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COMUNIDADES ORIGINARIAS. LITIO: LA LUCHA
CONTRA EL EXTRACTIVISMO, CLAVE DEL RECHAZO A LA
REFORMA DE MORALES EN JUJUY. El rol de las comunidades
originarias en el marco de la lucha del pueblo
jujeño contra la reforma constitucional
antidemocrática del gobernador Gerardo Morales, se hace sentir. La lucha
contra el extractivismo del litio, antesala de
la lucha contra la reforma. Las comunidades originarias jujeñas son las
principales protagonistas de los cortes de ruta en
San Pedro, Abra Pampa y Purmamarca, como parte
de una lucha que sacude la provincia al grito de “Arriba
los salarios, abajo la reforma”.
Rechazan
la aprobación exprés de la Reforma parcial
de la Constitución de Gerardo Morales, por parte
de la UCR y del PJ, que profundiza el régimen represivo y
prohíbe la protesta. Señalan con preocupación
varios artículos referidos al régimen de aguas y las tierras
fiscales. Las comunidades originarias de Jujuy enfrentan
el avance de los negocios de grandes multinacionales
sobre sus territorios desde hace años. La reforma de
Morales avanza en la entrega de esos recursos a las Cámaras Mineras, Tabacales y grandes
productores como Ledesma. A la par criminaliza el
derecho a la protesta con el que las comunidades pelean
históricamente en defensa de sus territorios,
contra la contaminación de sus tierras, aire y agua.
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JUJUY, UNA LLAMA QUE NO SE
APAGA.
LITIO, ESTADO
Y REPRESIÓN ¿REGLA O EXCEPCIÓN?
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Las protestas
sociales de los Pueblos Originarios en Jujuy, no son una Reacción a la Reforma Constitucional.
Sino exactamente al revés, la Reforma Constitucional es la Reacción del Gobierno,
a la Auto
Organización y Defensa creciente de las Comunidades Originarias
en sus Territorios.
Por Manuel
Fontenla *
Fuente Página /12
jueves 22 de junio del 2023.
Los
análisis “en caliente”, sobre la hora, mientras las calles
todavía arden, los cortes
de ruta se mantienen y las personas
siguen detenidas, corren el riesgo de la
distorsión del presente y la urgencia. Por eso,
en estos momentos, lo más fiable son las crónicas
desde el territorio, los testimonios azarosos en
la calle, los videos de usuarios anónimos, y no,
las puestas televisivas, las conferencias de prensa de
referentes políticos, y el desfile de pseudo periodistas que abundan en las pantallas.
Sin embargo, una
segunda opción puede ser, intentar situar
estos hechos, en un conjunto similar de hechos históricos. Buscar
similitudes en la historia reciente,
que nos permitan encontrar sentidos
compartidos, lógicas replicadas, luchas y disputas que hayan sido el alimento previo de lo que se vive actualmente. Desde esta mirada, quisiera sugerir la siguiente hipótesis. Las
protestas sociales de los pueblos originarios en
Jujuy, no son una reacción a la Reforma
Constitucional. Sino exactamente al revés, la Reforma
Constitucional es la reacción del gobierno, a la auto-organización y defensa creciente de las
comunidades originarias en sus territorios.
Para algunos docentes, investigadores, activistas, luchadores sociales y pueblos originarios, lo que sucede hoy, no es una novedad, no es un estallido imprevisto, una rebelión salida de un repollo como por arte de magia. Por supuesto que tiene sus detonantes coyunturales, la Reforma de la constitución y la lucha docente por el salario digno. Pero por debajo de eso, lo que se ve hoy, la organización, la autodeterminación, la convicción de lucha de las comunidades indígenas y campesinas, es algo que se viene gestando desde hace largo. Un hartazgo, un padecimiento, un dolor, y también, una bronca, un decir “basta”, una defensa férrea de lo propio, el territorio, el agua, la montaña, el salar, la vida.
Vale entonces la
pena, detenerse un segundo, solo uno, antes de
volver a lo urgente que ocurre segundo a segundo. Detenerse
para unas preguntas: ¿de dónde viene la represión y la violencia? ¿Acaso
entra en un nombre propio (por caso “Gerardo Morales”)
todo el sistema de represión política? ¿Quién financia y legitima y juzga ese
accionar represivo? ¿Es solo por el Litio? ¿Por
ser marrones y negros? ¿es la represión parte
inevitable de la democracia?; ¿Y las resistencias?
