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“Este
documento, concebido como puntapié inicial seguido de una
ronda de consultas para bosquejar una hoja de ruta,
se debatirá en la próxima Cumbre del Futuro de la ONU en
Nueva York el 22 y el 23 de septiembre.
Sin embargo, como advierte el relator especial, la
transición deseada no podrá lograrse de golpe, y tampoco a escala local o nacional. En otras palabras: escapar a la dependencia
del crecimiento cuestionado por el estudio
requerirá estrategias plurianuales y el
despliegue de esfuerzos intencionales en los distintos niveles
de gobernanza. La preocupación por el
estado del medio ambiente también es central a
la propuesta, ya que se trata de “remodelar la economía para producir bienes y servicios ecológicamente sostenibles y de
mayor utilidad social, y reducir significativamente la producción innecesaria y
excesiva”.
“Ya
en el ámbito laboral, la propuesta sugiere rechazar el PIB como indicador de progreso,
garantizar puestos de trabajo respaldados por el
gobierno, revalorar el trabajo doméstico y de cuidados de la familia no
remunerado, establecer salarios mínimos y
poner un tope a la riqueza generada por industrias destructivas. “Estas son las políticas que realmente pueden
beneficiar al planeta y a sus habitantes”, argumenta De
Schutter.
“Tres
son los aportes principales de este estudio propositivo que se opone frontalmente
al crecimientismo.
En primer lugar, confrontar sin
prejuicios ni temores las creencias cotidianas del sistema
hegemónico mundial que condiciona la reducción de la pobreza a un mayor
crecimiento insustentable. Además, recopilar pistas alternativas para avanzar en
esa lucha social de envergadura, desde una
propuesta posible, centrada en los derechos humanos.
Y por último y no menos relevante, que estas
reflexiones provengan del seno mismo de las Naciones
Unidas, y sean articuladas por un experto independiente que pertenece al
sistema onusiano. Todo esto constituye una bofetada conceptual para aquellos que, beneficiados por el sistema
dominante, consideran irrealizables las alternativas globales ya imprescindibles para salvar al hombre y al planeta.
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LAS ECONOMÍAS «OBESAS» MULTIPLICAN LA POBREZA. Revelador
informe de la ONU:
el
mito del crecimiento para todos.
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Por Sergio Ferrari | 26/07/2024 | Economía
Fuente. Revista Rebelión viernes 26 de
julio del 2024-
Fuentes: Rebelión
La creencia generalizada de que el crecimiento
económico resolverá el problema de la pobreza
en el mundo es errónea y peligrosa. Olivier De Schutter,
experto independiente de las Naciones Unidas,
confronta seudo verdades de la teoría económica
hegemónica y se distancia de la retórica prosistema
del crecimiento que predomina en ciertos organismos internacionales.
Para el
jurista belga que desde 2020 se desempeña como Relator Especial (asesor
independiente externo) sobre la Extrema Pobreza y Derechos Humanos de las
Naciones Unidas. Dicha concepción empuja a la civilización al borde del colapso
climático y crea una pequeña élite de una fortuna casi incalculable. Como
contrapartida, 670 millones de personas (el 8,4 % de la población mundial)
viven por debajo del umbral internacional de pobreza, fijado en 2,15 dólares al
día. En su informe-alegato-propuesta Erradicar
la pobreza más allá del crecimiento, difundido la primera
semana de julio, De Schutter argumenta que
“los gobiernos deben acabar con la peligrosa fijación con el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) como la vía para erradicar la pobreza, ya que la misma es errónea y lleva al mundo por un camino peligroso”
Las economías obesas multiplican la pobreza.
***
Informe
desmitificador
Basado en más de 130 contribuciones gubernamentales, de instituciones
de derechos humanos y de organizaciones de la sociedad civil, el informe que el experto preparó para
el Consejo de Derechos Humanos de la ONU con
sede en Ginebra, Suiza, señala que muchas naciones continúan actuando como si el crecimiento infinito fuera posible. Y advierte que
“parece
que creen que la actividad económica puede
expandirse sin fin, como si la Tierra fuese a
proporcionar recursos ilimitados eternamente y absorber los residuos
resultantes de nuestra ambición aparentemente
interminable”.
