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El rol de la prensa ha sido fundamental
en la estrategia de la derecha para sostener a Dina Boluarte. Convirtiendo verdades en mentiras, o tergiversándolas en favor de la dictadura
cívico-militar, la prensa
concentrada logró instalar una
sensación de desconcierto y desazón en las masas poniendo en duda los objetivos de
su lucha y, de manera simultánea,
amplificando las “bondades” del “imperio
de la ley”. Relativizó las masacres que cobraron casi 70 vidas. La prensa alternativa, en una lucha desigual,
no tuvo la fuerza suficiente para
contrarrestar ese gigantesco aparato publicitario que, si
el más mínimo pudor, se puso al servicio de la dictadura.
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SI EL PAÍS LOS REPUDIA, ¿por
qué siguen allí?
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Por Nilo
Meza M.
Otra Mirada
Lima 21 de marzo del 2023.
La
impunidad (70 muertos sin
investigación), ilegitimidad (sin respaldo
ciudadano) y dictadura (control ciudadano a
sangre y fuego) se afirman en el poder político que
usurpa la derecha sin haber ganado las
elecciones.
Según las
encuestadoras IPSOS, IEP y CPI (1), en promedio, más del 74% de la ciudadanía desaprueba
la gestión del Ejecutivo liderada por Dina Boluarte. El 91% repudia al Congreso de la República.
Mientras que, contra lo que afirman estos “poderes”, el 57% de la población quiere
una Asamblea Constituyente y el 82% quiere adelanto
de elecciones en 2023. Los datos
tienen un margen de error del 2.8% y un grado de confiabilidad que alcanza casi el 96%.
Las
multitudinarias marchas en el campo y la ciudad, decenas de vías de comunicación interrumpidas, abucheos y expulsiones de ministros de los locales (preparados
como fortines de defensa “contra la turba”) donde
discursean con “soluciones” a la
crisis, etc., dan fe de las cifras de
las encuestadoras. El gobierno no repara que el torpe populismo puesto en marcha con dádivas, regalos y bonos monetarios terminan enardeciendo más a
los ciudadanos
que se siente insultados en su dignidad, mientras la “amenaza de rebelión” madura con ritmos
y velocidades propios.
Y, sin
embargo, el Ejecutivo y Legislativo siguen allí
sin inmutarse ante el rechazo ciudadano,
disponiendo y legislando como si en el Perú no
estuviera pasando nada. La burocracia
dirigida por Dina Boluarte, en cínica coordinación con el Congreso
dirigido por un ex militar acusado de
violación de derechos humanos, decidieron ignorar la situación encargándole al Ejército y la Policía “el orden y la seguridad” a sangre y
fuego, mientras ellos se dedican a
justificar por todos los medios su
objetivo de quedarse hasta el 2026.
Son
más de 100 días de protesta popular, con visos de rebelión en Puno y Cusco. No hay señales de que la convulsión social amaine. En todas partes exigen la renuncia de Dina Boluarte y el cierre del Congreso, adelanto de elecciones y Asamblea
Constituyente. Todos los analistas,
incluso oficialistas, coinciden en señalar
que las dimensiones y alcances de la movilización superan la de “la marcha de los
cuatro suyos” que expulsó a Alberto Fujimori y, largamente, la que destituyó
a Manuel Merino.
Entonces,
¿Por qué la protesta popular de los 100 días no
ha tenido la eficacia que tuvo en los casos mencionados? Aquí, algunas
respuestas.
1.- “Salvo el poder todo es ilusión”. La derecha política y empresarial
es consciente del significado de la
frase. Por eso han logrado apoderarse del Poder Político, Poder Judicial,
Tribunal Constitucional y el Poder Militar, lo que garantiza una dictadura cívico-militar con poderes
suficientes para neutralizar el movimiento de masas, no importa si para ello haya sido necesario
cegar la vida de
70 peruanos. Además, ese
edificio político-judicial-militar, tiene el respaldo explícito de EEUU.
2.- Lo mismo, pero en sentido contrario,
la frase “salvo el poder todo es ilusión” cobra plena vigencia cuando vemos la amenaza de derrota
del movimiento popular cuando no se
tiene Poder Político ni Económico. un movimiento popular,
huérfano de ese poder, no asegura victorias. Si, además, el movimiento no tiene una estructura orgánica que le permita nuclear
sus más diversas expresiones, entonces
la derrota cobra inminencia. Si,
para colmo, el movimiento no tiene una dirección política firme, entonces la amenaza de derrota cobra
ribetes de realidad.
3.- La ANP y la CONULP intentan, a su
manera, procesar el significado de aquella frase mirándose uno al otro. Por su desempeño,
parece que no lo entienden y de allí su vanidad y soberbia que los lleva por
rumbos separados. Ni uno ni el otro
terminan por comprender que no es suficiente para “tumbarse
el poder de Dina y Otárola” la voluntad de “salir a las calles”, de “tomar las
carreteras”, etc. Tampoco es
suficiente la valentía de hombres y mujeres que,
heroicamente, “pusieron el pecho”
ante la represión criminal. Está demostrado que no es suficiente el “movimiento por el movimiento” cuando
la lucha está planteada en términos
políticos y se pone en cuestión el Poder.
4.- El sindicalismo y el gremialismo,
auspiciado por la CGTP y cobijado en la ANP, no logra superar su
fragmentación y anomia a las que los ha llevado el neoliberalismo. Por otro lado, el frentismo y el regionalismo, activando el mecanismo de la “auto convocatoria” dieron vida a la CONULP. Ambas centrales se
hicieron cargo, de facto, de la
“conducción” de la protesta popular reclamando para sí “derechos y razones” no solo
para liderar las luchas en curso sino para rechazar de
plano la “presencia de partidos políticos”, salvo del PCP que sigue controlando la debilitada CGTP. Lo concreto
es que la actuación de estas dos “cabezas”, en
lugar de fortalecer la unidad del movimiento popular, terminó
debilitándolo y los demonios de la
división rondaron otra vez los fueros populares. La derecha aplaudía y, cínicamente, alentaba la “democratización” del movimiento popular.
5.- Los partidos políticos que se
reclaman de izquierda, no aprendieron
las lecciones de 30 años de lucha popular. En
las elecciones del 2021, Perú Libre y
Pedro Castillo a la cabeza, creyeron burdamente
que habían “conquistado el Poder”. Muy pronto
se dieron cuenta, tras la fulminante
“borrachera del poder”, que llegar
al gobierno no les daba control del Poder que, entre otros, requería de organización
y liderazgo político de las que carecían los “ganadores”. El Poder seguía
en manos de la derecha
política y empresarial. El apoyo
popular que Castillo y Perú Libre tuvieron
fue dilapidado de la peor manera. La izquierda, salvo Juntos por el Perú y Nuevo Perú, aupados
al oficialismo, tomó distancia del
gobierno de Castillo donde eran cada vez más evidentes los procesos de corrupción que se sumaban a la mediocridad de su desempeño.
La catástrofe política del gobierno de
“izquierda” que arrastraría a toda la izquierda solo era cuestión de tiempo y, cuando
menos se esperaba, llegó con el golpe fallido del 7 de
diciembre de 2022.
6.- El rol de la prensa ha sido
fundamental en la estrategia de
la derecha para sostener a Dina Boluarte. Convirtiendo verdades en mentiras, o tergiversándolas en favor de la dictadura
cívico-militar, la prensa
concentrada logró instalar una
sensación de desconcierto y desazón en las masas poniendo en duda los objetivos de
su lucha y, de manera simultánea,
amplificando las “bondades” del “imperio
de la ley”. Relativizó las masacres que cobraron casi 70 vidas. La prensa alternativa, en una lucha desigual,
no tuvo la fuerza suficiente para
contrarrestar ese gigantesco aparato publicitario que, si
el más mínimo pudor, se puso al servicio de la dictadura.
(1) IPSOS (Investigación de mercados y opinión),
IEP (Instituto de Estudios Peruanos), CPI (Compañía Peruana de Estudios de
Mercado y Opinión)
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