viernes, 14 de septiembre de 2012

Europeos: ¡Bienvenidos al Tercer Mundo!. España un país quebrado. En Europa agoniza lo poco que queda de Estado de Bienestar

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Tras la caída del Muro de Berlín (1989) y la disolución de la Unión Soviética (1991), el capitalismo impuso la falaz idea que, eliminado el oso comunista, se podría efectuar, sin enemigos a la vista, la integración del mercado europeo y que, además, esto iba a extender el Estado de Bienestar en todos los países que se integraran a la Unión, incluyendo a aquellos que formaban parte del Pacto de Varsovia y de la órbita de influencia de la antigua URSS. En la perspectiva actual, queda claro que eso fue un embuste, el cual fue asumido en Europa hasta por los trabajadores, los sindicatos y lo poco que quedaba de izquierda, la cual en su gran mayoría abjuró de cualquier proyecto anticapitalista para abrazar sin condiciones y sin rubor el capitalismo realmente existente, cuyo crecimiento se ha basado, como siempre en la explotación de los seres humanos en las viejas y nuevas periferias. Lo terrible del caso es que la efímera prosperidad de la Unión Europea de derroche y opulencia, que no ha durado ni 20 años pese a que se prometía que iba a ser eterna, se sustenta en la explotación de los trabajadores del mundo periférico, empezando por los de China, y en el saqueo de los bienes comunes (recursos naturales, minerales, biodiversidad) del sur y del este del planeta. El confort que disfruta una parte cada vez más reducida de la población europea es posible por el despojo a que es sometida otra parte del mundo, pero eso también se ha agotado y ahora la explotación intensiva de los seres humanos regresa a casa, es decir, a Europa misma.
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Europa. ¿Será realmente el final del Estado de bienestar? Y ver parte de las consecuencias dramáticas que hoy se presentan en el desempleo masivo, la destrucción de los derechos sociales y la liquidación de las instituciones de la Democracia.

Europeos: ¡Bienvenidos al Tercer Mundo!. España un país quebrado.
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En Europa agoniza lo poco que queda de Estado de Bienestar y desaparece la pretensión socialdemócrata del capitalismo con “rostro humano”
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Renán Vega Centeno.

Rebelíon jueves 13 de septiembre de 2012.

La crisis de la Unión Europea es de tal magnitud que puede llegar a poner fin a este experimento de integración neoliberal y capitalista y arrastrar consigo al euro, su símbolo monetario emblemático. La celebración de los juegos olímpicos, con todo lo que supone de derroche, opulencia y culto al consumismo y la mercantilización del cuerpo, ha posibilitado desviar la atención, por dos breves semanas, de la crisis europea, pero no ha podido detenerla, como es apenas obvio. Por lo general, esta crisis suele ser analizada desde el ámbito financiero, pero poco se recalcan en sus efectos sociales y la situación de los trabajadores.

1. Ciclos neoliberales.

Un término adecuado para analizar la crisis actual es el de ciclos neoliberales. Tal denominación apunta a que, desde su aplicación inicial en Chile en 1973 hasta la actualidad, se han impuesto las políticas neoliberales de ajuste estructural en todo el mundo de manera sucesiva, desde América Latina, pasando por África, Europa Oriental, parte de Asia, hasta llegar ahora al propio corazón de Europa. Lo que hoy acontece en el viejo continente puede interpretarse como el último ciclo neoliberal, en donde se está aplicando a rajatabla el ajuste y se implementa el capitalismo del desastre que el resto del mundo ha experimentado en los últimos 30 años.

Esto en sí mismo no tiene nada de sorprendente, porque el neoliberalismo se ha convertido en la lógica dominante en el capitalismo contemporáneo. Lo sorprendente estriba en que la mayor parte de los europeos, incluyendo a los sindicatos, los partidos de una izquierda cada vez más light, la socialdemocracia y los intelectuales hayan creído que Europa era una fortaleza de bienestar, inexpugnable al capitalismo salvaje de nuestros días, y que podía seguir manteniendo, en medio de las políticas neoliberales, los logros sociales de la época del Estado Social. Esto se ha mostrado como una vana ilusión, que se derrumba de manera estrepitosa, recordándonos que “todo lo sólido se desvanece en el aire”, la célebre máxima del Manifiesto Comunista.

Tras la caída del Muro de Berlín (1989) y la disolución de la Unión Soviética (1991), el capitalismo impuso la falaz idea que, eliminado el oso comunista, se podría efectuar, sin enemigos a la vista, la integración del mercado europeo y que, además, esto iba a extender el Estado de Bienestar en todos los países que se integraran a la Unión, incluyendo a aquellos que formaban parte del Pacto de Varsovia y de la órbita de influencia de la antigua URSS. En la perspectiva actual, queda claro que eso fue un embuste, el cual fue asumido en Europa hasta por los trabajadores, los sindicatos y lo poco que quedaba de izquierda, la cual en su gran mayoría abjuró de cualquier proyecto anticapitalista para abrazar sin condiciones y sin rubor el capitalismo realmente existente, cuyo crecimiento se ha basado, como siempre en la explotación de los seres humanos en las viejas y nuevas periferias.

Lo terrible del caso es que la efímera prosperidad de la Unión Europea de derroche y opulencia, que no ha durado ni 20 años pese a que se prometía que iba a ser eterna, se sustenta en la explotación de los trabajadores del mundo periférico, empezando por los de China, y en el saqueo de los bienes comunes (recursos naturales, minerales, biodiversidad) del sur y del este del planeta. El confort que disfruta una parte cada vez más reducida de la población europea es posible por el despojo a que es sometida otra parte del mundo, pero eso también se ha agotado y ahora la explotación intensiva de los seres humanos regresa a casa, es decir, a Europa misma. 

2. Explotación intensiva de trabajadores europeos.

Va quedando claro que el objetivo final de la Unión Europea desde un principio consistió en adormecer a los trabajadores con el consumo ostentoso y la mercantilización generalizada, para implantar a vasta escala la flexibilización laboral. En otras palabras, lo que se buscaba era imponer las condiciones de trabajo que caracterizan al capitalismo maquilero, en donde no existen límites, ni sociales ni políticos, para la super-explotación de los trabajadores. Por supuesto, esto no se ha impuesto de un día para otro, ni ha sido simétrico en todos los territorios que hoy forman parte de la Unión Europea, porque en algunos de ellos, sobre todo los de Europa oriental, eso se dio después de 1989. En otros países, como Francia e Italia, se ha ido abonando el terreno en la dirección de abaratar costos laborales, mediante la eliminación progresiva de conquistas sociales relacionadas con salarios, seguridad social y pensiones.

Lo que está sucediendo ahora es de otra magnitud, porque la crisis capitalista ha creado las condiciones para imponer de una vez por todas, a lo latinoamericano, el ajuste estructural, con el fin de “normalizar” a Europa, por lo que debe entenderse la imposición antidemocrática y brutal de la flexibilización laboral y todo lo que la acompaña en términos de privatización y mercantilización. No otra cosa es lo que está pasando en Grecia, España, Italia, Irlanda y viene camino en Francia y en otros países. Porque, además de todo, la crisis del capitalismo y del sector financiero, la están pagando los trabajadores, que así están perdiendo también lo poco que quedaba del añorado Estado de Bienestar, donde éste había existido alguna vez.

Eso se muestra con la reducción de la clase media, el aumento del desempleo –que alcanza en España la “envidiable” cifra del 24 por ciento-, la precarización laboral, el aumento de los suicidios, el incremento de la edad de jubilación, la reducción de la seguridad social, la mercantilización de la educación, vía Plan Bologna, la persecución de los inmigrantes y la salida masiva de jóvenes, que forman parte de un nuevo tipo de expatriados del mundo actual, que podemos empezar a denominar como nordacas.

En términos laborales y sociales, en Europa está agonizando lo poco que quedaba de Estado de Bienestar y se ha hecho añicos la pretensión socialdemócrata de que era posible, luego de la desaparición de la URSS, construir un capitalismo con “rostro humano”. La verdadera cara del capitalismo, con su cortejo de miseria, injusticia y desigualdad que se sustenta en la explotación intensiva de los trabajadores, ha regresado en forma brutal a Europa. Por ello, puede sugerirse que en los aeropuertos de Paris, Frankfort, Roma, Londres y otras ciudades de la “civilizada” Europa, en lugar de los carteles publicitarios en los que se alaban las virtudes mágicas de su cultura y su moneda común, el euro, ahora se coloque un aviso más realista en el que se diga: “Europeos, bienvenidos al Tercer Mundo”.



