Presidente Peña Nieto, este proceso electoral
del domingo 7 de junio, debe marcar la diferencia con los procesos electorales
anteriores. Porque? Muy, una lectura muy rápida a los acontecimientos
sociales y políticos que se presentaron durante el proceso electoral: Un país
que se cae – igual que otros de América Latina, donde se ha concentrado la CORRUPCIÓN política, financiero, que en
definitiva está acabando con la llamada “clase política”. Corrupción que ha
logrado atrapar – según todas las informaciones – desde la pareja Presidencial – cada vez más denuncias, - parecido a muchos
países de América del Sur -. Otra característica ´principal que marca con línea
de fuego, hasta que niveles está siendo destruido el sistema democrático, es la
violencia como se han producido las elecciones en varios estados. Violencia política
y resistencia en la lucha del Magisterio Nacional Mexicano contra un
gobierno que está destruyendo todas las instituciones fundamentales de la
Democracia. Violencia policial – violencia militar y violencia de la
narco-política – así en esas condiciones de violencia política un proceso
electoral pierde definitivamente legitimidad institucional y representación
política, hoy aspectos centrales de todo sistema democrático – base central para
forjar y construir CONFIANZA, como estructura dialéctica – personal, social e
institucional. Pero también el “clima nacional” está marcado fuertemente por
los graves riesgos que se presentarían a raíz de la ”paralización” del “viejo” modelo del crecimiento macro-económico, sin
desarrollo económico-social, sostenible.
Presidente, Usted en condiciones tan complejas,
turbulentas, violentas y asesinas, vigentes en la coyuntura
actual en su país, no puede seguir hablando de sistema democrático, de gobernabilidad
democrática, aquella (Democracia por la cual el pueblo mexicano lo ha peleado
desde el 1 de enero de 1994, ante la Insurgencia del pueblo de Chiapas. 20 años de lucha política –
social y cultural y en el día y hora que se producía el primer entreguismo
político y sometimiento económico, al participar en la firma del primer TLC con Estados Unidos y Canadá, hoy 20 años
después, tenemos un gran perdedor, México– un pueblo que al principio fue un
mero espectador de cómo la anti política, se comía a la política, cómo la
democracia era asediada con violencia por los diversos actores que iban
apareciendo en escena, como los “destructores de la democracia”. La
narco-política ha destruido y liquidado – espero no sea para siempre – a todas
las instituciones que fundamentan el sistema democrático, hoy tenemos una democracia
fallida, democracia de papel, mediática, novelada y corrupta – el poder
de los medios es dominante y asfixiante, al igual que los lobbies que a diario
se mueven en el mundo oficial político-financiero-empresarial. La narco
política está conduciendo la política hacia “narco-estado” –estado inviable,
anti-democrático salvaje, lleno de violencia. Este es el escenario de
escenarios – de luchas sociales y políticas, reclamaciones de Maestros y
estudiantes, desaparición y muerte de estudiantes de la Normal de Ayotzinapa,
de las clases sociales imponiendo sus políticas de clase con violencia, suspensión
de derechos constitucionales, agresión y violencia policial contra el pueblo,
como también los Maestros. Sus elecciones y resultados –falta de representación,
la confianza hecha pedazos, sin legitimación
desde la Opinión Pública, destruyendo la legitimidad de las
instituciones Constitucionales. Resultado, violencia, democracia destruida, estado inviable y
el Presidente sigue hablando de Democracia y Gobernabilidad.
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MÉXICO: UN ALTO EN LA CAÍDA.
El PRI sigue como la
primera fuerza política, pero pierde apoyo.
*****
La factura por la falta de credibilidad presidencial la pagaron los
principales partidos mexicanos (PRI, PAN y PRD) en las elecciones intermedias.
La novedad, los candidatos independientes
Gerardo Albarrán de Alba
Página/12 En México
Desde México, D. F.
El
resultado de las elecciones intermedias en México significan un leve respiro
para el devaluado presidente Enrique Peña Nieto, cuyo capital político –de por
sí magro– va en picada. La factura por la falta de credibilidad presidencial la
pagaron los tres principales partidos políticos (PRI, PAN y PRD), que retrocedieron en las preferencias ciudadanas
que se volcaron sobre la aparición de nuevos actores, aunque la actual
administración federal podrá gobernar otros tres años con una magra mayoría en
el Congreso.
El PRI resintió
los escándalos de corrupción
protagonizados por la familia presidencial y los más cercanos colaboradores de
Peña Nieto (todos dueños de mansiones cedidas por la empresa constructora
favorita del hoy presidente desde sus tiempos como gobernador del Estado de
México); por la violencia inocultable
que desangra al país (desde los más de 220.000 desaparecidos que se han
acumulado desde 2006, incluyendo los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, hasta
los casi 21.000 asesinatos relacionados con el crimen organizado solamente en
26 meses de gobierno peñista); por el desastre
económico de los últimos dos años que mantiene al país al borde de la
recesión y en el penúltimo lugar en desigualdad
entre los 34 países de la OCDE, y por una política social de ocurrencias
que propicia que aquellos que viven en la pobreza extrema sean cada vez más
personas y cada vez más pobres. Pero sobre todo el PRI resintió la impunidad que alimenta la descomposición política y
social de una nación que cada día parece menos viable.
Aun así, Peña Nieto
podrá capotear los tres años de administración que le quedan con la mayoría
simple apenas arañada por el PRI,
que sólo recogió 29,08 por ciento de los
votos, pero que levanta su alianza con el Partido Verde, cuyo relativo
éxito es resultado de la violación sistemática de las leyes electorales. Algún
respaldo adicional le significará la permanencia del PRI como primera fuerza política en 22 estados y como segunda en otros
nueve. Sólo en la capital del país el PRI
fue casi borrado del mapa, donde el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se constituyó en la primera
fuerza política en su primera participación electoral (y la cuarta nacional,
con 8,38 por ciento de los votos), como festejó Andrés Manuel López Obrador, fundador de ese partido con el que
pretende construir su tercera candidatura a la Presidencia de la República en
2018.
El derechista PAN,
con poco menos de 21 por ciento de
la votación, será primera fuerza opositora, por así decirlo, pues en realidad
lleva más de un cuarto de siglo gobernando de la mano del PRI, mediante la construcción de mayorías calificadas en el
Congreso cada vez que quieren meter mano a la Constitución para imponer
reformas de fondo que obedecen a los intereses de los grandes capitales
extranjeros y, a veces, hasta nacionales.
El otrora izquierdista PRD
primero vio partir a todos sus dirigentes
históricos (no queda ni uno de sus principales fundadores y líderes) y
ahora obtuvo apenas 10.83 por ciento
de los sufragios, su votación más baja después de su primera participación
electoral en 1991 (7,9 por ciento entonces). Hace tres años disputó seriamente
la presidencia de la República, hoy vive un gran fracaso, propiciado por los
pactos acríticos con la administración de Peña Nieto.
En
la Cámara de diputados, el PRI
perdería hasta 10 curules (se quedará con 203,
de 213 que tiene ahora), pero lo compensa con los votos de su aliado, el Partido Verde (pasaría de 28 a 48). El PRD se desploma y podría quedar con
sólo 51 diputados, de los 101 que actualmente tiene. Morena inicia su historia legislativa
con hasta 40 diputados.
De
las nueve gobernaciones en juego, el PRI
obtuvo cuatro: Campeche, Guerrero, San Luis Potosí y Sonora. El PAN ganó dos: Baja California Sur y
Querétaro. El PRD sólo ganó una:
Michoacán, mientras se despedía de la gubernatura de Guerrero, donde desestimó
la crisis provocada por la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal de
Ayotzinapa.
En
el estado de Colima, la diferencia entre PRI
y PAN era de menos de 3 décimas de punto porcentual.
Nuevo León
constituyó la sorpresa al convertirse en la primera entidad que será gobernada
por un candidato independiente, Jaime
Rodríguez, mejor conocido como El
Bronco. Este que es el estado industrial del país, siempre disputado por
PRI y PAN, que ya se han alternado en el poder, ahora quedó en manos de un ex
priísta sin partido. El Bronco fue
alcalde de García, Nuevo León y ha sufrido dos intentos de asesinato. En mayo
del 2013 dio una conferencia en Buenos Aires durante la IV Cumbre Mundial de
Comunicación Política, sobre el uso de las redes sociales en la administración
pública para fomentar la participación ciudadana. Ese mismo año protagonizó el
documental Un Bronco sin miedo, una
apología de su administración como alcalde de García, un municipio conurbado
con Monterrey, la capital del Nuevo León.
Las candidaturas
independientes –la gran “novedad” de este
proceso– no pasaron de ser fenómenos anecdóticos, pues juntas todas apenas
rebasaron el 1 por ciento de la
votación total nacional. Como sea, alcanzó para que otros candidatos sin
partido ganaran, como Pedro Kumamoto,
un joven de 25 años que acudió a votar junto con su mamá y que ahora será
diputado local por el X Distrito de
Zapopan, un municipio conurbado con Guadalajara, la capital de Jalisco,
luego de una campaña que le costó menos de 1200 dólares. En Culiacán, la
capital de Sinaloa, será diputado
federal Manuel Clouthier Carrillo, constructor, socio del periódico local
Noroeste e hijo de quien fuera candidato del PAN a la presidencia de la República en 1988, el ya fallecido
Manuel J. Clouthier del Rincón.
Y
en Cuernavaca, la capital del estado
de Morelos y una ciudad vacacional a
sólo 85 kilómetros de la Ciudad de México, el nuevo alcalde será el ex
futbolista Cuauhtémoc Blanco, uno de
los jugadores más creativos que ha dado el fútbol nacional, pero que es igual
de famoso por golpear a sus mujeres y a sus rivales, así como por la vulgaridad
de su trato personal. Al conocer las encuestas que lo daban ganador, Blanco dejó salir al estadista que
lleva dentro: “¡Ahora sí me los
chingué!”. Luego, sintió el susto de darse cuenta de lo que se le viene
encima como responsabilidad y terminó en el hospital con una diarrea
monumental.
Los resultados oficiales no se conocerán sino hasta después de hoy,
cuando se haga el cómputo oficial de votos en todo el país, y se haga el
recuento de aquellas elecciones que sean impugnadas. Después quedará la posibilidad de apelar en los
tribunales electorales.
*****
MÉXICO: CRISIS DE REPRESENTACIÓN.
*****
Luis Hernando Navarro.
La Jornada miércoles 10 de junio del 2015.
Al joven Antonio Vivar Díaz lo mató este domingo la Policía Federal. No
fue el único agredido por la fuerza pública en Tlapa. Al menos otras cuatro
personas fueron heridas de gravedad. Antonio era padre de un niño de ocho
meses. Estudiaba el último año de la licenciatura en desarrollo comunitario
integral, en la Universidad Pedagógica Nacional.
Todo comenzó cuando a las 2:30 de la tarde, elementos de la Policía
Federal a bordo de dos patrullas allanaron violentamente las oficinas de la
Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (Ceteg). Sin
que mediara orden de aprehensión, detuvieron a seis maestros. Más tarde,
policías de la misma corporación regresaron a las oficinas magisteriales y se
apropiaron de dos camionetas de los docentes.
Los agentes entraron también a la casa del profesor Juan Sánchez Gaspar
y se lo llevaron violentamente. Su hijo es el maestro Juan Leuquín Sánchez,
brutalmente agredido por la policía estatal y por golpeadores de partidos políticos
el pasado 5 de junio.
Indignados ante las detenciones y los allanamientos, los vecinos de la
colonia Tepeyac recriminaron a los uniformados su comportamiento, los
retuvieron y les advirtieron que no los dejarían ir hasta que los mentores
aprehendidos fueron liberados. La Policía Federal respondió desplegando un
aparatoso operativo de asedio a la población. Finalmente, con la mediación de
Tlachinollan, se acordó intercambiar los detenidos de ambos bandos.
Cerca de las 8 de la noche, incumpliendo el compromiso pactado, la Policía Federal incursionó en la colonia disparando armas de fuego y gases lacrimógenos. Según testimonios, en la acción participaron también soldados del 27 batallón de infantería. En el operativo, los agentes asesinaron a Antonio Vivar Díaz.
Cerca de las 8 de la noche, incumpliendo el compromiso pactado, la Policía Federal incursionó en la colonia disparando armas de fuego y gases lacrimógenos. Según testimonios, en la acción participaron también soldados del 27 batallón de infantería. En el operativo, los agentes asesinaron a Antonio Vivar Díaz.
Lo ocurrido en Tlapa no fue una excepción. En Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Michoacán elementos de la Policía
Federal, el Ejército y la Marina protegieron los comicios. Las elecciones en
esas entidades se realizaron en un clima de militarización. Su objetivo fue
impedir el llamado al boicot electoral promovido por el Movimiento Popular
Guerrerense y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, para
dar solución a un pliego petitorio de 11 puntos presentado a la Secretaría de
Gobernación, en el que demandó, entre otras cosas: la presentación con vida de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y
demás desaparecidos; la abrogación de todas las reformas estructurales, en
particular la educativa, y un nuevo modelo pedagógico para el país.
En Chiapas, el magisterio realizó
diversas acciones de protesta. El de Oaxaca
ocupó las juntas distritales del Instituto Nacional Electoral (INE), y tomó
gasolineras, la refinería y el depósito de Pemex. Después de una reunión entre
la comisión negociadora y el secretario de Gobernación, efectuada la noche del
viernes 5 de junio en el Campo Militar número uno, en el que el funcionario
puso un ultimátum al movimiento, un dirigente sindical oaxaqueño dio la orden
de desalojar las instalaciones ocupadas y concentrarse en los parques públicos.
Pese a ello, en ciudades como Tuxtepec maestros y pobladores chocaron los
elementos castrenses. Decenas de
profesores fueron detenidos.
Según el INE, quienes impulsaron el boicot impidieron la instalación de 603 casillas –la más alta en muchos
años–, la mayoría en Oaxaca, Chiapas,
Guerrero y en algunas comunidades indígenas de Michoacán. A ello hay que agregar gran cantidad de votos anulados
de quienes llamaron a protestar de esa manera y luego difundieron su decisión a
través de las redes sociales.
Pero lo sucedido en las entidades del Pacífico sur y centro no fue lo que aconteció en todo el país. Este 7 de junio, el malestar ciudadano ante el sistema de partidos y de reparto de poder surgido de los Acuerdos de Barcelona de 1996 se expresó de manera diferenciada en otras regiones. Al fin y al cabo, México es muchos Méxicos. Si en un caso se materializó en el llamado al boicot en otros lo hizo a través de candidatos independientes o de partidos emergentes y en otros más mediante la anulación del voto (5 por ciento de los sufragios emitidos).
Pero lo sucedido en las entidades del Pacífico sur y centro no fue lo que aconteció en todo el país. Este 7 de junio, el malestar ciudadano ante el sistema de partidos y de reparto de poder surgido de los Acuerdos de Barcelona de 1996 se expresó de manera diferenciada en otras regiones. Al fin y al cabo, México es muchos Méxicos. Si en un caso se materializó en el llamado al boicot en otros lo hizo a través de candidatos independientes o de partidos emergentes y en otros más mediante la anulación del voto (5 por ciento de los sufragios emitidos).
Así sucedió, por ejemplo, en Nuevo León, donde Jaime Rodríguez, hasta hace poco
tiempo dirigente del PRI, obtuvo la
gubernatura como candidato independiente. El triunfo de El Bronco expresa tanto el hartazgo de los votantes hacia la partidocracia
como la decisión de un sector de la poderosa burguesía regiomontana de contar
con un representante político directo,
ajeno al PRI y al PAN. Estamos ante un fenómeno similar al vivido a raíz
del desembarco de Manuel Clouthier y
un grupo de empresarios a las filas de Acción Nacional, que tuvo en la victoria
de Vicente Fox su momento más
relevante, sólo que ahora, gracias a la figura de candidato independiente, no
necesitan negociar con la cúpula de los partidos.
Desde una óptica parecida puede comprenderse el triunfo del futbolista Cuauhtémoc Blanco
a la alcaldía de Cuernavaca, bajo las siglas de un partido local, que durante años se debatió entre la vida y la
muerte. Sin mayores méritos en la política, apoyado por sus amigos del deporte
y la farándula ligados a la industria del entretenimiento, Blanco logró la hazaña de obtener casillas zapato, para vergüenza
de los operadores electorales del PRI.
Expresión de esta tendencia a cuestionar el entramado institucional existente es, también, la debacle nacional del PRD, particularmente significativa en su baluarte de la ciudad de México. La emergencia de Morena en la capital del país como la segunda fuerza electoral es indicador del descontento capitalino tanto hacia una fuerza política descompuesta y corrupta, como de un gobierno local formalmente opositor sometido a la lógica y los intereses del gobierno federal.
En estas circunstancias, hablar de que los comicios fueron un éxito o de que la democracia avanza en el país, es un despropósito. Es cierto que fue una elección histórica, pero no por lo que sus apologistas esgrimen sino por lo contrario. El saldo final arroja que hay un grave problema de representación política y de malestar con el sistema de partidos existente. Una crisis de representación en serio.
Expresión de esta tendencia a cuestionar el entramado institucional existente es, también, la debacle nacional del PRD, particularmente significativa en su baluarte de la ciudad de México. La emergencia de Morena en la capital del país como la segunda fuerza electoral es indicador del descontento capitalino tanto hacia una fuerza política descompuesta y corrupta, como de un gobierno local formalmente opositor sometido a la lógica y los intereses del gobierno federal.
En estas circunstancias, hablar de que los comicios fueron un éxito o de que la democracia avanza en el país, es un despropósito. Es cierto que fue una elección histórica, pero no por lo que sus apologistas esgrimen sino por lo contrario. El saldo final arroja que hay un grave problema de representación política y de malestar con el sistema de partidos existente. Una crisis de representación en serio.
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