VALE LA PENA.-
Acaba
de ser firmado el acuerdo de paz entre el gobierno de Colombia y las FARC,
luego de 3 años y 9 meses de negociaciones, en los que Cuba y Noruega actuaron
como mediadores y Chile y Guatemala como observadores acompañantes. Está
próximo el final de un conflicto armado interno que se ha desarrollado durante
52 años. Es éste un hecho auspicioso que debe ser elogiado y alentado, que
además de ser portador de una pacificación de enorme valor incluye, asimismo,
iniciativas para reparar los altos costos sociales y económicos que ha
acarreado la guerra, y para reinsertar a los guerrilleros en los ámbitos civil
y político.
Sin
perder el optimismo, hay sin embargo que reconocer que algunos nubarrones
ensombrecen el panorama y colocan un signo de interrogación. Por un lado, el
acuerdo firmado debe someterse a un plebiscito que se hará el próximo 2 de
octubre, que exige a los votantes pronunciarse por sí o por no. Las encuestas,
que no arrojan por ahora resultados homogéneos, indican que hay paridad o bien
que se impone el no. El ex presidente Alvaro Uribe –hombre del centroderecha,
con conexiones con el paramilitarismo– enconadamente enfrentado al actual
presidente Juan Manuel Santos, es el principal impulsor de la negativa. El
eventual triunfo del no echaría por tierra los acuerdos y colocaría a las FARC,
que están comprometiendo la “dejación de armas” y su desmovilización, en una
situación muy difícil. Por otro lado, aun cuando se impusiera el sí restaría
una espectral incógnita. Colombia tuvo ya varias experiencias de pacificación
que terminaron en tragedia: la amnistía general otorgada en 1986 por Belisario
Betancourt, la intentada por Virgilio Barco en 1986, a comienzos de su mandato
y la de 1990 –a finales del período del mismo Barco– que tuvo como contraparte
al M19, tuvieron un corolario trágico: el asesinato de decenas de dirigentes y
centenas de militantes.
El Presidente Santos de Colombia, el Líder guerrillero "Timochenko", con la mediación de los gobiernos de Cuba y Noruega, la garantía y responsabilidad de las Naciones Unidas, por fin lograron firmas "La PAZ". Será posible?. El tiempo histórico y político nos dará la respuesta.
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En
esta oportunidad, el gobierno colombiano y las FARC convinieron con Naciones
Unidas el establecimiento de un mecanismo tripartito que tendrá el objetivo de
supervisar la puesta en práctica del cese del fuego. Aprobado ya por el Consejo
de Seguridad, está previsto el despliegue de una misión de alrededor de 150
efectivos –la mayoría de ellos argentinos– que serán comandados por un general
de brigada también argentino. Deberán operar desarmados y desprovistos de sus
correspondientes uniformes. Se trata de una misión novedosa y exigente que
volverá a poner a prueba la profesionalidad de las tropas argentinas,
acreditada ya en las misiones en Haití y Chipre, entre otras. Sería conveniente
que la autorización de salida de este contingente pasara por el Congreso, como
corresponde, pues legitimaría la decisión y abonaría consensos convenientes.
Más
allá de esta cuestión de procedimientos, cabe destacar que, sin perjuicio de
las dificultades que se desprenden de la complejidad del propósito a cumplir y
del riesgo eventual que suponen los antecedentes apuntados más arriba, la
importancia de la misión es superlativa pues la pacificación en nuestro
vecindario sudamericano es un objetivo mayor, tanto como lo es la práctica de una
política exterior responsable frente a las problemáticas que regionalmente nos
involucran.
Sin menospreciar las
complicaciones que pueden estar al acecho, vale la pena el esfuerzo de cooperar
para que Colombia tenga una nueva oportunidad para la paz.
* Sociólogo Ernesto López. Págína /12.
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El
Presidente de Colombia Juan Manuel Santos y el máximo Líder de las FARC Rodrigo
Londoño Echegaray, “Timochenko”, con los gobiernos de Cuba y Noruega, como
mediadores, la responsabilidad de las Naciones Unidas y como observadores los
gobiernos de Chile y Guatemala, por fin se firmó “La Paz” definitiva. Un proceso
político que todos los Ciudadanos, apoyamos en América Latina, menos el ex presidente de Colombia
Uribe.
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COLOMBIA LE DA UNA OPORTUNIDAD A LA PAZ.
“Hoy podemos decir que se acabó la guerra”,
aseguró Juan Manuel Santos en Bogotá.
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El gobierno colombiano y las FARC acordaron que
pondrán fin a la guerra interna más antigua del continente. El texto firmado en
La Habana fue rubricado por los negociadores de Santos y de Timochenko y por
los embajadores de Cuba y Noruega, garantes de la paz.