El Presidente de España, el sr. Mariano Rajoy, hoy es parte, de ser el responsable directo de haber QUEBRADO a  ESPAÑA con la aplicación destructiva de sus políticas salvajes de austeridad.

ESPAÑA UN PAÍS QUEBRADO.
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Efraín Rúa. Diario La Primera jueves 13 de septiembre del 2012.

El Estado de Bienestar se quiebra en España para salvar el sistema financiero y a los banqueros que provocaron una crisis cuyas consecuencias aún son imprevisibles. El gobierno conservador presidido por Rajoy, que incumple todas sus promesas de campaña, justificó el paquetazo así: “Los españoles no podemos elegir si hacemos o no sacrificios. No tenemos esa libertad”. La decisión del gobierno de Mariano Rajoy de aplicar el ajuste más brutal de la historia republicana es la prueba de que el Estado español pasó a ser una administración sujeta a los dictados de la troika europea y de la banca internacional. Y la demostración de que es fácil olvidar las promesas de la campaña electoral para hundir al país.

“Yo no soy como usted… Le subió el IVA (Impuesto al Valor Agregado) a la gente y no lo llevaba en su programa… Yo lo que no llevo en mi programa, no lo hago”, dijo Rajoy durante su campaña electoral al polemizar con su rival, el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba. Una promesa que tardó un año en enterrar. El pasado miércoles, el gobierno anunció un ajuste presupuestario de 65.000 millones de euros para los próximos dos años, con el fin de alcanzar las metas de reducción del déficit público impuestas por el FMI, el Banco Central Europeo y la Unión Europea.

ENTREGUISMO.

En su intervención ante el Congreso de los Diputados, Rajoy, el hombre que había asegurado que el plan de rescate de la troika no incluía ningún tipo de condicionalidad, se dedicó a repetir las medidas dictadas por los organismos internacionales. “… Dije que bajaría los impuestos y los estoy subiendo. No he cambiado de criterio pero han cambiado las circunstancias y tengo que adaptarme a ellas”, comentó.

Pero lo más grave vino a continuación: “Los españoles no podemos elegir si hacemos o no sacrificios. No tenemos esa libertad”, anotó. Eso llevó al diario El País a editorializar: “Unas frases así un gobernante solo debería pronunciarlas un minuto de antes de presentar su dimisión. Si no es capaz de hacerse responsable de las políticas que dicta, un jefe de gobierno no debe continuar”.

Todos los analistas coinciden en que el ajuste responde a las exigencias de la troika y el gobierno alemán, tras las concesiones otorgadas la semana pasada al sistema financiero por 100.000 millones de euros. “Es una demostración clara de la condicionalidad macroeconómica que hemos tenido que aceptar”, dijo Santiago Sánchez Guíu, economista de la Universidad Carlos III.

Las restricciones que se imponen al Estado español en la toma de decisiones, se advierten en los compromisos que establecen una revisión trimestral por parte de la Comisión Europea, el BCE y el FMI, los que serán consultados cuando se planteen decisiones que comprometan a las empresas financieras.

Entre los ajustes anunciados se encuentran gran parte de las medidas exigidas por la Unión Europea, como el alza del IVA, la eliminación de la desgravación a la compra de viviendas, la reducción del fondo de Desempleo, la eliminación de beneficios laborales de los empleados públicos como la gratificación de Navidad, la liberalización y privatización de los servicios y la rebaja de las cotizaciones sociales.


Los españoles exigen que el peso de la crisis caiga sobre espaldas de los responsables. Banqueros y políticos.
DIVISIÓN.

Tras el anuncio, las reacciones fueron comprensibles: la Comisión Europea saludó el paquete, mientras que el principal sindicato de empleados públicos llamó a actos de protesta. Al mismo tiempo, las dos mayores centrales sindicales anunciaron movilizaciones contra los recortes.

Rajoy culpó de los “sacrificios” a la gravedad de la situación, atravesada por una dura recesión tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, a la herencia recibida del gobierno socialista y a las exigencias de los socios europeos. “Los excesos del pasado se pagan en el momento presente”, dijo en su discurso, que se vio interrumpido por los abucheos de la oposición y los aplausos de sus correligionarios. “Duele que los ingresos se reduzcan y que los impuestos suban, pero hemos de hacerlo porque gracias a estos sacrificios individuales podremos salvar lo que compartimos”, anotó.

