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Observar los casos extremos y diferentes, de Haití y Paraguay, por la forma en que contrajo su denominada Deuda Histórica el primero y la negativa a contraer deuda europea del segundo, que los diferencia de todos los otros procesos revolucionarios de América latina, nos permite comprobar como funcionaron los sistemas de dominación y extorsión, desde aquellas épocas. Los métodos han variado con el correr de los años. Ya no se bombardean puertos para cobrar deudas, como le sucediera a Venezuela, ni se apoderan los acreedores, de las aduanas de los países deudores. Pero las presiones diplomáticas aún continúan, ahora de otra forma, mediante otros métodos e instrumentos jurídicos y económicos.
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¿ La Deuda Externa, es hoy el mecanismo que condiciona a nuestros gobiernos?.
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Jueves 23 de septiembre del 2010.
Carlos Juliá (DIARO HOY DIA).
Carlos Juliá (DIARO HOY DIA).
Desde hace más de dos décadas venimos preocupados y ocupados en la región, por la importancia determinante de las Deudas Externas de nuestros países, en cuanto a sus desenvolvimientos en lo económico, social y político. Desde los tiempos de las independencias libertarias, es bueno recordarlo mientras estamos festejando los bicentenarios de aquellas epopeyas, los empréstitos para la compra de armas necesarias en esas luchas, condicionaron nuestras libertades futuras.
Observar los casos extremos y diferentes, de Haití y Paraguay, por la forma en que contrajo su denominada Deuda Histórica el primero y la negativa a contraer deuda europea del segundo, que los diferencia de todos los otros procesos revolucionarios de América latina, nos permite comprobar como funcionaron los sistemas de dominación y extorsión, desde aquellas épocas. Los métodos han variado con el correr de los años. Ya no se bombardean puertos para cobrar deudas, como le sucediera a Venezuela, ni se apoderan los acreedores, de las aduanas de los países deudores. Pero las presiones diplomáticas aún continúan, ahora de otra forma, mediante otros métodos e instrumentos jurídicos y económicos.
Pero los pueblos de la región supieron interpretar los cambios que se producían en el mundo. Hicieron una lectura correcta de sus propias fortalezas y de las debilidades del enemigo, y a partir del diálogo establecido por y entre ellos, posibilitaron, que sus propios gobiernos, alcanzaran un más estrecho acercamiento. También podríamos afirmar, que de alguna manera el fortalecimiento de UNASUR y de los diversos proyectos de integración que impulsa esta Unión de Naciones del Sur, en materia económica, financiera, de infraestructura o transporte, entre otras, es consecuencia de las prédicas, debates y acciones a que dieran lugar los Foros Sociales Mundiales primero, de las Américas y de las Migraciones luego y de Movimientos como Vía Campesina, Alianza Social Continental, Grito de los Excluidos, entre otros. Así los países del Sur, deudores dependientes del Norte, se fortalecieron para poder enfrentar diversas formas de presión y dominación.
Observar los casos extremos y diferentes, de Haití y Paraguay, por la forma en que contrajo su denominada Deuda Histórica el primero y la negativa a contraer deuda europea del segundo, que los diferencia de todos los otros procesos revolucionarios de América latina, nos permite comprobar como funcionaron los sistemas de dominación y extorsión, desde aquellas épocas. Los métodos han variado con el correr de los años. Ya no se bombardean puertos para cobrar deudas, como le sucediera a Venezuela, ni se apoderan los acreedores, de las aduanas de los países deudores. Pero las presiones diplomáticas aún continúan, ahora de otra forma, mediante otros métodos e instrumentos jurídicos y económicos.
Pero los pueblos de la región supieron interpretar los cambios que se producían en el mundo. Hicieron una lectura correcta de sus propias fortalezas y de las debilidades del enemigo, y a partir del diálogo establecido por y entre ellos, posibilitaron, que sus propios gobiernos, alcanzaran un más estrecho acercamiento. También podríamos afirmar, que de alguna manera el fortalecimiento de UNASUR y de los diversos proyectos de integración que impulsa esta Unión de Naciones del Sur, en materia económica, financiera, de infraestructura o transporte, entre otras, es consecuencia de las prédicas, debates y acciones a que dieran lugar los Foros Sociales Mundiales primero, de las Américas y de las Migraciones luego y de Movimientos como Vía Campesina, Alianza Social Continental, Grito de los Excluidos, entre otros. Así los países del Sur, deudores dependientes del Norte, se fortalecieron para poder enfrentar diversas formas de presión y dominación.
De no haber existido estos Foros y Movimientos, en la Cumbre de Presidentes celebrada en Mar del Plata, el ALCA con Bush impulsándolo, habría sido aprobado. Pero también podríamos casi afirmar que, por nombrar solo algunos, ni Evo Morales en Bolivia, ni Rafael Correa en el Ecuador, ni Lula Da Silva en Brasil, hubieran podido llegar a gobernar sus respectivos países. Y de haberlo logrado no habrían podido resistir, las diversas formas de presión que en el pasado, siempre terminaban en golpes de estado.
