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Titular del MIDAGRI intenta desconocer gravedad a situación de hambre en el Perú, pese a demoledor estudio de la FAO. Ya lo había advertido el Informe del Índice Global del Hambre (IGH) presentado a fines del 2023: en Perú más de 16 millones de personas experimentaron carencias nutricionales en 2022. Datos ratificados por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) que situó el país con la peor situación de inseguridad alimentaria a nivel sudamericano. Desde entonces, es decir desde el año anterior la situación no deja de empeorar, así en 2021 el IGH registró 17,7 puntos y al año siguiente la situación de carencia alimentaria subió a 19,6 puntos. Esto marcó entonces la peor situación nutricional en los últimos 10 años. Recientemente la FAO ha vuelto a poner la alarma sobre la situación en nuestro país y estimó que el número de peruanas y peruanos que pasaron hambre de forma moderada a grave se había incrementado a 17 millones. Más de la mitad de la población, un 51,7% había pasado por esta situación en 2023.
Pese a ello, para el ministro de Desarrollo Agrario y Riego (MIDAGRI), Ángel Manero Campos, la cifra de que 17 millones de peruanos enfrentan hambre es una exageración y no refleja la realidad del país. Textualmente expuso: “... En Perú no se pasa hambre; en todos los rincones del país se come de manera contundente. Lo que sí podemos afirmar es que falta calidad en la alimentación, no necesariamente cantidad”. Hace pocos meses el autoproclamado líder de la derecha internacional y presidente de Argentina, Javier Millei había respondido en redes sociales al innegable aumento de la pobreza en su país y a los altos niveles de mal y desnutrición, que si la gente pasara hambre ya se estaría muriendo en la calle. Un argumento que al tenor de sus palabras interpreta el concepto de hambre del titular de la cartera del área encargada de la producción de alimentos. Ignora o no entiende que el IGH establece cuatro diferentes categorías de esta penuria extrema para quien la padece e injusticia mayor para el conjunto de la sociedad. Para llegar a este índice, la red "Alliance 2015" mide cuatro indicadores: la subalimentación (es decir, falta de nutrientes, carbohidratos o vitaminas), retraso en crecimiento infantil (desnutrición crónica), emaciación infantil (desnutrición aguda grave) y mortalidad infantil. En todas ellas el país ya en 2022 y en 2023 había mostrado un grave retroceso.
Manero Campos además pretende desconocer que ya para 2022 el IGH había constatado que 13
departamentos se ubicaron en una escala
de hambre moderada, mientras en 10
(ubicados principalmente en la sierra
central y sur, y la selva norte) se diagnosticó una situación grave, entre ellos Apurímac,
Ayacucho, Cusco, Junín, Pasco y Puno. Todos ellas aclamadas como regiones
con potencial y vocación minera y
pese a ello sus habitantes están cada vez peor
en cuanto a poder alimentarse. En el
caso de Cusco, Junín y Pasco pasaron de un diagnóstico "moderado" en el 2021
a "grave" en el 2023, de acuerdo al informe, mientras
que Apurímac y Huancavelica estaban muy cerca de llegar a una situación "alarmante". Difícil saber si
el alto funcionario del régimen de Dina
Boluarte pretende burlarse de
las evidencias de diversos actores internacionalmente reconocidos que han
vuelto a constatar la grave situación de hambre
en el Perú. Al menos se puede deducir que su análisis es pobre y denotan ignorancia sobre una situación que debería
implementar nuevas estrategias para
apoyar la soberanía alimentaria, basada en
los conocimientos y saberes de las comunidades campesinas en vez de forzar
el relato de "Perú, país
minero". ¡Valles y ríos para la
vida y no para la muerte!, debe ser el lema más urgente hoy que nunca. Fuente.
Red Muqui. Agosto 2024.
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MÁS
DE 17 MILLONES DE PERUANOS SUFREN HAMBRE.
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Por: Alejandro
Narváez Liceras.
Otra
Mirada. Lima miércoles 12 de agosto del 2024.
El tema que
nuevamente nos ocupa encoge el alma, estremece el corazón, pero al cual no
podemos quedarnos ni indiferentes ni impasibles. Es el elefante en la habitación del que no quieren
hablar o se habla apenas. Paradójicamente, en el mundo se producen cada vez más
alimentos, sin embargo, millones de seres humanos se van a la cama con el
estómago vacío. El gran escándalo del
hambre, en palabras de Juan Pablo II,
impide vivir dignamente a millones
de hombres y mujeres que se levantan
cada mañana sin saber si van a comer ese día.
Más concretamente, el último informe de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación de julio 2024 (FAO, por sus siglas en inglés), revela que aproximadamente el 9% de la población mundial (733 millones de seres humanos) pasaron hambre en 2023. Obviamente, la situación no es la misma en todo el mundo. África tiene el mayor porcentaje de población que se enfrenta al hambre, con un 20.4%. En Asia es del 8.1%, en Oceanía del 7.3% y en América
Pero,
¿Qué es el hambre?
Hambre es una palabra que significa
muchas cosas al mismo tiempo y ninguna buena. Es también las
ganas de comer cada cierta hora. En opinión de la FAO, el hambre
“es cuando una persona no consume las
calorías necesarias para sus necesidades fisiológicas, su actividad física y
mental”. Una persona está en situación de hambre cuando no come lo
suficiente para una vida plena y digna. Según la Real Academia Española (RAE), “Hambre es la escasez de alimentos básicos, que causa carestía y
miseria generalizada”.
Si se relaciona con el concepto de
seguridad alimentaria, el hambre entendida así es más
visible, más urgente. Afecta biológica y psicológicamente a la persona y a su
descendencia. Desafortunadamente, este flagelo condena a millones de personas a vivir
vidas peores, a depender de otros, a enfermarse, y finalmente morir por
hambre.
La gran paradoja, es que el hambre no es sólo un problema de escasez de alimentos en el mundo, si es que alguna vez pudo haber sido. La FAO estima que a nivel mundial 1300 millones de toneladas de alimentos acaban directamente en la basura cada año, lo cual representa un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano (véase el Índice de desperdicio de alimentos 2024). En dinero esto representa aproximadamente 700 mil millones de dólares en los países desarrollados y 320 mil millones en los países en desarrollo. En América Latina se desperdicia el 34 % de alimentos disponibles, lo que equivale a 130 millones de toneladas por año. Con el agravante, cuando la comida se tira a la basura, el proceso de gestión de estos residuos tiene un impacto negativo en el medio ambiente. Se estima que esta gestión es responsable del 8 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
Secuelas
del hambre
Está demostrado que el hambre produce una
serie de secuelas, muchas de ellas irreparables. La
desnutrición durante los dos
primeros años de vida lastra el desarrollo
físico y cognitivo del niño, hipotecando su futuro y, por extensión, el de
su comunidad y su país. Disminuye su capacidad
física y produce un grave déficit en su aprendizaje. Los que sufren
desnutrición tienen su desarrollo truncado.
El hambre no permite concentrarse,
dificulta la retención de conocimientos, debilita la memoria. Y
esa dificultad para estudiar lastrará su futuro, recortando su capacidad para
ganarse la vida. Es el círculo perverso de la exclusión social, la pobreza y el hambre, que no solo encadenan a
quienes la sufren, sino también a las siguientes generaciones. Como bien dice
el escritor argentino Martin Caparrós
(2015)
“el hambre es inhumano
porque le quita al hombre lo que es más suyo. Lo que le hace realmente humano.
El hambre deshumaniza al hombre cuando, además de su salud, su crecimiento o su
potencial desarrollo, le arrebata sus sueños”.
Las
peores cifras del hambre en el Perú
El hambre en el Perú está en su punto más alto, como jamás se había visto antes. Es el país que encabeza el ranking de inseguridad alimentarita de América del Sur. El informe anual de la FAO 2024, revela que el 51.7% de la población, es decir, 17,6 millones peruanos se encuentran en situación de inseguridad alimentaria moderada o grave (2022:16,600 millones). Una persona está en situación de inseguridad alimentaria moderada cuando no tiene dinero para llevar una dieta saludable, no sabe si va a comer durante el día o se queda sin comer ocasionalmente. En cambio, la inseguridad alimentaria grave o crónica, se refiere cuando una persona no consume sus alimentos durante el día o más tiempo. Estas cifras son particularmente dramáticas en las áreas rurales que alcanza al 64.1% de peruanos y en las zonas urbanas llega al 46.8%.
