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“Finalmente, es importante destacar que un
aspecto central es aplicar medidas generales al
conjunto de la economía ya que, debido al
carácter dual de los salarios, en caso contrario se podría producir un fallo de coordinación. Por una parte, la masa
salarial, y por tanto gran parte de la demanda de consumo, depende de los salarios pagados por el conjunto de las empresas. En
consecuencia, a cada empresa individual le
interesa que el resto de empresas paguen mayores
salarios para que la masa
salarial sea lo más elevada posible (porque también lo será el consumo
agregado y sus beneficios). A su vez, como los salarios
suponen un coste, cada empresa individualmente desea pagar lo menos
posible. De esta forma, cuando existen esas reglas de
coordinación que permiten evitar comportamientos estratégicos en el incremento salarial se alcanza una mayor inversión, producción y empleo. En resumen, la RTT sin una reducción de
salarios podría tener efectos positivos en la economía española como
consecuencia, precisamente, del aumento de los ingresos
de los trabajadores. Al fortalecer el consumo,
impulsar la inversión y amplificar el efecto multiplicador, esta política no sólo promueve una economía
más inclusiva en el plano social sino que
también podría generar un estímulo al crecimiento en el
plano macroeconómico.
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POR QUÉ REDUCIR LA JORNADA LABORAL ES BUENO PARA LA ECONOMÍA.
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Por Luis Cárdenas del Rey. Paloma Villanueva Cortés. /14/07/2024/. Economía. España.
Fuentes: El Diario.
Fuente Revista Rebelión domingo 14 de julio del
2024.
La reducción del tiempo de trabajo sin una reducción de salarios podría tener efectos positivos
en la economía española como consecuencia del
aumento de los ingresos de los trabajadores. Al fortalecer el consumo, impulsar
la inversión y amplificar el efecto multiplicador, esta política no sólo promueve una economía más inclusiva en el plano social sino que también podría generar un estímulo al crecimiento
La reducción de jornada o más específicamente la reducción del tiempo de trabajo (RTT) ha sido una de las grandes medidas en política laboral, tradicionalmente reivindicada por el movimiento obrero, y que recientemente ha recobrado protagonismo. Las iniciativas como los proyectos piloto de reducción de jornada fomentados desde el Ministerio de Industria, pero también otros ejemplos como el proyecto impulsado desde la Comunidad Valenciana han supuesto pasos significativos en la aceptación y viabilidad de la medida. Todo ello, acompañado del empuje de la Four-Day Week Summit, que pretende aunar las posiciones de los agentes sociales para generar un consenso en torno a los beneficios, no sólo sobre la salud y la conciliación sino también sobre las variables macroeconómicas que de su implementación se derivarían. Así, llegó a recogerse en el acuerdo de Gobierno de Coalición la propuesta de reducción de la jornada laboral de forma escalonada hasta alcanzar las 37,5 horas en 2025, abriendo camino a futuras reducciones. Como en cada ocasión, se ha iniciado un amplio debate sobre sus posibles efectos macroeconómicos.
Si bien los beneficios en torno a la salud
y la conciliación gozan de un gran consenso, los
críticos con la RTT arremeten contra los efectos
macroeconómicos. Se
sostiene que, de no acompañarse de una reducción proporcional de los salarios, el aumento de los costes
laborales será superior al aumento de la productividad
lo que incrementará el coste laboral unitario (definido
como los costes salariales nominales en relación con la productividad real).
Este efecto, argumentan, contraerá los
beneficios y conllevará a un aumento de precios de
bienes y servicios por parte de las empresas
para protegerse de la subida salarial. Como
consecuencia, esa mayor
inflación deteriorará las exportaciones netas (por
la pérdida de competitividad) y perjudicará la demanda
interna. Este argumento nos tiene que sonar familiar, es en realidad la
crítica habitual a cualquier subida salarial.
La premisa fundamental detrás de esta teoría es que el aumento salarial sólo puede tener efecto negativo
porque los salarios son contemplados únicamente
como un coste para las empresas.
Sin embargo, si se incorpora el hecho de que los salarios
son la principal fuente de ingresos de la
mayoría de consumidores
se obtiene que incrementar los salarios reales no
solo beneficia a los trabajadores
individualmente, sino que también tiene efectos macroeconómicos
positivos. Conviene analizar cada elemento del mecanismo causal por partes.
PRIMERO, un aumento en los salarios
reales implica un aumento del poder adquisitivo de los trabajadores. Dado que estos tienden a tener una
propensión marginal al consumo más alta que los ingresos derivados del capital, esto se traduce en un
aumento significativo de la demanda agregada de bienes y servicios, impulsando
así la actividad económica.
