Los BRICS - las economías
emergentes globales: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica -
constituyen hoy con la formación del Banco de los BRICS, primero un desafío al capital financiero global, imperialista,
básicamente del G-7 (Estados Unidos,
Alemania, Inglaterra, Francia, Italia, Japón y Canadá) y segundo los más "poderosos" y hoy presentes a nivel
sistémico - las corporaciones transnacionales del capital corporativo estatal chino y
ruso - disputan los mercados del mundo al capital imperialista
norteamericano. Alguna diferencia en este proceso de la "gran inversión trasnacional" del capital corporativo
global, NO, simplemente el capital
no tiene patria, hoy ha roto o desaparecido fronteras - la globalización lo ha mundializado al capital financiero
especulativo (pero si está enfermo) - crea nuevas formas de expoliación,
saqueo, pillaje de los recursos naturales, en una nueva “forma” de acumulación mundial del capitalismo, "formaliza",
legaliza a nivel global las "nuevas" formas de explotación salvaje,
inhumana, cruel, violenta de la fuerza de trabajo (Es fiel repetición de los
viejos modelos y formas de explotación inhumana sin derechos sociales, tiempos
del nacimiento de la clase obrera): mientras hoy en el escenario mundial del “Cambio de Época,
Histórica”, ya no es central “la vieja clase obrera”, la coyuntura
mundial nos presenta, que su “plato
suculento” a nivel sistémico, son los jóvenes, su
producto en la coyuntura global son los "nuevos esclavos asalariados del siglo XXI".
Las maquilas en Centro América y norte
de México constituyen el mejor testimonio de miles y miles de jóvenes
mujeres y hombres - en condiciones similares a las que tenía los trabajadores
en los albores del capitalismo. Siglo
XVI y XVII. El capital viene al mundo correando sangre y lodo de la cabeza
hasta los pies. Ese es el capitalismo hoy globalizado y destruyendo las instituciones del propio
sistema democrático liberal representativo.
Presidentes chino Lin Ji y
ruso Vladimir Putín, parte de los “nuevos” poderes facticos mundiales,
representan el "nuevo" interés del capitalismo corporativo estatal
global en Suramérica. Venezuela,
Argentina, Brasil, Chile, Perú,
es parte principal (países mega-diversos) de lo que hoy constituye el "plato celestial", parte de
la "Corona de la Reina" de
la riqueza patrimonial territorial que hoy le disputan al otrora poderoso
capital imperialista norteamericano, canadiense, francés, alemán, inglés etc. El capital corporativo estatal chino,
es diferente al norteamericano o al inglés NO, es absolutamente igual, e incluso en algunos
sectores de economías primario exportadoras, es más voraz, sangriento y
salvaje, como en regiones de predominio del viejo modelo extractivista exportador
de materias primas. Está presente las “nuevas” formas de explotación
inhumana de trabajadores (sectores aún “sobrevivientes” del “viejo” proletariado
minero, petrolero), pero en conjunto del sistema mundo – la globalización
neoliberal y la reubicación o traslado de miles
de miles de empresas y corporaciones occidentales – cansadas de ganar
anualmente unos cuantos millones de dólares – manteniendo el “viejo” sistema
laboral con derechos sociales – no es era altamente rentable, en función de la voracidad del nuevo capital corporativo
global, así como del propio fundamentalismo consumista –, porque su objetivo
estratégico neoliberal –la codicia, la voracidad y el
fundamentalismo – los conduce no a “ganar” (explotación, pillaje y
saqueo) anualmente millones, no, para ellos es miles de miles de millones de
dólares o de euros. Ese es el capitalismo salvaje, cruel inhumano, el capitalismo
corporativo global de nuestros tiempos: La segunda era de la globalización
neoliberal.
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Los BRICS - las economías emergentes globales: Brasil, Rusia,
India, China y Sudáfrica - constituyen hoy con la formación del Banco de los
BRICS, primero un desafío al capital financiero global básicamente del G-7
(Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Francia, Italia, Japón y Canadá) y segundo los más
"poderosos" y hoy presentes a nivel sistémico - las corporaciones
transnacionales del capital corporativo estatal chino y ruso - disputan los
mercados del mundo al capital imperialista norteamericano.
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EL BRICS ARROLLA A ESTADOS
UNIDOS EN SURAMÉRICA.
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Pepe
Escobar.
ICH/RT.
Rebelión
martes 2 de junio del 2015.
Traducido
del inglés por Germán Leyens.
Comenzó en abril con un
rosario de acuerdos entre Argentina y Rusia durante la visita de la presidenta
Cristina Kirchner a Moscú.
