La primera parte del presente artículo se busca su fundamento en la
opinión del “trotskismo” de
Ismael Frías y que al final incluso terminó en la vereda contraria, no al
nivel de Rabines, pero sí desubicado políticamente; a continuación para
realizar el enfoque de la “nueva
izquierda” surgida en los años finales de los 60’ del siglo XX, el artículo de marra, considera sólo como “nueva
izquierda” a un sector –otra división-
de la izquierda no así a quienes (in)surgen de la izquierda “tradicional” histórica, mariateguista ( con errores o
no, con falsificaciones o no, pero en los 60’ a raíz de la división
internacional del Movimiento Socialista y Comunista (Moscú- Pekín),
para “ellos” sólo hay un trato “descortés”, por ser más de lo mismo, y en
realidad no era así; muy simple y sólo aclaración. Pero su fundamento sobre la “nueva izquierda” heredera del
pensamiento marxista de José Carlos Mariátegui, centraliza todo en los movimientos
políticos que emergieron en la misma década – unos como expresión radical del estudiante universitario que procedía
de “buenas universidades”, su trabajo fue “desplazarse
al campo” ir hacia las masas, a las bases organizadas, la mayoría de sus
dirigentes, fueron a realizar trabajo político, en ese mismo camino, fueron a
sustituir a los dirigentes, básicamente
sindicales – mineros, industriales, campesinos, etc.- Cerro de Pasco – minería, industriales – parque industrial de Arequipa – campesinos Cusco, Apurímac, Huancavelica, Ayacucho,
etc. En cambio, quienes veníamos de la “vieja”, tradicional e histórica
izquierda, como jóvenes profesionales – equivocados o no – centramos todo
nuestro trabajo político en el Magisterio Nacional, tiempos políticos de forja y
construcción de la Unidad Sindical: el SUTEP. (el paso de las
antiguas Asociaciones gremiales, hacia el sindicalismo clasista), tiempos de grandes
definiciones en la Historia Nacional, Continental y Mundial.
La juventud, desplazada “al
campo” trabajo político de los 70’ del siglo XX,
no tiene nada, absolutamente nada de “mariateguismo”,
su trabajo es un “vanguardismo radical pequeño burgués, izquierdista, de
oposición – eso sí es importante reconocer – al trabajo político vertical, impositivo que realizaba SINAMOS, y las propias “centrales
sindicales” del gobierno; como política oficial, el militarismo reformista,
cooperativista y corporativo que realizaba el “Gobierno Revolucionario del
General Velazco Alvarado”. Lo terrible, destructivo y decadente era que el pensamiento mariateguista, como
herencia ideológico-política se centró – como caja de oro, guardada por la “vieja” izquierda, la generación, en
parte heredera directa del pensamiento del Amauta. Al igual, las décadas de los 40’ y 50’ del siglo XX, donde el reformismo (traidor)
de Rabines o el revisionismo del PC Unidad, o el radicalismo y aventurerismo
político de los pro-chinos, así como los fraccionalistas del trotskismo en
todas sus variedades, directamente con sus posiciones políticas atentaron contra
el pensamiento del Amauta, situación
parecida se presentó en las décadas (finales del 60´despues de la insurgencia del
MIR) y el 70’, con nuevos actores sociales y políticos, unos deformadores
de la Ideología y política Mariateguista,
muy pocos, pero en “la sombra política” fieles al pensamiento del Amauta, otros buscan, para justificar
este “trabajo político”, encuentran e intenta “apegarse” o tener como
“protector” a la histórica personalidad del gran revolucionario de Sierra Maestra, Ernesto
“Che” Guevara) .
Pero a pesar de las
deformaciones ideológico-políticas de las décadas anteriores, ahora
en los 70’, unos equivocados – por falta
de capacitación o visión política sobre América
Latina, o ganados por la influencia revolucionaria de Sierra Maestra y la Histórica Revolución Cubana, otros por la
influencia de la lucha histórica del
pueblo Vietnamita contra la ocupación imperialista y la posterior derrota y
humillación del poder militar yanqui, tiempos
donde la izquierda logra conseguir,
producto de su trabajo un lugar de importancia y trascendencia en el movimiento popular,
sindical y político. Escenario convulso, complejo, turbulento –preñado
de grandes contradicciones ideológico-políticas - mantiene en su estructura – como tesoro histórico y político – lo
más puro, grande y significativo el pensamiento del Amauta, producto de esta realidad
política es que todas las fuerzas políticas en los 80’ (después del proceso electoral del 78’ la Constituyente con un “buen resultado” y el fracaso -con 5 candidatos de la izquierda en las
elecciones del 80’- político, sirvió
de fuente y manantial vivo donde está presente el pensamiento mariateguista, nos guió,
orientó, conduciendo a la toda la izquierda peruana hacia su Unidad Política. IZQUIERDA UNIDA
ha sido sin duda alguna el mayor logro y conquista política de los pueblos del
Perú y por eso la Ciudadanía en la misma década transformo la esencia de la
izquierda, hacia la Democracia que
conseguimos en los 80’ y ser la “segunda
fuerza política nacional”. Izquierda Unida y Alfonso Barrantes Lingán tiene ese mérito
y grandeza en la historia política nacional y de América Latina.
