&&&&&
“El Nuevo Consenso de
Washington apunta a sostener la hegemonía del capital
estadounidense y sus aliados con un nuevo enfoque. Sullivan lo dice del
siguiente modo: “Ante las crisis que se agravan (estancamiento económico,
polarización política y emergencia climática), se requiere una nueva agenda
de reconstrucción”. Estados Unidos busca de este modo mantener su
hegemonía con la conocida capacidad de establecer agendas que sus socios
deben seguir para no enfrentar consecuencias, que Sullivan no precisa.
Este nuevo consenso deja atrás el libre
comercio y flujos de capital, y la no intervención del Estado en la economía. Lo reemplaza con
la idea de una "estrategia industrial". Esta consiste
en que los gobiernos subsidian la reconstrucción industrial (la de punta,
tecnológica y de energía limpia). Los recursos para hacerlo se obtienen de
una mayor carga
impositiva sobre las grandes empresas (combate a la evasión y guaridas fiscales), para
así cumplir con "los objetivos nacionales".
Sullivan indica que habrá
más controles
comerciales y de capital, más inversión pública y más impuestos a los ricos. Esto puede generar
incredulidad en base a los parámetros de acción de Estados Unidos en las últimas
décadas, pero este cambio no es algo novedoso en la historia del capitalismo.
Cuando un país se vuelve económicamente dominante a escala internacional promueve
el libre comercio y flujo de capitales (así fue Estados Unidos desde mediados del siglo
pasado). En cambio, cuando empieza a perder su posición hegemónica relativa busca imponer esquemas
proteccionistas y nacionalistas.
/////
CÓMO
DEBE JUGAR ARGENTINA EN LA PELEA GLOBAL ENTRE ESTADOS UNIDOS Y CHINA.
El
Nuevo Consenso de Washington que impulsa la Administración Biden.
*****
La negociación simultánea del swap con China y del nuevo acuerdo con el FMI (Estados Unidos) no debería generar desconcierto. Conocer cuáles son
las estrategias de desarrollo de las dos potencias es fundamental para no quedar atrapados de esquemas
analíticos pasados e ingresar en fisuras de la disputa por la hegemonía global para emprender
un sendero de desarrollo propio.
Por
Alfredo Zaiat
Fuente.
Página /12 lunes 12 de junio del 2023.
Los presidentes Alberto Fernández (Argentina) y Joe
Biden (Estados Unidos) en el último encuentro realizado en
Washington. Imagen: AFP
*****
El equipo económico
pactó la ampliación de la capacidad de aplicar a operaciones comerciales el swap
de monedas con China, al mismo tiempo
negocia con Estados Unidos (el FMI) nuevas condiciones del acuerdo de refinanciación de la deuda con el organismo.
El objetivo de
conseguir asistencia financiera de cajas de ambos países, que están
lanzados a una disputa global por la distribución del poder mundial, provoca
desconcierto en quienes piensan
que las relaciones internacionales son
lineales, sin matices, cuando en realidad encierra complejidades más interesantes que abrazar acríticamente
a una u otra potencia.
En estas semanas se
intensificó la corriente mediática antiChina, advirtiendo
acerca del peligro de avanzar en acuerdos de cooperación, inversiones y líneas de créditos (entre ellos, el swap de monedas). En las élites
locales, cuyas ideas expresan
analistas y grandes medios de
comunicación, existe el convencimiento
de que la subordinación a Estados Unidos se traducirá en beneficios para la economía y
la estabilidad del país.
Ni
Estados Unidos ni China
Existen algunas experiencias, la más cercana
en el gobierno de Mauricio
Macri y otra lejana en el gobierno
de Carlos Menem, que revelaron que
esta promesa no tuvo el resultado
deseado. No lo tuvo porque es de
una ingenuidad mayúscula esperarlo,
porque sería una expresión de ignorancia
sobre cómo ha sido el histórico vínculo
comercial y financiera con Estados Unidos o, en realidad,
sería una manifestación de intereses inconfesables.
No es misterio,
para cualquiera que ha estudiado el recorrido de la relación de Estados Unidos y
Argentina, que ambas economías son competitivas; no complementarias. Esto significa que Argentina vende al mundo lo que produce en cantidad Estados Unidos.
Por eso no se puede esperar una vocación de cooperación para
el desarrollo nacional. Es lo
opuesto de lo que sucede con China,
aunque el proyecto de desarrollo en
este caso igual sigue siendo un desafío propio que no vendrá de una relación
estrecha con la potencia asiática.
Para neutralizar el
previsible malentendido deliberado, una y otra potencia interviene en Argentina en función
de sus propios intereses, y con
este parámetro se debe evaluar el vínculo del país con cada una de estas potencias. La diferencia
sustancial en relación a las
necesidades de Argentina se puede resumir del siguiente modo: Estados Unidos pide y no da, mientras que China da y pide.
