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“RETORNO DEL FASCISMO. En estos últimos años, esa derecha cada vez más ensoberbecida sigue avanzando, y
ahora genera propuestas ya más cercanas al fascismo, el
que se creía superado después de la Segunda Guerra
Mundial. Aparecen planteamientos de superioridad premiando el elitismo,
se reivindica el autoritarismo de clase, se criminaliza en forma violenta
cualquier forma de protesta social. Planteamientos neofascistas recorren Europa -en algunos casos ocupando
presidencias- y Estados Unidos -ahí está Donald Trump como posible futuro presidente-.
“Eso repercute en tierras
latinoamericanas que, si bien hoy presenta gobiernos relativamente progresistas en muchos países- pero que no pueden
pasar de “capitalismos con rostro humano”- son
ganadas en forma creciente por esos discursos visceralmente anticomunistas, con
profundo odio de clase, que hacen lo imposible
por quitar esas administraciones con preocupación social. Los tiempos actuales no marcan un avance popular por la revolución socialista; por el contrario, se va
entronizando un discurso conservador recalcitrante, no solo en la clase dirigente, sino que hace mella en las grandes mayorías populares (por eso las dos primeras
citas de Chile y de Argentina, demostrativas de
esa involución). ¿Estaremos condenados a esto, o es
hora de reaccionar?
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EL RETORNO TRIUNFAL DEL
FASCISMO
*****
Por Marcelo Colussi.
Fuente Prensa latina domingo 4 de junio
del 2023.
“Aunque Pinochet haya
mandado matar a muchos, fue necesario. Limpió el país de guerrilleros
comunistas. Si no, hoy seríamos una dictadura como Cuba
o Venezuela”, dice un honesto ciudadano chileno, pobre, que votó en
contra de la reforma constitucional.
“Políticas
pro-vida (anti-aborto), recorte a las jubilaciones,
privatización del sistema público de salud y de educación, eliminar la educación sexual en el ámbito de primaria y secundaria, creación
de cárceles privadas, quitar leyes que
obstaculicen el actuar de la policía (apología
del gatillo fácil), desregulación del mercado de armas
(todo civil puede estar armado, como en Estados Unidos), militarizar la seguridad interna”.
Estas son algunas de las propuestas de un candidato presidencial en Argentina. Aunque suene patético… ¡va encabezando las encuestas de opción de voto para las próximas elecciones!
En Italia
gana las elecciones como primera ministra alguien que reivindica el lema “dios, patria y familia”, igual que como hacía el Duce Benito Mussolini casi un siglo atrás. Fascismo puro y duro. En muchos países europeos los planteos
abiertamente de ultra derecha,
ultranacionalistas, homofóbicos, antiinmigrantes, evidenciando un acendrado
odio contra
minorías étnicas, y visceralmente anticomunistas, ganan espacios. En casi todos, cuentan con no menos de un 20
a 25% de opción de voto. Aunque no de
modo orgánico y oficial, su base de apoyo son grupos neonazis que crecen
imparables. En Ucrania, en una gigantomaquia que puede decidir la futura arquitectura global, grupos abiertamente nazis funcionan orgánicamente con el gobierno central, apoyadas por los euros, los dólares y las armas de la OTAN.
En Estados
Unidos el discurso antiinmigrantes y
supremacista blanco se evidencia con fuerza, con grupos
civiles de “cow
boys” modernos que cazan “ilegales”
en las fronteras con México, siempre con la aquiescencia del gobierno, hablando de golpe de Estado, en el supuesto -da risa
creérselo- paladín de la democracia.
Una caracterización de
las nuevas derechas
Como acertadamente dice el historiador
ecuatoriano Juan J. Paz y Miño-Cepeda:
“Las nuevas derechas
cuestionan la democracia liberal, arremeten
contra las instituciones del Estado, rechazan el pluralismo político y a los
movimientos sociales, reivindican el autoritarismo de clase.”
Si un fantasma recorría
Europa a mediados del siglo XIX, según nos
decían Marx y Engels, “el
fantasma del comunismo”, hoy, un siglo y medio después, en el mundo
recorre otro fantasma: el de la derechización
creciente. El fascismo, o nazismo, está de
vuelta.
Mucho de lo que pasa políticamente en Europa y en Estados Unidos tiene repercusión directa en
las tierras latinoamericanas,
que siguen viviendo esa dependencia
en el discurso político. Ello deja
en evidencia que el colonialismo cultural e ideológico sigue presente,
amén de la dependencia económica que se
sufre (en Latinoamérica, por
cada dólar estadounidense que llega como supuesta
“cooperación”, salen diez en calidad de servicio de la deuda externa o como regalías de las corporaciones transnacionales que allí operan, ahora dedicadas en forma creciente
al extractivismo).
Herencias del pasado colonial.
“La ideología
dominante es siempre la ideología de la clase dominante”, decían Marx y Engels en La ideología alemana, en 1845. Los
poderosos se imponen (política,
económica o militarmente) e imponen
sus ideas, sus formas de pensar, de ver las cosas. Dada la dependencia que sigue manteniendo Latinoamérica en infinidad de facetas en relación a los centros imperiales (hoy básicamente Estados Unidos, e igualmente Europa Occidental, en segundo lugar), también en las formas políticas
eso se hace evidente. Para inicios del siglo
XIX, la prácticamente
totalidad de países de la región
copiaron las constituciones
liberales del Norte para encauzar
sus procesos de “independencia”. Por
supuesto que no hubo ninguna real independencia de las metrópolis coloniales: solo ascenso de las oligarquías vernáculas, que siguieron dependiendo
de los centros imperiales mientras profundizaban la explotación y exclusión de los pueblos
originarios, amparándose en un racismo visceral que sigue marcando día a día a
todas las sociedades de la región.
Esas “libertades”
respecto al yugo español o portugués se
enmarcaron en las democracias del Iluminismo francés, con sus ideas de, “libertad igualdad y fraternidad”, ideario
de la burguesía capitalista
que venía imponiéndose en las potencias
europeas o en la naciente nación de Estados Unidos.
Haití, que tuvo una verdadera independencia de la
metrópoli francesa en 1804 -primera
independencia de toda Latinoamérica y el Caribe- con una auténtica
revolución popular de esclavos negros que
rompieron sus cadenas, fue condenada por los grandes países capitalistas a la pobreza histórica, maldición que sigue pesando
al día de hoy, convirtiéndolo en uno de los países más pobres del mundo.
Hoy, las oligarquías y burguesías de Latinoamérica repiten machaconamente el credo neoliberal dominante en el mundo en estas últimas décadas, “religión” económica surgida con los capitales anglosajones liderados en su momento por Ronald Reagan y Margaret Thatcher: primacía absoluta de la empresa privada sobre el Estado, al que se ve como intrínsecamente corrupto e ineficiente, y que por tanto debe privatizarse; precarización esclavizante del trabajo asalariado; entronización del individualismo llevado a su máxima expresión con apología del consumismo; olvido de la solidaridad; total oposición a planes estatales de redistribución de la riqueza social; premio al “espíritu emprendedor”; negativa a pagar impuestos; glorificación de la libertad entendida fundamentalmente como libertad empresarial con la “mano invisible” del mercado como garante último.(El “dios mercado”)
EL CORDOBAZO. La Clase Obrera, sus Sindicatos, la Juventud y sus organizaciones universitarias y todo el Pueblo de Córdoba, Argentina se movilizó contra la dictadura en el histórico Cordobazo del 29 de mayo de 1969.
***
El siglo XX, las luchas
populares y la reacción capitalista.
Luego del auge de las luchas populares en buena parte del siglo XX, con su pico máximo en los 60 y 70
(avance
sindical, movimientos campesinos, guerrillas revolucionarias, explosión hippie llamando al no-consumo, liberación
sexual, Teología de la Liberación de la iglesia
católica, mística guevarista y Mayo francés como
íconos revolucionarios que inspiraban las
luchas) el sistema capitalista reaccionó en su conjunto.
Ese credo
neoliberal arriba mencionado, articuladamente con las más sangrientas represiones que se vivieron en toda Latinoamérica, fue la respuesta. La consecuencia: un
enorme reflujo en las reivindicaciones populares,
una despolitización creciente, un “sálvese quien pueda” obligado. En otros términos:
avance descomunal de la derecha.
Ahora, cuando pareciera que la idea de revolución socialista y lucha de clases ha
desaparecido -esa es la ilusión de la derecha
global- se da una vuelta de tuerca más a la represión
ideológico-cultural. Se habla
de post modernismo, de luchas
parciales desconectadas unas de otras, de búsqueda del hedonismo individual casi
como bien supremo, de Estados fallidos. Es
decir: se intenta mandar el ideario
socialista al museo, o al basurero.
Las fábricas ideológicas del Norte generan todas esas ideas-
ahí están los llamados “tanques de pensamiento”- y el
Sur, siempre dependiente, las repite.
El retorno del fascismo.
En estos últimos años, esa derecha cada vez más ensoberbecida sigue avanzando, y
ahora genera propuestas ya más
cercanas al
fascismo, el que se creía superado después de la Segunda Guerra Mundial. Aparecen planteamientos de superioridad premiando el elitismo, se reivindica
el autoritarismo de clase, se
criminaliza en forma violenta cualquier forma de protesta social. Planteamientos
neofascistas recorren Europa -en algunos casos
ocupando presidencias- y Estados Unidos -ahí
está Donald
Trump como posible futuro
presidente-.
Eso repercute en tierras latinoamericanas que, si bien hoy presenta gobiernos
relativamente progresistas en muchos países-
pero que no pueden pasar de “capitalismos con
rostro humano”- son ganadas en forma
creciente por esos discursos visceralmente
anticomunistas, con profundo odio de clase, que
hacen lo imposible por quitar esas administraciones con preocupación social. Los tiempos actuales no marcan un avance popular por la revolución socialista; por el contrario, se va entronizando
un discurso conservador recalcitrante, no
solo en la clase
dirigente, sino que hace
mella en las grandes mayorías populares (por
eso las dos primeras citas de Chile y de Argentina, demostrativas de esa involución). ¿Estaremos condenados a esto, o es hora de
reaccionar?
rmh/mc
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