¿Cuándo se organizaron todas esas comunidades que
cortan aquí y allá las rutas y calles? ¿Es
contra la reforma? ¿contra la pobreza? ¿Por la vida digna
en sus territorios? ¿Es por el litio no más?
Todas estas
preguntas, no son retóricas, sino históricas. Fuertemente históricas y políticas, y cada una tiene su respuesta. Toda la violencia represiva que vemos hoy en Jujuy, no cabe en Gerardo Morales, ni en Juntos por el Cambio. Hace años, desde el histórico y sangriento 2001, la represión
es una práctica político-estatal cotidiana que convive
con/dentro/y a pesar de la democracia. Lo hemos visto innumerables veces en los
últimos 22 años. Represión en Chubut (2021), en Villa Mascardi (2022), en el Parque Indoamericano en Buenos Aires (2010), Tucumán (2015), Andalgalá
(2012), Jujuy (2011, 3 muertos), Chubut-Pu Lof Cushamen (2017), Rio Negro-Lafken Winkul Mapu (2017), Santiago
del Estero-comunidad campesina (2022), Formosa
(2021).
A esta lista fácil y tristemente se pueden agregar muchos nombres y fechas. Lo que se vive en Jujuy hoy, es la respuesta hegemónica y consensuada que todas las fuerzas político-partidarias han implementado en sus gobiernos en los últimos 20 años. No es una sorpresa, no es un exceso, no es una excepción, es la norma y la regla, indispensable, para contener un modelo de desigualdad creciente. Un modelo económico, político y social, cuyo principal motor es el extractivismo de recursos y territorios.
No es solo por el Litio la represión, ni es solo (aunque agrava y
profundiza el odio), por ser marrones, indígenas,
negros o campesinos.
La
represión es la respuesta a la autonomía.
La Reforma Constitucional, es la manera “democrática”, entiéndanse, consensuada por el poder político por arriba, para imponer la violencia
en los territorios. Y no es casual, que hayan
tenido que apuntar tan alto como a una reforma constitucional. Porque cada vez, son menos los artilugios que
funcionan. Cada vez es mayor la conciencia, y la
lucha, y la fuerza y la organización
de las comunidades en sus territorios. Cada vez es mayor la conciencia, de que sin agua no
hay vida, y que el litio, no traerá ningún progreso, ni
transición, ni igualdad, ni justicia. Si
no, exactamente todo lo contrario. Por eso, para quienes vienen mirando los territorios, caminándolos y
compartiéndolos con sus actores políticos, mucho
de lo que pasa en Jujuy hoy, tiene sentido en
estos últimos años.
Tal vez, sea difícil
comprender la transformación de la realidad mientras
sucede, comprender los cambios en los sentidos históricos, pero en el contexto actual de violencia estatal y extractivista,
en contextos de represión, ausencia de derechos,
persecución y encubrimiento mediático, la historia nos está obligando a
revisar nuestras ideas más esenciales. Por ejemplo, dos que nos ha dejado esta semana histórica. Una, realmente increíble en su casualidad, que, en el día
de la bandera nacional, la del Estado, miles y
miles de argentinxs hayan elegido y replicado la
consigna “Arriba
la Whipala”, es decir, arriba la bandera
de los de abajo. La segunda,
que mal que nos pese, una vez más,
deberemos reescribir la famosa definición del teórico político Carl von Clausewitz; si al
principio fue “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, y
luego fue “la política es la continuación de la guerra
por otros medios”, tal vez hoy, sea
el tiempo de pensar, que en nuestras
provincias extractivistas: “La democracia
es la continuación de la violencia por otros medios”.
*Docente y activist.
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EL
LITIO Y EL AGUA DETRÁS DEL CORTE DE LAS COMUNIDADES INDÍGENAS EN PURMAMARCA.
"Queremos que caiga la reforma y si es posible, Morales"
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Más de quinientas personas de unas cincuenta comunidades
de La Puna y la Quebrada permanecen en la ruta
desde el viernes en el corte central de Jujuy
con guardias rotativas, asambleas, fogatas y "guerra
de nervios". Creen que la nueva constitución va por el litio y la
contaminación del agua. Voces en primera persona.
Por
Laura Vales.
Fuente
Página/12 jueves 22 de junio del 2023.
(Desde Purmamarca)
El corte
de Purmamarca es más que un corte: casi medio kilómetro de ruta está cubierto de piedras y rieles, y en
cada punta de ese largo tramo hay barricadas. Los manifestantes son más de quinientos, casi todos de comunidades de los pueblos originarios que llegan desde las localidades de la Quebrada y de la Puna. Si bien cada tres
horas abren el tránsito —los
vehículos deben pasar por la banquina,
porque por el asfalto es imposible— a cada lado del piquete se vuelven a formar
en poco tiempo largas filas de autos,
camiones y colectivos.
Como la provincia
amaneció con unos veinte cortes, moverse por Jujuy
requiere de paciencia. Cuando abren
el tránsito en Purmamarca, los que pasan se encontrarán a unos kilómetros con
otro corte en Tilcara, y así hasta la Quiaca. También hacia el sur. Los camiones que van a Bolivia
y Salta esperan, varados, y los turistas que no quieren perder su vuelo cruzan los cortes
caminando, para tomarse en cada
punta un nuevo taxi.
Grupos de unas cincuenta comunidades indígenas sostienen el
corte central, en Purmamarca. La mayoría
viene pasando la noche a la intemperie
desde el viernes pasado, calentándose
con fogatas. El sábado un violento operativo policial los sacó,
pero volvieron a la ruta. A lo largo del día van haciendo asambleas para decidir cómo continuar con la
protesta.
"Queremos
que se caiga la reforma, y si es posible que Morales se vaya", dice
taxativo Francisco Lamas,
envuelto en una campera azul, los ojos rojos por la mala noche y la tensión que se vive en el corte. Llegó de la comunidad de Salinas Grande, que en la bota de Jujuy
está del lado del taco, la zona del litio. Dice que la nueva Constitución va a permitir
"que el gobierno avance sobre los territorios de las comunidades", que no tienen títulos de propiedad de la tierra, y que "obviamente va a ir sobre los territorios con riquezas naturales". Que el gobernador haya dado marcha atrás con los artículos de la Constitución que más cuestionaban las comunidades no tiene el menor valor. Le desconfían al texto entero.
En las asambleas
sólo están participando los comuneros desde que
detectaron que tenían policías infiltrados, y los comuneros semblantean un poco antes de dar una entrevista, porque ayer fue la represión en
San Salvador y el sostenimiento del
corte atraviesa, naturalmente, una
guerra de nervios.
Silvia
Durán es una de las comuneras. No se saca el
barbijo para hablar, y luego contará que en las redes circulan fotos
suyas con información falsa; está preocupada. Vive hacia el norte,
en la zona de
Tilcara y es una de las muchas mujeres que
permanecen en
piquete donde, coincidirán varios de los consultados, ellas
tienen la voz cantante. Explica que
el principal motivo por el que salieron a la ruta es que no tuvieron "ningún
tipo de consulta previa" ni supieron qué decía
la Constitución hasta que se filtraron algunos borradores.
Esta es una mañana
de consultas porque sobre los cortes hay un
nuevo pedido de desalojo, dispuesto por un juez federal, Diego Matteucci.
"Nosotros
acá tenemos poca señal y los teléfonos se nos quedan sin batería, estamos sin
celulares la mayor parte del tiempo. Cuando llega la gente del pueblo (señala
con la mano en dirección a Purmamarca) les digo:
'¿qué novedades hay?' Así nos enteramos que
en la gobernación hacen responsables al kirchnerismo y
a la izquierda de todo esto, pero acá somos pueblos indígenas, independientes,
autónomos", remarca la comunera. E
insiste: "No nos manda nadie".
Durán parece estar en todo. Una compañera se acerca para preguntarle si hay frazadas para recibir a un nuevo grupo. Ella dice que "ni colchones ni frazadas". Lo que sí tienen, cuenta a Página12, son alimentos que los vecinos les acercaron, "incluidos los comerciantes". Le importa que quede por escrito que tienen ese respaldo social.
Este miércoles (21 de junio) fue el AÑO NUEVO ANDINO y en el corte se hace la celebración del Inti Raymi o fiesta del sol. Hay una ceremonia,
a la mañana, que cierra con un reparto de abrazos. Lamas, el de Salinas Grande, da un apretón y desea que el año nuevo "traiga energía". "La
necesitamos para voltear al dictador", apunta, sin fijarse mucho a
quien le toca el mensaje.
Habla de la campaña
psicológica que cae sobre los manifestantes. Reciben amenazas que
dicen que van a ser secuestrados,
que van a tener que pagar las multas que
fija la nueva
Constitución a quienes corten la ruta ("qué hace una familia si le caen 3
millones"), casi todos
mensajes por las redes, donde también están circulando las fotos con información falsa. "Por eso algunos de los comuneros están escondidos y de otros no decimos dónde
están".
Las barricadas, en los bordes del corte, están hechas con
lo que había a mano: sobre todo con troncos, ramas y carteles arrancados del borde de la
ruta. Sobre ellos ondean whipalas, las banderas de siete colores de los pueblos andinos, una pancarta que dice "No al litio, si al agua", una
señal de tránsito que indica que
estamos a 64 kilómetros de Humahuaca y que quedó con las patas para arriba. Neumáticos, más piedras, cartones escritos
a mano. "Arriba los derechos, abajo la Reforma". Unos
evangelistas que pasaron el día
anterior clavaron un anuncio que
asegura que Jehová está con el pueblo. Y
atrás, los cerros, con todos sus colores,
verdes o de un anaranjado como ladrillo.
Cruzan el corte turistas con sus valijas y gorritos andinos, y también
trabajadores. Una enfermera que viene del
hospital de la zona opina en contra
de la protesta. "Hay mucha gente que no es de acá", asegura. ¿Y
quiénes serían? "Muchos hippies". Hizo una guardia de dos días, y una vez que llegue al otro borde del corte esperará un colectivo para volver a San
Salvador.
Milton
Méndez vino de la comunidad
Vicuñayoc, de Humahuaca. Asegura que
la preocupación es por el avance de la extracción de
litio que "nos va a expulsar de nuestros territorios".
"Si
esa riqueza volviera a la gente, todavía. Pero ya están sacando el litio y no queda nada: si metés adentro de los
cerros vas a encontrar que la gente es muy humilde,
en todo sentido".
Mabel Soruco es
una de las vecinas que hoy vinieron a respaldar la protesta. Es de Tilcara, viajó hasta acá con su hermana y una hija
adolescente. Trajeron de casa lo que pudieron
para colaborar con el desayuno. Son parte de
una movida que, dice, creció después
de la violenta represión de este mismo corte de ruta, el sábado
pasado.
¿Por qué apoya el corte? Porque nació en la Quebrada
y aunque no viva en una comunidad, se siente originaria. "Acá todos somos originarios, vivamos o no en una
comunidad". Da en la clave de la identidad de
estos cortes de ruta, donde no se habla de los bajos salarios, como en las
protestas de la capital de Jujuy, sino de la
cuestión de la tierra y del temor a que la
extracción de litio contamine las fuentes de agua.
¿Qué van a hacer si la orden de desalojo se hace efectiva? Nadie está muy seguro. La organización en el corte es de tipo horizontal, los comuneros no quieren que se identifique a una o dos personas como dirigentes, porque plantean que los van a descabezar y sostienen que tampoco hay dirigentes. "De a ratos esto parece anárquico, pero de alguna forma se sostiene, cada cual va haciendo lo que hay que hacer".
Un manifestante pide
no ser identificado, porque en los allanamientos ilegales
que la policía realizó ayer en los barrios de la capital se llevaron presos a varios
militantes. "Nos tienen fichados".
La voluntad de la
que hablan todos es voltear la reforma de la
Constitución y forzar a que, en todo caso,
la gobernación llame a un proceso de
debate al que sean convocados. "Nos
quedamos hasta que Morales caiga o el gobierno
nacional intervenga", dice un pibe que le toca hacer guardia junto al montón de
carteles, ramas y neumáticos que cortan la ruta. En un rato va a la señal para
abrir el tránsito, pero por ahora mira la larga fila de vehículos y espera.
Emiliana, tan joven como él,
opina que
"estos
días son decisivos. Nos quedamos porque las mineras están a la vera de nuestros
territorios y de las vertientes de agua que van a los corrales y esto es lo que
nos alienta a luchar. Quieren entrar por el litio, por
eso no queremos dejar la ruta".
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