La Nueva Sociedad Civil,
Real, popular, plural autónoma, emergente y democrática, en América Latina,
es hoy raíz y cimiento de la forja de una Nueva Ciudadanía Intercultural.
Es el Poder Local Popular, hoy en la
calle en la plaza pública mundializada. De sus fuentes sociales y vertientes
políticas nacen y se forman los Nuevos
Líderes Comunitarios. Una Sociedad Civil, organizada, fuerte, dinámica,
donde sus actores sociales y protagonistas populares – Nuevos Sujetos Sociales Históricos - tienen una activa
participación ciudadana, porque la propia sociedad civil es garantía
participativa del nivel que alcanza la Ciudadanía, y esta a su vez es fiel reflejo del carácter
del Estado. Un Estado Moderno,
activo, descentralizado, generador de empleo, garantía de inversión nacional y
extranjera, respetuoso y vigilante de los derechos sociales y políticos del
pueblo a su vez plataforma de seguridad de los
Derechos Humanos – es decir una sociedad altamente desarrollada – es fuente,
creación y desarrollo de una Ciudadanía activa, política, participativa y democrática.
En cambio un Estado como la mayoría de
los Estados latinoamericanos, fosilizado, centralizado, de tipo elefantiásico,
gigante, con pies de barro, un Estado de
carácter subsidiario – dependiente de las políticas neoliberales y del
poder “endiosado” y único del mercado, definitivamente refleja y mantiene un
tipo de ciudadanía “secundaria”,
vacilante – no conoce sus derechos – oscura – temerosa, dependiente,
silenciosa,- cree que los “de arriba”,
son los únicos Ciudadanos.
La Democracia de Alta
Intensidad – uno o dos en A.L.- sociedad compleja, multipolarizada,
con sistema de partidos políticos, oposición política organizada, respetuosa y democrática, alternancia en el
gobierno con la finalidad de evitar el continuismo y la reelección. Medios de comunicación cumplen su
función de comunicar, informar y en los últimos tiempos un país, un gobierno,
un sistema democrático, altamente competitivo, participativo, descentralizado
es sinónimo de una activa práctica de Rendición
de Cuentas, como proceso múltiple que comprende la valoración política de todo
el Programa de Gobierno, la actuación o trabajo político del gobierno de turno
y su perspectiva de proyección futura. El
accountability social, horizontal, es otra práctica política, así como la Veeduría Ciudadanía, mecanismos
sociales y políticos que refuerzan y fortalecen la Ciudadanía, así como la transparencia pública, la lucha contra la
corrupción y la cultura del secreto. En
sistemas democráticos de Alta Intensidad, el nivel alcanzado por la Sociedad Civil
es una fuerte, activa fortaleza social de la Ciudadanía Política, a su vez
garantía de
Líderes Comunitarios, forjadores de fuerte cohesión social y
política de los sectores populares, con alta responsabilidad social y
significativa Confianza social. El Ágora
griega, está retornando después de 25 siglos, fortaleza social y política
de una amplia, activa y dinámica Sociedad
Civil, Ciudadanía Política, Liderazgo Comunitario y Democracia Directa, Participativa,
Cívica, Descentralizada, respetuosa de nuestra Madre Naturaleza, camino hacia una Ciudadanía y
Democracia Republicana.
La "clase
política" peruana, fracasada, muchos de ellos acusados de corrupción,
narcotráfico, lavado de activos, evasión tributaria, minería ilegal-criminal -
son responsables de no haber resuelto los principales problemas nacionales,
habiéndoles entregado un sistema democrático - renovado, activo, altamente
positivo, el año 2000, después de la expulsión de la dictadura - que han hecho
en los últimos 15 años, "consolidar" el modelo neoliberal, afianzado internamente en
un sistema tradicional extractivo exportador de materias primas, hoy en el
mercado capitalista mundial en grave crisis, con precios casi por debajo de su propio costo. A la
"clase política" nacional la corrupción se la come y la devora al
igual que sus aliados los banqueros, exportadores y demás integrantes de las
élites empresariales.
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En cambio en sociedades de Democracias de baja
intensidad, sin partidos políticos, sin alternancia política, sin oposición organizada, responsable y política, corrupción
generalizada e institucionalizada – llegando a la contaminación y destrucción
de las propias instituciones – donde no
existe la práctica de la Rendición de Cuentas, menos el Accountability,
menos la transparencia pública, la cultura del secreto, y es totalmente desconocido
el papel de la Veeduría Ciudadana,
como garantía de trabajo, credibilidad y confianza en los representantes. En
este tipo de sociedades los medios de comunicación,
están reemplazando a los partidos políticos y hoy es totalmente pernicioso
para la propia y débil democracia,
como ejercen una verdadera dictadura y logran imponer su propia Agenda de gobierno. En el último
decenio varios países de América Latina, han sido centros y escenarios de
fuerte crecimiento económico, generando
internamente, que América latina sea el
continente de población más joven,
el continente de mayor extensión, profundidad
de la Desigualdad económico-social, ciudades más inseguras, violentas con
fuertes tendencias de inseguridad ciudadana, bandas de criminales armados y hoy
mundializados y sicarios (asesinos a
sueldo, armados) hoy siembran terror, pánico y muerte. La fuerza y poder
económico, financiero de la economía
criminal es muy determinante (al igual hoy que la minería ilegal, criminal,
el narcotráfico y el terrorismo). Sociedades donde la democracia está de adorno y la gobernabilidad ha sido secuestrada por los poderes facticos locales y mundiales.
Sociedades sumamente complejas, turbulentas – en escenarios
de un mundo multipolar – donde la Sociedad civil es
muy conservadora, pasiva y casi inexistente por su falta de participación; en
cambio los niveles de Ciudadanía son
muy bajos, inoperantes, incluso logran desconocer sus derechos más generales o elementales y
si caminamos más allá en vez de Líderes encontramos
caudillos, negociantes anti-políticos
y definitivamente estamos ante la presencia de una Democracia fallida, de papel, novelesca,
mediática, delegativa y procedimental. El
Estado se encuentra en niveles de descomposición estructural, crisis
indefinida de sus Instituciones, es decir, tenemos un estado fallido, y más
allá al lado derecho un “narco estado”.
Miremos a nivel mundial, como en forma progresiva, lenta pero segura van
surgiendo los narco-estado a nivel
global, alimentados, financiados, amantados por las políticas asimétricas,
salvajes, injustas, desiguales, inhumanas de los países globalizadores -. Concentrados
básicamente en el G-7, tiempos
históricos y políticos de la globalización neoliberal, en la era de la
transnacionalización de los monopolios imperialistas. De sus entrañas en crisis y destrucción hoy a nivel mundial, está
naciendo, están germinando nuevas ideas, nuevos movimientos sociales, ciudadanos mundializados – en la coyuntura sistémica están trabajando políticamente con
mucho éxito como procesos de “Refundación de la Política”. Grecia el país de la
destrucción del Estado, de la crisis y los derechos ciudadanos al igual que España, hoy son centros políticos de proyección mundial
de nuevas políticas que rompen las ataduras estructurales del neoliberalismo, el mercado único y la política única.
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La Nueva Sociedad Civil, Real,popular, plural autónoma, emergente y democrática, es hoy raíz y cimiento de la forja de una Nueva Ciudadanía Intercultural. Es el Poder Local Popular, hoy en la calle en la plaza pública mundializada. De sus fuentes sociales y vertientes políticas nacen y se forman los Nuevos Líderes Comunitarios.
LA SOCIEDAD CIVIL NECESITA A LA CIUDADANÍA.
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El México enojado de febrero de 2015 ya no sólo requiere de la
responsabilidad social de la sociedad civil organizada. La trágica oportunidad
histórica que se presenta debido a la acumulación de sucesos, escándalos y
discursos indignantes requiere de una estrategia que cumpla la doble función de
canalizar el enojo generalizado a las instituciones y de poner al gobierno,
verdaderamente, contra la pared.
Animal Político.- lunes 9
de febrero del 2015.
Gustavo Rivera.
México está enojado. En los
hogares, en las calles, en el trabajo: es evidente que el enojo está alterando
nuestras relaciones sociales, alteración que también se manifiesta en la
relación entre sociedad y gobierno. Los principales detonadores del enojo son
bien conocidos: la complicidad de la policía en la desaparición y presunto
asesinato de 43 estudiantes en Iguala; el cinismo del gobierno ante
revelaciones de obvios casos de conflicto de interés y presuntos casos de
tráfico de influencias; el silencio cómplice de los partidos políticos ante
docenas de denuncias de corrupción que circulan en la prensa; la impunidad y
aplicación selectiva de la justicia en casos emblemáticos e indignantes como
Oceanografía, Raúl Salinas y Caro Quintero, y un largo etcétera. El común
denominador de estos detonadores es la impunidad que destruye el pacto social y
nos motiva a ser egoístas.
Ante este escenario, la
sociedad civil organizada tiene la responsabilidad social de articular e
impulsar campañas, propuestas e iniciativas que contribuyan a superar la
crisis. En lo que se refiere a esta responsabilidad, sin duda, nuestra sociedad
civil ha estado a la altura. Campañas como #3de3 de IMCO y Transparencia Mexicana,
propuestas como el Sistema Nacional Anticorrupción
de la Red por la Rendición de Cuentas e iniciativas emanadas de la sociedad
civil como la Reforma Constitucional en
Materia de Transparencia son evidencia clara y reciente del alto
nivel de consciencia, compromiso y sofisticación que ha alcanzado la sociedad
civil mexicana.
Sin embargo, el México enojado
de febrero de 2015 ya no sólo requiere de la responsabilidad social de la
sociedad civil organizada. La trágica oportunidad histórica que se presenta
debido a la acumulación de sucesos, escándalos y discursos indignantes requiere
de una estrategia que cumpla la doble función de canalizar el enojo
generalizado a las instituciones y de poner al gobierno, verdaderamente, contra
la pared. La incapacidad de la sociedad civil organizada de transformar los
agravios expresados por miles de estudiantes, trabajadores y padres de familia
en municiones para obligar al gobierno a demoler controladamente el sistema
paralelo de corrupción que carcome a nuestra democracia evidencia la fragilidad
del puente entre sociedad civil y ciudadanía. Ante esta incapacidad, la tentación
de renunciar a la democracia como mecanismo para elegir al gobierno y como
salvaguarda del bienestar social podría descarrilar las campañas, propuestas e
iniciativas trabajadas desde la sociedad civil con la intención de fortalecer
la democracia en México. Al fin y al cabo, las grandes victorias de la sociedad
civil organizada (por ej., la transición, la primera ley de transparencia y los
avances en derechos humanos) han ocurrido cuando ha contado con el respaldo
activo y consciente de la mayoría de la ciudadanía.
Por lo anterior, la
sociedad civil organizada, como portavoz y expresión de los 120 millones de
ciudadanos mexicanos, también tiene la responsabilidad moral de sumar a la
ciudadanía en el sentido más extenso de la palabra. Para esto no bastan
campañas, propuestas e iniciativas; se requiere de una estrategia que, entre
otras cosas, genere empatía con los millones de mexicanos que viven al día y
rara vez tienen el tiempo de atender asuntos políticos —pero que, como bien
saben los partidos, sí tienen el tiempo de salir a votar un domingo cada tres
años, y, como bien sabe el sector empresarial, sí tienen la necesidad de
consumir bienes todos los días. Los votos de esos mexicanos son los que se
traducen en miles de millones de pesos para el gobierno. Las quincenas de esos
mexicanos son las que se traducen en miles de millones de pesos para el sector
empresarial. La empatía de esos mexicanos es la ficha que la sociedad civil
organizada necesita –y todavía no tiene— para sentarse a negociar.
Es momento de que la
sociedad civil organizada reconstruya el puente con la ciudadanía. Los puntos
débiles de los seres humanos son el bolsillo y el ego. Contar con la ficha que
se traduce en votos, dinero y prebendas obligará al gobierno a sacudir la mesa.
Contar con la ficha que significa utilidades, contratos y ventas obligará al
sector empresarial a abanderar con mayor asertividad las causas de la
ciudadanía. Contar con la ciudadanía permitirá a la sociedad civil organizada
traducir sus campañas, propuestas e iniciativas en mayor bienestar para todos.
Y ése es el punto, ¿o no?.
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Gustavo Rivera Loret de
Mola, es Director Ejecutivo de Métrica Pública, A. C.
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