Citando estudios de
científicos del clima recuerda que ya en 2019, debido al tipo de sistema productivo hegemónico a nivel mundial,
el 75 % de la
superficie continental de la Tierra había sufrido alteraciones considerables, el 66 % de la superficie oceánica experimentaba efectos
acumulativos cada vez mayores, se había perdido más del 85 % de los humedales.
Adicionalmente, un millón de especies se
enfrentarán a la extinción en cuestión de decenios.
La
relevancia que se le da al aumento del
PIB, según el informe de De Schutter,
acarrea consecuencias muy serias. Por ejemplo, contribuye a eclipsar la importancia del trabajo
doméstico y la necesidad imperiosa de valorarlo adecuadamente. Los
números son elocuentes: los 16.400 millones de
horas que se dedican diariamente, sin remuneración,
al cuidado personal directo de niños pequeños o familiares
mayores y a actividades de cuidado indirecto
(como cocinar, limpiar o recoger agua o leña) equivalen, aproximadamente, a una
situación hipotética con 2.000 millones de personas que trabajan
ocho horas al día sin ninguna clase de
compensación monetaria. En términos de un salario mínimo por hora,
aproximadamente el 9% del PIB mundial. Y si se tiene en cuenta que más de las tres cuartas partes de
este trabajo doméstico
no remunerado (76,4%) lo realizan mujeres, no hay que esforzarse demasiado para
visualizar el impacto dramático de la pobreza, precisamente, en la mujer y la familia.
Por otra
parte, agrava el preocupante panorama de criminalización de las
personas sin hogar y en situación de pobreza y destaca la realidad cotidiana de hombres, mujeres y niños
que viven en la calle y que son multados y penalizados de diferentes maneras
por actividades tan básicas como dormir, lavarse, cocinar, comer, mendigar y trabajar
en la calle. Prácticas represivas que no
solo no resuelven el problema, sino que además violan
directamente históricos derechos humanos.
“Durante décadas hemos seguido la misma y manida receta”, explica De Schutter.
“Primero hacer crecer la economía y luego utilizar la riqueza para
combatir la pobreza”,
enfoque que “ha servido un plato intragable” de crisis climática y de cientos
de millones de seres humanos condenados a la marginalidad, lo cual lo ha
llevado a cuestionar los supuestos de dicha filosofía. Así entendido, como
panacea y como prioridad,
argumenta este reconocido profesor de derecho
internacional, el crecimiento desvía la atención de
lo que verdaderamente importa: la erradicación de la pobreza y el logro del bienestar de todas las personas,
no solo de una afortunada minoría. A su juicio,
las economías de los países
ricos han crecido
mucho más de lo necesario como para que la gente
prospere, a tal punto que “se han vuelto obesas”. Sin embargo, concluye, ni siquiera en
esos países el crecimiento ha conseguido reducir la pobreza y las desigualdades
ni crear empleo.
La
concepción económica dominante detrás de esta fórmula de crecimiento, según De Schutter,
se basa en el saqueo de los recursos del Sur Global,
“un modelo de dominación
postcolonial mantenido por el yugo de la deuda externa”.
En
los países pobres, donde aún se necesitan importantes
inversiones para construir
escuelas, hospitales, infraestructuras de transporte o electricidad, el crecimiento podría ser algo útil. Sin
embargo, en la práctica a menudo ha sido vorazmente extractivo,
motivado por la explotación
de una mano de obra barata
y la utilización insostenible de los recursos
naturales. Si en verdad el crecimiento económico quisiera
contribuir al reconocimiento y la afirmación de los derechos
humanos, su orientación debería cambiar para
“reorientarse hacia la satisfacción de las necesidades y distribuirse entre más personas en lugar de limitarse a enriquecer a los ricos y fomentar el dominio de los grandes actores económicos”. Ni siquiera “en los países de renta baja, donde el crecimiento sigue siendo necesario y debe apoyarse”, continúa De Schutter, “el desarrollo debe equipararse a un aumento del PIB sino a un mayor bienestar social y ecológico”. La denuncia no tarda en llegar: “la fe ciega en el crecimiento económico es una camisa de fuerza para nuestra imaginación en tanto la lucha contra la pobreza ha sufrido mucho como consecuencia de ello”.
Revelador informe de la ONU. el mito del crecimiento para todos. Las economías economías "obesas" multiplican la pobreza.
***
Sí
existe alternativa: erradicar la pobreza con Derechos Humanos.
Las
20 páginas del informe tuvieron un impacto significativo en el
ambiente diplomático por su contenido tan
desafiante como alternativo a muchos otros informes de organismos
financieros y económicos internacionales,
repletos de sofismas. Prueba de ello son sus tres
recomendaciones
fundamentales para destrabar la compleja tensión entre lo que procura el sistema hegemónico dominante, por un lado,
y las propuestas solidarias para reducir la pobreza, por el otro.
En
primer lugar, promover lo que De Schutter denomina el Pacto para el Futuro, una propuesta
“centrada en la efectividad de los derechos humanos más que en un aumento de los niveles
agregados de producción y consumo”. Se trata
de un replanteamiento urgente de la lucha contra la pobreza, abogando por
un cambio hacia una economía
que dirija los recursos hacia los servicios públicos y la protección
social.
En
segundo lugar, reestructurar y condonar
la deuda y la financiación de servicios públicos universales mediante impuestos
progresivos sobre la herencia, la riqueza y el carbono.
Por
último, procurar una mayor cooperación internacional contra la evasión fiscal,
un mecanismo sistémico multiplicador de la miseria en vastas regiones del globo.
En
la propuesta adquieren una importancia esencial el estímulo
a la economía social y solidaria; la
democratización del trabajo; nuevas formas de compartir
el empleo y el combate frontal contra el consumismo.
“La lucha contra las desigualdades”, sostiene, “se solapa con la lucha contra el consumismo, entendido como la estimulación del consumo
mediante el marketing y la innovación
permanente”. Desde esta perspectiva, es imprescindible prestar servicios
básicos universales y aumentar los ingresos garantizando el derecho a un salario mínimo
vital y a una remuneración justa, y
reforzando la protección social. Según De Schutter, “los Gobiernos deberían invertir en la prestación de servicios básicos universales,
garantizando el acceso de todas las personas a los servicios
que aseguran el disfrute de los derechos humanos:
una vivienda adecuada, atención sanitaria, alimentos nutritivos
a través de comedores
escolares, agua y energía, transporte y acceso digital”.
Este
documento, concebido como puntapié inicial seguido de una
ronda de consultas para bosquejar una hoja de ruta,
se debatirá en la próxima Cumbre del Futuro de la ONU en
Nueva York el 22 y el 23 de septiembre.
Sin embargo, como advierte el relator especial, la
transición deseada no podrá lograrse de golpe, y tampoco a escala local o nacional. En otras palabras: escapar a la dependencia
del crecimiento cuestionado por el estudio
requerirá estrategias plurianuales y el
despliegue de esfuerzos intencionales en los distintos niveles
de gobernanza. La preocupación por el
estado del medio ambiente también es central a
la propuesta, ya que se trata de
“remodelar la economía para producir bienes y servicios ecológicamente sostenibles y de mayor utilidad social, y reducir significativamente la producción innecesaria y excesiva”.
Ya en el ámbito laboral, la propuesta sugiere rechazar el PIB como indicador de progreso,
garantizar puestos de trabajo respaldados por el
gobierno, revalorar el trabajo doméstico y de cuidados de la familia no
remunerado, establecer salarios mínimos y
poner un tope a la riqueza generada por industrias destructivas.
“Estas son las políticas que realmente pueden beneficiar al planeta y a sus
habitantes”, argumenta De Schutter.
Tres
son los aportes principales de este estudio propositivo que se opone frontalmente
al crecimientismo.
En primer lugar, confrontar sin
prejuicios ni temores las creencias cotidianas del sistema
hegemónico mundial que condiciona la reducción de la pobreza a un mayor
crecimiento insustentable. Además, recopilar pistas alternativas para avanzar en
esa lucha social de envergadura, desde una
propuesta posible, centrada en los derechos humanos.
Y por último y no menos relevante, que estas
reflexiones provengan del seno mismo de las Naciones
Unidas, y sean articuladas por un experto independiente que pertenece al
sistema onusiano. Todo esto constituye una bofetada conceptual para aquellos que, beneficiados por el sistema
dominante, consideran irrealizables las alternativas globales ya imprescindibles para salvar al hombre y al planeta.
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