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PREGUNTA CENTRAL
EN TIEMPOS DEL NEOLIBERALISMO. HOY AUN HEGEMÓNICO en AMERICA LATINA. LA SALUD DEBE SER RESPONSABILIDAD del ESTADO Y
POR lo TANTO es una INVERSIÓN PÚBLICA. En
Hospitales, Postas, Medicinas, Personal de Salud, etc. O
ACEPTAMOS “EL MANDAMIENTO NEOLIBERAL” (Políticas del Consenso de
Washington) que la SALUD es un GASTO y por lo
tanto es RESPONSABILIDAD de la POBLACIÓN, de cada CIUDADANO,
de cada FAMILIA y tiene VIGENCIA
la SALUD en MANOS PRIVADAS. (Clínicas,
Hospitales, Corporaciones Farmacéuticas, las
grandes privilegiadas del Covi-19, ganaron más Billones que todas las otras Corporaciones. Hoy siguen
las Tecnológicas y Plataformas y con otro competidor,
las Corporaciones de la GUERRA). En Toda su
dimensión la han visto todos ustedes en tiempos de la PANDEMIA
del COVI-19 y hoy en nuestro país con la expansión
de la Enfermedad del DENGUE, sumado a ello dos
nuevas enfermedades la POLIO y el SARAMPION, donde
sigue el abandono total del Estado a través de los gobiernos
de turno. Invitados a una lectura, una
entrevista a una distinguida Profesional de la SALUD.
No olvidemos un principio y una práctica de la DEMOCRACIA
y del ESTADO de BIENESTAR SOCIAL – PRE O ANTES –
AL NEOLIBERALISMO, en todas las Constituciones de
Europa. Que venía desde los 30 años de Oro del
Capitalismo, es decir, gran desarrollo del capitalismo y la Democracia en Europa – 1949-1979,
son DERECHOS CIUDADANOS CONSTITUCIONALES: Educación, Salud,
Bienestar Social (Trabajo, Salarios Dignos y Vivienda). Principios que EUROPA nos regaló al mundo desde el Estado de Bienestar Social, La Ciudadanía y la Democracia.
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“LA SALUD NO PUEDE SER
CONSIDERADA UN GASTO EN LOS PAÍSES LATINOAMERICANOS”.
Entrevista a Rosana
Onocko-Campos, referente de salud pública en la región
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Por Pablo Esteban.
Fuente. Página/12 sábado 3 de junio del 2023.
La especialista reivindica el rol de los Estados en la
creación de un sistema sanitario más equitativo e inclusivo, en un escenario
signado por el creciente poder de las corporaciones farmacéuticas y la presión
de los laboratorios.
El rol de los Estados regionales en la promoción de una salud equitativa e inclusiva, el papel que
deben desempeñar los profesionales
del rubro luego de una pandemia que,
al menos en apariencia, reivindicó
su protagonismo en la sociedad, el horizonte
de la soberanía
sanitaria al que apuntan los países latinoamericanos
en un marco caracterizado por el poder de las grandes corporaciones farmacéuticas: sobre todo ello ofrece su perspectiva
Rosana
Onocko-Campos, presidenta de
la Asociación Brasileña de Salud Colectiva.
“Pienso que se puede crear un futuro más inclusivo, aunque para ello haya que discutir fuertemente esa idea de la derecha que afirma que la salud es un gasto”, señala la médica (Universidad Nacional de Rosario), psicoanalista y doctora en Salud Colectiva (Universidad Estatal de Campinas, Brasil), que visitó Argentina en ocasión del 1° Congreso Internacional de la Asociación Argentina de Salud Pública.
--Usted es especialista en salud pública. ¿Qué
pasa en Latinoamérica al respecto?
--Nuestros países
tienen algunas características comunes: la desigualdad,
el racismo, las secuelas del colonialismo, las democracias jóvenes que aún
exhiben fragilidades, las enormes presiones internacionales que enfrentamos
para pagar nuestras deudas externas. Todo
eso me lleva a pensar que las tareas
que tenemos quienes trabajamos con salud
colectiva es buscar la inclusión social en
la región para la disminución de la inequidad.
Y en este punto el término de “una salud”
puede ser muy beneficioso.
--¿Qué implica ese término?
--Tiene que ver con
pensar un modelo de desarrollo que sea inclusivo y respetuoso de las
diferencias, pero que al mismo tiempo respete la
salud ambiental, animal y humana. Si no pensamos en otras formas de producción,
no vamos a ser capaces de
defender absolutamente nada. En el MERCOSUR
tenemos las principales productoras de commodities que alimentan el planeta, por ende, nos toca a nosotros la responsabilidad de transformar los
modos en que elaboramos nuestros alimentos. La salud es
algo muy complejo como para no detenerse a pensarla.
--Uno de los temas más importantes, ya que
estudia salud en la región, es el de la soberanía sanitaria.
--Sí, cuyos problemas se vieron muy claros durante la pandemia. La planificación sanitaria y la producción de insumos, como pueden ser barbijos y también tecnologías más refinadas, tienen las condiciones para operar como un factor de desarrollo para las naciones y no ser observadas como un mero gasto.
--¿Cómo se puede ejercer esta soberanía si las corporaciones
en el área --los laboratorios y farmacéuticas-- constituyen los actores más
poderosos del mundo?
--Es cierto que son
poderosos, pero ello no implica que sea imposible ejercer soberanía: hoy uno de los grandes productores de drogas y vacunas es
la India. Aunque ahora hay algunas que deben importarse, hasta hace muy poco tiempo Brasil elaboraba
todas sus vacunas prácticamente. Cuba lo mismo. Si bien siempre habrá tecnologías que
tendremos que adquirirlas de afuera,
no significa que debamos hacerlo con
la mayoría de los insumos. Esto se articula directamente con entender
que el dinero destinado a ciencia y tecnología es una INVERSIÓN y no un gasto.
Si nos vamos a dedicar solamente a seguir siendo productores de materia prima no tenemos
ningún futuro.
--Antes hablaba de la inclusión, ¿la salud es
inclusiva en la región?
--Argentina se caracterizó, históricamente, por un
sistema de salud fragmentado y estratificado,
gracias a la presencia de lo público que convive con obras sociales y prepagas. En Brasil,
por ejemplo, el 75% de la gente utiliza el
sistema público y el 25% restante
acude a lo privado. De esa
mayoría que utiliza el público, una parte gasta algo de su bolsillo para compensar
algunas de las necesidades que
no se pueden satisfacer. Nuestro país no tiene un
sistema unificado, siempre hubo una
resistencia muy grande de los sindicatos. Sería
ideal disminuir la fragmentación; pienso que se puede crear un futuro más inclusivo, aunque para ello haya que discutir fuertemente esa idea de la derecha que afirma que la salud es un gasto.
--¿Qué piensa del presente de los profesionales
de la salud? En general, los gobiernos latinoamericanos tienen una cuenta
pendiente: revertir la precarización laboral.
--Nosotros estamos proponiendo que se cree una carrera pública de
salud.
De la misma manera que la tienen los militares o los jueces, que
son considerados de primera necesidad. ¿Los
médicos no? Me parece que, en
definitiva, es un problema que se relaciona con la dignidad.
--¿En qué sentido?
--Cuando un paciente se acerca a una unidad de atención y el trabajador está cansado, malhumorado y burocratizado, sin quererlo, retroalimenta este sistema del cual formamos parte y necesitamos cambiar. Creo que los trabajadores de la salud tenemos un rol clave como agentes de la transformación social. Somos parte de la solución y no del problema. Para esto debe haber un marco propiciado por los gestores, las leyes y el financiamiento destinado a los sistemas públicos. Si los representantes de la salud pública no defendemos lo público nadie lo hará.
--En esta defensa, ¿Qué lugar tiene lo privado?
--Mirá, te voy a
responder a título personal. Desde que estaba en la Universidad Nacional de Rosario, de jovencita, nos preguntábamos
con nuestros compañeros si era ético ganar dinero con la
enfermedad ajena. ¿Podemos tener lo
privado? ¡Podemos! Aquella gente
que sea muy rica y tiene derecho
a pagar otro servicio, ¿puede hacerlo? ¡Claro que
puede! Ahora bien, con lo que no estoy de acuerdo es con que con
los impuestos públicos se financie lo privado.
--De manera reciente, la pandemia puso a prueba
los sistemas de salud a nivel mundial. Usted estaba en Brasil, ¿cómo fue esa
experiencia?
--Vivimos la pandemia con el pandemonio. Estábamos en manos de alguien, como Jair Bolsonaro, que hablaba en contra de las vacunas, que no hizo nada para planificar un aislamiento social coordinado. Instrumentó un ataque continuo al gesto solidario y al cuidado colectivo que fue muy destructivo. Daba la sensación de que estábamos en un avión y no estaba el piloto. Brasil tiene cifras de muertes muy por encima de lo que le correspondería por su población si se lo compara con el resto de las naciones; fallecimientos por covid que, como se podía esperar, se distribuyeron de manera desigual. Los negros, pobres y periféricos siempre la pasan peor. En Argentina la realidad fue distinta, de hecho, al gobierno se lo acusó de lo contrario, de demasiado precavido. Se presentaba una falsa dicotomía entre salud y economía cuando no la había.
Encuentro para una salud más
equitativa y humana
Entre jueves y
viernes se celebró el 1° congreso internacional de la Asociación Argentina de
Salud Pública (AASAP). Más de 1.200 personas se reunieron con
el objetivo de debatir en torno a la necesidad
de una salud pública y colectiva. Bajo esta premisa, los presentes coincidieron en
que los trabajadores y las trabajadoras del
sector puedan sostener “el protagonismo y la
mística” alcanzada durante la
pandemia. En paralelo, también instaron a los diversos espacios políticos que disputarán las elecciones este año
a no desjerarquizar el área, como ocurrió
durante el mandato macrista, cuando de ministerio se degradó en secretaría.
Del evento,
realizado en Palais Rouge (Palermo), participaron
el presidente de la AASAP y el actual rector de la Universidad Nacional Arturo Jauretche, Arnaldo
Medina, así como también, las autoridades sanitarias de
todo el arco político como Nicolás
Kreplak, titular de la cartera sanitaria bonaerense; Sandra Tirado, secretaria de Calidad en Salud de la Nación;
así como también Gabriel Battistella, subsecretario de Atención Primaria, Ambulatoria y
Comunitaria de la CABA.
Bajo el lema, “Una salud: para una Argentina con
equidad”, se presentaron un
total de 80
paneles temáticos, más de 350 trabajos, posters, stands y talleres
participativos. El enfoque, de manera
reciente incorporado por la Organización
Mundial de la Salud, comprende a la salud humana y
animal como interdependientes y en estrecha relación, al mismo tiempo, con el ambiente y contexto en el cual
interactúan.
Bajo esta premisa, sostienen sus referentes, no es suficiente el análisis técnico de especialistas en el tema si no se tienen en cuenta variables como la problemática ambiental con el efecto de la contaminación y el cambio climático; las cuestiones alimentarias como el sobrepeso, la malnutrición y la desnutrición; los aspectos que impactan en el desarrollo de las sociedades; la pobreza que acecha a una parte mayoritaria de la población; la salud animal y la amenaza de nuevas pandemias a partir de las zoonosis; el respeto por la diversidad sexual; la interculturalidad y las necesidades propias de las minorías.
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