sábado, 9 de abril de 2016

EL PROGRESISMO LATINOAMERICANO FRENTE A SUS LÍMITES.

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Hoy Venezuela es un escenario de las clases y la lucha de clases, un escenario político donde están en profunda contradicción dos alternativas de lucha entre dos sistemas. No hay lugar para una propuesta socialdemócrata o socialista parlamentaria. O se va en forma definitiva hacia el SOCIALISMO (sea cual sea su nombre, Socialismo siglo XXI, Socialismo Revolucionario, Socialismo Marxista) hoy el nombre es “secundario”, lo fundamental es que la alternativa sale del neoliberalismo como modelo del capitalismo en la fase de la globalización neoliberal y como lucha del pueblo, es una revolución, que no es calco, ni copia, es creación heroica de su pueblo. Avanza la lucha hacia la conquista definitiva, superando en el escenario de la lucha política todos los ataques y trampas que hoy le tiende el imperialismo, las burguesías latinoamericanas, sus medios de comunicación, los gobiernos fracasados como España, Francia y otros. O se restaura el modelo neoliberal en su expresión máxima de salvajismo político, - la dictadura burguesa - con una burguesía política en las calles y plazas públicas en condiciones desesperadas de recapturar el Gobierno. Su triunfo político en la Asamblea Nacional lo impulsa hoy a traerse abajo al Gobierno y todo lo avanzado en más de 16 años de trabajo político, saliendo del modelo neoliberal. La guerra política del imperio – primero sobre el bloqueo económico, los precios del petróleo por los suelos – grave error de la revolución bolivariana de descansar todo el peso político en los precios del “oro negro” en el mercado internacional – una de las razones principales de la crisis hoy y el ataque diario de la prensa “Sipaya” los dueños de los medios y su servilismo político al imperio. La propuesta política del Comandante Chávez sí sale del modelo progresista, izquierdista y se dirige con el apoyo y militancia del pueblo y la ciudadanía hacia un futuro diferente: Un Mundo diferente y superior SI es posible. El Socialismo Participativo, Ciudadano, Democrático y de profundo respeto a nuestra Madre Naturaleza.

En cambio otros propuestas políticas sale Bolivia de esta Opinión, porque la ubicamos en el escenario político del Socialismo Comunitario Andino, del Estado Plurinacional, del Vivir bien – como Brasil, Argentina, Ecuador, (Chile en parte y su alternativa de gobierno, entre la social-democracia y la burguesía político-empresarial) Uruguay, diferente a los anteriores; en cambio, la situación es absolutamente distinta, el progresismo reformista los estancó y paralizó políticamente, no fueron capaces por su propia condición política – su pesada carga reformista y temor a tocar el Estado y el Poder- de plantear alternativas políticas que fueran más allá del neoliberalismo. Sus Políticas Sociales exitosas – caso de Brasil y la lucha contra la pobreza y la extrema pobreza – Argentina los derechos sociales de los trabajadores y la lucha frontal contra los buitres del capital imperialista, Ecuador su lucha diaria contra la prensa concentrada y los medios en general – pero en paralelo No pudo sobrepasar su enfrentamiento – incomprendido – con los movimientos sociales (el poderoso movimiento Indígena). Sus partidos políticos se “aburguesaron”, se conformaron con el éxito pasajero de las Políticas Sociales, No fueron capaces de trabajar políticamente por construir alternativas políticas que les permitiera salir del modelo neoliberal. Perdieron totalmente su perspectiva de luchar por un futuro diferente y superior, unos por haber sido su principal dirigencia capturados totalmente por el veneno neoliberal de la corrupción (hoy presos, perseguidos por la “justicia burguesa” y otros en grave situación de liquidación como políticos y dirigentes nuevos y distintos al burgués, al neoliberal, al “sirviente” de los intereses del imperio, hoy destruidos, sin ética, sin valores, sin Confianza de su pueblo) y otros porque, por su propia condición política del reformismo burgués jamás pensaron “caminar” políticamente más allá del progresismo y las ventajas que le brinda el sistema con un gobierno supuestamente de Izquierda. Finalmente la crisis del sistema y del modelo extractivista tradicional de exportación de materias primas – el precio de los Commodities está hundido en el mercado global – también jugó un partido en su contra y hoy enfrentan un nuevo escenario continental, con la “vuelta” política de los sectores conservadores y el “liderazgo” de la burguesía político-empresarial.

