lunes, 20 de marzo de 2023

¿DEMOCRACIA, DICTADURA O QUÉ HAY EN PERÚ? PERÚ: LA PRESIDENCIA DE DINA BOLUARTE CUMPLE CIEN DÍAS. Una gestión marcada por la represión racista, la restauración conservadora y la persecución política.

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Amigos y Amigas, 2 artículos, como ve la Prensa Internacional al gobierno de Boluarte al cumplirse 100 días como presidenta de la República, cuyo origen - es Constitucional – hoy es un gobierno que ha perdido la Legitimidad, por su carácter represivo, autoritario, ultra conservador, racista y responsable directo de “crímenes de lesa humanidad” contra las poblaciones de las comunidades originarias. Mejor su Lectura.

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¿DEMOCRACIA, DICTADURA O QUÉ HAY EN PERÚ?

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Por Eugenio Raúl Zaffaroni y Guido Leonardo Croxatto.

Página /12 lunes 20 de marzo del 2023.

 

Un presidente campesino, líder de los docentes peruanos (el “Profe”), apoyado por las rondas campesinas, que estuvieron cuarenta y cinco días en Lima exigiendo que sus votos fueran respetados (la “Keiko” Fujimori quería anularlos), fue destituido sin ser escuchado y sin respetar el propio reglamento del Congreso. Su vacancia es ilegítima procesalmente, y el régimen asesinó a más de sesenta personas que pedían restitución del primer presidente rural de la historia del país. Esta doble criminalidad no puede negar la impronta racista que reitera que el lugar de campesinos pobres es la Sierra y no Lima: “Puno no es el Perú” advirtió la señora Boluarte.

No es posible disimular más que se trata de un nuevo y perverso capítulo de la persecución contra líderes populares (Correa, Lula, Evo, Cristina, Petro, Dilma, Zelaya, Lugo). En el caso peruano el motor son las concesiones-leyes de la época de Fujimori que vencen este año, aunque sus “leyes antiterroristas”, contrarias a cualquier convención de DDHH y después de más de tres décadas del cese de la violencia en el país, se aplican ahora a quienes protestan. Pedro Castillo en verdad está preso porque manifestó que no los renovaría. Ese fue su principal pecado.

Quienes creemos que la democracia no es del todo buena, pero no conocemos algo mejor, nos alarmamos por su destino en nuestra América. Oligopolios de medios crean realidades únicas, igual que el “Völkisches Beobachter” o el “Pravda”; un demagogo inaugura un campo de concentración; un demente expulsa ciudadanos; jueces criminalizan a líderes populares y garantizan impunidad a los criminales financieros que hipotecan países y regalan riquezas naturales; se destituyen presidentes en golpes de estado blandos y no tan blandos. Ya no se trata de métodos sutiles, sino de un brutal regreso a los de tiempos que creíamos superados.

Los medios emboban con el escándalo del momento; si no existe lo inventan. Al mismo tiempo, hechos gravísimos se omiten en sus realidades virtuales; como no se los informa, creemos que no pasa nada, aunque todo siga pasando.



Perú dejó de ser noticia en los medios hegemónicos, una señora que asumió la presidencia traicionando a su compañero de fórmula, sin partido ni bloque parlamentario, legitimó más de sesenta muertes y dice que los muertos son “terroristas”, explotando el amargo recuerdo que su pueblo guarda de esa palabra. ¿Ahora hay niños y mujeres terroristas? ¿Hay terroristas sin armas? ¿Los estudiantes hacen terrorismo sin salir de la Universidad? ¿Cree que ejerce poder, con su banda y su atuendo pulcro, rodeada de militares y policías? ¿No se da cuenta que es un juguete del poder? ¿Ignora que vencen las concesiones de Fujimori? ¿Nadie le advirtió que Roma no paga traidores?

Ante la ilícita prisión de Castillo, víctima del ancestral racismo, hay jueces que afirman que eso es irrelevante porque, de todos modos, no tenía argumento de defensa. Está preso acusado de rebelión armada, cuando sabía que no contaba con el apoyo de un solo militar ni de un solo policía. Y los jueces afirman que igualmente incurrió en rebelión armada porque “en otras circunstancias eso hubiese sido muy peligroso”. No hay conducta que en otras circunstancias no sea peligrosa. Ni siquiera se esmeraron en inventar argucias jurídicas igualmente inválidas, pero por lo menos un poco más sofisticadas. 

¿Y nos piden que respondamos jurídicamente? ¿Pero cómo se puede argumentar jurídicamente frente a quien dice “lo hago porque se me da la gana”? En Perú lo confiesan los jueces que mantienen preso a Castillo; en Ecuador el canciller ofendido después de negar por dos años el salvoconducto de salida a un ciudadano argentino menor de edad y a una exministra condenada por jueces interinos puestos por el traidor que hoy está en arresto por coimero; en nuestro país un tribunal emite dos kilogramos de sentencia condenatoria sin pruebas y dispone el pedido de sanciones a los defensores por sus alegatos. ¿Qué argumentos jurídicos cabe frente a estas bravuconadas?




Nos han sacado del derecho, estamos en el espacio de lo a-jurídico, del caos sin derecho. Aunque el derecho también es política, hay tareas que son de “política pura”. Y salir de lo “a-jurídico” para volver a lo jurídico no es tarea jurídica, sino política pura. Debemos impulsarla, pero la harán los pueblos, a medida que tomen conciencia de que son estafados. Resistirán y lucharán por la democracia y por el derecho y no caerán en la trampa que le tienden los agentes coloniales incitándolos a la violencia, pues ya saben quiénes aportan los muertos.

Los más de sesenta muertos en Perú son del sur, de Puno, Ayacucho, Cusco, parece que sus vidas valieran menos que si fuesen de Miraflores o San Isidro –nuestra Recoleta-, y los ministros de Boluarte balbucean “conspiraciones”, cuando los “conspiradores” son ellos, que están ejerciendo un poder usurpado sin respetar el reglamento del Congreso.

¡Paradojas del destino! Antes, el discurso de orden era de los reaccionarios, pero ahora debemos esgrimirlo nosotros para ayudar en el difícil trance de superar el caos creado por los personeros de los intereses financieros tardo-coloniales. La difícil empresa que tenemos por delante es la reconstrucción de las instituciones, de la democracia, de la juridicidad. Se decía que donde el caballo de Atila ponía sus herraduras, ni el pasto volvía a crecer. ¡Pero donde estos ponen sus finos calzados, lo que desaparece es el verdor de los dólares! 

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PERÚ: LA PRESIDENCIA DE DINA BOLUARTE CUMPLE CIEN DÍAS.

Una gestión marcada por la represión racista, la restauración conservadora y la persecución política

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Controlada por un congreso de mayoría derechista y ultraderechista, traicionó a la fuerza política que la llevó al gobierno.

Por Carlos Noriega.

Desde Lima.

Página /12 lunes 20 de marzo del2023.

 

Desde Lima 

Se han cumplido cien días del proceso de restauración conservadora y autoritaria con el gobierno de Dina Boluarte. Una restauración derechista que se sostiene en una brutal represión y la persecución judicial contra dirigentes sociales y manifestantes antigubernamentales. El trágico balance de los cien días de Boluarte es de 66 muertos, 48 de ellos por disparos de la policía y del ejército durante las protestas exigiendo la salida de la presidenta y del Congreso y el adelanto de las elecciones programadas para 2026. La gran mayoría de muertos son pobladores de las comunidades indígenas andinas. Estos crímenes están impunes. La derecha parlamentaria y la prensa hegemónica alientan la represión, y junto con el gobierno criminalizan las protestas y aplauden a las fuerzas de seguridad acusadas de disparar contra manifestantes.

Boluarte reemplazó el 7 de diciembre a Pedro Castillo, luego que éste fuera destituido y encarcelado tras su fallido intento de cerrar el Congreso. Abogada de 60 años y exfuncionaria de nivel medio del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil, Boluarte era una desconocida en la política hasta que llegó a la vicepresidencia con los votos que convirtieron a Pedro Castillo en presidente. Lo primero que hizo al asumir el poder fue traicionar los principios políticos y las promesas que levantó en la campaña al aliarse con la derecha y la ultraderecha que habían complotado para derrocar al gobierno al que ella perteneció. Protestas, represión y muerte han sido el precio de esa traición.



La mutación 

“Es impresionante la mutación, el cambio, que ha sufrido Boluarte”, le declaró a Página/ 12 el historiador, antropólogo y analista político Carlos Monge. “Apenas Castillo fue destituido por su absurdo golpe de Estado fracasado, Boluarte mutó, fue como un cambio genético, un cambio de especie, y pasó a establecer una sólida alianza con los mismos sectores políticos que la habían acusado de todo tipo de cosas cuando era parte del gobierno de CastilloDe aliada muy íntima de un proyecto de izquierda radical, al menos en el verbo, aunque no en la acción, ha pasado a ser la cabeza de un gobierno autoritario de derecha. La razón fundamental de ese cambio es la ambición”.

Las protestas estallaron luego de la caída de Castillo en el sur andino -donde él tenía su mayor respaldo- y en las primeras dos semanas del gobierno de Boluarte la represión causó 22 muertos. Después de una breve tregua por las fiestas de fin de año, el 9 de enero 18 manifestantes fueron muertos a balazos en Juliaca, ciudad de la altiplánica región de Puno, epicentro de las mayores protestas. La represión alimentó la indignación popular. Las protestas y bloqueos de vías aumentaron, y la represión siguió sumando muertos, heridos y detenidos. Pobladores de las regiones andinas se movilizaron llevar la protesta a Lima. Por participar en las movilizaciones sociales, dirigentes y manifestantes han sido detenidos y denunciados arbitrariamente por terrorismo y organización criminal. Un policía murió quemado y seis soldados se ahogaron en un río cuando dejaban una zona de Puno tras ser expulsados por los campesinos. Once civiles han fallecido por no llegar a tiempo a un centro de salud y por accidentes que las autoridades atribuyen a los bloqueos de vías.

