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“La
dolarización ha sido un mecanismo histórico de Estados Unidos para reproducir la sujeción de los países a sus sistemas
monetarios, financieros, cambiarios y de intercambio para mantener su hegemonía global. Esto ha permitido, por ejemplo,
hasta la fecha, que ese país imponga sus llamadas sanciones —que no son otra
cosa que agresiones violatorias del derecho
internacional— a cualquier país o región que no se encuadre en sus
intereses geopolíticos y estratégicos. Sobran los casos: Cuba, Venezuela, Nicaragua, Irán, Corea del Norte, China,
Rusia o amenazas de hacerlo como en el caso de
México, tanto en relación con la problemática de la explosiva y
extendida inmigración en sus fronteras, como en
el escandaloso y complejo tema del tráfico del opioide del fentanilo en el que
Washington oculta su responsabilidad culpando exclusivamente al narcotráfico
mexicano.
“Si
bien ya hay antecedentes de intentos de creación de
instrumentos monetarios paralelos al dólar o de
intercambios comerciales en trueque de productos entre países, consideramos que
es la primera vez que se da un paso firme, estructural, para construir
infraestructuras, intercambios comerciales y cambiarios sustentados en un nuevo tipo de moneda como el del (NBD). Consideramos que a partir de aquí se estará
desplegando un poderoso «efecto demostración» y
de bifurcación a muchos países del orbe que advertirán las ventajas de abrazar
el sistema del Nuevo Banco de Desarrollo en la
medida en que se precipita el declive del carcomido e injusto
sistema monetario internacional centrado en la otrora hegemonía del dólar
nacida en Bretton Woods.
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LOS
BRICS PONEN EN JAQUE LA HEGEMONÍA DEL DÓLAR.
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Por Adrián Sotelo Valencia | 17/04/2023 | Economía
Fuente Rebelión lunes 17 de abril del 2023.
Fuentes: Rebelión
El
Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) de los BRICS
acordado entre China y Brasil (13 de abril 2023
en Shanghái, China), pone en jaque al sistema capitalista-imperialista
monetario y financiero internacional nacido de los Acuerdos
de Bretton Woods de 1944 bajo la hegemonía estadunidense.
En su visita
a China los presidentes Xi Jinping y Lula da Silva acordaron la creación
del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) de los países integrantes de los BRICS: Brasil,
Rusia, india, China y Sudáfrica y al que ya han solicitado su ingreso otros países como Argentina, Argelia, Egipto, Irán, Baréin, Arabia Saudí y los Emiratos
Árabes Unidos, entre otros, que desean no depender más del dólar y
del comercio controlado por Estados
Unidos. Este bloque se presenta como alternativo
al imperialista del G7 integrado por Estados
Unidos, Canadá, Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y Japón.
Dirigido por la expresidenta brasileña Dilma Rousseff, el NBD tendrá entre sus funciones utilizar sus monedas locales sin recurrir a terceras como el euro y el dólar, el cual queda excluido, por vez primera, de sus transacciones monetarias y financieras.
Dilma Rousseff, la Presidenta del NBD o el Banco del BRICS.
***
Recordemos
que, como dice Ernest Mandel
(El dólar y
la crisis del imperialismo, ERA,
México, 1974, p. 20):
«Gracias
al sistema de Bretton Woods la inflación del
dólar desempeñó a la vez el papel de motor de la expansión del mercado interior
de Estados Unidos y de motor de la expansión del mercado mundial».
En relación
con este periodo –mutatis
mutandis– el
dólar ya no es el eje de la economía capitalista global, sino, cada vez más, una de las monedas y sistemas monetarios, si bien todavía importantes, que perviven en el entorno del surgimiento
de nuevos instrumentos y modalidades
diferentes al dólar.
La trayectoria histórica de estos se puede describir en
la siguiente secuencia: patrón oro –
patrón dólar – crisis del dólar – surgimiento de
nuevas monedas y sistemas monetario-financieros en
el contexto del cada vez más visible sistema multilateral
y policéntrico que se extiende por el mundo.
En el libro
mencionado Mandel ya preveía, desde
1968, la crisis del sistema
monetario internacional centrado en el dólar. De esta forma afirma que:
«La
posición privilegiada que el dólar ha ocupado
durante dos décadas dentro del sistema monetario internacional reflejaba la
situación excepcional de la economía norteamericana y la potencia del
imperialismo norteamericano en el seno del sistema capitalista internacional.
Esta situación se ha modificado gradualmente, esta potencia experimenta una
decadencia relativa» (op.cit., p. 201).
Estas
palabras proféticas del intelectual belga se cumplen hoy día en la medida
en que, a la inversa, esa situación excepcional de la que gozaba Estados
Unidos hoy se trueca en crisis económica, inestabilidad
financiera, pérdida de competitividad, crisis social y política y reducción gradual del dólar
en el PIB mundial y en las transacciones
comerciales y financieras internacionales, a lo que ha contribuido, como un
boomerang y
paradójicamente, la imposición de las llamadas
«sanciones» estadounidenses contra países
soberanos como China y Rusia.
