miércoles, 10 de junio de 2015

MÉXICO: UN ALTO EN LA CAÍDA. MÉXICO: CRISIS DE REPRESENTACIÓN.

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Presidente Peña Nieto, este proceso electoral del domingo 7 de junio, debe marcar la diferencia con los procesos electorales anteriores. Porque? Muy, una lectura muy rápida a los acontecimientos sociales y políticos que se presentaron durante el proceso electoral: Un país que se cae – igual que otros de América Latina, donde se ha concentrado la CORRUPCIÓN política, financiero, que en definitiva está acabando con la llamada “clase política”. Corrupción que ha logrado atrapar – según todas las informaciones – desde la pareja Presidencial – cada vez más denuncias, - parecido a muchos países de América del Sur -. Otra característica ´principal que marca con línea de fuego, hasta que niveles está siendo destruido el sistema democrático, es la violencia como se han producido las elecciones en varios estados. Violencia política y resistencia en  la lucha del Magisterio Nacional Mexicano contra un gobierno que está destruyendo todas las instituciones fundamentales de la Democracia. Violencia policial – violencia militar y violencia de la narco-política – así en esas condiciones de violencia política un proceso electoral pierde definitivamente legitimidad institucional y representación política, hoy aspectos centrales de todo sistema democrático – base central para forjar y construir CONFIANZA, como estructura dialéctica – personal, social e institucional. Pero también el “clima nacional” está marcado fuertemente por los graves riesgos que se presentarían a raíz de la ”paralización” del “viejo” modelo del crecimiento macro-económico, sin desarrollo económico-social, sostenible.




Presidente, Usted en condiciones tan complejas, turbulentas, violentas y asesinas, vigentes en la coyuntura actual en su país, no puede seguir hablando de sistema democrático, de gobernabilidad democrática, aquella (Democracia por la cual el pueblo mexicano lo ha peleado desde el 1 de enero de 1994, ante la Insurgencia del pueblo de Chiapas. 20 años de lucha política – social y cultural y en el día y hora que se producía el primer entreguismo político y sometimiento económico, al participar en la firma del primer TLC  con Estados Unidos y Canadá, hoy 20 años después, tenemos un gran perdedor, México– un pueblo que al principio fue un mero espectador de cómo la anti política, se comía a la política, cómo la democracia era asediada con violencia por los diversos actores que iban apareciendo en escena, como los “destructores de la democracia”. La narco-política ha destruido y liquidado – espero no sea para siempre – a todas las instituciones que fundamentan el sistema democrático, hoy tenemos una democracia fallida, democracia de papel, mediática, novelada y corrupta – el poder de los medios es dominante y asfixiante, al igual que los lobbies que a diario se mueven en el mundo oficial político-financiero-empresarial. La narco política está conduciendo la política hacia “narco-estado” –estado inviable, anti-democrático salvaje, lleno de violencia. Este es el escenario de escenarios – de luchas sociales y políticas, reclamaciones de Maestros y estudiantes, desaparición y muerte de estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, de las clases sociales imponiendo sus políticas de clase con violencia, suspensión de derechos constitucionales, agresión y violencia policial contra el pueblo, como también los Maestros. Sus elecciones y resultados –falta de representación, la confianza hecha pedazos, sin legitimación  desde la Opinión Pública, destruyendo la legitimidad de las instituciones Constitucionales. Resultado, violencia, democracia destruida, estado inviable y el Presidente sigue hablando de Democracia y Gobernabilidad.

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MÉXICO: UN ALTO EN LA CAÍDA.
El PRI sigue como la primera fuerza política, pero pierde apoyo.
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La factura por la falta de credibilidad presidencial la pagaron los principales partidos mexicanos (PRI, PAN y PRD) en las elecciones intermedias. La novedad, los candidatos independientes

Gerardo Albarrán de Alba

Página/12 En México
Desde México, D. F.
El resultado de las elecciones intermedias en México significan un leve respiro para el devaluado presidente Enrique Peña Nieto, cuyo capital político –de por sí magro– va en picada. La factura por la falta de credibilidad presidencial la pagaron los tres principales partidos políticos (PRI, PAN y PRD), que retrocedieron en las preferencias ciudadanas que se volcaron sobre la aparición de nuevos actores, aunque la actual administración federal podrá gobernar otros tres años con una magra mayoría en el Congreso.
El PRI resintió los escándalos de corrupción protagonizados por la familia presidencial y los más cercanos colaboradores de Peña Nieto (todos dueños de mansiones cedidas por la empresa constructora favorita del hoy presidente desde sus tiempos como gobernador del Estado de México); por la violencia inocultable que desangra al país (desde los más de 220.000 desaparecidos que se han acumulado desde 2006, incluyendo los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, hasta los casi 21.000 asesinatos relacionados con el crimen organizado solamente en 26 meses de gobierno peñista); por el desastre económico de los últimos dos años que mantiene al país al borde de la recesión y en el penúltimo lugar en desigualdad entre los 34 países de la OCDE, y por una política social de ocurrencias que propicia que aquellos que viven en la pobreza extrema sean cada vez más personas y cada vez más pobres. Pero sobre todo el PRI resintió la impunidad que alimenta la descomposición política y social de una nación que cada día parece menos viable.
Aun así, Peña Nieto podrá capotear los tres años de administración que le quedan con la mayoría simple apenas arañada por el PRI, que sólo recogió 29,08 por ciento de los votos, pero que levanta su alianza con el Partido Verde, cuyo relativo éxito es resultado de la violación sistemática de las leyes electorales. Algún respaldo adicional le significará la permanencia del PRI como primera fuerza política en 22 estados y como segunda en otros nueve. Sólo en la capital del país el PRI fue casi borrado del mapa, donde el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se constituyó en la primera fuerza política en su primera participación electoral (y la cuarta nacional, con 8,38 por ciento de los votos), como festejó Andrés Manuel López Obrador, fundador de ese partido con el que pretende construir su tercera candidatura a la Presidencia de la República en 2018.
El derechista PAN, con poco menos de 21 por ciento de la votación, será primera fuerza opositora, por así decirlo, pues en realidad lleva más de un cuarto de siglo gobernando de la mano del PRI, mediante la construcción de mayorías calificadas en el Congreso cada vez que quieren meter mano a la Constitución para imponer reformas de fondo que obedecen a los intereses de los grandes capitales extranjeros y, a veces, hasta nacionales.
El otrora izquierdista PRD primero vio partir a todos sus dirigentes históricos (no queda ni uno de sus principales fundadores y líderes) y ahora obtuvo apenas 10.83 por ciento de los sufragios, su votación más baja después de su primera participación electoral en 1991 (7,9 por ciento entonces). Hace tres años disputó seriamente la presidencia de la República, hoy vive un gran fracaso, propiciado por los pactos acríticos con la administración de Peña Nieto.
En la Cámara de diputados, el PRI perdería hasta 10 curules (se quedará con 203, de 213 que tiene ahora), pero lo compensa con los votos de su aliado, el Partido Verde (pasaría de 28 a 48). El PRD se desploma y podría quedar con sólo 51 diputados, de los 101 que actualmente tiene. Morena inicia su historia legislativa con hasta 40 diputados.
De las nueve gobernaciones en juego, el PRI obtuvo cuatro: Campeche, Guerrero, San Luis Potosí y Sonora. El PAN ganó dos: Baja California Sur y Querétaro. El PRD sólo ganó una: Michoacán, mientras se despedía de la gubernatura de Guerrero, donde desestimó la crisis provocada por la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa.
En el estado de Colima, la diferencia entre PRI y PAN era de menos de 3 décimas de punto porcentual.
Nuevo León constituyó la sorpresa al convertirse en la primera entidad que será gobernada por un candidato independiente, Jaime Rodríguez, mejor conocido como El Bronco. Este que es el estado industrial del país, siempre disputado por PRI y PAN, que ya se han alternado en el poder, ahora quedó en manos de un ex priísta sin partido. El Bronco fue alcalde de García, Nuevo León y ha sufrido dos intentos de asesinato. En mayo del 2013 dio una conferencia en Buenos Aires durante la IV Cumbre Mundial de Comunicación Política, sobre el uso de las redes sociales en la administración pública para fomentar la participación ciudadana. Ese mismo año protagonizó el documental Un Bronco sin miedo, una apología de su administración como alcalde de García, un municipio conurbado con Monterrey, la capital del Nuevo León.
Las candidaturas independientes –la gran “novedad” de este proceso– no pasaron de ser fenómenos anecdóticos, pues juntas todas apenas rebasaron el 1 por ciento de la votación total nacional. Como sea, alcanzó para que otros candidatos sin partido ganaran, como Pedro Kumamoto, un joven de 25 años que acudió a votar junto con su mamá y que ahora será diputado local por el X Distrito de Zapopan, un municipio conurbado con Guadalajara, la capital de Jalisco, luego de una campaña que le costó menos de 1200 dólares. En Culiacán, la capital de Sinaloa, será diputado federal Manuel Clouthier Carrillo, constructor, socio del periódico local Noroeste e hijo de quien fuera candidato del PAN a la presidencia de la República en 1988, el ya fallecido Manuel J. Clouthier del Rincón.
Y en Cuernavaca, la capital del estado de Morelos y una ciudad vacacional a sólo 85 kilómetros de la Ciudad de México, el nuevo alcalde será el ex futbolista Cuauhtémoc Blanco, uno de los jugadores más creativos que ha dado el fútbol nacional, pero que es igual de famoso por golpear a sus mujeres y a sus rivales, así como por la vulgaridad de su trato personal. Al conocer las encuestas que lo daban ganador, Blanco dejó salir al estadista que lleva dentro: “¡Ahora sí me los chingué!”. Luego, sintió el susto de darse cuenta de lo que se le viene encima como responsabilidad y terminó en el hospital con una diarrea monumental.
Los resultados oficiales no se conocerán sino hasta después de hoy, cuando se haga el cómputo oficial de votos en todo el país, y se haga el recuento de aquellas elecciones que sean impugnadas. Después quedará la posibilidad de apelar en los tribunales electorales.
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MÉXICO: CRISIS DE REPRESENTACIÓN.
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Luis Hernando Navarro.

La Jornada miércoles 10 de junio del 2015.


Al joven Antonio Vivar Díaz lo mató este domingo la Policía Federal. No fue el único agredido por la fuerza pública en Tlapa. Al menos otras cuatro personas fueron heridas de gravedad. Antonio era padre de un niño de ocho meses. Estudiaba el último año de la licenciatura en desarrollo comunitario integral, en la Universidad Pedagógica Nacional.
Todo comenzó cuando a las 2:30 de la tarde, elementos de la Policía Federal a bordo de dos patrullas allanaron violentamente las oficinas de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (Ceteg). Sin que mediara orden de aprehensión, detuvieron a seis maestros. Más tarde, policías de la misma corporación regresaron a las oficinas magisteriales y se apropiaron de dos camionetas de los docentes.
Los agentes entraron también a la casa del profesor Juan Sánchez Gaspar y se lo llevaron violentamente. Su hijo es el maestro Juan Leuquín Sánchez, brutalmente agredido por la policía estatal y por golpeadores de partidos políticos el pasado 5 de junio.
Indignados ante las detenciones y los allanamientos, los vecinos de la colonia Tepeyac recriminaron a los uniformados su comportamiento, los retuvieron y les advirtieron que no los dejarían ir hasta que los mentores aprehendidos fueron liberados. La Policía Federal respondió desplegando un aparatoso operativo de asedio a la población. Finalmente, con la mediación de Tlachinollan, se acordó intercambiar los detenidos de ambos ­bandos.

Cerca de las 8 de la noche, incumpliendo el compromiso pactado, la Policía Federal incursionó en la colonia disparando armas de fuego y gases lacrimógenos. Según testimonios, en la acción participaron también soldados del 27 batallón de infantería. En el operativo, los agentes asesinaron a Antonio Vivar Díaz.
Lo ocurrido en Tlapa no fue una excepción. En Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Michoacán elementos de la Policía Federal, el Ejército y la Marina protegieron los comicios. Las elecciones en esas entidades se realizaron en un clima de militarización. Su objetivo fue impedir el llamado al boicot electoral promovido por el Movimiento Popular Guerrerense y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, para dar solución a un pliego petitorio de 11 puntos presentado a la Secretaría de Gobernación, en el que demandó, entre otras cosas: la presentación con vida de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y demás desaparecidos; la abrogación de todas las reformas estructurales, en particular la educativa, y un nuevo modelo pedagógico para el país.

En Chiapas, el magisterio realizó diversas acciones de protesta. El de Oaxaca ocupó las juntas distritales del Instituto Nacional Electoral (INE), y tomó gasolineras, la refinería y el depósito de Pemex. Después de una reunión entre la comisión negociadora y el secretario de Gobernación, efectuada la noche del viernes 5 de junio en el Campo Militar número uno, en el que el funcionario puso un ultimátum al movimiento, un dirigente sindical oaxaqueño dio la orden de desalojar las instalaciones ocupadas y concentrarse en los parques públicos. Pese a ello, en ciudades como Tuxtepec maestros y pobladores chocaron los elementos castrenses. Decenas de profesores fueron detenidos.
Según el INE, quienes impulsaron el boicot impidieron la instalación de 603 casillas –la más alta en muchos años–, la mayoría en Oaxaca, Chiapas, Guerrero y en algunas comunidades indígenas de Michoacán. A ello hay que agregar gran cantidad de votos anulados de quienes llamaron a protestar de esa manera y luego difundieron su decisión a través de las redes sociales.

Pero lo sucedido en las entidades del Pacífico sur y centro no fue lo que aconteció en todo el país. Este 7 de junio, el malestar ciudadano ante el sistema de partidos y de reparto de poder surgido de los Acuerdos de Barcelona de 1996 se expresó de manera diferenciada en otras regiones. Al fin y al cabo, México es muchos Méxicos. Si en un caso se materializó en el llamado al boicot en otros lo hizo a través de candidatos independientes o de partidos emergentes y en otros más mediante la anulación del voto (5 por ciento de los sufragios emitidos).
Así sucedió, por ejemplo, en Nuevo León, donde Jaime Rodríguez, hasta hace poco tiempo dirigente del PRI, obtuvo la gubernatura como candidato independiente. El triunfo de El Bronco expresa tanto el hartazgo de los votantes hacia la partidocracia como la decisión de un sector de la poderosa burguesía regiomontana de contar con un representante político directo, ajeno al PRI y al PAN. Estamos ante un fenómeno similar al vivido a raíz del desembarco de Manuel Clouthier y un grupo de empresarios a las filas de Acción Nacional, que tuvo en la victoria de Vicente Fox su momento más relevante, sólo que ahora, gracias a la figura de candidato independiente, no necesitan negociar con la cúpula de los partidos.
Desde una óptica parecida puede comprenderse el triunfo del futbolista Cuauhtémoc Blanco a la alcaldía de Cuernavaca, bajo las siglas de un partido local, que durante años se debatió entre la vida y la muerte. Sin mayores méritos en la política, apoyado por sus amigos del deporte y la farándula ligados a la industria del entretenimiento, Blanco logró la hazaña de obtener casillas zapato, para vergüenza de los operadores electorales del PRI.

Expresión de esta tendencia a cuestionar el entramado institucional existente es, también, la debacle nacional del PRD, particularmente significativa en su baluarte de la ciudad de México. La emergencia de Morena en la capital del país como la segunda fuerza electoral es indicador del descontento capitalino tanto hacia una fuerza política descompuesta y corrupta, como de un gobierno local formalmente opositor sometido a la lógica y los intereses del gobierno federal.

En estas circunstancias, hablar de que los comicios fueron un éxito o de que la democracia avanza en el país, es un despropósito. Es cierto que fue una elección histórica, pero no por lo que sus apologistas esgrimen sino por lo contrario. El saldo final arroja que hay un grave problema de representación política y de malestar con el sistema de partidos existente. Una crisis de representación en serio.

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