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“No es solo el salario mínimo. Como se aprecia, cuando en el Perú se trata el tema del salario mínimo, se dice que no tiene lugar “porque se trata de una imposición del Estado”.
Ese planteamiento va a contramano de lo
que sucede en el mundo y en nuestros vecinos, como hemos visto. Mención especial merece el maltrato a los trabajadores
peruanos, formales e informales,
debido a la negación de la institucionalidad y la previsibilidad, que son parte clave, no solo del planeamiento económico sino, principalmente,
de la dignidad de los trabajadores. Asimismo, el tema del salario mínimo es el síntoma,
pero no la enfermedad misma, cuyo origen está en
la incapacidad del modelo económico de absorber
la necesaria mano de obra y, para peor, con el hecho que el pronóstico de crecimiento potencial del PBI peruano es de apenas 2,5%
para los próximos años (2). En Huancavelica
se plantea modernizar el “tren macho” y ya hay 3 postores. Lo mismo debiera pasar con el salario mínimo para que salga
y llegue cuando debe, para estimular
el crecimiento económico y la dignidad de los
peruanos. Es probable que el 28 de julio tengamos anuncios para la platea, pero que no
vayan al fondo del asunto.
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PERÚ. EL
SALARIO MÍNIMO Y LA FÓRMULA DEL TREN MACHO, POR HUMBERTO CAMPODÓNICO.
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El propio Estado es informal. Pareciera
que se trata de la vieja fórmula del tren macho de
Huancayo a Huancavelica, ‘sale cuando quiere y llega cuando puede
Por Humberto Campodónico
Fuente La República sábado 27 de julio
del 2024.
El tema del salario mínimo es
un claro indicador de la informalidad del país. El 75% de la
población peruana en edad de trabajar tiene un empleo informal, o sea,
sin derechos laborales. Puede tratarse de personas que son
empleados por un empresario informal o de aquellos que se ganan la vida por “cuenta propia”, ya sea con “cachuelos” o
vendiendo mercancías en cualquier esquina de la ciudad.
El propio Estado es informal. Pareciera que se trata de la vieja fórmula del tren macho de Huancayo a Huancavelica,
“sale cuando
quiere y llega cuando puede”. El salario mínimo puede estar congelado varios años y, de repente, se reactiva.
Puede ser en momentos de crisis política, como
en el 2018, antes de la renuncia de PPK. O, también, en momentos de
entredicho político en el que el tren ni siquiera salió de la estación.
No sucede lo
mismo en los países de la OCDE. Como dice un
reciente informe, 30 de los 38 países que lo integran tienen organismos específicos que lo
determinan (1). En Estados Unidos,
por ejemplo, cada Estado determina su fórmula. En Alemania,
el salario mínimo se aprobó hace 6 años. También hay salario mínimo en España, Reino Unido, Corea del Sur y Canadá.
En Francia,
el salario
mínimo (SMIC) se revaloriza automáticamente cada Primero de enero tomando en cuenta la inflación y el Índice de salarios de obreros y empleados.
México, Chile, Costa Rica y Colombia están en la OCDE. Todos tienen organismos que determinan el salario mínimo, generalmente con participación tripartita (trabajadores, Estado y empresarios) y con fórmulas que toman en cuenta la inflación y la productividad.
En México la Ley Federal de Trabajo de 1970 establece la Comisión
Nacional de los Salarios Mínimos, que lo determina con periodicidad anual. En Chile el informe va todos los años al Congreso en diciembre
y se aprueba por Ley. En Colombia,
una tripartita lo discute cada año y
se lo presenta al Presidente de la
República. Si no hay acuerdo en la Tripartita,
el presidente determina su monto.
No sucede en el Perú, como hemos visto, a pesar de que
desde el 2007 existe la Comisión
Nacional del Trabajo (CNT), una fórmula que toma en cuenta la inflación y la productividad, así como
una periodicidad de dos años. Pero
ha quedado en nada, a veces por discrepancias del sector empresarial y/o porque los sucesivos gobiernos no lo han
implementado.
Esta informalidad del Estado peruano es selectiva, porque en temas que sí interesan a la ortodoxia existen reglas claras. Es el caso de las reglas fiscales: el déficit fiscal tiene metas precisas, así como también el nivel de deuda pública (no puede superar el 30% del PBI). Hace poco el Gobierno ha solicitado facultades legislativas al Congreso para modificarlas.
