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“Los retos del presente de los sectores
populares y progresistas son enormes, y demandan de grandeza y audacia intelectual para crear nuevas respuestas ante estos desafíos, distintos a las experiencias anteriores. Resulta vital y urgente, no solo avanzar en la
construcción de un polo político amplísimo y unitario, sino también, elaborar y presentar a la
sociedad un cuerpo de ideas y un programa básico que
enfrente la emergencia del drama social, educativo,
industrial, cultural y de destrucción de nuestra soberanía como Nación.
“Se trata de
recuperar los valores humanistas y solidarios,
enfrentando la cultura de lo individual como
proyecto de vida y de la sociedad. Los sectores medios, muchos de los cuales también sufren las
consecuencias de esta política, y otros núcleos
que logran sostener sus niveles de vida, deben
afirmarse en un ideario fraternal y comprensivo
hacia los millones de humildes, particularmente
castigados por el mileismo
y las otras expresiones conservadoras.
La derecha se
propone, como siempre, arrastrar a las clases medias al lugar político de lo antipopular, del
antiperonismo y antizquierdismo cerril, ahora con el
agregado del odio.
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ARGENTINA.
AJUSTE MILEÍSTA: 4,7 MILLONES DE NUEVOS POBRES.
*****
Por Juan Carlos
Junio.
Fuente.
Página /12, viernes 9 de agosto del 2024.
Todos sabían que ocurriría. La oposición al Presidente Milei se empeñó en declararlo y denunciarlo desde el primer día, y el gobierno y sus aliados de la derecha
conservadora lo relativizaban y ocultaban.
Las consecuencias sociales del “plan de ajuste más grande de la
historia” son catastróficas
para la vida de la gran mayoría del pueblo y
para la Nación como comunidad político-cultural.
No debiera sorprender, ya
que la aplicación de estas ideas propias de la “moderna” derecha thatcheriana, siempre generó similares
resultados. Cierto es que, desde el primer discurso presidencial,
de espaldas al Congreso, al que luego denigraría
calificándolo de “nido de
ratas”, explicitó que se aplicaría un programa extremo de destrucción del Estado,
reduciendo o eliminando sus funciones sociales,
educativas, de fomento a la industria nacional,
ajuste de los salarios
públicos y privados, incluyendo un severo recorte a las jubilaciones.
El argumento principal no tenía ninguna originalidad, reiteraba la idea macrista de la “herencia recibida”, ahora mutada “al desastre kirchnerista”, con el agregado de que la decadencia venía desde un siglo atrás, a partir del primer gobierno surgido de la ley del sufragio secreto, universal y obligatorio (con la exclusión de la mujer).
La ultraderecha mileista, seguida por la otra vertiente del PRO, se proponía refundar la Nación,
instaurando un proyecto
político, económico y cultural de subordinación a EEUU, la gran potencia capitalista de la época;
asumiendo la línea ultraísta
inspirada en la marginal escuela austríaca, aggiornada a
conceptos políticos y económicos neocoloniales,
junto a un componente de irracionalismo cultural y
científico.
Sus hitos principales e
inmediatos fueron el DNU
70/23, que restringió al funcionamiento democrático, y la súper devaluación del 118%, reclamada por el
antiquísimo partido devaluador con su inevitable
impacto en los precios.
Decíamos que
era esperable una caída de los indicadores sociales; sin embargo, la radicalidad deliberada de la actual fase del proyecto de las corporaciones
empresarias y sus partidos políticos subordinados,
fueron generando un impacto destructivo en el tejido
social, con consecuencias dramáticas para la vida
ciudadana.
Según la EPH (encuesta permanente de hogares) del Indec, la pobreza creció violentamente, alcanzando al 54,8% de las personas, de ese total el 20,3% están en situación de indigencia, o sea que pasan hambre. Si los símbolos porcentuales los expresamos en seres humanos, veremos que equivalen a 25,5 millones de personas, de las cuales 9 millones carecen de ingresos para adquirir alimentos básicos, se evidencia la violencia de la destrucción del trabajo y los ingresos de millones de personas: los nuevos pobres alcanzan los 4,7 millones. Pero hay más: sobre 11 millones de menores de 14 años, 7,7 millones viven en hogares pobres, de los cuales 3.300.000 pasan hambre.