Todo fue cambiando desde el principio del presente siglo. El enfrentamiento de los pueblos contra el neoliberalismo fue una larga batalla, que produjo resultados institucionales mejores y peores, pero también fuertes resistencias a políticas, métodos, modelos, formas y medios de expresión. Los resultados obtenidos no fueron fáciles, ni gratis para los pueblos. Mientras, las mayorías excluidas tomaban conciencia de sus riquezas estratégicas, que les permitirían ser actores de estos nuevos tiempos políticos por los que veníamos luchando, por lo menos desde los comienzos de las nuevas Democracias. En Argentina, muchos no habíamos quedado conformes con el discurso de que con La Democracia, se Come, se Estudia, se Trabaja, presentíamos que con eso no alcanzaba para volver a tener un Pueblo Feliz y una Nación grande. A poco de andar, comenzamos a chocar con el poder militar, el poder económico-financiero y desde las sombras el poder mediático, que por estas horas se ve acosado y obligado a defender sus intereses ante las instituciones y los ciudadanos.
Mucho ha cambiado de los ´90 hasta hoy. Nada es absolutamente igual. Las luchas, los gobiernos, los liderazgos, los discursos, nuevas herramientas para la dominación y explotación de nuestros pueblos, pero también nuevas formas de encontrarnos para resistir y luego tratar de avanzar. Tenemos mayor capacidad para diagnosticar los problemas que nos acechan y también mejores herramientas para enfrentar a las grandes mafias del Poder Concentrado. No son otra cosa que mafias, más allá de que actúen dentro del orden legal o contra la legislación vigente.
Dentro de este contexto y volviendo a La Deuda como mecanismo para la dominación, me permito preguntarme, con todos los cambios producidos a favor y en contra de los derechos de los pueblos y naciones del sur, ¿“La Deuda”, como herramienta o forma para dominar y explotar, se ha transformado hoy y ahora, en un Mito o es una Realidad siempre vigente, casi atemporal? También me atrevo a responderme, que el mejor camino para encontrar la respuesta más aproximada a la verdad, es por medio del análisis y el debate, siempre de buena fe. No sirve quedarse detenido en el pasado, repitiendo viejas consignas que pudieron ser ciertas y válidas en otros tiempos y circunstancias. Si de algo estamos seguros, aunque nos pueda resultar difícil aceptarlo, es que el mundo ha cambiado y debemos defendernos con las herramientas adecuadas a la época que nos toca vivir.
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Carlos Juliá es Abogado – Periodista. Autor de “La Memoria de la Deuda”, Ed. Biblos/2002.
Todo fue cambiando desde el principio del presente siglo. El enfrentamiento de los pueblos contra el neoliberalismo fue una larga batalla, que produjo resultados institucionales mejores y peores, pero también fuertes resistencias a políticas, métodos, modelos, formas y medios de expresión. Los resultados obtenidos no fueron fáciles, ni gratis para los pueblos. Mientras, las mayorías excluidas tomaban conciencia de sus riquezas estratégicas, que les permitirían ser actores de estos nuevos tiempos políticos por los que veníamos luchando, por lo menos desde los comienzos de las nuevas Democracias. En Argentina, muchos no habíamos quedado conformes con el discurso de que con La Democracia, se Come, se Estudia, se Trabaja, presentíamos que con eso no alcanzaba para volver a tener un Pueblo Feliz y una Nación grande. A poco de andar, comenzamos a chocar con el poder militar, el poder económico-financiero y desde las sombras el poder mediático, que por estas horas se ve acosado y obligado a defender sus intereses ante las instituciones y los ciudadanos.
Mucho ha cambiado de los ´90 hasta hoy. Nada es absolutamente igual. Las luchas, los gobiernos, los liderazgos, los discursos, nuevas herramientas para la dominación y explotación de nuestros pueblos, pero también nuevas formas de encontrarnos para resistir y luego tratar de avanzar. Tenemos mayor capacidad para diagnosticar los problemas que nos acechan y también mejores herramientas para enfrentar a las grandes mafias del Poder Concentrado. No son otra cosa que mafias, más allá de que actúen dentro del orden legal o contra la legislación vigente.
Dentro de este contexto y volviendo a La Deuda como mecanismo para la dominación, me permito preguntarme, con todos los cambios producidos a favor y en contra de los derechos de los pueblos y naciones del sur, ¿“La Deuda”, como herramienta o forma para dominar y explotar, se ha transformado hoy y ahora, en un Mito o es una Realidad siempre vigente, casi atemporal? También me atrevo a responderme, que el mejor camino para encontrar la respuesta más aproximada a la verdad, es por medio del análisis y el debate, siempre de buena fe. No sirve quedarse detenido en el pasado, repitiendo viejas consignas que pudieron ser ciertas y válidas en otros tiempos y circunstancias. Si de algo estamos seguros, aunque nos pueda resultar difícil aceptarlo, es que el mundo ha cambiado y debemos defendernos con las herramientas adecuadas a la época que nos toca vivir.
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Carlos Juliá es Abogado – Periodista. Autor de “La Memoria de la Deuda”, Ed. Biblos/2002.
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