Todos ellos amenazan con magnificarse y traducirse en un
eventual nuevo 2008 si efectivamente la Fed retomara su programa de incremento
progresivo de tasas de principios de año.
Pero pase lo que pase en la coyuntura económica
internacional –si hay algo que pueda llamarse así- en gran parte las cartas ya
están echadas si se piensa en el más largo plazo. China no volverá a crecer a
las ya afamadas “tasas chinas” y ello quita sustento “real” a las políticas monetarias expansivas
(los capitales retornan a “casa”) poniendo de manifiesto su costado
“ineficaz”. Y esta contradicción se hace presente en el corto plazo de un modo
múltiple: por un lado las políticas de dinero barato devienen una amenaza
potencial mayor para la economía norteamericana, por el otro aparecen como una
de las mayores preocupaciones si una nueva recaída se produjera y finalmente
–lo que más preocupa al “ahora” de los organismos internacionales- que el
remedio -su incremento- podría resultar mucho peor –¡“Dios” sabe cuánto!- que
la enfermedad.
¡A las tasas…!
Como también señalamos hace un tiempo, los límites de la “sinergia” entre políticas
monetarias y sus fuentes “reales” -o sea fuentes para la creación de valor y
plusvalor, léase China y “emergentes”- hicieron sonar las alarmas. Hace rato
que los alertas sobre el riesgo inminente de una suba de tasas, se acompañan de
voces crecientes que reclaman “políticas fiscales” expansivas en las economías
centrales.
El presidente del Banco Central Europeo, Mario
Draghi, acusando recibo de la situación y sumándose a la “cruzada
internacional”, mantuvo la tasa de interés en cero, enfrentó con dureza al ministro de finanzas alemán –Schaüble
“el terrible”- y prometió para junio una para nada “progre” aunque
“anticíclica” –eso sí- compra de deuda corporativa de empresas que no sean bancos,
incluyendo a las compañías aseguradoras. SegúnThomas Fazi se trata de una medida sin precedentes, un gran
regalo a las multinacionales que hará que el Banco Central inyecte dinero
directamente en las grandes empresas no financieras. Tampoco se privó Draghi
–el “Supermario”, como lo llaman- de pedir reformas y sobre todo “inversión en
infraestuctura” a nivel europeo y nacional.
La doble cruzada por mantener políticas monetarias
expansivas e implementar políticas fiscales (inversión pública,
fundamentalmente) que aúna al FMI, al Banco Mundial y a la OCDE, entre otros,
tiene su jerarquía. Y como de costumbre es pragmática. Lo primero es lo
primero… “¡A las tasas! (bajas)” es la voz de mando. Lo otro -la inversión
pública en los países centrales- es un hipotético y poco convincente sustituto
de verdaderas fuentes “reales”, aunque podría tomar cuerpo en algún país o en
varios, en un futuro, según la magnitud y derivaciones políticas que adopte la
crisis.
Josetxo
Ezcurra
“Demasiada capacidad instalada”.
Lo dijimos pero vale la pena insistir. Llama la atención que tras
tantos años de bajo crecimiento de la inversión y la productividad en el
“centro”, recién ahora, los organismos internacionales se muestren tan preocupados
por el carácter “insuficiente” o “ineficaz” de las políticas monetarias
expansivas para estimular la economía real. Incluso, no es que el amplio
degradé que compone el ala de los economistas neokeynesianos como Stiglitz,
Krugman y hasta Summers, no lo haya mencionado. Lo hicieron, pero muy
tímidamente y mientras apoyaban políticas de tasas bajas como “mal menor”.
Sin embargo ahora sus exponentes más de
“izquierda”, como Stiglitz, irrumpen denunciando la ausencia de una relación positiva entre bajas
tasas de interés e inversión –una verdad a gritos. Señala que durante los
últimos años, tasas -incluso negativas en términos reales- acompañaron caídas
en el crecimiento de la inversión integrada mayoritariamente por plantas y
equipos. Remarca Stiglitz que según datos de la OCDE en Estados Unidos, la
inversión cayó desde el 8,4% del PBI en el 2000 al 6,8% en 2014 y en la UE del
7,5 al 5,7 en igual período. Agrega que manifiestamente es absurda la idea de
que las corporaciones estarían dispuestas a realizar un gran número de
proyectos si solamente las tasas se redujeran en otros 25 puntos básicos y que
a decir verdad las corporaciones están sentadas sobre cientos de miles de
millones de dólares porque ya tienen demasiada capacidad instalada –hemos
insistido sobre este punto.
Pero para Stiglitz, el verdadero problema reside en
que las empresas pequeñas y medianas –las que necesitan crédito de los bancos-
no pueden tomar préstamos a la misma tasa de interés de los bonos del tesoro.
Remarca que por más negativas que sean las tasas, existe una gran brecha
–spread- entre la tasa de interés que fijan los bancos y la tasa de los bonos
del tesoro. Por lo que concluye que los bancos no desempeñan ningún papel en el
modelo económico que los formuladores de política monetaria vienen
implementando. En definitiva, y siempre según Stiglitz, mientras la capacidad
de las políticas monetarias para restaurar una economía en declive son
limitadas, confiar en el “modelo equivocado” evita que los bancos centrales
contribuyan en la medida de sus posibilidades, pudiendo incluso causar un
empeoramiento de la situación.
Sin pretender desarrollar aquí una polémica con
Stiglitz es preciso remarcar que su fundamentación contiene como mínimo tres
puntos extremadamente débiles. El primero es una simple contradicción en los
términos: suponiendo que las pequeñas y medianas empresas tuvieran
efectivamente acceso al crédito barato ¿dónde invertirían si –como bien señala-
las corporaciones que manejan todas las palancas de la economía tienen capacidad
instalada excedente? Si existiera “espacio virgen” para la inversión lucrativa,
sería utilizado por las grandes corporaciones…El segundo, guarda la enorme
ingenuidad –por decir lo menos- de presuponer que el problema de los bancos
centrales reside en sus “esquemas teóricos” desactualizados…El tercero,
derivado del segundo, consiste en disfrazar de “error teórico” los maravillosos
salvatajes -fundamentalmente bancarios- que los estados de los principales
países centrales vienen operando post 2008 sin olvidar el regalo a las
multinacionales no financieras que el Banco Central Europeo está prometiendo
para junio próximo.
No se trata ni de “errores” ni de “excesos”…Son
políticas destinadas a salvar al gran capital concentrado que, como está
inscripto en la propia lógica del desarrollo del sistema capitalista, es el que
tiene la sartén por el mango. Pero el asunto es que las políticas de salvataje
son eficaces mientras en alguna parte se esté creando valor y plusvalor. Dicho
de otro modo, mientras existan sectores de la economía o alguna economía que
ostente niveles de crecimiento real capaz de absorber al menos parte de las
masas de capital que no encuentran lugar para su valorización productiva. Ese
rol durante los últimos años, lo cumplieron –aún de manera parcial- China, los “emergentes”, las materias primas y en particular el sector
“shale” gasífero y petrolero en Estados Unidos.
Son las limitaciones que todos estos sectores
unánimemente están presentando, las que ponen nerviosa a una gama muy amplia de
actores. Gama que tuvo poco que decir en tanto el esquema funcionaba, incluso
con muy bajo crecimiento de la inversión, la productividad y la economía en los
países centrales. De todos modos y en el mientras tanto, sospechan que el
retiro de las políticas monetarias sería mucho peor que la enfermedad. Por ello
el objetivo consiste en demorar lo más posible una eventual recaída dramática
logrando algún nivel más o menos sostenible de estabilización económica. Esa la
apuesta. Veamos.
Objetivos no descartables (o el “mal menor”).