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EL PROGRESISMO LATINOAMERICANO FRENTE A SUS LÍMITES.
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Eduardo Lucita.

Rebelión viernes 8 de abril del 2016.


La actual situación en Brasil es un eslabón más en la cadena de acontecimientos que muestran como los procesos progresistas de América latina atraviesan una situación crítica. Se combinan en la coyuntura problemas económicos, retrocesos electorales, crisis institucionales, denuncias de corruptela, pérdida del entusiasmo popular y debilitamiento de los liderazgos. Tendencias estas que se potencian unas con otras favoreciendo el avance de las derechas.

América latina ha sido la región donde mayores resistencias se opusieron al neoliberalismo y de donde surgieron alternativas políticas y sociales que en varios países dieron origen a los gobiernos progresistas. Claro está que esta denominación es un genérico porque hay diferencias entre estos gobiernos. De una u otra manera todos se inscriben en el neodesarrollismo pero algunos con una impronta mucho más social liberal (Brasil, Uruguay) y otros con una mayor presencia estatal (Venezuela, Ecuador, Argentina hasta hace poco), en tanto que algunos para el logro de sus reformas avanzaron en rupturas parciales con el imperialismo y en un discurso y prácticas anticapitalistas (Bolivia, Venezuela).

La década larga

En la llamada década larga la mayoría de estos gobiernos han hecho avances importantes en lo social y en el manejo de las principales variables económicas, así como han buscado posicionamientos autónomos en el plano internacional.

Se beneficiaron ampliamente de los nuevos términos del intercambio internacional, favorables a los países productores de materias primas (granos, minerales y metales, hidrocarburos). El PBI creció, las cuentas corrientes tuvieron saldos positivos, las monedas se revaluaron frente al dólar y la relación deuda/PBI se redujo. Contaron así con recursos suficientes para expandir la acción del Estado y hacer políticas sociales activas. Estimularon el consumo, ampliaron derechos sociales, desenvolvieron fuertes programas asistenciales, subsidiaron a empresas. Todos ampliaron el gasto público social en términos del PBI, destacándose Argentina y Brasil (en ese orden) como los de mayor porcentaje. Todos redujeron los índices de pobreza aunque la región sigue siendo la más desigual del planeta.

En general el ascenso en las condiciones más elementales de vida no fue acompañado por un rápido acceso a los servicios esenciales –salud, educación, comunicaciones, vivienda- lo que generó tensiones de nuevo tipo.

Autonomía e integración

De conjunto puede decirse que modificaron la relación de fuerzas sociales pero no lograron modificar el patrón de acumulación y la inserción subordinada al mercado mundial, ni distribuir la riqueza. Así el extractivismo y la primarización crecieron, mientras descendía la manufactura. “Si en 1998 todos tenían al menos el 15 por ciento de su PBI explicado por la industria, en 2012 solo quedaba Argentina” superando ese porcentual. (Le Monde Diplomatique, Mayo/junio 2014)

El desarrollismo de los años ’60 estaba más centrado en el desarrollo al interior de los estados-nación, por el contrario el neodesarrollismo de esta época necesita de la integración de ahí los éxitos de haber constituido organismos como la UNASUR y la CELAC (que por primera vez excluyen la participación de EEUU y Canadá) o el ALBA (que aún en muy pequeña escala muestra que hay otra forma de comerciar y de relacionarse). La relación con los BRICS y jugar en el marco de la multipolaridad son también muestras de la búsqueda de autonomía. Sin embargo no puede dejar de mencionarse los fracasos con las iniciativas del Banco del Sur, Petrosur o la moneda única, entre otros.

