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DIA DE LA PATRIA. 203 AÑOS DE INDEPENDENCIA NACIONAL. HOY 28 DE JULIO EL
PERÚ, NUESTRA PATRIA, NOSOTROS todos los PERUANOS, los 34
millones hoy CELEBRAMOS el DÍA de la PATRIA. cuando un sábado 28 de julio de 1821 el
LIBERTADOR Don JOSE DE SAN MARTIN desde la PLAZA de
ARMAS de LIMA en mensaje al PERÚ DECLARÓ nuestra
INDEPENDENCIA NACIONAL, Después de siglos de
dominación colonial española, al fin derrotamos en grandes y sucesivas batallas
a los Colonialistas,
Religiosos, Esclavistas, Depredadores españoles. Esta Independencia cuanto hubiéramos querido los peruanos
de hoy hubiera sido, el ACTO PATRIOTICO LIBERTADOR,
como fue la Histórica Revolución de TUPAC AMARU de 1780.
Pero fue el inicio de lo que años después continuó el Gran
Libertador Don SIMON BOLIVAR, con las Históricas
Batallas de Junín y Ayacucho.
PERÚ somos uno de los países herederos de una de las más Grandes Culturas de la Humanidad, la del Imperio del TAHUANTINSUYO, hoy uno de los países MEGADIVERSOS del mundo, pero sin embargo en 203 años de
Vida Republicana, del siglo XXI, aun no se han
hecho REALIDAD , el forjar y construir NACIÓN y CIUDADANÍA y continúan pendientes los DERECHOS de Igualdad a
la EDUCACIÓN, SALUD, JUSTICIA, así como “sacudirnos” para siempre de esa herencia nefasta
del RACISMO Y DISCRIMINACION,
la herencia colonial y desterrar para siempre, la POBREZA,
el HAMBRE con una lucha frontal cívica, respetuosa
y democrática de todo el pueblo peruano para eliminar para siempre el veneno de la CORRUPCIÓN.
SEGUIMOS en Protesta desde todos los frentes del Perú Profundo,
todos en FRENTE UNICO para DEFENDER hoy nuestra DEMOCRACIA, que No es DEMOCRACIA. Hoy nos damos un Gran Abrazo todos los PERUANOS, Hombres y Mujeres de nuestro país de GRAU Y BOLOGNESI, así como en Arequipa.
“la Patria de PAULET Y MOSTAJO”. “No en vano se nace al pie de un Volcán”. “La Patria,
siempre ha estado y estará por siempre en el Corazón de todo Arequipeño”.
Saludos y un gran Abrazo nacional- Viva el Perú. Pablo Raúl domingo 28
de julio del 2024.
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LA
PATRIA Y LA POLÍTICA EXTERIOR, por Manuel Rodríguez Cuadros.
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La política exterior es esencialmente la dimensión externa del problema peruano (...) Debe defender y realizar los intereses del ‘nosotros’, no solo de unos sectores o fracciones de la sociedad.
Por Manuel Rodríguez Cuadros. Jurista. Embajador.
Fuente.
La República, domingo 278 de julio del 2024.
Por
razones de política interna y de las tempranas contradicciones con la Gran Colombia, cuyos ejércitos libertadores
permanecieron en el Perú ya expulsados
totalmente los españoles, nuestra historia
definió la efeméride Patria el 28 de julio. Fecha
de la proclamación política de la independencia.
Y no el 9 de diciembre, día de la victoria
militar y política contra el imperio español,
que puso fin a la historia colonial en el Perú. En Ayacucho se
consagró realmente la independencia del Perú. Y se consolidó la de toda América
Latina. Ayacucho tiene ciertamente mucho mayor significación histórica que
Huaura.
En todo caso, entre 1821 y 1824, luego de tres siglos de colonialismo español, el Perú se constituyó nuevamente en un Estado independiente. Como lo había sido el fenecido imperio universal del Tawantinsuyo. La creación del nuevo Estado –así como el imperio no logró constituir una Nación Inca– antecedió a la formación de la Nación. Se institucionalizó sobre una base social e identitaria fraccionada, con sentimientos patrióticos diferenciados, vinculados a la tierra donde se nació. La Nación no vino con un automatismo juridicista. Se ha ido edificando y consolidando en el tiempo. En una amalgama social compleja y difícil. (Pero aún, a lo largo de más de 200 años, NO se ha logrado forjar y construir NACIÓN Y CIUDADANÍA)
La Patria es una construcción
histórica, cultural, sociológica y jurídica. Pero también subjetiva. Donde la unidad
debe encontrarse en su realidad diversa y plural.
Ese proceso ha abarcado 200 años. Hemos pasado,
parafraseando a Arguedas, de las originarias patrias de los zorros
de abajo y los zorros de arriba, a la patria de todos. Con sus grandezas y sus
desigualdades. La tarea de las actuales generaciones es consolidar la patria única. De todos. En su realidad plural y
diversa. Haciéndola fuerte y digna, disminuyendo las desigualdades
y eliminando la discriminación.
El hecho independentista tuvo una
dimensión interna y otra internacional. Para el Perú
fue gravitante el externo. La confluencia de las corrientes
libertadoras del sur y del norte del continente en suelo peruano lo
explica todo. La impronta internacional fue el percutor de la independencia nacional. Y en estos dos últimos siglos lo ha seguido
siendo. Por eso la política exterior en el Perú siempre
ha sido una variable de la política interna. Y viceversa. Basadre resumió la vida peruana como un resultado de
las tensiones internas y externas.
