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“La “verdadera revolución”, explica Varoufakis,
es lo que pasa en la otra cara de las nuevas empresas
digitales, fuera de los lugares de trabajo. En las empresas tradicionales,
como Exxon Mobil o General Motors, cuenta este
economista, el 80% de los ingresos de la empresa
se dedica a salarios. En las grandes empresas digitales, los
trabajadores reciben menos del 1% de lo que gana la empresa. El resto,
la mayor parte del trabajo necesario para hacer posible su modelo de negocio y “reproducir el capital en la nube”, es aportado de
forma gratuita por miles de millones de usuarios a través de las aplicaciones
que utilizan y del rastro que dejan en el mundo digital. Una posición que Varoufakis identifica con la de “siervos de la nube”. Lo que quede de un mundo y una
economía dominada por unas cuantas plataformas digitales ya no se podrá llamar
capitalismo sino “tecnofeudalismo”, dice Varoufakis
“Similar relación tiene las empresas más
tradicionales con el señor feudal digital al que
deben pagarles una tasa para poder utilizar sus servicios, imprescindibles para
llegar a los consumidores finales, “en una relación que
no difiere de la que tenían los vasallos con los señores feudales”. El vasallaje de Amazon a las empresas que
quieren utilizar su algoritmo
de venta va del 10%
al 50% del precio
final según el producto ofertado en la aplicación. Para el ex ministro de Finanzas
griego, aquí reside el principal cambio: lo que quede de un mundo y una economía dominada por
unas cuantas plataformas
digitales —Google
concentra el 90% de
las búsquedas en Internet
y Amazon acapara la mitad
del comercio electrónico
mundial— ya no se podrá llamar capitalismo sino
“tecnofeudalismo”.
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Fuentes: El salto [Imagen: DAVID F. SABADELL]
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INTELIGENCIA
ARTIFICIAL. TECNOLOGÍA DEL FUTURO, EXPLOTACIÓN DEL PASADO.
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Por Martín Cúneo | 02/07/2024 | Economía.
Fuentes. Revista Rebelión martes 2 de julio del
2024.
El control de los ritmos de trabajo por parte de
los algoritmos combina el uso más avanzado de la tecnología con prácticas y
métodos que recuerdan a los sistemas de explotación
laboral del siglo XIX y al vasallaje del Medioevo.
En el análisis de las economías de plataforma no
han faltado quienes identifican una mezcla entre tecnología de vanguardia y
prácticas decimonónicas o, incluso medievales, una especie de futurismo vintage que
combina “utopías futuristas gobernadas por bits y
robots” y “formas de explotación del trabajo que
creíamos enterradas en el tiempo”, según la introducción del libro coral Cuando
tu jefe es una app (Katakrak, 2020).
El trabajo a destajo en estas plataformas digitales tiene muchos
elementos del sweat system (sistema de sudor) del siglo XIX en Inglaterra, donde buena parte de las
malas condiciones laborales y de explotación se
debían a la figura del intermediario. Al igual que entonces, muchas plataformas
digitales se dedican a unir, en este caso a través de aplicaciones, a trabajadores, clientes y proveedores, y se quedan con
un porcentaje de cada operación. Al igual que ahora, los subcontratistas del siglo XIX se enriquecían
facturando como intermediarios entre los grandes almacenes y los trabajadores, encargándose de disciplinar y eximir de
responsabilidad a los empresarios de las pésimas condiciones laborales, cuentan
Pauline Barraud de Lagerie y Luc
Sigalo Santos, dos de los autores de este
libro.
El trabajo a destajo en estas plataformas digitales tiene muchos elementos del sweat
system del siglo
XIX, donde buena parte de las malas condiciones laborales se debían a la
figura del intermediario
El economista y escritor Yanis Varoufakis va más lejos en sus comparaciones históricas y habla de una vuelta a las relaciones de dependencia y pleitesía entre señores y siervos en Tecnofeudalismo (Deusto, 2024), combinada con toques decimonónicos de trabajo a destajo y condiciones laborales que llevan a los trabajadores hasta los límites de resistencia física y mental.
Los trabajadores de Amazon pagan las consecuencias con la llegada de la IA y los Robots en sus plantas por esta lamentable situación.
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La imagen de los trabajadores
de Amazon,
menciona en su trabajo, obligados a inspeccionar y escanear cientos de paquetes
por hora, recuerda a Tiempos
modernos, de Charles Chaplin, pero
también a Metrópolis, de Fritz Lang, donde son máquinas las que se
aseguran de que los trabajadores se muevan a un “ritmo
inhumano, mecanizándoles sin piedad”.
“Proletarios de la
nube” es el nombre que Varoufakis da a
los trabajadores a los que “los algoritmos llevan
físicamente hasta el límite”. Estos algoritmos han sustituido a los gerentes y los jefes intermedios
en los sectores del transporte, la mensajería y el almacenamiento y su
influencia se extiende a cada vez más sectores, explica.
“Y los trabajadores
obligados a trabajar para estos algoritmos
se encuentran en una pesadilla moderna: una entidad no corpórea que no solo
carece de empatía humana, sino que es incapaz de tenerla, les asigna trabajo al
ritmo que quiere”. Libres de los escrúpulos que tienen hasta los “seres humanos inhumanos”, los algoritmos pueden
reducir las horas pagadas, aumentar su ritmo hasta “niveles de locura” o echarle
a la calle por ineficientes.
“Y los trabajadores obligados a trabajar para estos
algoritmos se encuentran en una pesadilla moderna:
una entidad no corpórea que no solo carece de empatía humana, sino que es
incapaz de tenerla”, escribe Varoufakis
Pero todas estas transformaciones
no suponen para el ex ministro griego que se enfrentó al Banco Central
Europeo el principal cambio que han traído los
algoritmos. Al fin y al cabo, argumenta, este modelo de producción está
haciendo lo que siempre ha hecho el gran capital “pero de una forma un poco más eficiente”.
La “verdadera revolución”, explica Varoufakis,
es lo que pasa en la otra cara de las nuevas empresas
digitales, fuera de los lugares de trabajo. En las empresas tradicionales,
como Exxon Mobil o General Motors, cuenta este
economista, el 80% de los ingresos de la empresa
se dedica a salarios. En las grandes empresas digitales, los
trabajadores reciben menos del 1% de lo que gana la empresa. El resto,
la mayor parte del trabajo necesario para hacer posible su modelo de negocio y “reproducir el capital en la nube”, es aportado de
forma gratuita por miles de millones de usuarios a través de las aplicaciones
que utilizan y del rastro que dejan en el mundo digital. Una posición que Varoufakis identifica con la de “siervos de la nube”.
Lo que quede de un mundo y una economía dominada
por unas cuantas plataformas digitales ya no se podrá llamar capitalismo sino “tecnofeudalismo”, dice Varoufakis
Similar relación tiene las empresas más
tradicionales con el señor feudal digital al que
deben pagarles una tasa para poder utilizar sus servicios, imprescindibles para
llegar a los consumidores finales, “en una relación que
no difiere de la que tenían los vasallos con los señores feudales”. El vasallaje de Amazon a las empresas que
quieren utilizar su algoritmo
de venta va del 10%
al 50% del precio
final según el producto ofertado en la aplicación. Para el ex ministro de Finanzas
griego, aquí reside el principal cambio: lo que quede de un mundo y una economía dominada por
unas cuantas plataformas
digitales —Google
concentra el 90% de
las búsquedas en Internet
y Amazon acapara la mitad
del comercio electrónico
mundial— ya no se podrá llamar capitalismo sino
“tecnofeudalismo”.
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