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“El
consenso es que los problemas no se pueden negar. Ni tapar la inflación que
supera el 100% ni disimular los niveles de pobreza. Muchos proponen un pacto social entre trabajadores, empresarios y Estado que congele precios por 90 días y dé una señal de
estabilización gradual. Surge la idea de un debate profundo acerca de las
rentas extraordinarias, y de cómo desenganchar realmente los precios
internacionales de los locales, mientras se
profundizan las políticas de segmentación. Y está Vaca
Muerta como vector de competitividad. ¿No podemos abastecer a nuestra
industria con energía más barata, producto de que gran parte del costo aquí es
en pesos, y salir así del concepto de commodities a
precio internacional? ¿No será posible que nuestros
gasoductos, más allá de transportar gas para exportar, rompan con la maldita tradición que tuvieron las vías férreas desde la estancia al puerto, en lo que Alejandro Bunge definió como país abanico? En mis recorridas registro un enorme deseo de contar con
ámbitos de debate, de polémica y de participación
Escucho y observo cierto hartazgo por las
peleas internas, los off the récord, los ataques por Twitter entre dirigentes.
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EL
NEOLIBERALISMO ES VIEJO Y MALO.
*****
Por
Pablo Vera.
Fuente.
Página /12 domingo 2 de abril del 2023.
Llevo meses
conversando en toda la provincia de Buenos Aires con
cientos de personas sobre la historia de los modelos
económicos en la Argentina, y llegó el momento de dejar algo en claro:
es mentira que el neoliberalismo representa un fracaso.
Al contrario: el neoliberalismo es una doctrina sumamente exitosa. Tuvo y tiene gran éxito haciendo crecer el
capital en detrimento de los trabajadores.
En mis charlas comparto un
cuadro del Fondo Monetario Internacional.
Se llama “Perspectivas
de la Economía Mundial 2017”. Allí se
observa que tanto en países centrales
como periféricos la participación del trabajo en el ingreso
viene bajando en forma sostenida. En
el período 1970
a 2015, en los países centrales bajó de casi 55% al 40%. En
los periféricos, del 49 al 37%. En el caso de la Argentina
la participación del trabajo era del 50% en 1975, año del Rodrigazo. En dictadura, en 1977, llegó al 25%. Se
recuperó hacia 1992, volvió a caer en 2001, en 2015 volvió a tener valores similares a los anteriores al Rodrigazo y cayó
nuevamente con el macrismo.
Cada vez que muestro estos números y digo mi conclusión sobre éxito del neoliberalismo, la gente me mira mal. Veo caras de enojo. Ya estoy empezando a dudar si sigo con el cuadro o no, porque un día me van a echar, irritados con el mensajero. Y sin embargo, me gusta esa función. Ya fui mensajero en Mar del Plata, Miramar, Villa Gesell, Pinamar, Pila, Ayacucho General Madariaga, Carmen de Areco, Capitán Sarmiento, La Plata, San Vicente, Rauch y Ranchos.
El oficio tiene sus ventajas. Si andan por Rauch no dejen de comer cordero a la cacerola. En Carmen de Areco,
empanadas. Y el salame y el queso de General Madariaga son
imperdibles.
El cuadro del Fondo y su análisis posterior sirven para analizar las ideas de Mauricio Macri sobre que la Argentina
debe insertarse sin trabas ni
condiciones en el comercio
internacional. Las charlas empezaron
cuando escribí un texto, “Pelando la cebolla”, sobre
el libro con el que Macri parecía
estar buscando un segundo mandato.
Las continué una vez que anunció el abandono de la
candidatura porque sigue siendo uno de los líderes del PRO y de Juntos por el Cambio y porque el resto
también se apega a lo que Macri pregona.
Ignoro si Macri sabe que
su interpretación del mercado mundial
tiene algunos añitos de antigüedad. David Ricardo,
que murió hace 200 años, cuando expuso su teoría de las ventajas comparativas definió que cada país debe especializarse en lo que produce a menor costo respecto de otro país.
Sintéticamente, la Argentina debía especializarse en bienes
agropecuarios y la Inglaterra del siglo XVIII y XIX en bienes manufactureros.
La visión de Ricardo es muy provechosa para… Inglaterra, claro. Pero, ¿Inglaterra siempre pensó así? No, claramente. Primero fue proteccionista y luego, cuando su industria ganó competitividad, adhirió a la práctica de las ventajas comparativas. Y además, en pleno siglo XXI no podemos afirmar livianamente que el libre comercio internacional existe. Hay una batería de restricciones, restricciones, subsidios, promociones impositivas y créditos blandos.
Pasa lo mismo con los Estados Unidos. Con Donald Trump el
lema era
“America first”, o sea Estados Unidos por sobre todas las
cosas. Con Joe
Biden la clave es la relocalización de las industrias. Ésa es la manera en que los Estados Unidos le dicen adiós a la globalización y el libre comercio.