Hoy la patria, en el siglo XXI, en el mundo global inestable de nuestros
días, sigue teniendo en su relación con el mundo
una de las claves de su destino. Por ello la política
exterior es esencialmente la dimensión externa
del problema peruano. Existe, más que en cualquier otro periodo de la historia nacional, una interrelación de mutua
implicación entre la patria, como hogar de todos, como referente del Estado nacional, y la política exterior. Entre Nación y diplomacia.
La política exterior debe defender y realizar los intereses del “nosotros” no solo de unos sectores o fracciones de la sociedad. Menos las opiniones o convicciones personales –por más respetables que sean– de los funcionarios responsables de dirigir la política exterior, sea la presidenta de la República o el ministro de Relaciones Exteriores. Toda persona puede opinar, libremente, en términos personales, sobre los hechos internacionales o la diplomacia nacional, menos, justamente, los responsables de la política exterior. Ellos representan al Estado, a la Nación. Lo que digan o hagan no representa su opinión subjetiva. Ellos hablan a nombre de la Nación, del Estado y la sociedad. Y están obligados a reflejar en su discurso los intereses nacionales.
Los intereses nacionales tampoco son
una inspiración de los responsables de la política
exterior. Tienen un grado amplio de objetividad. Se derivan de las
condiciones de la territorialidad y la realidad geográfico-estratégica del país, de la vida e historia nacional, de las necesidades objetivas de la
población, del pacto social colectivo, de la historia
diplomática que ha interpretado y ejecutado esas aspiraciones, así como
del marco jurídico constitucional que refleja los consensos
nacionales.
Hay,
entonces, en los intereses nacionales por lo menos
cuatro sustentos de una naturaleza objetiva, que
los responsables de la política exterior no
pueden soslayar y que, por el contrario, están obligados a respetar y cumplir:
1) el maco
constitucional de la política exterior, que mal
que bien es una expresión de consensos jurídicamente imperativos; 2) la independencia y autonomía
nacionales inherentes a la condición soberana
del Estado;
3) las
consecuencias territoriales y geográficas de
nuestra condición de país andino, amazónico, con
proyección al Pacífico Sur, megadiverso con una
amplia gama de ecosistemas;
4) la acumulación histórica y los procesos de inserción externa del Perú en la paz y la guerra, y en la búsqueda de condiciones de vida y bienestar para toda la población, así como la tradición jurídica propia del derecho internacional que por generaciones se ha consolidado, justamente, como un paraguas jurídico de nuestra autonomía, independencia y soberanía nacional;
5) los mandatos
constitucionales de la política exterior:
defensa y preservación de la democracia y el Estado de
derecho, deber de garantía para el goce de los derechos
humanos, civiles, políticos, económicos y medio
ambientales de la población; prioridad latinoamericana de la política exterior; y
6) la
preeminencia de los tratados internacionales sobre
las leyes internas, como una garantía de la estabilidad
jurídica del Estado de derecho.
La incorporación y consecución
progresiva de estos intereses nacionales permanentes dotan a la política exterior de su naturaleza y carácter de
Estado. Los Gobiernos pueden añadir otros, más o
menos temporales, en ámbitos espaciales o temáticos: son
intereses políticos gubernamentales. Legítimos.
Pero siempre deben guardar coherencia y sindéresis con
los intereses nacionales. Cuando por razones ideológicas
o por la representación de intereses de fracciones de la sociedad,
contrarias al “nosotros”, del hogar común que es
la Patria, se adoptan decisiones de política exterior contrarias a la objetividad de los intereses nacionales, la diplomacia entra en crisis.
En crisis de su representatividad nacional.
Esta
situación extrema se da cuando la política
exterior, en vez de garantizar los derechos
humanos de la población, cobija su violación, consagra la impunidad y restringe el acceso a la justicia
supranacional de la Corte Interamericana de Justicia.
También se atenta contra los intereses nacionales permanentes de la Patria, cuando se afecta la vida democrática, el Estado de derecho, la separación de poderes y un sistema electoral justo y democrático. Cuando se atenta contra la autonomía del Jurado Nacional de Elecciones o se politiza la elección de jueces y fiscales.
Ir
a contramano de los intereses nacionales permanentes es
desconocer unilateralmente las obligaciones internacionales del Estado democrático. Los tratados no se imponen. Se
negocian, en uso y ejercicio de la soberanía nacional.
Por un bien mayor para la población. Decir que
un tratado internacional viola la soberanía,
cuando se adopta en uso de la soberanía, es una ignorancia
jurídica mayor. Se trate de la Convención Americana de Derechos Humanos
o los tratados de libre comercio.
Un objetivo nacional permanente,
un mandato constitucional es una adecuada política de
fronteras y la prioridad latinoamericana. No es acorde con este
imperativo, por razones ideológicas, mantener en la inercia a la Comunidad
Andina, la Alianza del Pacífico, luego de la
grita por la secretaría pro tempore, o una silente ausencia en la CELAC. Como tampoco lo es la crisis irresuelta con México, Colombia y Bolivia. La “diplomatie n’est pas un dîner de gala”,
como dice Claude Martin (“la diplomacia no es
una cena de gala”). Consiste, precisamente, en solucionar
problemas. Y, más que problemas, crisis. En realizar intereses
nacionales. La patria demanda
regenerar la vida democrática en el Perú. Demanda también enchufar la diplomacia en la realidad
nacional.
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