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LÓPEZ
OBRADOR TILDÓ DE IMPRUDENTE A ESTADOS UNIDOS. POR DAR POR GANADOR AL OPOSITOR GONZÁLEZ URRUTIA EN VENEZUELA. El presidente
mexicano denunció el intervencionismo en Venezuela, donde el Consejo Nacional
Electoral proclamó como presidente reelecto a Nicolás Maduro. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, calificó este viernes como una
imprudencia que Estados Unidos haya reconocido el triunfo del candidato de la
oposición venezolana, Edmundo González Urrutia, al insistir en que aún
deben publicarse todas las actas. López Obrador criticó
el pronunciamiento que emitió el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, en el que
asegura que Washington concluye, con base en abrumadoras pruebas, que González Urrutia fue el
ganador de las elecciones presidenciales del 28 de julio en el país
latinoamericano. "OJALÁ todos actuemos con responsabilidad" "No sé si puede agravar,
pero no ayuda a resolver las cosas, lo digo con todo respeto, es una
imprudencia",
declaró el mandatario en su conferencia matutina ante las preguntas de la
prensa. López
Obrador hizo un llamado
respetuoso a todos los gobiernos para que no haya intervencionismo en
Venezuela, donde el Consejo Nacional Electoral (CNE) proclamó
como presidente reelecto a Nicolás Maduro.
“AUNQUE no reconoció el triunfo de Maduro, el presidente de México indicó
que ningún gobierno está autorizado y que no es legal
ni legítimo emitir un fallo dando perdedor o ganador a un candidato de
otro país. "¿Qué es eso? Si no hay un gobierno del
mundo, eso no tiene que ver con la democracia, ni con el respeto a la libertad,
a la soberanía de los pueblos. Entonces, ojalá y en vez de promover la
confrontación, todos actuemos con responsabilidad, que nos autolimitemos",
expuso. El
mandatario describió que hubo acuerdo en que lo más importante es evitar la
violencia en su llamada del jueves con sus homólogos de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de Colombia,
Gustavo Petro. En ese marco, aseguró que Petro dijo que el comunicado
conjunto que emitieron los tres países para pedir transparencia en el conteo es
solo el primer paso, por lo que los cancilleres estarán en comunicación
permanente. "Somos de la idea que se tienen que presentar
las actas, que no basta con proclamas hablando
de que se obtuvo el triunfo, si no hay actas que prueben el resultado, ya la
autoridad electoral de Venezuela se comprometió a convocar a todas las partes
para que entreguen todas las actas, la información", comentó López
Obrador.
“CRÍTICAS a la OEA. Pese a sus reclamos, López
Obrador confió en el proceso de la Sala Electoral del
Tribunal Supremo de Justicia, que convocó a los diez políticos que participaron
en los comicios a comparecer, e insistió en rechazar la postura de la
Organización de los Estados
Americanos (OEA), que pidió a Maduro reconocer la derrota. "¿Con
qué autoridad moral, con qué autoridad política un organismo como la OEA va a
calificar una elección de un país que no sé si todavía forma parte de la
OEA?", indicó. EL secretario general de la OEA,
Luis Almagro, había anunciado que iba a solicitar a la Corte Penal Internacional (CPI) que ordene el arresto
de Maduro, a quien acusó de haber cometido un "baño de sangre" contra los manifestantes
opositores que se movilizaron el lunes y el martes en contra de los resultados de las elecciones presidenciales del domingo. Fuentes. Página/12.3/08/2024/.
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VENEZUELA OTRA
VEZ EN EL OJO DEL HURACÁN GEOPOLÍTICO.
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Por Javier Tolcachier | 03/08/2024 | Venezuela
Fuentes.
Revista Rebelión sábado 3 de agosto del 2024.
Fuentes: Rebelión - Imagen: Armas secuestradas a los
comandos paramilitares de la oposición venezolana, que crearon caos después de
las elecciones.
