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“Pautas sobre la resistencia popular. Tan evidentes eran los daños
para México del TLCAN que el rechazo más claro a sus
intenciones fue el levantamiento del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional, un movimiento indígena de base
comunitaria con marcos de referencia y vínculos globales que repercutieron su influencia en
todo el mundo. El mismo día de su entrada en vigor, miles de zapatistas le declararon la guerra al
gobierno de Carlos Salinas
de Gortari. Como dialéctica de
esta entrada en vigor del “cambio en las reglas del juego”
entre los países, las corporaciones y la población de los países afectados,
desde entonces se expande un movimiento por la autonomía de los pueblos y comunidades,
en particular en Latinoamérica.
Desde sus rincones, las comunidades comprendieron las repercusiones y la verdad
tras los objetivos eufemizados que sus gobiernos aceptaron en
tales supuestos acuerdos comerciales, porque queda claro que son mucho más
que eso. Se entendió también la futilidad de luchar por un nacionalismo,
incluso revolucionario,
si quedaban intactas las reglas del juego que se concretaban en México
y luego en una cascada mundial de acuerdos y tratados bilaterales.
“Los
efectos de estos instrumentos de desvío de
poder son tan negativos y vastos que las comunidades
no logran luchar contra los TLC
en directo. Hasta para eso requieren recursos, tiempo,
desplazamiento, sacrificios, abogados. Esta disparidad de medios dificulta
que las comunidades se manifiesten o luchen contra los TLC.
Pero sí tienen que luchar contra la cauda de ataques, invasiones, despojos,
devastaciones, deshabilitación que provocan en las regiones y
localidades donde habita el mundo campesino e indígena,
o la gente en los barrios de las crecientes ciudades. Entre
2011 y 2014 se celebró en México
un proceso del Tribunal permanente de los Pueblos que
tejió por abajo desde más de 25 regiones del país, los agravios y las
motivaciones para rechazar no sólo los TLC sino toda la cauda de efectos de
ellos en la actualidad. Ese trabajo de reconstrucción continúa y legitima más
y más la vigencia de la resistencia popular en
México, el continente y el mundo.
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30
AÑOS DE TLCAN, UN MÉTODO PARA ACAPARAR EL MUNDO.
EE.UU.
CANADA Y MÉXICO.
*****
Por GRAIN | 06/07/2024 | Ecología social
Fuente.
Revista Rebelión sábado 6 de julio del 2024.
Hoy, con la cada vez más frecuente firma de diversos tratados de libre comercio (TLC), se desarman aparatos jurídicos
nacionales y se le abre margen de maniobra a las empresas mientras se le
cierran los espacios legales para que la gente, las poblaciones, defiendan sus
intereses.
En
2024, el primer tratado de libre comercio de
la era moderna, el Tratado de Libre Comercio de América del
Norte (TLCAN) cumple 30
años. Es una ocasión importante para preguntarse: ¿Por
qué este tratado en particular ha tenido un rol de parteaguas en la historia
del régimen global de comercio e inversiones? ¿Hasta qué
punto ha sido el laboratorio donde comenzó un proceso que continúa cambiando la
textura global de las relaciones entre los gobiernos y entre éstos y sus sociedades? Para
los movimientos que se enfrentan al libre comercio todos los continentes,
mirarse en el espejo del TLCAN puede ser de gran utilidad.
Desde la entrada en vigor del acuerdo en 1994, el mundo entró en una etapa inusitada de homogenización de los términos de referencia de sus relaciones internacionales, y la llamada democracia formal se erosionó aún más.
Norteamérica. 30 años de "Libre Comercio".
*****
Los
organismos financieros y de comercio internacionales
reivindicaron la efectividad de los tratados de libre comercio como
candados de las reformas estructurales promovidas desde los años ochenta. Con
ellos se comenzaron a someter las estructuras jurídicas, nacionales e
internacionales a los arbitrios de los intereses
económicos de las corporaciones, dentro de los ambiguos márgenes del derecho,
que va abandonando sus motivaciones públicas para someterse a intereses
particulares.
Un
año después de la firma del TLCAN, el Acuerdo General sobre Aranceles
Aduaneros y Comercio (GATT), vigente desde 1947,
se reconvirtió en Organización Mundial de Comercio (OMC). El
TLCAN inspiró una verdadera andanada de acuerdos bilaterales de comercio que
multiplicaron los controles, pero sobre todo las sustituciones y paralelismos
de lo que debería ser la labor de los congresos y los gobiernos nacionales al
determinar leyes, normas y políticas públicas. Ya entonces GRAIN afirmaba que estos tratados buscaban
presionar a los países más débiles mediante negociaciones bilaterales o subregionales,
y someter a aquellos que se empeñaban en mantener algún grado de soberanía o
defender los intereses de las empresas nacionales.
Estos acuerdos bilaterales de comercio e inversión se desnudaron entonces como instrumentos de desvío de poder. Moldes de normas y políticas públicas, modelos de relación, donde quiera que haya tratados, que abren margen de maniobra a las empresas mientras le cierran los canales jurídicos a la gente que no se puede defender, excluida de la legalidad, marginada de su posibilidad de acceder a la justicia.
En
un momento en que muchos gobiernos y algunas organizaciones
de la sociedad civil se empeñan en reformar los tratados
de libre comercio, incluyendo por ejemplo previsiones de desarrollo sustentable
o protecciones laborales más fuertes como modo de agitar una varita mágica que
elimine todas las consecuencias de la liberalización del comercio,
la experiencia con el TLCAN subraya los límites de este enfoque
reformista. Una vez más, el TLCAN fue el primero en incluir
salvaguardas que enmascararon los impactos negativos potenciales. El presidente
de entonces, Bill Clinton respaldó
el acuerdo comercial con la condición de que se añadieran acuerdos paralelos en
materia laboral y ambiental. Treinta años después la iniciativa apenas tuvo
efectos positivos si acaso. Pero el proceso se ha repetido en otros acuerdos de
libre comercio negociados por Estados Unidos y la Unión Europea,
con los mismos resultados.
Los efectos más conspicuos surgidos del
TLCAN son los siguientes:
1. Desregulación laboral y ambiental: una “ventaja”. Los
gobiernos ofrecen en la desigual relación entre los países socios y que
fragilizan las relaciones laborales en
favor de los patrones, y sumen el medio ambiente en una devastación sin miramientos.
2. Fragmentación, dispersión y dislocación de los procesos de producción y
distribución. Las maquilas, surgidas desde 1964
pero impulsadas con el TLCAN, fragmentan los procesos de
producción, importan sin arancel alguno la materia prima para fabricar partes
de un producto, o productos semi-elaborados. Y exportan de regreso el producto
terminado al país de donde surgió dicha materia prima, o incluso
exportándolo a un tercer país.
Esta fragmentación de los procesos productivos
de las compañías desarma toda la cadena industrial en talleres “de sudor” que producen segmentos irreconocibles,
disgregados entre diferentes talleres y zonas de producción estableciendo cadenas de suministro.
Esto ha configurado una industria de subordinación, se abaten costos, se instaura invisibilidad de lo producido esparciendo los procesos entre diferentes países. Intentan lucrar lo más posible de las condiciones infrahumanas de sometimiento a trabajadoras y trabajadores, de la precariedad laboral y la tercerización de sus contratos (en manos de empresas intermediarias, lo que facilita disolver o hacer inviables los sindicatos obreros).
3. Privatización y acaparamiento de la tierra. En
México esto se emprendió dos años antes de
la firma del TLCAN mediante la contra-reforma al artículo 27 constitucional que
establecía el carácter inembargable, inalienable e imprescriptible de la
tenencia colectiva de la tierra por
parte de comunidades indígenas y campesinas. El régimen agrario surgido de la
Revolución mexicana contempló el reconocimiento de
las comunidades indígenas y la dotación a ejidos
(la figura agraria colectiva para ir dotando de tierras en común a los núcleos
poblacionales despojados o sin tierra).
Aunque
en muchos países los detalles pueden ser diferentes, el TLCAN
impulsó el acaparamiento y la privatización de las tierras, en particular las
de los pueblos originarios y afrodescendientes,
o toda posesión colectiva campesina (comunal o ejidal en México).
Para ello se forzó el registro de las parcelas y sus tierras de uso común,
buscando que los ejidos y comunidades se titularan individualmente y rompieran
de facto la colectividad o comunalidad de
sus tierras. Con el cambio en la propiedad de la tierra sería más fácil converger “con los programas neoliberales […]
y con la reorganización de la agricultura estadounidense y mundial”.
4. Inversión directa de empresas
extranjeras que
comienzan a instalarse en regiones, sectores económicos, y segmentos de las
cadenas de suministro que antes no habían sido tocados. El ejemplo mexicano más
arrasador es la Península de Yucatán y el Corredor Transístmico, donde ocurre
un “acaparamiento multimodal de territorios”.
5. La migración se disparó, en particular debida a la expulsión de comunidades y personas de sus territorios. Además, la creciente violencia alimentó el acaparamiento de tierras desregulado, contribuyendo a la ola migratoria, donde la que las personas migrantes acaban en el sistema de trabajo semi-esclavo de las prisiones privadas estadounidenses.
6. Importaciones desleales. Con el TLC se abre la impunidad en las
importaciones desleales, obedeciendo a los intereses de
las corporaciones de los países que ponen las reglas del juego. Eso a nivel
mundial. En el caso mexicano, se impulsaron
importaciones de maíz, pese a ser un producto básico para la
alimentación de la población y pese a todas las asimetrías en productividad
y subsidios —existentes entre los productores
mexicanos y quienes nos importan su mercancía.
7. Comestibles procesados y control
absoluto de la distribución. La instalación de la industria
alimentaria extranjera empujó la promoción inmediata de inversión directa: un
mundo de comestibles procesados que cambiaron los patrones de consumo, y se
disparó cáncer, diabetes y obesidad hasta
volverlas un grave problema de salud. La distribución impulsó la pugna por el
control de puntos de venta y de lo que es factible conseguir. Ese control de la
distribución se detalla en los barrios expulsando a las tienditas de esquina en
aras de tiendas de conveniencia que
crecen desmedidas.
8. El aumento de los monocultivos reafirma el modelo instaurado desde la
Revolución Verde, Un
modelo inamovible (gracias a los TLC) pero que ahora adquiere la fuerza
del sistema de políticas públicas, con sus paquetes de semillas
híbridas, transgénicas y agroquímicos, y
que busca la dependencia de los campesinos hacia las empresas y los programas
de gobierno, más las famosas reformas estructurales, expansivas en su promoción
de dependencias y restricciones. Esto provoca y promueve la deshabilitación del
campesinado que es escindido crecientemente de su entorno de
subsistencia y restringido en el ejercicio de sus propias estrategias para
resolver lo que más le importa.
9. Las políticas públicas interfieren con los criterios propios de la producción agrícola, obligan a homologar modos de producción y la aceptación de productos, imponen sanciones de no seguir o cumplir con los parámetros de los tratados, promueven la desigualdad, y marginan a al campesinado, a productoras y productores, y al empresariado independiente.
10. Promoción de la Propiedad Industrial y los Derechos de Propiedad
Intelectual, incluidos los derechos de obtentor
sobre materiales vegetales y semillas. Se fuerza a la adopción del Convenio de
la Unión Internacional para la Protección de Obtenciones Vegetales (UPOV por sus
siglas en francés) que promueve la propiedad intelectual y
la privatización y el acaparamiento de semillas y variedades vegetales, amenaza
la agricultura independiente (que ejercen comunidades y pueblos en
sus propios términos, sin depender de corporaciones o gobiernos para fijar sus
metas, aunque puedan recibir subsidios de los gobiernos conscientes).
11. Las cláusulas y capítulos del TLC que abren mecanismos de solución de
controversias entre inversionistas y Estados, tienen un sesgo a favor de los inversionistas que
va en contra del derecho establecido que tendría que regular sus actividades.
Imponen un ámbito legal paralelo porque someten a una igualdad artificial de
rango a inversionistas y gobierno, en el marco de “tribunales
de arbitraje” que eluden a los tribunales
nacionales, se enfrentan y en muchos casos avasallan a las leyes nacionales.
12. Con el TLCAN se abrió una desfiguración amplia de las estructuras jurídicas de las
naciones. Un desmantelamiento jurídico que
laceró las leyes y artículos constitucionales que defendían derechos colectivos
o ámbitos de comunidad (incluidos los derechos laborales en las reformas
mexicanas al artículo 123 constitucional y los derechos agrarios campesinos en
el artículo 27 cuya contra-reforma ya mencionamos).
13. Hay entonces una sumisión a la lógica planteada en el tratado
mismo y la apertura a todos los tratados
posibles, incluidos tratados o acuerdos bilaterales de inversión. Esto,
siguiendo la lógica de los tratados, entraña una renuncia paulatina a la soberanía nacional.
14. La promoción de empresas que devastan el ambiente sin miramientos ha llevado a zonas de sacrificio de
enorme devastación. La extrema contaminación tóxica de decenas de regiones mexicanas habla
del extremamiento de las condiciones de vida en
los lugares donde operan los tratados.
15. El extractivismo (la invasión de territorios con miras a extraer materias primas): hidrocarburos (petróleo y gas), minería o agua también es rampante. Los mecanismos de solución de controversias han propiciado también que la minería crezca y se aposente sin miramientos.
Pautas sobre la resistencia popular
Tan
evidentes eran los daños para México del TLCAN que
el rechazo más claro a sus intenciones fue el levantamiento del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional, un movimiento indígena de base
comunitaria con marcos de referencia y vínculos globales que repercutieron su influencia en
todo el mundo. El mismo día de su entrada en vigor, miles de zapatistas le declararon la guerra al
gobierno de Carlos Salinas
de Gortari.
Como
dialéctica de esta entrada en vigor del “cambio
en las reglas del juego” entre los países, las corporaciones
y la población de los países afectados, desde entonces se expande un movimiento
por la autonomía de los pueblos y comunidades, en particular en Latinoamérica.
Desde sus rincones, las comunidades comprendieron las repercusiones y la verdad
tras los objetivos eufemizados que sus gobiernos aceptaron en
tales supuestos acuerdos comerciales, porque queda claro que son mucho más
que eso. Se entendió también la futilidad de luchar por un nacionalismo,
incluso revolucionario,
si quedaban intactas las reglas del juego que se concretaban en México
y luego en una cascada mundial de acuerdos y tratados bilaterales.
Los
efectos de estos instrumentos de desvío de
poder son tan negativos y vastos que las comunidades
no logran luchar contra los TLC
en directo. Hasta para eso requieren recursos, tiempo,
desplazamiento, sacrificios, abogados. Esta disparidad de medios dificulta
que las comunidades se manifiesten o luchen contra los TLC.
Pero sí tienen que luchar contra la cauda de ataques, invasiones, despojos,
devastaciones, deshabilitación que provocan en las regiones y
localidades donde habita el mundo campesino e indígena,
o la gente en los barrios de las crecientes ciudades.
Entre
2011 y 2014 se celebró en México
un proceso del Tribunal permanente de los Pueblos que
tejió por abajo desde más de 25 regiones del país, los agravios y las
motivaciones para rechazar no sólo los TLC sino toda la cauda de efectos de
ellos en la actualidad. Ese trabajo de reconstrucción continúa y legitima más
y más la vigencia de la resistencia popular en
México, el continente y el mundo.
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