Y continúa con el
estrépito de una inversión de 53.000 millones de dólares cuando el primer
ministro chino Li Keqiang visita Brasil durante su primera parada en otra
ofensiva comercial suramericana, junto con otra dulce metáfora: Li viajando en
un tren del subterráneo hecho en China que servirá una nueva línea del metro en
Rio de Janeiro antes de los Juegos Olímpicos de 2016.
¿Dónde está EE.UU. en todo
esto? En ninguna parte. Poco a poco, pero inexorablemente, los miembros del
BRICS, China –y en menor medida Rusia– han estado nada menos que
reestructurando el comercio y la infraestructura en toda Latinoamérica.
Innumerables misiones
comerciales chinas han estado visitando non-stop
estos lugares, tal como lo hizo EE.UU. entre la Primera y la Segunda Mundial.
En un reunión clave en enero con dirigentes empresariales latinoamericanos, el
presidente Xi Jinping prometió destinar 250.000 millones de dólares a proyectos
de infraestructura en los próximos diez años.
Proyectos de
infraestructura importantes están siendo todos financiados por capital chino,
con la excepción del puerto Mariel en Cuba, cuyo financiamiento proviene de
BNDES de Brasil, cuya operación será dirigida por el operador de puertos de
Singapur PSA International Pte Ltd. La construcción del canal de Nicaragua –más
grande, más ancho y más profundo que el de Panamá– comenzó el año pasado,
realizado por una firma de Hong Kong, para ser terminado en 2019. Argentina,
por su parte, obtuvo un acuerdo con China por 4.700 millones de dólares para la
construcción de dos represas hidroeléctricas en la Patagonia.
Entre los 35 acuerdos
concluidos durante la visita de Li a Brasil hubo financiamiento por 7.000
millones de dólares para el gigante petrolero de Brasil Petrobras, 22 jets
comerciales Embraer serán vendidos a Tianjin Airlines por 1.300 millones de
dólares y una serie de acuerdos involucran al importante productor de mineral
de hierro Vale. Podría haber inversión china para reacondicionar la
espantosa red de carreteras, ferrocarriles y puertos de Brasil. Los aeropuertos
están en una condición ligeramente mejor debido a los reacondicionamientos de
antes de la Copa del Mundo del año pasado.
La estrella de todo el show
es indudablemente el propuesto megaferrocarril por 30.000 millones de dólares,
de una longitud de 3.500 kilómetros, que unirá el puerto brasileño de Santos
con el puerto peruano de Ilo en el Pacífico, pasando por Amazonia.
Logísticamente es necesario para Brasil, ya que le ofrecerá una salida al
Pacífico. Los beneficiados serán inevitablemente los productores de commodities –desde
mineral de hierro a granos de soja– que exportan a Asia, sobre todo a China.
El ferrocarril
Atlántico-Pacífico será un proyecto extremadamente complejo, involucrando todo
desde temas ecológicos hasta derechos territoriales y crucialmente la
preferencia por firmas chinas cada vez que bancos chinos deliberan sobre la
extensión de líneas de crédito. Pero esta vez es concreto. Los sospechosos de
costumbre están –qué iba a ser– preocupados.
Atención a la geopolítica.
La política oficial de
Brasil, desde los años de Lula, ha sido atraer importantes inversiones chinas.
China es el principal socio comercial de Brasil desde 2009, antes era EE.UU. La
tendencia comenzó con la producción de alimentos, ahora se concentra en la
inversión en puertos y ferrocarriles y la próxima etapa será la transferencia
de tecnología. El Nuevo Banco de Desarrollo de BRICS y el Banco Asiático de
Inversión en la Infraestructura (AIIB), del cual Brasil es miembro fundador,
formará definitivamente parte del cuadro.
El problema es que esta
masiva interacción comercial del BRICS se entrecruza con un proceso político
bastante enrevesado. Las tres principales potencias suramericanas –Brasil,
Argentina y Venezuela, que también son miembros de Mercosur– se han enfrentado
a repetidos intentos de “desestabilización” por parte de los sospechosos
de costumbre que denuncian la política exterior de los presidentes Dilma
Rousseff, Cristina Kirchner y Nicolás Maduro y añoran los buenos días de antaño
de una relación dependiente de Washington.
Con diferentes grados de
complejidad –y conflictos internos– Brasilia, Buenos Aires y Caracas se
enfrentan simultáneamente a conspiraciones contra su orden institucional. Los
sospechosos de costumbre ni siquiera tratan de disimular su casi total
distancia diplomática de los tres mayores países suramericanos.
Venezuela, sometida a
sanciones de EE.UU., está considerada una amenaza para la seguridad nacional de
EE.UU., algo que ni siquiera sirve para un mal chiste. Kirchner ha estado bajo
un implacable ataque diplomático, para no mencionar el ataque de los fondos
buitres a Argentina. Y respecto a Brasilia, las relaciones han estado
prácticamente congeladas desde septiembre de 2013, cuando Rousseff suspendió
una visita a Washington como respuesta al espionaje de la NSA sobre Petrobras y
sobre ella personalmente.
Y esto nos lleva a un
problema geoestratégico crucial que no ha sido resuelto hasta ahora.
El espionaje de la NSA
puede haber filtrado intencionalmente información confidencial para
desestabilizar los planes de desarrollo brasileños que incluyen, en el caso de
Petrobras, la exploración de los mayores depósitos de petróleo (Presal)
encontrados hasta ahora a principios del Siglo XXI.
Lo que se revela es tan
crucial porque Brasil es la segunda economía de las Américas (después de
EE.UU.), es la mayor potencia comercial y financiera latinoamericana, alberga
el antiguo segundo banco de desarrollo del mundo, el BNDES, que ahora ha sido
sobrepasado por el banco de BRICS. Y además alberga la mayor corporación de
Latinoamérica, Petrobras, que también es uno de los mayores gigantes
energéticos del mundo.
La presión dura contra
Petrobras proviene esencialmente de accionistas estadounidenses que actúan como
los proverbiales buitres, empecinados en sangrar a la compañía y beneficiarse
al mismo tiempo, aliados con lobistas que detestan el status de Petrobras como
explorador prioritario de los depósitos Presal.
En pocas palabras, Brasil es la última gran frontera soberana contra la ilimitada dominación hegemónica en las Américas. El Imperio del Caos tenía que estar exasperado.
Presidentes chino Lin
Ji y ruso Vladimir Putín, parte de los “nuevos” poderes facticos mundiales,
representan el "nuevo" interés del capitalismo corporativo estatal
global en Suramérica. Venezuela, Argentina, Brasil, constituyen el
"plato celestial", parte de la "Corona de la Reina" de la
riqueza patrimonial territorial que hoy le disputan al otrora poderoso capital
imperialista norteamericano, canadiense, francés, alemán, etc. (Pero por ahí
siguen no en la penumbra pero si muy visibles las poderosas corporaciones
transnacionales como el "Grupo México" “Claro”, o las corporaciones
españolas (Telefónica), etc.
***
Avance de la ola continental.
La cooperación estratégica
en constante desarrollo de las naciones del BRICS ha sido enfrentada por los
círculos de Washington no solo con incredulidad, sino también con temor. A
Washington le es virtualmente imposible causar verdadero daño a China pero
le es mucho más “fácil”, comparativamente, en el caso de Brasil o Rusia. Sin
embargo el odio de Washington apunta esencialmente hacia China, que se ha
atrevido a cerrar acuerdo tras acuerdo en el antiguo “patio trasero de EE.UU.”.
Una vez más, la estrategia
china –así como la rusa– es mantener la calma y conservar un perfil de
beneficio mutuo. Xin Jinping se reunió con Maduro en enero para cerrar –qué iba
ser– tratos. Se reunió con Cristina Kirchner en febrero para hacer lo mismo, precisamente
cuando los especuladores estaban a punto de lanzar otro ataque contra el peso
argentino. Después tuvo lugar la visita de Li a Suramérica.
Sobra decirlo, el comercio
entre Suramérica y China sigue creciendo. Argentina exporta alimentos y soja; Brasil
lo mismo además de petróleo, minerales y madera; Colombia vende petróleo y
minerales; Perú y Chile cobre y hierro; Venezuela petróleo; Bolivia minerales.
China exporta sobre todo productos manufacturados de alto valor agregado.
Un desarrollo clave que
hay que observar en el futuro inmediato es el proyecto Transul, que fue
propuesto primero en una conferencia de los BRICS el año pasado en Rio. Es una
alianza estratégica Brasil-China que vincula el desarrollo industrial de Brasil
a la subcontratación parcial de metales a China. A medida que los chinos
aumentan su demanda –están construyendo no menos de 30 megapolis hasta 2030–
que será satisfecha por compañías brasileñas o chino-brasileñas. Pekín ha dado
su sello de aprobación.
Por lo tanto la visión general
a largo plazo sigue siendo inexorable. Los BRICS y las naciones suramericanas
-que convergen en UNASUR (la Unión de Naciones Suramericanas)– apuestan a un
orden mundial multipolar y a un proceso continental de independencia.
Es
fácil ver que está a océanos de distancia de una "doctrina Monroe".
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Pepe Escobar es el
corresponsal itinerante de Asia Times/Hong Kong, y analista para RT
y TomDispatch.
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