Página /12 viernes 26 de agosto del 2016.
Tras
más de medio siglo de balas y muerte, Colombia le dará una oportunidad a la
paz. El gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia acordaron el miércoles que pondrán fin a la lucha interna más antigua
del continente. Desde el lunes, por orden expresa de Santos, las fuerzas
armadas harán un cese del fuego definitivo frente a la guerrilla colombiana, en
sintonía con el histórico acuerdo sellado en La Habana. “Se termina así el
conflicto armado con las FARC”, sentenció Santos en alusión a la guerra que
desangró al país caribeño. “Afortunadamente hemos logrado llegar a puerto
seguro. Se ha terminado la incertidumbre’’, señaló poco antes del anuncio del
acuerdo logrado en Cuba con Rodrigo Londoño Echeverri, conocido como Timochenko
y Timoleón Jiménez, líder de las FARC.
El
texto firmado en La Habana fue rubricado por los jefes negociadores del
gobierno, Humberto de la Calle, y de la guerrilla, Luciano Marín Arango, alias
Iván Márquez, así como por los embajadores de Cuba y Noruega, países que fueron
garantes durante el proceso de paz. Ahora debe ser refrendado por la ciudadanía
en un plebiscito que se realizará el 2 de octubre y por una conferencia interna
de la organización guerrillera. Ambas partes dijeron que una vez realizado el
plebiscito, convocarán a todos los partidos, movimientos políticos y sociales,
y a todas las fuerzas vivas del país a concertar un gran acuerdo político
nacional encaminado a definir las reformas y ajustes institucionales necesarios
para atender los retos que la paz demande; convocatoria que busca poner en
marcha un nuevo marco de convivencia política y social en el país, según
expresó el documento suscripto.
Un
presidente de centroderecha de una familia rica y un jefe guerrillero marxista
de origen campesino apostaron su capital político y simbólico en la discusión
sobre el acuerdo de paz colombiano. Santos y Timochenko, dos viejos enemigos,
pasarán a la historia como los artífices del inédito pacto alcanzado después de
casi cuatro años de conversaciones y tres fracasos de gobiernos anteriores en
ese sentido.
“Hoy
podemos decir que se acabó la guerra’’, aseguró Santos en Bogotá, y dijo sentir
una profunda emoción y una gran alegría por la oportunidad de construir juntos
una paz estable y duradera.
El Presidente Santos en el Congreso y anunció el cese definitivo del fuego, a partir del lunes 29 de agosto, y las FARC se convertirán en Movimiento Político.
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Santos,
que hizo de la paz con las guerrillas su gran meta desde que fuera elegido
presidente en 2010 y reelecto en 2014, dirigió una feroz lucha contra las FARC
como ministro de Defensa de su predecesor Alvaro Uribe. Según uno de sus
asesores y también cuñado, Mauricio Rodríguez, en busca de ese objetivo el
mandatario colombiano “hizo de la guerra un medio para lograrla”. Su objetivo:
debilitar a las FARC para obligarlas a sentarse a la mesa.
“Toda
mi vida he sido un implacable adversario de las FARC’’, dijo Santos durante la
firma del pacto de cese del fuego en junio. “Pero defenderé, con igual
determinación, su derecho a expresarse y a que sigan su lucha política por las
vías legales, así nunca estemos de acuerdo’’, agregó.
Una
determinación similar mostró Rodrigo Londoño. Líder de las FARC desde 2011, es
el tercer jefe máximo en la historia de la guerrilla nacida de una insurrección
campesina en 1964. “El acuerdo final nos permitirá por fin retomar el ejercicio
político legal mediante la vía pacífica y democrática’’, estimó Timochenko en
junio, y subrayó que plantear esa vía hace 52 años resultaba absurdo para los
poderes y partidos dominantes.
Entre
los temas por discutir figuran los referidos a las víctimas del conflicto y los
puntos relacionados con la reinserción en la vida legal de los ex combatientes
de las FARC, que recibirán beneficios económicos y sociales del Estado.
Humberto de la Calle, jefe negociador por el gobierno, defendió la decisión de
conceder subsidios a los guerrilleros que se desmovilicen con el argumento de
que es lo mejor para evitar una “metástasis de la violencia en las ciudades. Es
un seguro para los colombianos”, admitió.
También llamó a participar en el plebiscito. “Lo que no puede suceder es
que se abstengan, les pedimos que estudien los acuerdos y tomen una decisión a
conciencia, teniendo en cuenta que ése es el mejor acuerdo posible y nadie debe
abstenerse de tomar una decisión el próximo 2 de octubre”, indicó De la Calle,
citado por el diario bogotano El Espectador. Como en otras oportunidades, recordó a los
ciudadanos que si gana el No, no habrá espacio para renegociar.
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