Repliegue temporal

Las protestas, golpeadas por la represión y con signos de agotamiento después de más de tres meses de movilizaciones, han disminuido, pero no han cedido. La sensación es la de un repliegue temporal. En Puno se mantiene una huelga indefinida. El rechazo al Gobierno y al Congreso crecen. De acuerdo a una reciente encuesta de CPI, la desaprobación a la gestión de Boluarte es de 76,1% (89,5% en el sur y centro andinoy su aprobación de 20,1%. El Congreso derechista que la respalda tiene un rechazo de 90,2% y un respaldo de apenas 6,5%. Un 80,2% está a favor del adelanto de elecciones para este año, algo que el Congreso ha bloqueado.



El Coordinador Nacional de Derechos Humanos ha calificado las acciones represivas como “crímenes de lesa humanidad”. Una misión argentina de derechos humanos que viajó a Perú se ha pronunciado en el mismo sentido. Amnistía Internacional ha señalado que las acciones de las fuerzas de seguridad implican “delitos contra el derecho internacional” y ha denunciado que la represión tiene un sesgo racista contra la población indígena andina. Ocho relatores han firmado un documento del Alto Comisionado sobre Derechos Humanos de las Naciones Unidas denunciando “el uso excesivo de la fuerza” y se demandando “investigaciones exhaustivas, rápidas, eficaces, imparciales e independientes”.

Genocidio

La Fiscalía de la Nación ha abierto una investigación por genocidio contra Boluarte y algunos de sus ministros, pero hay poca confianza en la real voluntad de investigar de la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, cuestionada por corrupción y respaldada por la derecha. Benavides ha debilitado las fiscalías de derechos humanos y fortalecido las de terrorismo para procesar a dirigentes y manifestantes. Las investigaciones fiscales a policías y militares avanzan lentamente, sin resultados hasta ahora.

A pesar de las evidencias -autopsias, videos, testimonios- de que las fuerzas de seguridad han disparado con fusiles contra la población, el gobierno insiste que no ha ordenado el uso de armas letales. Boluarte y sus ministros respaldan a las fuerzas de seguridad acusadas de disparar contra la población. La presidenta lanzó la absurda acusación de que los manifestantes se habían disparado y matado entre ellos. El gobierno ha calificado las acciones policiales durante la represión como “inmaculadas” y ha dicho que los policías acusados de excesos represivos son “héroes” y los ha premiado con un bono económico.

El sociólogo y analista político Alberto Adrianzén le señaló a este diario que el origen del gobierno de Boluarte fue legal, pero precisó que

“ya no tiene legitimidad por el alto nivel de rechazo que concita. “Este es un gobierno represivo de derecha que está legalizando la toma que está haciendo la derecha de instituciones fundamentales de la democracia, como los organismos electorales o el Tribunal Constitucional (TC). Boluarte es parte de un plan de la derecha para copar las instituciones para asegurarse ganar las próximas elecciones. Ella gobierna lo que puede gobernar, pero las medidas sustantivas las está tomando el Congreso que controla la derecha”. Adrianzén propone que los legisladores de izquierda abandonen el Congreso de mayoría derechista para no avalar, legitimar y legalizar con su presencia los atropellos que se hacen en el Congreso contra la democracia”.

Monge a su vez califica al gobierno de Boluarte como “autoritario” “ultraconservador”, “mafioso en su relación con las economías ilegales” y “racista” por sus ataques contra las poblaciones quechuas y aymaras. Señala que el gobierno se sostiene

“en el aparato militar y élites políticas y empresariales minoritarias que lo único que quieren es preservar sus privilegios”. Advierte que “se está transitando de un gobierno autoritario hacia un régimen autoritario, que es algo mucho más grave”. Coincide con Adrianzén en que hay un plan en marcha de la derecha para capturar los organismos electorales y otras instituciones con un conjunto de reformas, para asegurar que alguien de izquierda, progresista, no gobierne el país. “El TC ultraconservador acaba de ungir al Congreso de poderes casi absolutos, generando un régimen de dictadura parlamentaria, y desde el Congreso van por la captura de los organismos electorales”.

Dice Monge que logrado ese objetivo la derecha dejará caer a Boluarte y dará luz verde al adelanto de las elecciones. “Cuando Boluarte haya cumplido su rol a favor de la derecha, esa derecha le va a decir ´ya no me sirves´, como una familia de la élite limeña despide a un viejo mayordomo que le sirvió con lealtad y devoción. El futuro de Boluarte es la cárcel”.  

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