Ninguna
de las tácticas mencionadas resulta favorable a los Estados latinoamericanos. Todo lo
contrario, son atentatorios de la organización estatal y nacional de los
pueblos. La desestabilización gestada
con la aplicación neoliberal rompe las estructuras de los estados nacionales
que costaron décadas construir, y genera las bases para la incorporación de
otros métodos, como son los violentos (los espacios ganados por las mafias, no
pocas veces cubiertas desde los poderes políticos locales corruptos). Eso le pega directamente al corazón de las
estructuras del Estado, a los gobiernos y a los mecanismos de control
social para la consecución del equilibrio y el bienestar. Rompe con los
sistemas de organización política y mete bulla a aspectos como las elecciones, la representatividad,
la legitimidad y los fines nacionales de largo plazo.
No
obstante ello, aun así las políticas de Washington siguen interponiendo sus
ardides con la finalidad de derrocar aquellos gobiernos no alineados a sus
intereses. Venezuela es un corazón
batiente en Suramérica. Ecuador otro tanto. De Honduras, ni que decir que las declinaciones desde Micheletti (tras
el derrocamiento por golpe de Estado contra Manuel Zelaya) a la fecha son de
sometimiento. No queda más que prevenir
y actuar. La denuncia es crucial, puesto que las políticas de los EU son de
aplicación constante; no le paran ni un momento. En México en particular, pero en Latinoamérica en general, desde
los gobernantes hacia los demás círculos de la sociedad, incluyendo al sector
académico y a los medios de comunicación, todos están acostumbrados a ver las
cosas a toro pasado; es decir, analizar, revisar, concluir, planificar y
reaccionar cuando los hechos han sido consumados.
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ESTADOS UNIDOS, LA PEOR AMENAZA
LATINOAMERICANA.
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ALAI.
América Latina en Movimiento.
Salvador
González Briceño.
Martes 23 de
junio del 2015.
Un asunto de “estrategia” de un imperio decadente,
el de Estados Unidos (EU), que da coletazos y aun así se resiste a morir. Sigue
“trabajando” al modo como lo sabe hacer: imponiendo sus políticas por el mundo
para conseguir sus fines, en un plazo de tiempo de unas pocas décadas, de unos
cuantos años. Valga decir, con políticas redefinidas o rediseñadas desde los
autoatentados del 11 de septiembre 2001 en las Torres Gemelas de Nueva York
para acá.
Solo recuérdese que en América Latina a EU no le
cuaja la idea del “terrorismo”, para con ese pretexto de “falsa bandera” atacar
interviniendo a los países. Como le funcionó en Irak y en Afganistán, para
apoderarse del control energético y las drogas. No. Pero le funciona a la
perfección la “guerra contra las drogas”, en aras de la cual está controlando
el negocio, a la vez que militarizar aquellos países como Colombia y México,
sentando las bases para la desestabilización. Con ambos países, sobre todo con
este último, le está funcionando muy bien la perversa “guerra antidrogas”, a la
sombra de la “ayuda” del “Plan Mérida”.
Valgan
algunos ejemplos de dicha estratagema:
1.- Los planes
de defensa de los intereses de empresas estadounidenses generan situaciones de
crisis desestabilizando a los gobiernos “no afines” en Latinoamérica, como
sucede en los casos de Venezuela, Ecuador, Brasil, Argentina, etcétera. Los
países tienen, pueden y deben buscar sus propias vías para salir del atraso,
hacer y aplicar sus mejores políticas económicas. Dar al traste con cientos de años
de colonialismo, explotación y sumisión.
2.- Utilizando igualmente planes desestabilizadores, pero a un paso más lento (estilo “guerra de baja intensidad”, por otros medios), con aquellos gobiernos que son “aliados”, Estados Unidos los desestabiliza pero al mismo tiempo los utiliza como trampolín contra otros que intentan mantener una relativa “autonomía” o independencia en sus políticas internas. Países sometidos o controlados como México, Colombia y Perú, donde avanzan los planes de desestabilización imperial; otros como Honduras y también Colombia (ambos con bases militares), que le sirven a EU de plataforma contra otros, los del resto de Centroamérica y Sudamérica en este caso.
2.- Utilizando igualmente planes desestabilizadores, pero a un paso más lento (estilo “guerra de baja intensidad”, por otros medios), con aquellos gobiernos que son “aliados”, Estados Unidos los desestabiliza pero al mismo tiempo los utiliza como trampolín contra otros que intentan mantener una relativa “autonomía” o independencia en sus políticas internas. Países sometidos o controlados como México, Colombia y Perú, donde avanzan los planes de desestabilización imperial; otros como Honduras y también Colombia (ambos con bases militares), que le sirven a EU de plataforma contra otros, los del resto de Centroamérica y Sudamérica en este caso.
3.- Contra Cuba
la táctica es otra, diferente a la de los últimos 50 años. Barack Obama, que
resultó uno de los presidentes menos confiable para el mundo, porque sirve
perfectamente a los intereses angloamericanos, ha vuelto a la vieja política de
“la zanahoria y el garrote”. Con el garlito de “reconocer” que su política de bloqueo
económico, comercial y financiero contra la isla no le ha funcionado —tampoco
ve en ello su derrota—, ha comenzado a operar con otros medios para conseguir
los mismos fines: desestabilizar al régimen cubano de los Castro desde adentro,
al tiempo de romper el protocolo, el ejemplo de alta moral que ha significado
la Cuba “digna” para Latinoamérica frente al imperio. De todas maneras, nada se
logrará contra la enseñanza de los pueblos. Vietnam es el mejor ejemplo, le
sigue Cuba.
4.- Las
estrategias para lograr sus fines son orquestadas por las agencias de
inteligencia y de espionaje con aprobación o dirigidas desde Washington, y por
los centros de operación como las embajadas en todos los países, y otros
organismos de “ayuda” como la USAID (por decir las menos), hasta las claramente
desestabilizadoras como la CIA y DEA. Si en EU no hay golpe de Estado es porque
no hay Embajada de EU, repite con frecuencia Evo Morales. Pero es realidad una
vieja anécdota (años 60 y 70) del golpismo contra los gobiernos de América
Latina. No obstante, ¿el asesinato de Kennedy no fue una suerte de golpe de
Estado? Ciertamente, y orquestado por la propia CIA.
5.- Lo que sirve
a las empresas multinacionales u oligopólicas de origen estadounidense,
funciona también para los intereses imperiales de EU. Desde el punto de vista
de la economía de “libre mercado”, ese discurso es uno de los mejores
“artilugios” del capitalismo para controlar económicamente a los países a
través de las empresas que generan “inversión” y “empleo” para el “desarrollo”.
Son las directrices neoliberales que imponen las políticas macroeconómicas que
conllevan la destrucción de las clases media y trabajadora, y atenta contra la
población en general. Los tratados comerciales son una herramienta de control de
los gobiernos y para fines externos y claramente perversos. Ambos
procedimientos, los tratados comerciales y las políticas neoliberales,
instrumentos de la susodicha globalización que, se presume, sacaría a los
pueblos de la miseria.
Ninguna de las tácticas mencionadas resulta favorable a los Estados latinoamericanos. Todo lo contrario, son atentatorios de la organización estatal y nacional de los pueblos. La desestabilización gestada con la aplicación neoliberal rompe las estructuras de los estados nacionales que costaron décadas construir, y genera las bases para la incorporación de otros métodos, como son los violentos (los espacios ganados por las mafias, no pocas veces cubiertas desde los poderes políticos locales corruptos). Eso le pega directamente al corazón de las estructuras del Estado, a los gobiernos y a los mecanismos de control social para la consecución del equilibrio y el bienestar. Rompe con los sistemas de organización política y mete bulla a aspectos como las elecciones, la representatividad, la legitimidad y los fines nacionales de largo plazo.
Ninguna de las tácticas mencionadas resulta favorable a los Estados latinoamericanos. Todo lo contrario, son atentatorios de la organización estatal y nacional de los pueblos. La desestabilización gestada con la aplicación neoliberal rompe las estructuras de los estados nacionales que costaron décadas construir, y genera las bases para la incorporación de otros métodos, como son los violentos (los espacios ganados por las mafias, no pocas veces cubiertas desde los poderes políticos locales corruptos). Eso le pega directamente al corazón de las estructuras del Estado, a los gobiernos y a los mecanismos de control social para la consecución del equilibrio y el bienestar. Rompe con los sistemas de organización política y mete bulla a aspectos como las elecciones, la representatividad, la legitimidad y los fines nacionales de largo plazo.
No obstante ello, aun así las políticas de
Washington siguen interponiendo sus ardides con la finalidad de derrocar
aquellos gobiernos no alineados a sus intereses. Venezuela es un corazón
batiente en Suramérica. Ecuador otro tanto. De Honduras, ni que decir que las
declinaciones desde Micheletti (tras el derrocamiento por golpe de Estado
contra Manuel Zelaya) a la fecha son de sometimiento.
No queda más que prevenir y actuar. La denuncia es
crucial, puesto que las políticas de los EU son de aplicación constante; no le
paran ni un momento. En México en particular, pero en Latinoamérica en general,
desde los gobernantes hacia los demás círculos de la sociedad, incluyendo al
sector académico y a los medios de comunicación, todos están acostumbrados a
ver las cosas a toro pasado; es decir, analizar, revisar, concluir, planificar
y reaccionar cuando los hechos han sido consumados.
En tanto la estrategia de los gringos es continua
utilizando la prospectiva para analizar y la ofensiva para crear su propia
realidad afín. Porque el gobierno trabaja permanentemente como Estado en
guerra. Es violencia día tras día, porque aplica la estrategia del imperio
romano: de vasallaje, sometimiento, violencia y guerras continuas. No queda más
que la denuncia. Luego vienen la solidaridad, la organización y la reacción,
individual y colectiva. El asunto no es solo Latinoamericano, sino mundial, porque en
otras regiones también hace lo propio.
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