Estos datos arrasadores
incluyen a la “rica ciudad capital” donde la pobreza alcanzó, en el
primer trimestre, a 1.083.000 personas y la indigencia a 472.000 de seres humanos.
En suma, la pobreza
y el hambre son el fruto más amargo del proyecto de la ultraderecha, pero los
guarismos muestran el poder destructivo del modelo, que arrastra también a la industria a una caída vertical,
con sus graves consecuencias para la vida y el trabajo, muy particularmente para las pequeñas empresas, responsables de la mayor generación de trabajo y
riqueza. En esta cuestión crucial del empleo,
en los primeros 6 meses de
Milei se redujo en 612.000 el número de trabajadores
aportantes a los regímenes de seguridad social como
consecuencia de las cesantías, o pase a la informalidad.
En sólo 7 meses de
gobierno libertario-PRO
y aledaños que votan “gobernabilidad”,
la amenaza de la pérdida
de trabajo se va transformando en realidad para cientos
de miles de ciudadanos/as.
Pero
las corporaciones empresarias van por más desde
la convicción de que es el momento político oportuno
para avanzar sobre los derechos de los trabajadores.
Desde el fondo de los tiempos reclaman y exigen “modernizar
la legislación laboral”, así editorializaba La
Nación allá por el 26/04/16.
Lo interesante de
traer al presente esa nota doctrinaria es la constatación del clásico argumento:
“la legislación actual genera aumento del costo laboral y mayor riesgo empresario”, critica a las paritarias y al sindicato único por actividad y demanda descentralizar las negociaciones y llevarlas a nivel de empresas.
Corona
su postura “doctrinaria”
criticando al dictador Onganía
por su concesión de las obras sociales a los sindicatos
y se ataja de posibles modificaciones de
la “legislación del trabajo logrados por el incansable
diputado Héctor Recalde”. Como vemos, la acción del lobista F. de Rioja, la UIA, AEA, la CAC, y sus
legisladores pro-empresa
no aportan nada novedoso. “El incansable Recalde” sigue
con lo suyo incansablemente y los empresarios siempre van por más riqueza con Lavoisier
como estandarte: nada se pierde, todo se “les” transfiere.
Los retos del presente de
los sectores populares y progresistas son
enormes, y demandan de grandeza y audacia intelectual para
crear nuevas respuestas ante estos desafíos,
distintos a las experiencias anteriores. Resulta vital y
urgente, no solo avanzar en la construcción de un polo
político amplísimo y unitario, sino
también, elaborar y presentar a la sociedad un cuerpo
de ideas y un programa básico que
enfrente la emergencia del drama social, educativo,
industrial, cultural y de destrucción de nuestra soberanía como Nación.
Se
trata de recuperar los valores humanistas y solidarios,
enfrentando la cultura de lo individual como
proyecto de vida y de la sociedad. Los sectores medios, muchos de los cuales también sufren las
consecuencias de esta política, y otros núcleos
que logran sostener sus niveles de vida, deben
afirmarse en un ideario fraternal y comprensivo
hacia los millones de humildes, particularmente
castigados por el mileismo
y las otras expresiones conservadoras.
La derecha se
propone, como siempre, arrastrar a las clases medias al lugar político de lo antipopular, del
antiperonismo y antizquierdismo cerril, ahora con el agregado del odio.
El pueblo argentino superará
esta instancia histórica, sobre la base de recuperar y potenciar
lo mejor de nuestros valores democráticos y humanistas,
provenientes de los diversos afluentes políticos y
culturales.
*secretario
general del Partido Solidario. Director del Centro Cultural de la Cooperación
Floreal Gorini.
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