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Pero así avanza la Historia, a tropezones… Por eso no es justo ni honrado pretender justificar dudosas decisiones personales a costa de la relectura torcida de la actuación noble y desprendida de otras y otros. Y no nos equivoquemos. Ni nos dejemos arrastrar al falso debate de si “vivir o morir”, porque ni Ernesto Che Guevara, ni los hermanos Inti y Coco Peredo, ni Quiroga Santa Cruz perseguían la muerte. Por el contrario, amaban y luchaban por una mejor vida, pero no exclusivamente para ellos, sino para todas y todos.
El simbolismo de Allende que Evo y Álvaro no logran comprender reside justamente ahí: en la lealtad en todo momento con los pobres de la ciudad y el campo de Chile; en no ceder su investidura pacíficamente a la traición y a la burguesía golpista y asesina; en aceptar que los procesos sociales no se deben a una persona, que todas y todos son prescindibles, porque o las y los humildes se liberan por sí mismos y en colectivo, o no se liberarán. A medio siglo de la inmolación de Allende y las mejores hijas y los mejores hijos de la historia de Chile, no nos queda más que seguir su ruta, con la mirada puesta en el pasado y en el porvenir y aquellos bellos versos de Neruda sellados en nuestras mentes:
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EL
SIMBOLISMO DE ALLENDE QUE EVO Y ÁLVARO NO LOGRAN COMPRENDER.
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Por Javier Larraín | 28/06/2023 | Bolivia
Fuente
Rebelión martes 4 de julio del 2023.
No
son los hombres los que hacen la Historia, es la Historia la que hace a los
hombres o a las figuras o a las personalidades.
Fidel Castro.
En la emisión del pasado 27 de marzo del
programa Detrás de la verdad, ante una pregunta del periodista Junior Arias,
referida a la salida del país de Evo Morales en plena crisis golpista en noviembre de 2019, Álvaro
García Linera respondió:
“El año 1973, en septiembre,
el presidente mártir Salvador Allende resiste en La Moneda la traición de sus
Fuerzas Armadas –que hacen un golpe de Estado–, y murió. ¿Y hasta cuándo se
quedaron los militares? Hasta el año 90; y su Constitución hasta el día de
hoy. El Presidente, heroico, se inmoló. ¿El resultado? 40 años de
neoliberalismo violento, destructivo. ¿Eso queríamos de Evo?”
En
la misma línea, en su programa dominical por Radio Kawsachun Coca, este 18 de
junio, Morales: a fin de abordar el asunto ya mencionado,
también tomó como ejemplo el actuar del ex mandatario chileno, apuntando:
“Ha habido una lucha dura
para salvar la vida de Evo y de muchos hermanos
de Bolivia. ¿Qué dijo la derecha? ‘El cobarde Evo se
escapó’. Algún compañero nuestro dijo también que se escapó, y un ministro dijo
que debería dar su vida como Allende, como Marcelo Quiroga Santa Cruz, porque eso es ‘Patria o Muerte’. […] Acabaron con la vida de Salvador Allende en Chile y allí ya no hay
socialismo.”
II
El
11 de septiembre de 1973, a poco menos de dos horas de que la Fuerza Área de
Chile con aviones Hawker Hunter lanzara los
cohetes “rockets” a
La Moneda,
Salvador Allende, acompañado de sus escoltas y amistades más cercanas y leales, por Radio Magallanes se
comunicó por última vez con su pueblo:
“[…] En estos momentos pasan
los aviones. Es posible que nos acribillen. Pero que sepan que aquí estamos,
por lo menos con nuestro ejemplo, que en este país hay
hombres que saben cumplir con la obligación que tienen. Yo lo haré por
mandato del pueblo y por mandato consciente de un Presidente que tiene la
dignidad del cargo entregado por su pueblo en elecciones libres y democráticas.
En nombre de los más sagrados intereses
del pueblo, en nombre de la patria, los llamo a ustedes para decirles que tengan fe.
La Historia no se detiene ni con la
represión ni con el crimen. Esta
es una etapa que será superada. Este
es un momento
duro y difícil: es posible que nos aplasten. Pero el mañana será del pueblo, será de los trabajadores. La Humanidad avanza
para la conquista de una vida mejor.
Pagaré
con mi vida la defensa de los principios que son caros a esta patria.
[…]
Estas son mis últimas palabras y tengo la
certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo
menos, será una lección moral que castigará la felonía,
la cobardía y la traición.”
III
La
Historia, esa con H mayúscula, como reflexionó con claridad Fidel Castro en la actividad de clausura de
la
«Conferencia Mundial Diálogo
de Civilizaciones. América Latina en el siglo XXI: Universalidad y
Originalidad», llevada a cabo La Habana el 30 de marzo de 2005, se caracteriza
por al menos tres tendencias. Y cito:
“Los
grandes acontecimientos históricos son producto de las crisis”;
“Del
pueblo salen los jefes y, sobre todo, en los procesos de grandes crisis
sociales”;
“La Historia está hecha de
una serie de acontecimientos y avanza de etapa en etapa. […] Cada una de esas
etapas fue creando valores, cada una de esas etapas fue creando culturas que se
iban sumando”.
IV
En
el prólogo al libro del agudo escritor argentino Alejo Brignole, Los combates y las ideas, haciendo una apretada síntesis de esa “historia de la
Humanidad o historia de la lucha de clases” de
la que hablara
Marx en el Manifiesto del Partido Comunista, destaqué:
“[…] basta dar una mirada más o menos detenida de la Historia para notar que durante decenas de siglos hombres y mujeres de todos los colores y estaturas, así como naciones enteras, han luchado porfiada, revoltosa y dignamente ‘para subir la cuesta del gran reino animal’.
Así
nos conmueven en la Antigüedad las tempranas batallas emprendidas por el espartano Agis y las reformas de su coterráneo
Cleómenes; él y su
Prometeo; la secesión de los plebeyos que en un acto bien ejecutado abandonaron
Roma y se marcharon al Monte
Sacro; los reclamos de los Graco y las
peleas de esclavos sirios y macedonios, también los de Apulia
y Sicilia, contra la República romana, a
la cabeza de Enno y Cleón, de Salvio y Artenión, como antesala de la odisea de
Espartaco y Crixo.
Las
fuentes de esas épocas nos emocionan con las labores de
los esenios y de los cristianos primitivos, perseguidos
estos últimos despiadadamente por Nerón, pero victoriosos en el tiempo,
imponiendo la ideología de los pobres y perseguidos a todo un Imperio.
Con
el paso de los siglos se despliegan las revueltas aldeanas en Inglaterra con
John Ball; las sublevaciones sociales en Alemania y la acción de Thomas
Müntzer; las utopías de Moro y Campanella; el bravío actuar de los jacobinos;
la ‘conjuración de los iguales’; la búsqueda de Charles Fourier, Saint-Simon y
Owen; la intrepidez de Blanqui y Babeuf; la Liga de los Justos y el
levantamiento del 48; la Primera Internacional y la Comuna de París; los rusos
populistas y pronto los comunistas liderados por Lenin. En fin…
A
la par de esos personajes y acontecimientos, en ‘nuestra mayúscula América’ y
haciendo frente a la invasión europea sobresalieron por su inteligencia, brío y
fiereza Lautaro y Hatuey, Túpac Amaru I; la humanidad de Fray Bartolomé de las Casas; después apuntalados por
la rebelión de los comuneros de El Socorro y la
de indígenas de Túpac Amaru
II y Tupaj Katari y Bartolina Sisa;
por la ‘inconfidência mineira’ de
Tiradentes y la apasionante revolución
de esclavos negros en Haití, conducida por Toussaint Louverture y Jean Jacques
Dessalines.
Asimismo,
la lucha de clases se expresó en esta parte de un continente ya independiente
con la hondura de Artigas y del Dr. Francia; de Hidalgo y Morelos; del abolicionismo de Miranda, Bolívar y José Miguel Carreras; para dar
saltos integradores y emancipadores con Simón Rodríguez
y Francisco Bilbao; con Hostos y Betances; con el decoro de Juárez y la
conmovedora obra-acción de José Martí. Con la
pedagogía de Recabarren y Mella; con la decisión
de Sandino y Farabundo Martí, de Guiteras y
Aponte; con el levantamiento mapuche en Ranquil; con la mítica columna de
Prestes; con Villa, Zapata y Cárdenas en México; con la transparencia de
Árbenz, con la dignidad de Allende y los socialismos triunfantes, de los cuales
la Revolución cubana, con Fidel y el Che, nos mostró cuan bien valía hacer
atajos en la Historia.”
V
Salvo
rarísimos casos, desde Espartaco hasta Ho Chi Minh la Historia nos conmueve, seduce y nos
duele con una seguidilla ininterrumpida de acciones justicieras protagonizadas
por gentes humildes prontamente frustradas por las clases dominantes de todas
las eras.
Es
irrebatible que la resistencia de Allende junto a su pueblo, aquel 11 de
septiembre de 1973, no parió un “Chile socialista”, como
el que tampoco de la rebelión de Espartaco nació una “Europa liberta” o que los
sueños de los bolcheviques, tras siete luminosas décadas, fueron finalmente
desalojados y se despidieron del mundo.
Pero así avanza la Historia, a tropezones…
Por
eso no es justo ni honrado pretender justificar dudosas decisiones personales a
costa de la relectura torcida de la actuación noble y desprendida de otras y
otros.
Y
no nos equivoquemos. Ni nos dejemos arrastrar al falso debate de si “vivir o morir”, porque ni Ernesto
Che Guevara, ni los hermanos Inti y Coco Peredo,
ni Quiroga Santa Cruz perseguían la muerte. Por el contrario, amaban y luchaban
por una mejor vida, pero no exclusivamente para ellos, sino para todas y todos.
El
simbolismo de Allende que Evo y Álvaro no logran comprender reside justamente
ahí: en la lealtad en todo momento con los pobres de la ciudad y el campo de Chile; en no ceder su investidura
pacíficamente a la traición y a la burguesía golpista y asesina; en aceptar que
los procesos sociales no se deben a una persona, que todas y todos son
prescindibles, porque o las y los humildes se liberan por sí mismos y en
colectivo, o no se liberarán.
A
medio siglo de la inmolación de Allende y las
mejores hijas y los mejores hijos de la historia de Chile, no nos queda más que
seguir su ruta, con la mirada puesta en el pasado y en el porvenir y aquellos
bellos versos de Neruda sellados en nuestras mentes:
[…] ven conmigo,
ven con todos los que a ti se parecen,
los más sencillos,
ven, no sufras,
ven conmigo,
porque, aunque no lo sepas, eso yo sí lo sé:
yo sé hacia dónde vamos,
y es ésta la palabra:
no sufras porque ganaremos,
ganaremos nosotros,
los más sencillos,
ganaremos,
aunque tú no lo creas,
ganaremos.
Javier Larraín es profesor de Historia y Geografía.
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