SEGUNDO, el incremento en la demanda
interna no solo beneficia a sectores orientados al mercado interno, como el comercio
minorista y los servicios, sino que también estimula la producción industrial y la inversión empresarial. Esto se debe en parte al efecto acelerador, que sugiere que un aumento en la
demanda final de bienes y servicios estimula a
las empresas a expandir la producción. Las empresas,
ante una mayor demanda, tienen incentivos para invertir
en la ampliación de su capacidad productiva para satisfacer la creciente
demanda del mercado. Por ello, realizan inversiones en capital (instalaciones y
equipamientos productivos) que a su vez estimulan la demanda de los sectores
que producen bienes de capital.
TERCERO, al efecto combinado de
estos dos impulsos se le denomina el efecto
multiplicador, el cual juega un papel crucial en este contexto. El mecanismo es realmente simple. Cada unidad adicional de gasto inicial genera un aumento de
la producción. Este aumento de la producción provoca un aumento equivalente de la renta y de
la renta disponible. Como la propensión marginal
a consumir es positiva, el aumento de la renta disponible
eleva aún más la demanda; lo cual vuelve a
incrementar el gasto y así sucesivamente hasta que este ciclo de efectos encadenados se agota. Así, los aumentos en la
demanda interna derivados de salarios más altos activan
un ciclo de crecimiento donde la producción, la
inversión y el empleo se refuerzan mutuamente,
promoviendo así una expansión económica
sostenida.
EN SÍNTESIS, las economías en
las que el aumento de los salarios tiene un efecto positivo sobre el crecimiento y el empleo
se distinguen por varias características clave. En
primer lugar, exhiben una propensión
al consumo de las rentas del trabajo significativamente mayor que la propensión al consumo de las rentas del capital. Esto
se debe a que los trabajadores, al tener salarios más altos, tienden a gastar una mayor
proporción de sus ingresos en bienes y servicios, en comparación con los
inversores que optan por ahorrar en mayor medida; lo cual reduce el efecto
multiplicador.
En segundo lugar, la inversión en estas economías
está menos ligada a la rentabilidad inmediata del
capital provocada por los márgenes de beneficios y más influenciada por la
demanda interna y las expectativas de crecimiento a
largo plazo. Es por ello que para que ese aumento
salarial no
provoque tensiones inflacionarias
es necesario que haya una ampliación de la capacidad productiva y una mejora de la eficiencia, para lo cual es necesaria una
tasa elevada de reinversión de los beneficios
que garantice la elasticidad de la oferta ante cambios en
la renta y la demanda.
En tercer lugar, se trata de economías
cuyos productos de exportación son poco
sensibles al precio (baja elasticidad-precio de
los bienes exportados) y los productos importados son
poco sensibles al incremento de la renta disponible (baja
elasticidad-renta en los productos importados).
La cuestión de si estas condiciones se cumplen no depende de supuestos apriorísticos ni axiomas indemostrables, sino de la evidencia empírica disponible. En una serie de trabajos hemos
encontrado de manera sistemática, utilizando distintas metodologías,
fuentes de datos y períodos de análisis, que estas condiciones se cumplen para
el caso de la economía española.
Finalmente, es importante destacar que un
aspecto central es aplicar medidas generales al
conjunto de la economía ya que, debido al
carácter dual de los salarios, en caso contrario se podría producir un fallo de coordinación. Por una parte, la masa
salarial, y por tanto gran parte de la demanda de consumo, depende de los salarios pagados por el conjunto de las empresas. En
consecuencia, a cada empresa individual le
interesa que el resto de empresas paguen mayores
salarios para que la masa
salarial sea lo más elevada posible (porque también lo será el consumo
agregado y sus beneficios). A su vez, como los salarios
suponen un coste, cada empresa individualmente desea pagar lo menos
posible. De esta forma, cuando existen esas reglas de
coordinación que permiten evitar comportamientos estratégicos en el incremento salarial se alcanza una mayor inversión, producción y empleo.
En resumen, la RTT sin una reducción de salarios podría tener efectos positivos
en la economía española como consecuencia, precisamente, del aumento de los ingresos de los trabajadores. Al
fortalecer el consumo, impulsar la inversión y
amplificar el efecto multiplicador, esta política
no sólo promueve una economía más inclusiva en
el plano social sino que también podría generar un estímulo al crecimiento en el plano
macroeconómico.
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