La cuestión central
no consiste en acomodarse livianamente a lo que ellas pretenden, aspecto complicado dada la vulnerabilidad
financiera y la escasa densidad nacional de los grupos
sociales y económicos locales dominantes. El desafío se encuentra entonces en aprovechar
las oportunidades que se presentan
en el vínculo con cada una de las potencias en relación a un plan de desarrollo nacional.
Esto último debería
ser un componente esencial, por caso, de
los proyectos de expansión de la
producción de materias primas estratégicas (petróleo,
gas, minerales –litio-), como también de los de infraestructura preservando una cuota para los proveedores
locales y reclamando convenios de transferencia de tecnología.
Confiar
en las élites es un riesgo porque no saben elegir
Como se
mencionó aquí, las puertas que se han abierto en la
distribución del poder mundial, más allá de vulgares análisis de representantes de
la derecha local, son las de
una transformación que está poniendo
en cuestionamiento la hegemonía unilateral de una potencia global. No es un acontecimiento insignificante al momento de diseñar la política económica, en especial el capítulo referido a la cuestión monetaria y
cambiaria.
Una observación histórica
de la década del '30 del siglo pasado resulta
ilustrativa para entender el posicionamiento
actual de la derecha y la
reiteración del desvarío: con las diferencias
que existen entre ambos momentos, el
presente se asemeja a la desorientada elección de la oligarquía y de los sectores dominantes con su representación política apostando al imperio en decadencia
(Inglaterra), siendo emblemático
en ese sentido el Pacto Roca-Runciman de 1933, en lugar
de estrechar vínculos con la
potencia emergente (Estados Unidos).
La forma de generar
confusión hoy acerca de la comprensión de lo que está pasando en el tablero del poder mundial es pretender
cancelar el debate diciendo que
lo que necesita Argentina es un programa de capitalismo
occidental con
reglas claras que respete la propiedad
privada. El mensaje implícito
refiere a que la alianza tiene que ser
con Estados Unidos ("capitalismo
occidental"), con el consiguiente
rechazo al vínculo con China.
Este postulado no tiene un anclaje consistente con el presente, adultera cuál es el objetivo de un proyecto de desarrollo nacional e interviene en la discusión pública como si nada hubiera cambiado en el mundo económico y geopolítico en los últimos 20 años y, para peor, que nada cambiará para adelante.
El
Nuevo Consenso de Washington
No deja de
sorprender la escasa capacidad de la derecha local de observar los cambios que se están
produciendo a nivel global,
incluso en la estrategia de Estados
Unidos. Siguen repitiendo los postulados del Consenso de Washington
de la década del '90 cuando ha habido
un cambio en la visión
estadounidense para su economía
doméstica como también acerca de la
expansión hacia el exterior.
El asesor de seguridad nacional
de Estados Unidos, Jake Sullivan, describió la política económica internacional de la administración estadounidense, en una presentación del 27 de abril pasado, a la
que denominó el "Nuevo Consenso de
Washington".
Uno de los aspectos
destacados refiere a que el retroceso relativo de Estados Unidos en relación a China se originó en sostener los lineamientos del anterior Consenso de Washington, cuyo
resultado fue desindustrialización y deterioro acelerado de las clases medias (trabajadores) al
tiempo de un incremento acelerado de las fortunas de los ricos.
Sullivan afirmó que había
un conjunto de ideas que defendía la reducción de impuestos y la desregulación, la privatización y la liberalización
del comercio como un fin en sí
mismo. Señaló que el supuesto era
que los mercados siempre asignan el
capital de manera productiva y
eficiente, sin importar lo que hicieran
otros países.
Aquí aparece una revisión
importante de la mirada estadounidense, vale reiterar que lo hace por el avance de China:
"En nombre de
la eficiencia del mercado simplificada en exceso, cadenas de suministro
completas de bienes
estratégicos, junto con las industrias y los empleos que los producían, se
trasladaron al extranjero. Y el postulado de que una profunda liberalización del
comercio ayudaría a Estados Unidos a exportar bienes fue una promesa que se hizo, pero
no se cumplió".
Qué
decía el anterior Consenso de Washington
El Consenso de
Washington original, expuesto por primera vez en 1989 por el
economista inglés John Williamson,
era un conjunto de diez fundamentos de política
económica, un paquete de reformas promovido por el FMI, Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de Estados
Unidos
para países en desarrollo con crisis de deuda.
Los postulados
eran promover el libre mercado, la liberalización comercial y financiera y la privatización de activos
estatales. También recomendaba
políticas fiscales y monetarias
contractivas de reducción del
déficit fiscal y del gasto público.