Pero no dijo una palabra sobre los responsables de la crisis: los especuladores de la banca que generaron la crisis financiera con crédito barato que luego creció como una burbuja, en beneficio de los acreedores alemanes o franceses, que son los mayores beneficiarios de los planes de rescate. España es hoy un país con una deuda, según datos del Banco de España, superior al 400% del PIB, de la cual un 325% es deuda del sector privado (familias, empresas financieras y empresas no financieras). Un país quebrado que marcha hacia el abismo.

ZONA EURO.

Con el paquete, Rajoy busca permanecer como socio del euro, sin importarle el costo que significa para sus compatriotas asumir las decisiones políticas que convierten en permanente la recesión económica y en precarias las condiciones de existencia.

Con esa receta, al presidente español no le quedó otro camino que desmentir todas sus promesas de campaña. “Un presidente que se enmienda a sí mismo solo se puede aferrar a una cuestión: el dramatismo del momento. Y eso es lo que ha hecho Rajoy, pedir a los españoles un esfuerzo enorme, que confíen en el gobierno, y sobre todo les ha dicho que no hay ninguna otra opción, aunque los dirigentes de la oposición han empezado a desgranar esas opciones, entre ellas las de subir los impuestos a los más ricos”, afirman analistas como Rafael Poch.

A cambio del ajuste, el gobierno logró algunas promesas de sus socios europeos. Así, Bruselas amplió hasta 2014, el plazo para que España reduzca a menos del 3 por ciento su déficit público, con unos objetivos que se sitúan ahora en el 6,3 por ciento para 2012 (antes era el 5,3 por ciento), 4,5 por ciento en 2013 (3 por ciento) y 2,8 por ciento en 2014.

Es tan evidente el programa que los analistas advirtieron sobre los peligros que trae aplicar mayores impuestos al consumo en un clima de fuerte recesión económica, con una tasa de Desempleo que se acerca al 25 por ciento. “La subida del IVA se va a traducir en una reducción del consumo, pero no está claro que vaya a incrementar los ingresos. Hay una proporción lineal entre el tipo del IVA y el fraude”, dijo Sánchez Guíu.

El recorte de la gratificación significa además un duro golpe a la economía de los empleados. Según fuentes sindicales, la paga de Navidad supone entre un 3,5 por ciento y un 7 por ciento del salario anual de los empleados públicos. Vamos a perder 900 euros, comentaban los trabajadores afectados.



Ángela Merkel. Canciller de Alemania, responsable directa del fracaso de sus políticas de austeridad impuestas a través de la Troika.

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MERKEL.

Lo contradictorio es que el programa recesivo que se aplica en Grecia y España no es el que aplicó en 2005, la hoy canciller alemana Ángela Merkel, que decidió frenar las reformas para que los recortes no se hicieran insoportables para la gente. Y además se opuso al compromiso europeo de mantener el déficit por debajo del 3%.

Lo mismo hizo en 2009, cuando Alemania entró en recesión, aplicando políticas de estimulo de la economía: invirtiendo dinero en la jornada a tiempo parcial, subvencionando al sector automotriz y negándose a reducir el presupuesto de Educación. Todo lo contrario de lo que Merkel propone ahora al resto de Europa.

En esas condiciones, lo que se ve cada vez más claro es que la deuda española al capital financiero resulta impagable, por diversas razones, fundamentalmente, por razones prácticas. Hasta el propio FMI, en su último informe bianual sobre “Perspectivas de la Economía mundial”, plantea reducir la deuda privada, asegura el economista Alberto Montero.

En los últimos días, miles de españoles se movilizaron por las calles de las principales ciudades clamando porque el costo de la crisis recaiga sobre los responsables. “Rajoy te quiero, Rajoy, te adoro, y tengo tu foto en el inodoro” o “el Gobierno da nuestro dinero a los banqueros” fueron algunos de los lemas que coreaban los manifestantes.

Las protestas masivas dejaron en claro que la economía europea, aquella que intentó ser construida de acuerdo a los dictados de los mercados está en crisis. Ahora queda el camino de construir una Europa de acuerdo a los intereses de los ciudadanos. Eso sería lo justo y democrático.

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1 comentario:

Unknown dijo...

Me da mucho gusto lo que ocurre en Españistán. Bien merecido se lo tienen. Húndanse, moros.