Se estima que el 20% de la población
peruana (alrededor de 6
millones) están crónicamente desnutridos, es decir, en situación de inseguridad alimentara grave. Es una
situación que tiene consecuencias graves en términos de desnutrición y anemia, especialmente entre los grupos más vulnerables (niños
y adultos mayores). Si comparamos estos datos con las cifras de pobreza y pobreza extrema, vemos que hay una correlación. La pobreza monetaria aumento de 27.5% en 2022 a 29% en 2023.
Por último, uno de los indicadores de la seguridad
alimentaria más alarmantes es el aumento de la anemia en los niños. Según las últimas
cifras de la Encuesta Demográfica de Salud Familiar (ENDES), en el Perú
aumentó su porcentaje en el 2023 a 43.1%, lo que significa que 4 de cada 10 niños y niñas
menores de 3 años padecen esta terrible enfermedad.
Las causantes del hambre
Quizás podríamos encontrarlas respuestas
en dos frentes. En el frente interno: las elevadas tasas de pobreza monetaria y la creciente y extrema desigualdad de
ingresos. El análisis de Latinometrics, basado en el informe sobre desigualdad global 2022 del World Inequality
Lab, nos advertía que el Perú era
el cuarto país con más desigualdad en el
mundo. También están otros factores no menos importantes que causan el hambre. Por citar algunos: el
cambio climático, la recesión económica, la permanente crisis política y social, la corrupción que sustrae millones de soles anuales del presupuesto público, etc. No obstante, la ausencia de un Gobierno con sentido de país y de un Estado capaz de garantizar los mínimos
derechos a sus ciudadanos es la
causa fundamental de las abultadas cifras de hambre que exhibe el Perú.
Las causas en el frente externo: el control de los alimentos básicos que está en manos de monopolios y de pocos países. La seguridad alimentaria mundial no está diversificada. Y lo peor de todo esto es que no se trata de un problema nuevo. Ya lo era en 2008 (en la última crisis financiera global). Y lo sigue siendo ahora. Menos de 10 países controlan cerca del 86% de las exportaciones de trigo, el 85% del maíz, el 78% del arroz y cerca del 87% de la soja. También es preocupante la distribución de las reservas de estos alimentos. Solo cinco países tienen las tres cuartas partes de todas ellas. China y Estados Unidos concentran el 82% de las reservas de maíz en el mundo. Las sanciones impuestas a países productores de alimentos y fertilizantes, también son causantes de la crisis alimentarita.
Consideraciones finales
Estamos ante una crisis alimentaria en
toda regla. Las cifras pueden seguir aumentado.
Las condiciones están dadas: un país sin
norte económico, crisis política
permanente, corrupción generalizada,
crisis de
confianza, falta de políticas
de Estado dirigidas a combatir realmente las causas del hambre. Los problemas estructurales (desempleo,
pobreza, desigualdad, hambre, etc.) en el Perú son consecuencias de decisiones de política económica y política social equivocadas tomadas por quienes gobiernan el país desde
tiempos atrás. En otras palabras, es el efecto de un modelo económico de más mercado y menos Estado, del dejar hacer y dejar pasar (Laissez faire),
que sigue vigente a pesar de su evidente
fracaso.
El hambre en el Perú es un problema de
primera magnitud. Mitigar
al menos en parte, pasa por poner en marcha medidas sencillas pero efectivas, como, por ejemplo:
a) Proteger a las familias en
situación de pobreza y pobreza extrema y apoyar a la agricultura familiar,
b) Tomar medidas
audaces de mitigación y adaptación al cambio climático,
c) Adoptar medidas que
aseguren el buen funcionamiento de los mercados de alimentos de productos
básicos y sus derivados,
d) Promover la educación alimentaria y
nutricional en todos los niveles educativos,
e) Invertir en infraestructura rural, en
la investigación, el desarrollo y la innovación agrícola, y
f) Perfeccionar el marco jurídico que
fije políticas y estrategias que garanticen el derecho a la alimentación, la seguridad alimentaria y
nutricional de todos, etc.
Todos exigimos paz y seguridad en el
país. Pero, ¿cómo puede haber paz y seguridad en
una nación donde más de la mitad de sus
habitantes pasan hambre? Creo que no entendemos lo que realmente nos ocurre.
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