Pasada la década larga

Diez, doce o quince años después la derecha se muestra dispuesta a recuperar el poder político perdido. Todo inició en 2011 con el nacimiento de la Alianza para el Pacífico constituida por México, Perú, Colombia y Chile -países que tienen firmados TLC con los EEUU. Ha continuado con la derrota electoral del kirchnerismo en nuestro país; el triunfo parlamentario de la derecha en Venezuela; la pérdida del referéndum por la re-reelección en Bolivia y en estos días la fuerte ofensiva buscando un golpe jurídico/institucional en Brasil. Cierto es que EEUU juega sus fichas en este tablero buscando recuperar íntegramente su “patio trasero” –los golpes en Honduras y Paraguay junto con intentos desestabilizadores en Venezuela y Bolivia fueron un anticipo. La crisis mundial desatada en 2007-2008, que amenaza con una nueva recesión, juega también su papel, esto es notable en Brasil y Venezuela pero no lo era tanto en Argentina y mucho menos en Bolivia, sin embargo también sufrieron derrotas políticas.

Debates

Ya en el 2013 comenzó un intercambio de opiniones entre analistas e intelectuales comprometidos con los procesos progresistas acerca de si era posible una reversión de los mismos. Estos debates se han incrementado en estos primeros meses del 2016 y ahora se discute si estamos frente a un fin de de ciclo. A riesgo de simplificar demasiado puede decirse que las posiciones pueden agruparse en tres miradas.

La primera es que estos procesos están ligados a la evolución de la renta de la tierra. Si en el inicio del ciclo se beneficiaron de las alzas del precio de los commodities ahora la baja de los mismos determina el fin de ciclo. Como no pudieron romper con la integración subordinada ni con los nudos endógenos que traban el crecimiento emergen ahora problemas económicos no resueltos, dificultades de gestión, estancamiento en las políticas sociales y debilidades políticas.

Una segunda mirada es un poco más compleja. El mundo ha ingresado en zona de estancamiento estructural, empujado por la deflación generalizada, la caída de la demanda internacional y la incapacidad del sistema para recrear nuevos atajos financieros, lo que impacta fuertemente en América latina. La crisis mundial opera como una barrera al crecimiento, para superarla estos gobiernos deberían haber radicalizado sus propuestas, no lo hicieron y terminaron cediendo ante los poderes económicos tradicionales y aliándose políticamente con sectores más a derecha. Queda así expuesta la incapacidad del neodesarrollismo para avanzar en transformaciones profundas.

Una tercera visión se ubica en un plano mucho más político/ideológico. Se trataría de una crisis de la hegemonía que estos regímenes supieron construir. Crisis que se expresa en la ruptura del consenso policlasista, sea por la situación económica, sea por los intentos de continuidad en el tiempo (re-reelecciones), por las corruptelas o por las prácticas desmovilizadoras. Así los gobiernos terminan apoyándose en el clientelismo y el electoralismo para garantizar gobernabilidad.

Futuro en disputa

Esta visiones no son contradictorias ponen el acento en situaciones diferentes pero que pueden verse como complementarias. De conjunto están mostrando que el progresismo al no plantearse un horizonte de superación del capitalismo y quedarse solo en las reformas –con mayor o menor intensidad según los casos- y en una actitud conservadora en cuanto a la autonomía de las masas populares, encuentra allí sus propios límites.

Producto de la combinación de una economía mundial que marcha al estancamiento de largo plazo y de la recomposición de las derechas surge un nuevo escenario y el futuro de nuestra región está en disputa. No pareciera existir mucho margen para los progresismos distribucionistas o capitalismos estatales que requieren cierta autonomía de los poderes mundiales, al mismo tiempo que hay un piso de derechos sociales conquistados que los trabajadores y los sectores populares no cederán sin pelea, en tanto nada garantiza que los nuevos proyectos neoliberales se consoliden.

Nos encontramos entonces en un momento bisagra en que vuelve el enfrentamiento abierto con el neoliberalismo. A diferencia de los ’90 hoy es posible y necesario darle a ese enfrentamiento una perspectiva anticapitalista.

*integrante del colectivo EDI –Economistas de Izquierda.



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