La
candidatura que hoy
reclama airadamente supuestas irregularidades en
las recientes elecciones presidenciales de la República
Bolivariana de Venezuela representa los mismos intereses que en 2019 avalaron la autoproclamación de Juan Guaidó sin mediar
elección alguna, sentaron a un representante ficticio a la mesa de la OEA y enviaron a
embajadores fantasmas a algunos países que los recibieron sin inmutarse.
Son los que siempre están prestos a reconocer a gobiernos golpistas, como el de Jeanine Añez en Bolivia o el de Dina Boluarte en Perú, son los que se hacen eco de las persecuciones a las que son sometidos liderazgos populares como Lula, Evo, Rafael Correa o Cristina Fernández. Son los que consultan siempre a la embajada del Norte antes de tomar postura, alineándose automáticamente con intereses que nada tienen que ver con el bienestar de sus pueblos.
Quienes hoy se rasgan las vestiduras
denunciando falta de probidad, nada dicen de la connivencia
y cooptación de poderes cuando, por el contrario, el supuesto vencedor
en las urnas es alguien de la derecha, se llame Abinader, Mulino, Peña o Bukele. Nadie reclama acta alguna, ni
arma previamente una campaña mediática feroz para desprestigiar y poner en
duda esos resultados.
Los que hoy a coro tildan de “régimen” a cualquier gobierno que no coincide con
sus intereses económicos o geopolíticos, son los
que avalan o encarnan la dictadura
monopólica de la comunicación y de las plataformas digitales corporativas, que hoy envenenan la discusión
pública e impiden una real libertad de expresión.
Esos gobernantes incluso recorren grandes distancias para sacarse fotos junto a
sus magnates propietarios.
Aquellos que se dicen custodios de la democracia, no denuncian, sino que callan o justifican masacres como
la que sufre el pueblo palestino, bombardeado
impunemente por las órdenes de un criminal ultraderechista.
Y, sin embargo, también hay quienes, de buena fe, preferirían aclarar cualquier interrogante
sobre las elecciones de Venezuela
mediante la prueba contundente del órgano electoral competente. Pruebas que en
algún caso ni siquiera basten para que se revise o despeje el juicio previo que acompaña a dichas inquietudes.
Pero en el caso de la jauría conservadora y del poder económico a quien sirve, no se trata de democracia, ni de derechos humanos y mucho menos de buenas intenciones. Se trata, en primera medida, de apoderarse de los enormes recursos naturales que están en Venezuela. Y ni siquiera solo de eso.
El
asedio a la Revolución Bolivariana
Los esfuerzos por derribar a la revolución
bolivariana datan desde hace más de dos décadas,
casi desde sus mismos inicios. El paro petrolero y
el golpe de 2002 que encaramó al empresario Pedro Carmona a una
efímera presidencia, fueron perpetrados por los mismos sectores que hoy
pretenden desconocer la
re-elección de Nicolás Maduro. Sectores
que organizaron y financiaron en 2014 y 2017 los
focos de protesta violenta conocidos como “guarimbas”, y que, en 2019,
con la complicidad de los gobiernos derechistas de Iván Duque y Sebastián Piñera, entre otros,
se confabularon para alentar una invasión bajo el pretexto de “ayuda humanitaria”. Esos
falsos demócratas, son los que una y otra vez, llaman a la insurrección de las fuerzas armadas contra el
gobierno, solicitando incluso la intervención militar
extranjera.
Esas fuerzas, que hoy claman por legitimidad
electoral, son las que celebraron y hasta exigieron la implantación de
centenares de medidas coercitivas unilaterales – denominadas “sanciones” en la jerga geopolítica parcializada -, que fueron las principales
causantes que forzaron a millones de venezolanas
y venezolanos a emigrar pensando en mejorar su
situación vital.
