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"En los próximos meses vamos a seguir presenciando nuevas movilizaciones populares exigiendo soluciones a sus graves problemas y mejor trato del Estado con políticas de dialogo efectivas que trasciendan el formalismo y el autismo de funcionarios dislocados de las organizaciones populares. No creo que el auge del movimiento social este en las antípodas del gobierno del presidente Gustavo Petro, pues el mismo ha llamado a los levantamientos populares para defender las reformas progresistas en el campo social y político como las de la salud, las pensiones, laboral, la justicia y las que incluye el Plan Nacional de Desarrollo".
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LA
NUEVA OLA DE LA MOVILIZACIÓN SOCIAL Y LA PROTESTA POPULAR.
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Por Horacio Duque | 13/03/2023 | Colombia
Fuente Rebelión lunes 13 de marzo del
2023.
Ha regresado con mucho ímpetu el movimiento social y la acción
colectiva popular con diversos eventos como bloqueos
de vías, huelgas campesinas y cocaleras, manifestaciones estudiantiles, plantones
indígenas, mítines de mujeres, tomas agrarias y movilizaciones ambientales.
En los primeros meses
del 2023, varias entidades y observatorios sociales han registrado 256 acciones populares y cívicas con demandas al gobierno
para que se atiendan pliegos de
peticiones y soluciones a graves
y añejos problemas que no dan espera por la delicada situación de las comunidades y las poblaciones más
vulnerables.
Definitivamente el movimiento social colombiano se convirtió en un potente actor social, en una subjetividad con profunda incidencia política, desplazando a los partidos políticos y las maquinarias electorales plagadas de clientelismo y corrupción, que el neoliberalismo se encargó de degradar y destruir en su legitimidad y valor ético.
Sin embargo, aún no surge una “estructura política” que sea el Instrumento
del bloque popular en
el proceso de transición anti neoliberal y post neoliberal que reclama el
conjunto de la nación y los grupos
subalternos para dar forma a un nuevo modelo político y económico democrático; algo
que se atisba en las agendas de dialogo del gobierno con las
guerrillas para alcanzar la Paz total, pues, en los acuerdos con el Eln en México
se plantea proyectar un escenario de
mayor incidencia
política de los grupos subalternos que dan forma a la multitud rebelde con los diálogos sociales para la paz en
los territorios; dinámicas que serán también estimuladas por los diálogos con las Farc EP y la Segunda Marquetalia.
En gran medida el regreso de las
protestas es alentadas por el choque social con el estado neoliberal heredado que responde con desprecio y violencia a las voces del campo popular que estallan
desesperadas debido a la falta de soluciones de sus más apremiantes carencias.
Es lo que ha ocurrido con las tomas de tierra en el norte del Cauca, en el Meta, el Cesar y el Magdalena Medio. Con los bloqueos indígenas de la Guajira, azotados por el hambre y la corrupción gubernamental. Con la huelga de los educadores caucanos de Asoinca. Con la toma de la planta petrolera de Emerald Energy en los Pozos, San Vicente del Caguán. Con las huelgas indígenas en Puerto Gaitán, donde los paramilitares siguen imponiendo sus medidas de despojo y desplazamiento. Con las manifestaciones universitarias que repudian la corrupción en las universidades públicas, como en los casos de las universidades del Quindío y la Nacional. Y con las protestas de los mineros artesanales del Bajo Cauca antioqueño, contaminados con la infiltración de los paramilitares del Clan del Golfo, alentados por la tropa de la Fudra Aquiles del Brigadier General Eduardo Arias y su “Zona futuro” -al igual que por los comandos municipales de la policía-, que sirve de refugio a las bandas paramilitares de todos los pelambres: urabeños, paisas de Envigado, Caparros, bloques mineros, los del Bajo, Macacos y carteles mexicanos. Si el gobierno no suspende la “Zona futuro” de Caucasia y Puerto Libertador, la acción criminal de los Urabeños seguirá con mayor agresividad. Bien haría el ministro de la Defensa en dictar un decreto que elimine esa herencia violenta del uribismo que campea en los territorios de Antioquia y Córdoba, donde los grandes terratenientes desafían las reformas progresistas en materia agraria.
En este caso del Bajo Cauca, y
la asonada
pagada por los urabeños, es necesario
entender que erradicar este factor
de violencia implica una profunda
depuración de los aparatos armados del Estado. El Clan del Golfo y las otras
aglomeraciones paramilitares son un tentáculo
de los militares y de la policía colocada al margen de la ley y la Constitución política.
En los próximos meses vamos a seguir presenciando
nuevas movilizaciones populares exigiendo
soluciones a sus graves
problemas y mejor trato del Estado con políticas
de dialogo efectivas que trasciendan
el formalismo y el autismo de
funcionarios dislocados de las organizaciones populares.
No creo que el auge
del movimiento social este en las antípodas
del gobierno del presidente Gustavo Petro, pues el mismo ha llamado a los levantamientos
populares para defender las reformas progresistas en el campo
social y político como las de la salud,
las pensiones, laboral,
la justicia y las que incluye el Plan Nacional de Desarrollo.
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