&&&&&
Ver y oír a los padres y madres de
soldados rescatados abrazando a sus hijos y denunciando a Boluarte como responsable es algo más que una declaración.
Está ahí evidenciada la potencia de la solidaridad de clase que hoy opera en el Perú mucho más que cualquier otro clivaje político. Todo esto es lo que ni la dictadura ni su brazo
mediático propagandístico quieren que sepamos. No quieren que nos enteremos de la solidaridad
del pueblo con su propio pueblo. No quieren que veamos que los familiares de
las víctimas saben muy bien que sus
hijos son enviados a enfrentarse con sus propios hermanos y hermanas. No quieren, sobre todo, que sintamos la esperanza que supone pertenecer
a un Perú con
gente tan democrática y tan digna que
una vez más nos ha enseñado lo que
realmente significa LA DEFENSA DE LA VIDA.
/////
PUNO:
EL PUEBLO SALVA.
*****
Por Laura Arroyo Gárate.
Otra Mirada jueves 9 de marzo del 2023.
Puno, Río Ilave. Militares son ordenados por sus
superiores a cruzar el río. Siguen las órdenes.
Quienes
las dan no tienen ni un ápice de conocimiento sobre lo que han ordenado. Mueren dos soldados. Hay cuatro desaparecidos. Otros son trasladados a un centro de salud porque
estaban graves. La mayoría de ellos
fueron auxiliados y trasladados por
los comuneros de Ilave. Esos aimaras que
han vivido la represión más cruenta de
este gobierno y sabe que quienes se
ahogaban han disparado a los cuerpos de sus padres y sus hermanos, los auxiliaron.
Esos “puneños
terrucos” de la gran prensa han salvado a los soldados. Esos “manifestantes violentos” según algunos analistas “de centro” han salvado a
sus verdugos. Lo que ha ocurrido es
que los comuneros y comuneras de Ilave
nos han dado una lección de humanidad de la que
siento que aún no somos conscientes en el país.
Horas después ningún
oficial se hace cargo por estos sucesos. Tampoco lo hace ninguna autoridad política. El comunicado del comando conjunto de las FFAA después de los sucesos fue redactado para difundir una mentira
que luego ha rebotado la
propaganda del régimen mal-llamada “gran prensa”
como El Comercio y sus satélites: que la culpa de todo es de los manifestantes. Del
terruqueo racista a la mentira.
Ya no sólo discriminan,
ahora también te mienten y luego nos dirán que les importa mucho combatir las fakenews
y que es una lástima que el Perú esté
polarizado. ¿Quién polariza cuando
pone a debatir a la verdad con la mentira?
Pero ni a la gran prensa ni a la dictadura les importa la verdad, sino que les incomoda. Y así como no les importa la verdad, tampoco les importa la vida de esos soldados a los que aplauden cuando disparan a matar a manifestantes, pero de quienes se olvidan cuando hay tragedias por órdenes de sus responsables directos. Más amor por la vida y solidaridad con su pueblo es el que hemos visto por parte de esos comuneros que actuaron veloces para auxiliar a quienes, pese a todo, siguen considerando compatriotas. Hay muchas lecciones que tomar de nuestros hermanos y hermanas del sur en estos meses. Patriotismo es una palabra que le calza más a los aimaras que a las Fuerzas Armadas o la Policía. El ejercicio de hacer patria hoy, en el Perú, está en el sur.
Hace tres meses el Perú movilizado
nos lleva dando una lección de democracia a todos y todas. En Puno, nos han dado también una lección de humanidad.
Y con ello se ratifica que en el Perú lo que está en disputa son dos modelos de
país.
Uno
que es el que ya conocemos. Uno
donde sólo mandan las élites y la mayoría es excluida de ese Perú. Donde la
arquitectura del
poder se reserva
el derecho de admisión solo para
aquellos a los que les reconoce el
derecho de hacer política. Donde tu
lugar de nacimiento, tu lengua y tu color de piel definen si puedes participar en la toma de decisiones de tu
país, dar tu opinión política o
protestar, o si estás condenado a
ser solo puesto en el escaparate del
exotismo y el folklore donde tu voz incomoda y,
por eso, nunca suena.
El otro modelo en disputa es el que hoy se abre paso desde el Perú movilizado. Un modelo de país donde no solo se exige el derecho a votar y que ese voto se respete (algo que en 2021 se quebró), sino donde se exige la democratización de toda la arquitectura del poder. Un modelo de país donde no sólo no se excluya a las mayorías, sino que incluya incluso a aquellos que se sienten dueños del país sin serlo. Un modelo de país que incluye versus uno que excluye. Un modelo de país democrático versus una república ilustrada. Un Perú entre iguales versus un Perú de élites. Esa es la disputa que está abierta.
Ver
y oír a los padres y madres de soldados rescatados abrazando a sus hijos y
denunciando a Boluarte como responsable es algo
más que una declaración. Está ahí evidenciada la potencia de la solidaridad de
clase que hoy opera en el Perú mucho más que cualquier otro clivaje
político. Todo esto es lo que ni la
dictadura ni su brazo mediático propagandístico quieren que sepamos. No quieren que nos
enteremos de la solidaridad del pueblo con su propio pueblo. No quieren que
veamos que los familiares de las víctimas saben muy bien que sus hijos son enviados a enfrentarse con
sus propios hermanos
y hermanas. No quieren, sobre
todo, que sintamos la esperanza que
supone pertenecer a un Perú con gente tan democrática y tan digna que una vez
más nos ha enseñado lo que realmente significa LA DEFENSA DE LA VIDA.
No
quieren que sepamos que en ese sur que terruquean hay
una ola de
patriotismo de la que podemos sentirnos
orgullosas y orgullosos. Y que ese Perú democrático que ya es en
las calles está cada vez más cerca de llegar a todos los rincones. La dictadura los manda a matar y a morir,
pero el pueblo
salva. Recuérdalo la próxima vez que alguien te diga equidistante que son iguales los que matan que
los que ponen el cuerpo. Recuérdalo la
próxima vez que alguien te diga que
corresponde a un iluminado de centro
liderar las protestas. La democracia ya es y ya está ahí. Sus liderazgos ya
están siendo. Su acción política también. Esta gesta ya es histórica.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario