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¿Qué
está en juego en Johannesburgo? Ante
esta dinámica situación internacional y las crecientes demandas de
expansión, los BRICS se enfrentan a una serie de
importantes cuestiones: Además de ofrecer respuestas concretas a los
solicitantes interesados, la expansión tiene el potencial de aumentar el peso
político y económico de los BRICS y, con el tiempo, reforzar otras plataformas regionales a las que pertenecen sus
miembros. Pero la ampliación también exige tener
que decidir la forma concreta que debe adoptar la pertenencia y puede aumentar la complejidad de la búsqueda de
consenso, con el riesgo de ralentizar el avance de la toma de decisiones y las
iniciativas. ¿Cómo abordar estas cuestiones? ¿Cómo
puede aumentarse la capacidad de financiación del NBD, así
como su coordinación con otros bancos de desarrollo del
Sur Global y otros bancos multilaterales? Sobre todo, ¿Cómo puede el
NBD, en colaboración con la red de think tanks de los BRICS,
promover la formulación de una nueva política de desarrollo
para el Sur Global?
Dado
que los países miembros de los BRICS disponen
de sólidas reservas internacionales (Sudáfrica
tiene un poco menos), es poco probable que necesiten recurrir al CRA; en cambio, este fondo podría ofrecer a los países
necesitados una alternativa al chantaje político del
Fondo Monetario Internacional, que exige a los países en desarrollo
medidas de austeridad devastadoras a cambio de préstamos. Se dice que los BRICS están debatiendo la creación de una moneda de
reserva que permita el comercio y la inversión sin
utilizar el dólar estadounidense. Si se estableciera, podría ser un paso más en
los esfuerzos por crear alternativas al dólar,
pero sigue habiendo interrogantes. ¿Cómo podría garantizarse la estabilidad de esa moneda de reserva? ¿Cómo podría
articularse con los mecanismos comerciales recientemente creados que no
utilizan el dólar, como los acuerdos bilaterales
China-Rusia, China-Brasil, ¿Rusia-India y otros?
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LOS
BRICS HAN CAMBIADO EL EQUILIBRIO DE FUERZAS, PERO NO CAMBIARÁN EL MUNDO SOLOS.
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Por Vijay Prashad | 23/08/2023 | Economía
Fuente- Rebelión miércoles 23 de agosto del 2023.
En 2003 altos
funcionarios de Brasil, India y Sudáfrica se
reunieron en México para debatir sus intereses
mutuos en el comercio de fármacos.
India
era y es uno de los mayores productores
mundiales de diversos medicamentos, incluidos los utilizados para tratar el
VIH-SIDA; mientras que tanto Brasil como Sudáfrica necesitaban medicamentos
asequibles para pacientes con VIH, así como para otras muchas dolencias tratables. Pero estos tres países no podían comerciar fácilmente entre sí debido a las estrictas leyes de propiedad
intelectual establecidas por la Organización Mundial del Comercio. Pocos meses antes de su reunión, los tres países formaron una agrupación, conocida como IBSA, para debatir y
aclarar cuestiones de propiedad
intelectual y comercio, pero también para
enfrentarse a los países del Norte Global por su exigencia
asimétrica de que las naciones más pobres pusieran
fin a sus subsidios agrícolas. La noción
de cooperación Sur-Sur enmarcó estos debates.
El interés por la cooperación Sur-Sur se remonta a la década de 1940, cuando el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas estableció su primer programa de ayuda técnica para contribuir al comercio entre los nuevos Estados poscoloniales de África, Asia y América Latina. Seis décadas después, justo cuando se formó el IBSA, se conmemoró este espíritu con el Día de las Naciones Unidas para la Cooperación Sur-Sur, el 19 de diciembre de 2004. En ese momento, la ONU también creó la Unidad Especial para la Cooperación Sur-Sur (diez años después, en 2013, esta institución pasó a llamarse Oficina de las Naciones Unidas para la Cooperación Sur-Sur), que se basó en el acuerdo de 1988 sobre el Sistema Global de Preferencias Comerciales entre Países en Desarrollo. En 2023, este pacto incluirá 42 Estados miembros de África, Asia y América Latina, que en conjunto albergan a cuatro mil millones de personas y tienen un mercado combinado de 16 billones de dólares (aproximadamente el 20% de las importaciones mundiales de mercancías). Cabe destacar que esta antigua agenda para aumentar el comercio entre los países del Sur constituye la prehistoria de los BRICS, creados en 2009 y actualmente formados por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
Todo el proyecto de los BRICS gira
en torno a la cuestión de si los países
situados en el extremo inferior del sistema neocolonial pueden salir de ese sistema
mediante el comercio y la cooperación
mutuos, o si los países más grandes
(incluidos los de los BRICS) disfrutarán inevitablemente de asimetrías de poder y escala frente a los países más pequeños y, por
tanto, reproducirán las desigualdades
en lugar de superarlas. Nuestro último dossier, sobre la teoría marxista de
la dependencia, pone en tela
de juicio cualquier proyecto capitalista en el Sur que
crea que puede liberarse de algún modo
del sistema neocolonial importando
deuda y exportando
materias primas baratas. A pesar de las limitaciones
del proyecto BRICS, está claro que el aumento del comercio Sur-Sur y el desarrollo de instituciones del Sur
(para el financiamiento del desarrollo,
por ejemplo) desafía al sistema
neocolonial, aunque no lo trascienda inmediatamente. En el Instituto Tricontinental de Investigación Social
hemos seguido de cerca la evolución
y las contradicciones del proyecto BRICS desde sus inicios y continuamos
haciéndolo.
A finales de
este mes se celebrará en Johannesburgo (Sudáfrica), del 22 al 24 de agosto, la 15ª Cumbre de los BRICS.
Esta reunión se produce en un momento en que dos de los miembros del
grupo, Rusia y China, se enfrentan a una Nueva Guerra Fría con Estados Unidos y
sus aliados, mientras que los demás miembros
se enfrentan a una inmensa presión para verse arrastrados a este conflicto. A continuación, encontrarán el boletín nº 9 publicado en colaboración
con Basta de Guerra Fría, que ofrece una breve
pero necesaria introducción a la próxima Cumbre de los BRICS.
Pueden leerlo a continuación.
La 15º Cumbre de los BRICS (22-24 de agosto) en Johannesburgo, Sudáfrica, tiene el potencial de hacer historia. Los jefes de Estado de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica se reunirán por primera vez cara a cara desde la cumbre de 2019 en Brasilia (Brasil). La reunión tendrá lugar 18 meses después del inicio del conflicto militar en Ucrania, que no solo ha elevado las tensiones entre las potencias occidentales lideradas por Estados Unidos y Rusia a un nivel nunca visto desde la Guerra Fría, sino que también ha agudizado las diferencias entre el Norte y el Sur Globales.
Cada vez hay
más grietas en el orden internacional unipolar impuesto
por Washington y Bruselas al resto del
mundo a través de la Organización del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el sistema
financiero internacional, el control de los flujos de información (tanto en las redes tradicionales como
en las redes sociales) y el uso indiscriminado de sanciones
unilaterales contra un número cada
vez mayor de países. Como dijo recientemente el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres,
“el
periodo posterior a la Guerra Fría ha terminado. Se está produciendo una
transición hacia un nuevo orden mundial”.
En este
contexto global, tres de los debates más importantes a seguir en la cumbre de Johannesburgo son:
(1) la
posible ampliación del número de miembros de los BRICS,
(2) la
ampliación del número de miembros de su Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), y
(3) el papel
del NBD en la creación de alternativas al uso del dólar estadounidense.
Según Anil Sooklal, embajador de Sudáfrica ante los BRICS, 22 países han solicitado formalmente su adhesión al grupo (entre ellos Arabia Saudí, Argentina, Argelia, México e Indonesia) y otras dos docenas han manifestado su interés. Aun con numerosos retos que superar, los BRICS se consideran ahora una importante fuerza motriz de la economía mundial y de la evolución económica del Sur Global en particular.
Los
BRICS hoy
A mediados de
la década pasada, los BRICS experimentaron una
serie de problemas. Con la elección
del primer ministro Narendra Modi en
India (2014) y el golpe de Estado
contra la presidenta Dilma Rousseff en Brasil (2016), dos de los países miembros del grupo pasaron a estar
encabezados por gobiernos de derechas
más favorables a Washington. Tanto India como Brasil retrocedieron en su participación en el grupo. La ausencia de
facto de Brasil, que desde el principio
había sido uno de los motores clave de los BRICS,
representó una pérdida significativa para la consolidación del grupo. Estos acontecimientos
socavaron y obstaculizaron el progreso
del NBD y del
Acuerdo de Reservas Contingentes (CRA),
establecido en 2015, que representaba el mayor logro institucional de los BRICS
hasta la fecha. Aunque el NBD ha hecho
algunos progresos, no ha alcanzado
sus objetivos originales. Hasta la fecha,
el banco ha aprobado unos 32.800 millones de dólares en financiación (de
hecho, se ha emitido menos de esa cantidad), mientras que el CRA —que cuenta con USD 100.000 millones en fondos para ayudar a los
países que tienen escasez de dólares
estadounidenses en sus reservas internacionales
y se enfrentan a presiones de balanza de pagos o de liquidez a corto plazo— nunca se ha activado.
Sin embargo,
los acontecimientos de los últimos años han revigorizado el proyecto BRICS.
Las decisiones de Moscú y Pekín de
responder a las escaladas de agresión en la Nueva Guerra Fría por parte de Washington
y Bruselas; el regreso de Luiz Inácio Lula da Silva
a la presidencia de Brasil en 2022 y
el consiguiente nombramiento de Dilma Rousseff a la
presidencia del NBD; y el relativo
distanciamiento, en distintos grados, de India y Sudáfrica de las potencias occidentales han dado lugar a
una “tormenta perfecta” que parece haber reconstruido un sentimiento de unidad política en
los BRICS (a pesar de las tensiones
no resueltas entre India y China). A ello se suma el creciente peso de los BRICS en
la economía mundial y el fortalecimiento de
la interacción económica entre sus miembros. En 2020, la cuota mundial del Producto Interno Bruto (PIB) de
los BRICS en términos de paridad de poder
adquisitivo (31,5%) superó a la del Grupo de los Siete (G7) (30,7%) y se espera que esta
diferencia aumente. El comercio bilateral entre los países BRICS también ha crecido con fuerza: Brasil y China baten récords cada año, alcanzando
los 150.000 millones de dólares en 2022; las exportaciones rusas a India se triplicaron
de abril a diciembre de 2022, en términos
interanuales, expandiéndose hasta los 32.800 millones
de dólares; mientras que el comercio entre China
y Rusia saltó de 147.000 millones de dólares en 2021
a 190.000 millones en 2022, un aumento de casi el 30%.
¿Qué
está en juego en Johannesburgo?
Ante esta
dinámica situación internacional y las crecientes demandas de expansión, los BRICS se enfrentan a una serie de importantes
cuestiones:
Además de
ofrecer respuestas concretas a los solicitantes interesados, la expansión tiene
el potencial de aumentar el peso político y económico de los BRICS y, con el
tiempo, reforzar otras plataformas regionales a
las que pertenecen sus miembros. Pero la ampliación también exige tener que
decidir la forma concreta que debe adoptar la pertenencia y puede aumentar la
complejidad de la búsqueda de consenso, con el riesgo de ralentizar el avance
de la toma de decisiones y las iniciativas. ¿Cómo
abordar estas cuestiones?
¿Cómo puede
aumentarse la capacidad de financiación del NBD, así
como su coordinación con otros bancos de desarrollo del
Sur Global y otros bancos multilaterales? Sobre todo, ¿cómo puede el
NBD, en colaboración con la red de think tanks de los BRICS,
promover la formulación de una nueva política de desarrollo
para el Sur Global?
Dado que los
países miembros de los BRICS disponen de sólidas
reservas internacionales (Sudáfrica tiene un
poco menos), es poco probable que necesiten recurrir al CRA; en cambio, este fondo podría ofrecer a los países necesitados
una alternativa al chantaje político del Fondo
Monetario Internacional, que exige a los países en desarrollo medidas de
austeridad devastadoras a cambio de préstamos.
Se dice que los BRICS están debatiendo la creación de una moneda de reserva que permita el comercio y la inversión sin utilizar el dólar estadounidense. Si se estableciera, podría ser un paso más en los esfuerzos por crear alternativas al dólar, pero sigue habiendo interrogantes. ¿Cómo podría garantizarse la estabilidad de esa moneda de reserva? ¿Cómo podría articularse con los mecanismos comerciales recientemente creados que no utilizan el dólar, como los acuerdos bilaterales China-Rusia, China-Brasil, ¿Rusia-India y otros?
Los BRICS ahora su pueden hacer una contribución significativa al Desarrollo Sostenible Global.
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¿Cómo pueden
la cooperación y la transferencia de tecnología apoyar la reindustrialización de países como Brasil y Sudáfrica, especialmente en sectores
estratégicos como la biotecnología, las tecnologías de la información, la inteligencia artificial y las energías renovables, al
tiempo que se lucha contra la pobreza y la desigualdad, y se atienden otras demandas básicas de los pueblos del Sur?
Líderes
que
representan a 71 países del Sur Global han sido invitados a asistir a la reunión
de Johannesburgo. Xi, Putin, Lula, Modi, Ramaphosa y
Dilma tienen mucho trabajo por hacer, para responder a estas preguntas y
avanzar en los asuntos urgentes del desarrollo global.
Nuestro
instituto continúa haciendo un seguimiento de estos
acontecimientos, sin creer que el proyecto BRICS ofrece
la salvación global, pero tampoco con el cinismo que lo descarta como nada
nuevo. La historia se mueve, no por la pureza,
sino por las contradicciones del mundo.
Cuando estos
grandes países del Sur se reúnan en Johannesburgo, se enfrentarán a las enormes desigualdades que existen en Sudáfrica. Estas fisuras son la materia prima de los
poemas de Vonani Bila, cuya voz se eleva desde Shirley Village (Limpopo) y nos recuerda el largo
camino que queda por recorrer, con el proyecto BRICS y
más allá:
Cuando el sol
se oculta
en el
Soutpansberg,
Giyani Block
se pone un
abrigo de
víbora negra;
un espejo de
muerte y desesperación.
Médicos y
enfermeras permanecen de pie.
No descansarán
cuando la huelga de trabajadores
encienda su
furiosa llama.
Están de
puntillas, mirando hacia arriba,
luchando
contra el monstruo sin rostro y sin cola.
Vijay Prashad, historiador indio, director del Instituto
Tricontinental
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