Era el modelo de
política neoclásico aplicado al mundo e impuesto a los países pobres por Estados Unidos
y los organismos internacionales bajo su dominio.
Uno de los nudos
centrales de esta estrategia era el libre comercio sin aranceles y otras barreras, el libre
flujo de capital y regulación mínima.
Era un esquema que beneficiaba
específicamente la posición hegemónica de los Estados Unidos. Pero fracasó para generar
crecimiento económico y reducir la
desigualdad entre países y al interior de ellos. Y también para Estados Unidos en la carrera de la productividad de la economía, en especial en la competencia con China.
Por el contrario, profundizó la brecha interna y externa, ampliándose a partir de la crisis financiera global de 2008 y posterior recesión en 2009, momento en que China empieza a ganar espacio en el tablero del poder mundial y las potencias occidentales inician un retroceso relativo.
La
agenda estadounidense y la economía moderna del lado de la oferta.
El Nuevo Consenso
de Washington apunta a sostener
la hegemonía del capital estadounidense y sus aliados con un nuevo enfoque. Sullivan lo dice del
siguiente modo:
“Ante las crisis
que se agravan (estancamiento económico, polarización política y emergencia
climática), se requiere una nueva agenda de reconstrucción”.
Estados Unidos
busca de este modo mantener su hegemonía con la conocida capacidad de establecer agendas que sus
socios deben seguir para no enfrentar consecuencias,
que Sullivan no precisa.
Este nuevo consenso deja atrás el libre
comercio y flujos de capital, y la no intervención del Estado en la economía. Lo reemplaza con
la idea de una "estrategia industrial". Esta consiste
en que los gobiernos subsidian la reconstrucción industrial (la de punta,
tecnológica y de energía limpia).
Los recursos para hacerlo se obtienen
de una mayor carga impositiva sobre las grandes empresas (combate a la evasión y guaridas fiscales), para
así cumplir con "los objetivos nacionales".
Sullivan indica que habrá
más controles
comerciales y de capital, más inversión pública y más impuestos a los ricos. Esto puede generar incredulidad en base a los parámetros de acción de Estados Unidos en las últimas décadas, pero este cambio no es algo novedoso en la historia del
capitalismo. Cuando un país se vuelve económicamente dominante a escala internacional promueve el libre comercio y flujo de capitales (así fue Estados Unidos desde mediados del siglo pasado). En cambio, cuando empieza a perder su posición
hegemónica relativa busca imponer esquemas proteccionistas y nacionalistas.
El Nuevo
Consenso de Washington viene acompañado por lo que la secretaria del
Tesoro, Janet Yellen, denomina "la economía moderna del lado de la oferta". Esta, a diferencia de la tradicional que promueve la
desregulación y reducción de impuestos,
"prioriza la
oferta de mano de obra, el capital humano, la infraestructura
pública, la I+D y las inversiones en un
entorno sostenible", explicó Yellen en un discurso en el Instituto de Investigación de
política Económica de Stanford.
Yellen agregó que
"todas estas áreas de enfoque tienen como objetivo aumentar el crecimiento económico y abordar los problemas estructurales a más largo plazo, en particular la desigualdad". Señaló que el potencial de crecimiento a largo plazo de un país depende del tamaño de su fuerza laboral, la productividad de sus trabajadores, la capacidad de renovación de sus recursos y la estabilidad de sus sistemas políticos.
Argentina
entre Estados Unidos y China
Conocer cuáles son
las estrategias de desarrollo de las dos potencias en disputa en el tablero del poder
mundial es fundamental
para no quedar atrapados de esquemas analíticos pasados con un posicionamiento fuera de
época, y además para tener la habilidad de ingresar en esta fisura para emprender un sendero de desarrollo
propio.
Al respecto no habrá que esperar
cambios en las condiciones de préstamos del FMI y del Banco
Mundial de
austeridad fiscal o de alivio en la carga de la deuda. Es importante saber que la economía moderna del lado de la oferta y el Nuevo Consenso de Washington son modelos
para la economía de Estados Unidos para no quedar
rezagada ante el avance de China.
Sin embargo, estos
lineamientos de desarrollo estadounidense podrían ser aplicados en la economía
doméstica y así las fuerzas políticas, sociales y económicas pro Estados Unidos quedaría satisfechos
porque tendrían allanado el camino
de identificación con la potencia
occidental. Esto no es lo más probable por la miopía de los sectores
dominantes. Pese a ello es una señal
que algo de la configuración del poder mundial está cambiando con el Nuevo Consenso
de Washington, punto que aquí no debería ser desconocido.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario