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“Cabe concluir que en América Latina la
“libertad económica” del neoliberalismo-oligárquico y el libertarianismo
anarco- capitalista es un concepto empresarial
abiertamente perverso, al impedir el bienestar humano en
la región. A pesar de esas expresiones de
estancamiento y hasta retroceso histórico, en el
mundo también se retoma la conciencia sobre el papel
del Estado y de los impuestos. Al
interior del G20/OCDE se discute un impuesto global del dos%
a los super millonarios, así como el pago de
impuestos de las corporaciones multinacionales
en todos los lugares en donde operan, con una tasa adicional mínima y mundial
del 15% sobre sus ganancias; mientras en las Naciones Unidas hay una primera resolución para un
convenio marco sobre cooperación fiscal (https://t.ly/0a6yb).
Mayores impuestos a las capas
ricas y a las empresas privadas concentradoras
de la renta socialmente generada es una de las
vías prioritarias para romper el muro que impide el
desarrollo con equidad y democracia en América Latina.
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IMPUESTOS:
LOS ENEMIGOS DE LA RIQUEZA.
*****
Por Juan
J. Paz-y-Miño Cepeda.
Fuentes
Prensa latina jueves 25 de julio del 2024.
Firmas
Selectas.
Los neoliberales, los
anarco-capitalistas, los empresarios que se ven representados por esas ideologías y los gobiernos surgidos bajo sus
consignas, desconocen la historia económica y
social del capitalismo y de América Latina. En
consecuencia, hoy son sus “enemigos” el Estado,
los impuestos, los derechos laborales y ambientales, los movimientos sociales, las reivindicaciones
populares.
Desde que la primera
Revolución Industrial (mediados del siglo XVIII) instauró el capitalismo en Inglaterra y otros países europeos, los
empresarios acumularon riquezas escandalosas y poder político, porque los
Estados no intervenían en la economía, no existían
leyes laborales y tampoco impuestos directos. Frente a ellos contrastaba
la explotación a los trabajadores
y la miserable vida que llevaban con sus
familias. Bajo esas condiciones surgieron la creciente lucha
de clases y las teorías anticapitalistas. Gracias a la conciencia
generada se avanzó en la necesaria intervención del
Estado, los derechos a los trabajadores y
el cobro de impuestos. Solo así mejoraron las
condiciones de vida, trabajo y el progreso
general. Sin embargo, hasta bien entrado el siglo XX la
pobreza era una realidad todavía vigente.
En los Estados Unidos esas
condiciones heredadas comenzaron a cambiar radicalmente con el New Deal inaugurado por Franklin
D. Roosevelt (1933-1945) y en Europa con
la implantación de los Estados de Bienestar,
después de la II Guerra Mundial (1939-1945). Como en ninguna otra época despegó
el desarrollo, se abolió
la pobreza absoluta, se extendió la clase media y, sobre todo, gracias a los Estados intervencionistas se avanzó en inversiones públicas, trabajo y, especialmente en Europa, derechos laborales y servicios públicos entre
los que destacaron seguridad social, educación y
salud. Ante el avance del socialismo en el mundo, el capitalismo se vio obligado a cambiar y
admitir reformas sociales.
Y ¿Cómo se financió ese adelanto
humano? Con impuestos. En EEUU. desde
1913 se estableció el de rentas que durante el New Deal
se incrementó sustancialmente, hasta alcanzar el 94% sobre ingresos superiores a los 200 mil
dólares (unos US$ 2.9 millones actuales) durante la II Guerra. En el Reino Unido el más antiguo impuesto sobre las rentas
se estableció en 1799, pero fue temporal. En
realidad, en Europa los impuestos a la renta se
consolidaron a fines del siglo XIX e inicios del
XX; pero las altas tasas pertenecen a la segunda
postguerra, fluctuando entre el 60 y el 90%.
En América Latina el desarrollo del capitalismo es un verdadero drama, cuyo despegue prácticamente ocurre en el siglo XX, sin superar del todo los Estados oligárquicos. La escandalosa miseria, pobreza y explotación laboral y social se extendieron durante toda la vida de las repúblicas. Los primeros impuestos sobre las rentas se introdujeron en Brasil (1922), México y Chile (1924), Ecuador (1928), Argentina (1932), aunque con variaciones entre menos del 10% y hasta el 50%.
Lograron aumentarlo, aunque en forma temporal, los gobiernos “populistas” de las décadas entre 1920 y 1940, así como los del progresismo contemporáneo del siglo XXI, que sentaron bases para construir Estados de bienestar latinoamericanos. Gracias al Estado, las inversiones públicas, los derechos laborales, sociales y ambientales, mejoraron las condiciones de vida y trabajo de amplios sectores humanos. Esos avances igualmente se lograron con los impuestos directos, sin llegar nunca al nivel que tuvieron en los EEUU. hasta la década de 1970, que todavía bordeaban el 70%.
A partir del ascenso del neoliberalismo mundial, a consecuencia de las
políticas impulsadas por Ronald Reagan (1981-1989)
y la influencia hegemónica de los EEUU., se
inició la era del cuestionamiento a los Estados de
Bienestar y a todo tipo de intervencionismo estatal,
derechos laborales, servicios públicos,
seguridad social, avances humanos y, sin duda, impuestos. Durante las
dos décadas finales del siglo XX pasaron a
reinar las economías del privilegio para
garantizar rentabilidades empresariales y el poder económico
de las capas ricas.
En los EEUU. el
impuesto a la renta bajó al 50% y en poco tiempo
al 28%. En Europa la situación impositiva fue
reformada, pero todavía se conservan altos impuestos para el financiamiento de
las políticas sociales. La concentración de la
riqueza ha llegado a niveles alarmantes, según los reconocidos estudios de Thomas Piketty.
En América Latina el
ingreso del neoliberalismo resultó fatal para
las políticas sociales y pasó a ser
característica permanente no solo la evasión tributaria
de larga historia en la región, sino la fuga y ocultamiento de capitales en paraísos fiscales,
así como la galopante condonación o reducción de
deudas y de impuestos para los empresarios,
revestida como “incentivos” tributarios. Hoy,
países como Ecuador tienen tasas tributarias menores al promedio latinoamericano que, de acuerdo
con la CEPAL, es del 20
y 22% frente al PIB,
mientras en la OCDE es del 34%. Además, desde 2017
se han sucedido en Ecuador tres gobiernos empresariales (dos presidentes
empresarios-millonarios), que han consagrado un “modelo”
de gerencia del Estado para garantizar
negocios privados, abandonando todo objetivo de desarrollo
económico con bienestar social. El otro
extremo ha pasado a ser Argentina, donde se
impulsa un modelo más agresivo, que considera
que hay que acabar con el Estado y sostiene que
los impuestos son un “robo”.
Bajo estas nuevas condiciones, el
estrangulamiento a los impuestos directos y
especialmente aliviando a los ricos, vuelve
imposible ejecutar políticas sociales, pues se
carece de recursos internos. Los gobiernos acuden al FMI,
cuyas medidas empeoran los problemas, como se ha demostrado en toda la región.
Las estadísticas y estudios internacionales
comprueban el agravamiento de la pobreza, la
expansión de la miseria, el derrumbe del trabajo, el crecimiento de la informalidad
y de la emigración, la explosión del crimen organizado.
El reciente libro Política social, pobreza y
desigualdad en el Ecuador: 1980-2021, coordinado por Xavier
Jara, Andrés Mideros y María Gabriela Palacio,
pormenoriza la situación histórica de Ecuador en
el período estudiado (https://t.ly/hD6p_), en el cual resaltan las políticas
sociales acompañadas por impuestos directos y el cobro a los tradicionales
evasores durante el gobierno de Rafael Correa
(2007-2017).
Cabe
concluir que en América Latina la “libertad económica” del neoliberalismo-oligárquico
y el libertarianismo anarco- capitalista es
un concepto empresarial abiertamente perverso,
al impedir el bienestar humano en la región.
A pesar de esas expresiones
de estancamiento y hasta retroceso histórico, en
el mundo también se retoma la conciencia sobre el papel
del Estado y de los impuestos. Al
interior del G20/OCDE se discute un impuesto global del dos%
a los super millonarios, así como el pago de
impuestos de las corporaciones multinacionales
en todos los lugares en donde operan, con una tasa adicional mínima y mundial
del 15% sobre sus ganancias; mientras en las Naciones Unidas hay una primera resolución para un
convenio marco sobre cooperación fiscal (https://t.ly/0a6yb).
Mayores impuestos a las capas ricas y a las empresas
privadas concentradoras de la renta socialmente generada
es una de las vías prioritarias para romper el muro que
impide el desarrollo con equidad y democracia en América Latina.
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