La clave del permanente ataque al chavismo por parte de esos sectores se fundamenta en
la intención de impedir que cualquier modelo popular
soberano y alternativo al capitalismo crezca y actúe como “efecto demostración”,
alentando a otros a imitarlo.
Nada diferente fue el caso de otras revoluciones anteriores, como la de Cuba o la de
Nicaragua, o la de Salvador Allende en Chile, quien no logró sobreponerse a la violencia
cerril del fascismo anticomunista instigado desde Washington.
Por el mismo motivo, de un modo algo menos descarnado, pero igualmente irracional y servil, es la resistencia que enfrentan y enfrentarán las dirigencias hoy gobernantes de México, Honduras, Brasil y Colombia, empeñadas en mejorar las condiciones de vida de sus pueblos.
Integración
y BRICS
Pero hay más. La puja de poder
a nivel geopolítico que atraviesa en la actualidad el mundo, hace muy
difícil que la potencia en declive acepte
resignar o compartir su preeminencia. La soberbia de pretender erigirse en modelo único y definitivo para otros pueblos permanece, mientras que ese modelo se ha convertido
en una caricatura grotesca de democracia y libertad.
Ni siquiera se trata aquí solo de la ya conocida
contienda entre el multilateralismo – heredero
histórico de los movimientos de liberación nacionales –
y el hegemón
norteamericano y sus socios europeos.
Es manifiesta la intención del gobierno de Nicolás Maduro de unirse al bloque
BRICS+, lo que representa un problema para el bloque euroatlantista, ya que con ello se reforzaría el ya
enorme poder de suministro energético que
ostenta en su conjunto.
Este desalineamiento del mandato
occidental, esa nueva independencia, está a su vez acompañada de
decididas acciones a favor de la integración regional de signo soberano, alimentando la cooperación y el
entendimiento entre las naciones que componen el mapa
latinoamericano y caribeño. Esa integración con autonomía, es
considerada indeseable en el esquema de la estrategia monroista, ya que constituye un
innegable factor de liberación.
Lo que está en juego es todavía más profundo. Está en curso – y es indetenible – la rebelión que proclama la diversidad cultural y la autodeterminación de los pueblos, que quieren abrirse paso dejando atrás una prehistoria de sometimiento y vejaciones a manos del colonialismo y su sucesor, el imperialismo.
Alzar
la voz por la paz
Ante este escenario, los pueblos
latinoamericanos y caribeños deben tomar sus precauciones. Los Estados Unidos de América,
con una industria bélica
y un gasto militar
desmedidos, han sido históricamente promotores de innumerables confrontaciones armadas. Están a la vista en la
actualidad las acciones que procuran extender las fronteras de la NATO y establecer pactos militares en Medio Oriente y Oceanía, creando inestabilidad en
zonas cercanas a sus rivales geopolíticos.
Para Latinoamérica y el
Caribe, las repetidas visitas a varios países de Laura Richardson, al mando del Comando Sur, el aumento
de la presencia militar estadounidense con el pretexto de cooperación en seguridad, el apoyo a la fronteriza Guyana en las reclamaciones por el
territorio Esequibo, el ya comentado llamamiento
de la oposición venezolana a una intervención foránea, entre otros factores,
son una señal de alerta.
Señal que bien interpretaron los países del Caribe, que serían los primeros afectados
si se desatara un conflicto bélico en el área,
no convalidando una fallida resolución
injerencista de la OEA.
Señales que también descifran los presidentes de México, Colombia y Brasil, al llamar al acuerdo, la calma y la eliminación de la injerencia
y medidas coercitivas, que además de violar la autodeterminación del pueblo venezolano, lejos de resolver problema alguno,
lo complican.
Hoy la postura debe ser unánime, los pueblos deben alzar su voz y defender la paz y su soberanía como una conquista irrenunciable.
(*) Javier Tolcachier es investigador del Centro
Mundial de Estudios Humanistas y comunicador en agencia de noticias Pressenza
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