Las leyes de Reducción de la Inflación
y la CHIPS, sobre tecnología,
permiten subsidiar con una suma de
52.000 millones de dólares a los
empresarios norteamericanos que instalen
en territorio de los Estados Unidos
fábricas de microprocesadores, y con
7.500 dólares a los compradores
norteamericanos que adquieran vehículos
fabricados con componentes elaborados en los Estados Unidos. Biden en su informe
sobre el estado de la Unión del 9 de
febrero de 2023 dijo:
“Los automóviles actuales necesitan hasta tres mil
chips cada uno, pero los fabricantes de automóviles estadounidenses no
podían fabricar suficientes autos porque no había suficientes chips, y no podemos permitir que esto vuelva a
ocurrir”. Más aún: “Nos estamos asegurando de que la cadena
de suministro de EE.UU. empiece en EE.UU. “La globalización, bien gracias.
Ni Macri ni Javier Milei ni Patricia Bullrich ni Horacio
Rodríguez Larreta se detienen en estos datos reales. Incluso cuando salen de Ricardo y toman ideas del siglo XX, se quedan con doctrinas antiguas. No son ni originales ni novedosos. Solo
repiten los slogans que propagandizó en 1947 Friedrich von Hayek en
la sociedad Mont Pelerin, que con
una mezcla de secretismo y dudosas financiaciones se propuso combatir
contra el Estado y los sindicatos.
Fue en Mont Pelerin en 1947, hace ya nada menos
que 76 años, donde nació el neoliberalismo
como doctrina. Se implementó en 1973 con Augusto Pinochet en Chile, en 1976 con Jorge Rafael Videla y José Alfredo Martínez de Hoz en la
Argentina, en 1979 en el Reino Unido con Margaret Thatcher y en 1981 con Ronald Reagan. Y la economía mundial no creció con ellos como había crecido desde 1945 a 1975, cuando
el mundo aplicó doctrinas opuestas a las
de Mont Pelerin.
Los dirigentes del macrismo y de las variantes
ultraliberales como las de Milei y José Luis Espert tampoco se corrieron ni un centímetro de las ideas neoliberales.
Y cada vez que viene a la Argentina disfrutan de las ideas montpelerinistas de Mario Vargas Llosa
y no de sus novelas. Según ellos la
supuesta distorsión que provoca la
intervención del Estado fijando salarios mínimos, o los sindicatos
fijando salarios de convenio, impide
que el mercado funcione en equilibrio vía la libre articulación de
oferta de trabajo y demanda de trabajo. En criollo, el Estado y los
sindicatos impiden que el capital pague por debajo de esos pisos
salariales. Conclusión,
Estado y sindicatos son los responsables de la desocupación. Derivación
práctica, hay que restringir la
participación del Estado tan solo a salud,
seguridad y justicia. Hay que limitar la acción de los sindicatos. Y si
vemos la práctica de los últimos años,
como la reunión de funcionarios de la
Provincia bajo María Eugenia Vidal y agentes
de inteligencia, si se crea una Gestapo anti-sindical la solución sería completa.
La reacción de las vecinas y vecinos en estas charlas es el rechazo de esas políticas, y luego surge la pregunta de qué hacer para impedir que gobiernen de nuevo. Allí inexorablemente afloran matices. Hay desconcierto, decepción y hasta bronca porque el Frente de Todos, dicen, no está cumpliendo con su compromiso electoral.
El consenso es que los problemas no se pueden negar. Ni tapar
la inflación que supera el 100% ni disimular los niveles
de pobreza.
Muchos proponen un pacto social entre
trabajadores, empresarios y Estado que congele precios
por 90 días y dé una señal de estabilización gradual. Surge
la idea de un debate profundo acerca de las rentas extraordinarias, y de cómo desenganchar realmente los precios
internacionales de los locales, mientras se profundizan las políticas de segmentación. Y está Vaca Muerta como vector de
competitividad. ¿No podemos abastecer a nuestra industria con energía más
barata, producto de que gran parte del costo aquí es en pesos, y salir así del concepto de commodities a precio internacional? ¿No será posible que nuestros gasoductos, más allá de transportar gas para
exportar, rompan con la maldita tradición que
tuvieron las vías férreas desde la estancia al puerto,
en lo que Alejandro Bunge definió como país
abanico?
En mis recorridas registro un
enorme deseo de contar con ámbitos de debate, de
polémica y de participación Escucho y observo cierto
hartazgo por las peleas internas, los off the récord,
los ataques por Twitter entre dirigentes.
Más allá de broncas y desconciertos, en
nuestro pueblo hay memoria y nadie se da por derrotado. Ya salimos de situaciones complejas. Pasó en el 2001 y pasó en el 2003,
a partir de la asunción de Néstor Kirchner.
Una aclaración por si van a Rauch. No le tengan miedo al
cordero a la cacerola. Tranquilos, que no lo hacen nada grasoso. Más pesado es otro menú que ojalá no vuelva.
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