Institucionalidad y
previsibilidad
El último aumento del salario mínimo se dio en
abril del 2022, cuando subió de 930 a 1025 soles mensuales. Pero desde
esa fecha hasta hoy, debido a la inflación, ese poder adquisitivo ya se perdió.
Solo para recuperar la inflación, el
salario mínimo debería aumentarse a 1,130 soles.
Dice Fernando Cuadros, exviceministro
de Trabajo, que, si se aplicaran los criterios
de inflación y productividad, el sueldo mínimo debería
estar en S/1.168,
junto a la actualización dada por la OIT”
(La República, 23/7/2024). Dicha cifra se aplica en relación con el salario mínimo de 1,025 soles de abril del
2022. Pero, dice Cuadros, si se
aplicaran los criterios técnicos del CNT del 2007, el salario mínimo debería ser S/1,249
soles mensuales. El retraso es grande.
No hay, entonces, ni institucionalidad, ni previsibilidad. No hay institucionalidad porque si bien está la CNT con la participación tripartita del Estado, los empresarios y el Gobierno, en los
hechos no funciona porque no tiene las facultades
para establecer una discusión
organizada a nivel del Gobierno. Y por eso mismo tampoco hay previsibilidad.
A eso se ha
referido hace poco Julio Velarde,
presidente del BCR:
“Los ajustes deberían realizarse en intervalos regulares y basarse en criterios predefinidos y transparentes, de manera que no se hagan antes de las elecciones o en momentos de debilidad política, de manera que haya mayor predictibilidad y estabilidad, tanto para los trabajadores, como para los empleadores” (Gestión, 21/6/2024).
El tema central
Otro de los argumentos recurrentes es que “el
momento no es bueno” para aumentar el salario mínimo,
debido a que en el 2023 hubo una
recesión y que su alza afectaría sobre todo a los empresarios informales y sus trabajadores.
Pero “tampoco
era el momento” cuando hubo alto crecimiento económico debido al superciclo de precios de las materias
primas. Y recordemos
también que ese crecimiento no redujo la
informalidad, que siempre se mantuvo alrededor del 75% del empleo en el Perú. Ciertamente,
en el sector
informal, que se concentra en
servicios, comercio y agricultura, la productividad es baja.
Pero la salida no va por echarle la culpa al salario mínimo y mantenerlo inmóvil. La cuestión es que
el modelo económico (con superciclo
y todo) generó una estructura productiva
que aumentó la economía dual (formal/informal) pues las reformas del
modelo llevaron a la creación de una
economía altamente productiva con actividades
y empresas y de clase mundial, a
la vez que con un alto crecimiento de la
informalidad en el mercado laboral (2).
A lo cual debemos agregar que la informalidad también está dentro del sector formal. De acuerdo con data proporcionada por Javier Herrera,
con base en la Encuesta Nacional de
Hogares del INEI del 2023, las empresas grandes,
con más de 500 trabajadores, suman
un total de 916.000
empleos, de los cuales el 8,9%
son informales. El
número de informales es mayor en las
empresas formales más pequeñas que emplean hasta 20 personas: de los 2.4
millones de trabajadores, el 73% es
informal.
No es solo el salario mínimo
Como se aprecia, cuando en el Perú se trata el tema del salario mínimo, se dice que no tiene lugar “porque se trata de una imposición del Estado”. Ese planteamiento va a contramano de lo que
sucede en el mundo y en nuestros vecinos, como hemos visto.
Mención especial merece el
maltrato a los trabajadores peruanos, formales e informales, debido a la negación de la institucionalidad y la previsibilidad,
que son parte clave, no solo del planeamiento
económico sino, principalmente, de la dignidad
de los trabajadores. Asimismo,
el tema del salario
mínimo es el síntoma, pero no la enfermedad misma,
cuyo origen está en la incapacidad del modelo económico
de absorber la necesaria mano de obra y, para peor, con el hecho que el pronóstico de crecimiento potencial del PBI peruano es de apenas 2,5%
para los próximos años (2).
En Huancavelica se plantea modernizar el “tren macho”
y ya hay 3 postores. Lo mismo debiera
pasar con el salario mínimo para que salga
y llegue cuando debe, para estimular
el crecimiento económico y la dignidad de los
peruanos. Es probable que el 28 de
julio tengamos anuncios para la platea,
pero que no vayan al fondo del asunto.
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