RT (14 de
abril de 2023) compiló la opinión de varios ministros del Gobierno brasileño
desde Pekín respecto a los beneficios de los
acuerdos alcanzados entre ambos gobiernos:
«Intercambios
comerciales en monedas propias, infraestructura, innovación y tecnología y
defensa del medio ambiente».
Por su parte, el
ministro de Hacienda de Brasil, Fernando Haddad
confirmó que se estudia
la posibilidad de realizar transacciones
comerciales en monedas locales:
«La idea de realizar intercambios comerciales en monedas propias, sin recurrir a monedas de terceros, es algo que está en la mesa de negociación desde hace mucho tiempo entre los BRICS [bloque creado por Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica], en el ámbito del Mercosur» (RT, 14 de abril de 2023).
Una de las
principales consecuencias a mediano plazo de los acuerdos chino-brasileños se expresará en un cambio de la geopolítica mundial en función de un equilibrio
más favorable al Sur Global y a los países
dependientes y subdesarrollados sujetos al dominio político y a los procesos
de acumulación y valorización de
capital de los países imperialistas. Sin embargo, ello no significa, como se ha llegado a plantear, superar la dependencia estructural de esos países
si no se supera, al mismo tiempo, el capitalismo y su modo de producción.
Es
consistente la tesis de que la soberanía política y la soberanía económica no son posibles si no se cuenta
con una moneda y un sistema
cambiario sólido y soberano que, si bien se articulan con otros sistemas
y monedas como el mismo dólar, sin embargo, posean un funcionamiento autónomo en relación con las necesidades económicas y sociales de la nación o de una región.
No es casual
al respecto que en el pasado,
en las décadas de los ochenta y noventa, incluso en la actualidad, los poderes
imperialistas hayan sometido
a los países dependientes a sus procesos
de acumulación y reproducción de capital a través de mecanismos como el endeudamiento externo, o bien mediante las inversiones
extranjeras directas e indirectas en esos países con el fin de succionar
masas crecientes de riqueza, valor
y de plusvalor en beneficio de los
países capitalistas avanzados
independientemente de los regímenes políticos que
prevalezca en aquellos. Un caso sobresaliente
es la Argentina que, endeudada con el Fondo Monetario Internacional por el Gobierno del empresario Macri, en la actualidad, bajo un Gobierno supuestamente progresista
—aunque no
necesariamente de izquierda— como el de Alberto Fernández, se encuentra
inmerso en una profunda crisis económica,
inflacionaria y social debido a los efectos
lacerantes de los préstamos y financiamientos
derivados del monstruoso endeudamiento externo cuyos leoninos
intereses el país tiene que pagar puntualmente a ese organismo internacional en detrimento del deterioro
de la vida
social, de los salarios y de las condiciones laborales de los trabajadores. Ello puede conducir, incluso, a la pérdida
de las próximas elecciones presidenciales
por parte del Frente de Todos en
beneficio de algún candidato o coalición de derecha o ultraderecha de ese país.
La dolarización ha sido un mecanismo histórico de Estados Unidos para reproducir la sujeción de los países a sus sistemas monetarios, financieros, cambiarios y de intercambio para mantener su hegemonía global. Esto ha permitido, por ejemplo, hasta la fecha, que ese país imponga sus llamadas sanciones —que no son otra cosa que agresiones violatorias del derecho internacional— a cualquier país o región que no se encuadre en sus intereses geopolíticos y estratégicos. Sobran los casos: Cuba, Venezuela, Nicaragua, Irán, Corea del Norte, China, Rusia o amenazas de hacerlo como en el caso de México, tanto en relación con la problemática de la explosiva y extendida inmigración en sus fronteras, como en el escandaloso y complejo tema del tráfico del opioide del fentanilo en el que Washington oculta su responsabilidad culpando exclusivamente al narcotráfico mexicano.
Si bien ya
hay antecedentes de intentos de creación de instrumentos monetarios paralelos al dólar o
de intercambios comerciales en trueque
de productos entre países, consideramos que es la primera vez que se da un paso
firme, estructural, para construir infraestructuras,
intercambios comerciales y cambiarios sustentados en un nuevo tipo de moneda como el del (NBD).
Consideramos
que a partir de aquí se estará desplegando un poderoso «efecto
demostración» y de
bifurcación a muchos países del orbe
que advertirán las ventajas de abrazar el sistema del Nuevo Banco de Desarrollo en la medida
en que se precipita el declive del carcomido e injusto
sistema monetario internacional centrado en la otrora hegemonía del dólar
nacida en Bretton Woods.
ADRIÁN
SOTELO VALENCIA. Profesor-investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos
de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
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