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“Porque
en el siglo XXI, en un proceso difícil, pero ineluctable, debe llegar la paz entre los pueblos y naciones,
y llegará también el fruto de la cooperación,
la generosidad, la solidaridad y la inteligencia noble de los hombres. Porque
ese día llegue más temprano que tarde: ¡Brindemos!
y ¡Luchemos! Largo y difícil ha
sido el camino, se pensará; pero así
han sido siempre los caminos que han
salvado a los pueblos. Es la hora de que la humanidad entera, esta aldea
global de nuestros tiempos, se salve definitivamente de tantos apocalipsis pronosticados a lo largo
de su camino ascendente hacia la
felicidad y la verdad.
“Finalmente
quedan
omnipresentes estas ideas de Fidel, a su llegada
al aeropuerto internacional «Simón
Bolívar», Maiquetía, Caracas, el día 1ro. de febrero de 1999: «Tengo muy presente, y lo he tenido toda mi vida, que Bolívar fue el hombre a quien más
admiró José Martí. Bolívar, Venezuela
y su pueblo fueron siempre lo que más admiraron los cubanos. Bolívar, Venezuela, su pueblo y sus hazañas inspiraron siempre
mis sueños de revolucionario
latinoamericano y cubano».
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ASÍ
ESTÁ BOLÍVAR HOY VIGENTE CON SU ESPADA E IDEAS.
A 224 años de su natalicio el 24 de Julio
de 1783.
*****
Por Wilkie Delgado Correa | 30/07/2025 | Cuba
Fuentes.
Revista Rebelión jueves 31 de julio del 2025-
«
¡…porque Bolívar tiene que hacer en América todavía! »
La humanidad toda tiene sus leyes y da lecciones. Siempre pasan
los hombres y las generaciones y no muchas veces quedan sus obras, sus
intenciones o sus ideas radiantes como pequeños o grandes soles.
En noviembre próximo se cumplirán 132 años que José Martí, Héroe Nacional de Cuba, expresara en un discurso que « ¡… Bolívar tiene que hacer en América todavía! », y hoy es válido repetirlo con un cierto sentido de realismo porque el presente se nutre del ejemplo, las aspiraciones, los sueños y las ideas inconclusos.
Y es que el
cubano había vivido una experiencia
trascendente que reflejó en 1889 en
un relato titulado Tres Héroes en la
Revista La Edad de
Oro en que él como viajero
«llegó un día a Caracas al anochecer, y sin
quitarse el polvo del camino, no preguntó dónde se comía ni se dormía, sino
como se iba a dónde estaba la estatua de Bolívar».
Pero muchos años antes, el 10 de octubre de 1868 Carlos Manuel de Céspedes declaró el inicio
de la guerra de independencia de Cuba
en su ingenio La Demajagua, y pronto,
en abril de 1869, sería electo su primer Presiente de la República de Cuba en
armas.
Con el paso
del tiempo y el desarrollo de la cruenta guerra a muerte se incorporaron hijos de Venezuela a la lucha armada independentista cubana. En carta de Céspedes de fecha 10 de agosto de 1871 quedan manifiestas las
ideas cardinales de los cubanos ante
la solidaridad de Venezuela. Veamos
parte de su contenido:
« […] Venezuela, que abrió a la América Española el camino de
la independencia y la recorrió gloriosamente hasta cerrar su marcha en Ayacucho, es nuestra ilustre maestra de
libertad, el dechado de dignidad, heroísmo y perseverancia que tenemos
incesantemente a la vista los cubanos.
Bolívar es aún el astro esplendoroso que refleja sus sobrenaturales
resplandores en el horizonte de la libertad americana como iluminándonos la
áspera vía de la regeneración. Guiados
por su benéfico influjo, estamos seguros de que alcanzaremos felizmente el
término.