La intención de la Reserva Federal norteamericana
de abandonar las políticas monetarias expansivas arrastra un doble objetivo.
Por un lado y primordialmente busca enfriar un mercado bursátil que ha estado
acusando cada vez más el impacto de la reversión del flujo de capitales. Por el
otro, persigue recuperar la herramienta de la política monetaria en caso de
desencadenarse una crisis aguda.
La idea fundamental para la primera meta es que si
la Fed sube la tasa de referencia, ello debería traducirse en el mercado de
bonos bajo la forma de incremento del interés que rinden estos instrumentos.
Una tal situación debería convertir a este mercado en más atractivo y frenar
las sumas de dinero que se dirigen hacia la bolsa sobrevaluando permanentemente
las acciones y agudizando las tensiones financieras. Pero lo cierto es que a
pesar del retiro del quantitave easing (políticas de expansión cuantitativa),
de la propaganda sobre el incremento de tasas y de su primer aumento a
principios de año, la afluencia de dinero hacia la bolsa continuó
incrementándose.
Una nota reciente de Financial Times se pregunta por qué los rendimientos de los
bonos continúan en mínimos históricos y aún más bajos de lo que estaban hace un
año, siendo que la Fed llevó a cabo su primer incremento de tasas y la idea de
profundizar la suba no salió de su discurso. El artículo resalta que aún cuando
se registraron fuertes caídas durante los primeros meses del año, el valor
promedio de las acciones representa un poco menos de 2,8 veces su valor de
libro -el valor de los activos en el balance menos los pasivos-. Relación que
fue más o menos la que ostentaban las acciones en su punto más alto antes del
crack de 2007-2009. Según la nota, el problema tiene una doble respuesta. La
primera es que el mensaje de la Fed respecto de la suba de tasas se ha vuelto
cada vez más ambiguo durante los últimos meses respondiendo al incremento de los
riesgos globales. De hecho el mercado de futuros de los bonos de la Fed
reconoce hoy una probabilidad de sólo 50% de que aumenten las tasas nada más
que una vez en el curso del año. La segunda respuesta sería de origen
“económico”: Estados Unidos puede exhibir crecimiento pero la ira del
electorado muestra que no se trata de nada demasiado emocionante.
Supongamos que Estados Unidos adopta una política
decidida hacia la suba de tasas. Probablemente el interés de los bonos se
incremente y amainen las cotizaciones en el mercado de valores. Sin embargo y
en paralelo, el petróleo retomaría el rumbo descendente junto con el resto de
las commodities, la presión sobre los “emergentes” se incrementaría y en China
la salida de capitales presionaría por una devaluación del yuan. Y esto sin
hablar de los efectos sobre la economía mundial. Es en este entramado complejo
que los organismos internacionales confluyen en su cruzada para exigir que se
mantengan las tasas y resulta muy probable que la Fed consume las expectativas.
El objetivo: una estabilización temporaria en la que el precio del petróleo
prosiga una recuperación leve –allende la falta de acuerdos en la OPEP- y los
precios del resto de las materias primas se estabilicen –sin descartar incluso
algún incremento suave. Si efectivamente Estados Unidos mantiene las tasas sin
cambios durante todo el año, la reversión del flujo de capitales podría detenerse
e incluso mostrar un retorno –moderado y senil, de más está decirlo- hacia el
mundo “emergente”. En este contexto sería altamente probable que China tras sus
pasos hacia la internacionalización del yuan –y manteniendo un crecimiento
estable de alrededor del 6,9%- evite nuevas devaluaciones de su moneda.
De cumplirse este escenario no puede descartarse
algún nivel de estabilización de corto plazo. Pero el problema central es que
no hay estabilización posible de largo plazo sin nuevas fuentes “reales” para
la acumulación de capital. Y es este asunto de carácter estratégico el que, sean cuales
fueran los escenarios coyunturales, mantiene latente la probabilidad de una
nueva recesión mundial.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario