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El capitalismo reinante en el mundo sigue siendo absolutamente injusto, egocéntrico y hedonista, al desligar valores solidarios. Lo demuestra la forma en que se manejó la vacunación. Por un lado, las grandes farmacéuticas hicieron un increíble negocio y abandonaron a las grandes mayorías de los pobres países del Sur que no podían pagar gigantescas sumas de dinero. Además, el espíritu acumulador que generó este modelo hizo que potencias capitalistas acapararan dos, tres o cuatro veces más dosis de las necesarias, mientras que el Tercer Mundo languidecía, todo lo cual demuestra que, en este marco, estamos más cerca del homo homini lupus (hombre lobo) que de una verdadera comunidad de pueblos fraternos. La llamada cooperación internacional o los mecenazgos de poderosas fundaciones caritativas solo refuerzan la sumisión de unos y el poderío de otros.
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ANTROPOCENO
Y PANDEMIAS.
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Por Marcelo Colussi | 03/08/2023 | Ecología social
Fuente.
Rebelión jueves 3 de agosto del 2023.
Los
expertos ya hablan de una nueva era
geológica: el Antropoceno, un período marcado por la acción humana que está cambiando el medio natural, al alterar en forma muy negativa las condiciones
de vida del planeta, tanto que podrá hacer
imposible la sobrevivencia si no se modifica el curso de los acontecimientos.
El
mundo moderno surgido en el Renacimiento
europeo, hoy completamente globalizado,
que dio como resultado la actual industria, si
bien obtuvo fabulosos resultados mediante soluciones a problemas de la humanidad, al mismo tiempo creó otros hoy día
altamente peligrosos.
Es por eso
que muchos expertos consideran que,
desde mediados del pasado siglo,
entramos en esta nueva fase geológica.
Varios elementos contundentes lo
indican:
/. peligroso
aumento en la emisión de gases de efecto invernadero,
/. alta
presencia de elementos radiactivos en aire, suelo y tierra, a causa de los
ensayos con armas nucleares,
/. acumulación
de plástico no biodegradable,
/. destrucción
indiscriminada de la cubierta boscosa,
todo lo cual está generando ya no un calentamiento global sino, tal como ahora se comenzó a decir: una “ebullición global”.
En otros
términos: no hay “cambio climático”, como si se tratase de una espontánea y natural transformación en las condiciones geológicas, sino
una catástrofe provocada por la acción humana, ligada a la industria que produce
en forma imparable y obliga a la
población a consumir de la misma manera.
Como símbolo
de ese disparate en juego, está la obsolescencia programada: elaborar mercancías para que, en un tiempo
prefijado por las empresas
productoras, sean inservibles y
requieran reemplazo.
En tal
sentido, quizá más correcto que Antropoceno
sea decir Capitaloceno, un momento de la historia marcado por
la aparición del modo de producción
capitalista.
De tal marea
alocada de producción y consumo
que generó el capitalismo -basado exclusivamente en la
acumulación de capital y que nunca
descienda la tasa de ganancia- la destrucción
de nuestra casa común, el planeta Tierra, está
pasando factura a la humanidad.
La reciente
aparición del virus SARS CoV-2, para el que la población no tenía defensa, como resultado del cual
hubo más de seis millones de muertes, es
producto de esos descontroles.
“El
cambio en el uso del suelo, la destrucción de
los bosques tropicales, la expansión de las tierras agrícolas, la intensificación de la ganadería, la caza, el comercio
de animales silvestres y la urbanización rápida no planificada, son algunos de los
factores que influyen en la propagación de virus con
potencial pandémico”, concluyó un grupo de científicos de Universidad
estadounidense de Harvard.
La aparición de especies invasoras que pueden llegar al ser humano como consecuencia de esos descalabros medioambientales, ocasionó esta pandemia de la que aún no hemos salido, pero que probablemente no sea la última.
Así lo
expresó el director de la Organización Mundial de la Salud -OMS-, Tedros
Adhanom Ghebreyesus:
“La
historia nos muestra que no será la última
pandemia. (…) La pandemia reveló los estrechos
vínculos entre la salud de las personas, los
animales y el planeta (…) Todos los esfuerzos para mejorar los sistemas sanitarios resultarán insuficientes si no van
acompañados de una crítica de la relación entre
los seres humanos y los animales, así como de la
amenaza existencial que representa el cambio climático, que está convirtiendo
la Tierra en un lugar más difícil para vivir”.
La reciente
pandemia nos muestra varias cosas:
1.
Que el Antropoceno (o Capitaloceno) es ya
una realidad. La acción humana sin planificación, basada en el lucro empresarial, está
haciendo estragos. Solo como ejemplo: las islas Maldivas, en el océano Atlántico, con sus 500,000 habitantes (actualmente
un paraíso turístico), están condenadas a desaparecer bajo las aguas
en un par de décadas si continúa la ebullición global y el consecuente derretimiento
de casquetes polares y glaciares. Lo
tragicómico es que sus habitantes no han vertido prácticamente
un gramo de agentes contaminantes,
porque en las islas
casi no
hay vehículos automotores. El
descalabro en la relación con el medio ambiente permitió la aparición de
este nuevo germen del SARS CoV-2,
y podrá seguir permitiendo nuevas catástrofes si no se cambia el rumbo.
2.
El neoliberalismo, como nueva forma
que ha ido tomando el capitalismo global, es un criminal atentado contra la humanidad. Con su prédica de hiper privatización de absolutamente todo, dejó los
sistemas públicos de salud en total
deterioro. La aparición de este nuevo virus se
transformó en una peligrosa pandemia porque los servicios sanitarios
privados no pueden atender
una crisis sanitaria de tal magnitud.
Cuba -aunque la
prensa comercial no lo mencione- con un planteo socialista de salud pública,
pasó la pandemia en mucho mejores condiciones que las potencias capitalistas.
3.
El capitalismo reinante en el mundo sigue siendo absolutamente injusto, egocéntrico y hedonista, al desligar
valores solidarios. Lo demuestra la forma en que se manejó la vacunación. Por un lado, las grandes farmacéuticas hicieron un increíble negocio y abandonaron a las grandes mayorías de los pobres países del
Sur que no podían pagar gigantescas sumas de dinero.
Además, el espíritu acumulador que generó este modelo hizo que potencias capitalistas acapararan dos, tres o cuatro veces más dosis de las necesarias,
mientras que el Tercer Mundo languidecía, todo lo cual demuestra que,
en este marco, estamos más cerca del homo
homini lupus (hombre lobo) que de una verdadera
comunidad de pueblos fraternos. La llamada cooperación internacional o los mecenazgos de poderosas fundaciones caritativas solo refuerzan la sumisión de unos y el poderío
de otros.
4. Los
encierros provocados por la pandemia abrieron
paso a una “nueva normalidad”, basada en el llamado teletrabajo. Ahora bien:
ese mundo
digital que ya se abrió y parece sin retorno, de momento no favorece a
las grandes mayorías. Trabajar desde
casa ¿es un triunfo popular? ¿Cómo se formarán
los sindicatos entonces? ¿O en la “nueva normalidad” eso ya no cabe? Parece que estamos cada vez más desconectados, aunque pasemos el “día conectados” a algún
ingenio de inteligencia artificial. Las
tecnologías digitales, fabulosas sin dudas,
pueden servir para dar saltos en la
historia; o también, como pareciera
perfilarse de momento, para que los grandes poderes controlen más y mejor.
Antropoceno,
capitaloceno o como lo llamemos, el modelo de interacción actual
del ser humano con la naturaleza es inviable. ¡Hay que
cambiarlo!
arc/mco
Marcelo
Colussi. Colaborador de Prensa Latina
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