No es por tanto, sino muy natural que Venezuela considere como continuación de su épica lucha de independencia, la que ensangrienta los campos de Cuba, y que se despierten en las mentes de sus esforzados hijos recuerdos grandiosos de heroísmo, y en sus corazones sentimientos de exaltación generosa evocados por el propio despotismo que sus preclaros padres derrocaron. Movidos por tan preclaro resorte, ¿cómo extrañar que su ardor bélico y genial caballeresco les impulsen a ofrecer sus vidas a la causa de la independencia de esta infortunada colonia? Por lo demás, la República de Cuba considera como hijos propios a los hijos naturales de Venezuela y demás Repúblicas sudamericanas; y animada de la más profunda gratitud, no omitirá medios para elevar las manifestaciones de ésta a la altura de los esclarecidos merecimientos de los que han acreditado una vez más en los campos de la Isla, con su abnegación y desinterés, valor y demás virtudes militares que los adornan, que los venezolanos de hoy son dignos hijos de los héroes de Carabobo, Junín y Ayacucho y como tales saben abatir la soberbia y arrogancia castellanas».
En este siglo
XXI se pueden repetir hoy, con toda propiedad, las
palabras que dijera Martí sobre el
Libertador, el 28 de octubre de
1893:
“Así está Bolívar en el cielo de América, vigilante
y ceñudo… calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él
no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy: ¡porque Bolívar tiene que hacer en América todavía!”
En fin, este
ha sido el legado que sobre
política exterior nos ha hecho la Revolución
Cubana en su etapa forjadora de la
nación bajo la égida de sus más esclarecidos y representativos dirigentes: Carlos Manuel de Céspedes, José Martí y
Fidel Castro.
La Revolución
Cubana liderada por Fidel Castro ha sido heredera
consecuente de esta inconmensurable
herencia histórica. En las circunstancias
propias de la mitad del siglo XX,
emergió como un proceso nuevo, pero a la vez que indefectiblemente continuador
de las ideas y obras que aportaron los
procesos revolucionarios anteriores, y que, hasta esos momentos, no habían
encontrado su materialización. La misión
histórica de la Revolución de estos tiempos, fue convertir en realidad las ideas y sueños que constituían la razón
de ser de la Patria Cubana. Pero no
solo eso, sino profundizar esas ideas, dar mayor
trascendencia y alcance a la política dimanante
de su propio desarrollo hacia el interior
del país y hacía el mundo exterior.
Y así ha
marchado la Revolución Cubana:
abierta al mundo, con una vocación
extraordinaria de humanidad, que es ejemplo y símbolo del nuevo
tipo de sociedad que debe imperar
en el mundo en los tiempos futuros: una
sociedad cooperativa y solidaria en lo nacional y en lo internacional.
Universalizar
la cooperación entre los pueblos y naciones, sentando las bases más justas para las relaciones exteriores, será la
tarea, la lucha y la obra de la humanidad en el siglo XXI. Que el triunfo
sea finalmente el premio a la redención
del hombre de exterminios, miserias,
insalubridad, incultura, hambre, fanatismos, amenazas, muertes innecesarias y
guerras reales o inventadas.
Porque en el
siglo XXI, en un proceso difícil, pero ineluctable, debe llegar la paz entre los pueblos y naciones, y llegará también el
fruto de la cooperación, la generosidad,
la solidaridad y la inteligencia noble de los hombres. Porque ese día
llegue más temprano que tarde: ¡Brindemos!
y ¡Luchemos!
Largo y
difícil ha sido el camino, se pensará; pero así han sido siempre los
caminos que han salvado a los pueblos.
Es la hora de que la humanidad entera,
esta aldea global de nuestros tiempos,
se salve definitivamente de tantos apocalipsis
pronosticados a lo largo de su camino
ascendente hacia la felicidad y la verdad.
Finalmente
quedan omnipresentes estas ideas de Fidel, a su llegada al aeropuerto internacional «Simón Bolívar», Maiquetía, Caracas, el día
1ro. de febrero de 1999:
«Tengo muy presente, y lo he
tenido toda mi vida, que Bolívar fue
el hombre a quien más admiró José Martí.
Bolívar, Venezuela y su pueblo fueron siempre lo que más admiraron los cubanos. Bolívar, Venezuela, su pueblo
y sus hazañas inspiraron siempre mis sueños de revolucionario latinoamericano y cubano».
Wilkie Delgado Correa. Doctor en Ciencias Médicas. Doctor Honoris Causa.
Profesor titular, Consultante y Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas
de Santiago de Cuba. Premio al Mérito Científico por toda la obra de la
vida.
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