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PERU. LA COYUNTURA POLÍTICA. CRISIS DE
CRISIS ES POSIBLE UNA ALTERNATIVA DEMOCRATICA PARA SALIR DE LA CRISIS ACTUAL,
QUE TIENE CARACTERISTICAS ESTRUCTURALES Y COYUNTURALES. RACISMO MISERIA, HAMBRE,
CORRUPCIÓN, INFORMALIDAD, VIOLENCIA. sumado a ello “golpe de estado”, nuevos Actores Sociales. ¿Serán los Campesinos y las Poblaciones de los Pueblos Originarios” represión, muerte y una ultra
derecha que aplaude y goza de la respuesta del neofujimorismo
que gobierna, Racista
de Desprecio Insulto Represión y Marginación de quienes en las calles piden y exigen Democracia.
En la coyuntura actual si es posible
ampliando la UNIDAD de
los Campesinos y Pueblos Originarios hacer posible una salida Democrática con
la RENUNCIA de la Sra. presidenta DINA BOLUARTE y el CIERRE DEL CONGRESO – lleno absoluto de inmensa Corrupción
e incapacidad para fortalecer el sistema democrático, donde muy por el
contrario es el Congreso sin LEGITIMIDAD
y con un
cuestionamiento de más del 90%,
de la Ciudadanía, Convocar
para el presente año,
ELECCIONES ADELANTADAS para
Presidencia y Congreso. Pero los Congresistas están al margen de la Historia y
poco les interesa los problemas nacionales y que millones de niños NO tenga
derecho a la EDUCACIÓN, millones de peruanos no tienen el
Derecho a la SALUD y millones hoy sufran HAMBRE. Pero sí destruyen la EDUCACIÓN Universitaria, fomentan mayor INFORMALIDAD
en el Transporte, gastan millones en su propio Beneficio y amparan a Corporaciones
al NO pago de Impuestos y Multas. Enemigos de una
REFORMA TRIBUTARIA y rechazaron por completo, la
aceptación del PERÚ como ´parte del ACUERDO DE ESCAZU, que nos permite información, participación sobre
la Defensa y protección de la Madre Naturaleza. Hay más.
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CECILIA
MÉNDEZ: “NO ESTAMOS ACOSTUMBRADOS A VER A LOS CAMPESINOS COMO ACTORES
POLÍTICOS”.
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Entrevista de Enrique Patriau.
Diario La República lunes 13 de marzo
del 2023.
La
historiadora Cecilia Méndez es una de las más
sugerentes observadoras de la actualidad peruana. En esta entrevista analiza las movilizaciones
contra el Gobierno y critica algunas lecturas que se han hecho sobre ellas.
Discute, sobre todo, el papel que se le
asigna al denominado centro político.
— Leí su muy interesante columna “Cuando hacer política
es delito” y el añadido que escribió en su cuenta de Facebook.
¿Cuestiona usted al centro político?
— No, por qué tendría que cuestionar a los centristas. A quienes se les está cuestionando su derecho de manifestarse
políticamente son a quienes, independientemente de su filiación ideológica,
están expresando sus derechos y pidiendo que se les respete su
humanidad. Vuelvo sobre el centro luego,
pero quiero referirme al drama devastador que estamos viviendo, que es la
indiferencia de un sector de la
población no mayoritario, creo, frente a las personas asesinadas, a los deudos, que tienen un perfil social y
lingüístico muy específico…
— ¿Que es muy diferente a Lima?
— No son limeños. De hecho, la represión a las protestas en Lima se recrudeció cuando llegaron a protestar. Los que se están movilizando de la manera más sostenida y más organizada en estos meses son campesinos, comunidades estigmatizadas cuando tratan de expresar una posición política o su visión del país. Sobre el centro, creo que hay que reflexionar sobre ciertas definiciones a partir de la coyuntura. El centro me parece que se entiende como una posición política cuando existen una izquierda, por un lado, y una derecha del otro.
— Como una posición política que intenta aglutinar un poco de ambos
lados.
— Pero la izquierda se ha diluido, ha sido
deglutida por la derecha, como lo puso en mejores términos el economista Óscar Ugarteche en una conversación que tuvimos en el
programa Plaza Boyka, en el que participó. Ugarteche recordaba cómo
la izquierda partidaria que llevó a Pedro Castillo al poder votó con el fujimorismo. Si tenemos este Tribunal Constitucional es porque la
izquierda de Perú Libre votó por eso. Es muy equivocado definir de izquierda al movimiento que vemos en
las calles. Si tuviéramos a una
izquierda radical movilizándose frente a la derecha radical en el Gobierno,
entonces podríamos hablar de un centro. Lo
que creo es que los que defienden una posición de centro no defienden una
posición política.
— Sostiene que defienden una posición de clase.
— Es una posición de clase. Yo he hablado de Gustavo Gorriti, lo respeto muchísimo. Uso sus textos
en mis clases, cómo no agradecer sus reportajes importantísimos para la democracia.
Pero, precisamente, por eso llama la
atención que él vea a las manifestaciones
como violentas, como no democráticas, con una cierta nostalgia por el movimiento que sacó a
Alberto Fujimori. Incluso lo dijo en
una entrevista que tú le hiciste…
— La
recuerdo. Aunque no dijo que eran completamente antidemocráticas, sino que
había demandas de un sector que no necesariamente podía considerarse como democrático. Ese fue el espíritu de su
declaración.
— También lo dijo en el programa de Glatzer Tuesta, habló de la violencia…
— Bueno, violencia ha habido. Eso sí podemos…
— Violencia ha habido, por supuesto, pero no es lo
prioritario y no es lo que está sosteniendo las movilizaciones. Lo que las sostiene es la organización campesina. No estamos acostumbrados a ver a los
campesinos como actores políticos, de igual a igual. Yo estoy de acuerdo
con algo: si estas movilizaciones no son apoyadas por estos sectores que se
consideran de centro, van a fracasar. Eso no quiere decir que la salida
la tiene que dar un líder prestigioso de centro, que eso sí fue lo que
dijo Gorriti en tu entrevista. Eso
sí lo discuto, porque creo que, hablando
en términos generales, hay una falta
de tolerancia con la incertidumbre que se vive,
que puede ser leída como una posibilidad.
— ¿Pero por qué razón un líder de centro -más allá de cómo
definamos “centro” usted o yo- no podría ser una salida en estos momentos?
— Por supuesto que podría
ser una opción. Si la gente vota por él y si las movilizaciones quieren
tener un líder de cualquier característica, con
tal de ser democrático, yo lo apoyaría cien por
ciento.
— ¿Entonces?
— Lo que digo es que cuando se señala que no hay líderes, que la salida
la tiene que poner una persona prestigiosa de
centro, ahí es que reacciono. Porque ¿Quién le da el prestigio a un
líder?
— ¿La gente?
— ¿Pero qué gente? Justamente vamos a eso. Mario Vargas Llosa puede ser prestigioso para alguna gente y no será prestigioso para las comunidades de Puno porque está avalando a un Gobierno que las masacra. Voy al hecho de que el prestigio social no es algo unánime. Es algo que una cierta clase social, una élite, ha monopolizado, independientemente de su orientación ideológica-política. Creo que falta un poco de humildad en ver que un líder campesino también puede ser un líder político. Claro, la experiencia de Pedro Castillo obra en contra de todo este discurso, pero Castillo no es los comuneros de Puno. El Perú es un país muy diverso y no podemos estigmatizar a los campesinos por el simple hecho de estar pidiendo democracia. Volvamos al tema principal, Enrique, que es lo que me interesa resaltar: el origen de este movimiento.
— De acuerdo.
— El origen de este movimiento y la madre de todos los reclamos
es que desde un comienzo a estas personas no se les quiso reconocer su voto. Los que protestan, ¿por qué reaccionan
de una manera tan apasionada? Porque desde un
comienzo, y esto no nace con el gobierno de Boluarte,
se les quiso negar, anular su voto. Se formó
incluso una comisión en el Congreso. Y ellos lo
dicen: el presidente que ellos habían elegido puede tener todos los defectos
del mundo, pero ganó legítimamente. Al no
reconocerlo están haciendo algo profundamente antidemocrático.
Entonces, ¿cómo se puede hablar de un movimiento que
pide que respeten su voto como uno no democrático? Ese es el principal motor de
la movilización.
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