/////
PERÚ: CONSTRUIR EL POLO REVOLUCIONARIO PARA RENOVAR EL SOCIALISMO MARIATEGUISTA.
*****
Roger Antonio Muro Guardián,
Rebelión jueves 11 de junio del 2015.
“En el Perú, todavía existen quienes piensan que se puede
agarrar la luna con la mana o tomar el cielo por asalto o arrebatar el fuego a
los dioses. Todavía hay quienes creen que las cosas pueden cambiar y que la
revolución es posible”. (Alberto
Flores Galindo, "Tiempo de Plagas").
A propósito del surgimiento de diversas
iniciativas políticas de cara al proceso electoral que se avecina, donde cada
cual, se reclama como espacio centro-izquierda, compartimos nuestras
preocupaciones y apreciaciones sobre el itinerario que ha tenido en los últimos
años la llamada “nueva
izquierda”, surgida en
nuestro país en los años de 1958-1967,
en el contexto de las luchas campesinas por la tierra, contaron con una
dirección marxista, y un liderazgo en la figura de Hugo Blanco; que hicieron un amplio llamado a todos
a juntarse en un espacio común, proceso, en el que participaron nada menos que Juan Pablo Chang, quien caería en combate al lado del Che Guevara; como también ocurrió con el propio Máximo Lobatón, entre otros. Tal vez éste sea el punto
de partida de una izquierda que se reencuentra con José Carlos Mariátegui, aunque Ismael Frías hizo una amplia defensa del Mariateguismo Socialista, en contra de las deformaciones que
hacía el PC (Unidad) del Amauta. 1960, en el contexto
de este proceso y luchas campesinas por las tomas de tierra, debemos ubicar la
gesta guerrilleras del MIR de
1965, que se entroncara con la Revolución
Cubana y la figura señera que
reivindicara al hombre nuevo de Ernesto
Che Guevara. Nueva izquierda,
que retomara el socialismo creador del Amauta
José Carlos Mariátegui, largamente
olvidado por la ortodoxia de los viejos
PCs (Unidad y Patria Roja).
Desde entonces han pasado poco más de medio
siglo, en cuyo ínterin se encuentran, la fundación de Vanguardia Revolucionaria (VR), el Movimiento de izquierda (MIR), PC-Clase Obrera, y PC-Trinchera Roja, pasando por
la conformación de la Unidad Democrática Popular (UDP), siguiendo con la Unidad Mariateguista,
hasta la fundación del Partido Unificado Mariateguista (PUM) el 23 de octubre de 1983. Cuyo Primer Congreso significó un
punto de viraje de la tendencia a la fragmentación de la izquierda, la
fundación del PUM significó en su momento el intento más serio, aunque quizás
tardío, de revertir la tendencia a la derechización de la izquierda peruana.
Asimismo, en Junio de 1988, tras un intenso
debate que polarizó al mariateguismo, tuvo lugar el II Congreso Nacional del PUM. Congreso histórico, no solo por sus
repercusiones sobre el conjunto de la izquierda peruana, sino también por la
atención que concitó en el conjunto del país. El II Congreso aprobó una
estrategia de poder popular cuya vía principal se sintetizó en la tesis de
desarrollar la lucha democrático-revolucionaria de las masas hasta su
transformación en nuevas formas de lucha orientadas al derrocamiento del poder
burgués. Acorde con ella se propuso una táctica ofensiva cuyo eje era culminar
la construcción de una fuerza política de masas capaz de ganar hegemonía,
generar crisis y dar saltos estratégicos en la lucha por el poder.
Asumiendo como principios la integralidad y
la simultaneidad de las diversas formas de lucha, se plantearon construir
instrumentos nuevos y modificar cualitativamente la forma de organización
política. Estas tesis fueron el núcleo del debate, los alineamientos y el
zanjamiento entre “Libios” y
“zorros”.
El debate en el mariateguismo se centró en la
Estrategia, no trató seriamente los temas programáticos e ideológicos. Esto a
pese a que dichos temas estaban a la orden del día en el mundo y en la
izquierda peruana (debate con los Zorros,
con la llamada Convergencia Socialista, con el dogmatismo senderista). Más aún,
en el país y en el mundo, son los años de la perestroika soviética, la reforma
china y el periodo especial de la revolución cubana; los años cumbres de
Reagan, Thatcher y la ofensiva ideológica neoliberal; de reubicación e intento
de relanzamiento de la social-democracia (Felipe González y Mitterrand,
Alan García, entre otros). Esta carencia llevó no solo a que el Mariateguismo
no se armara para entender los cambios que se produjeron en los años
siguientes, sino también a producir una peligrosa escisión entre dos
características constitutivas del proyecto mariateguista: la radicalidad y la
renovación. La ausencia de un programa socialista, coherente con la estrategia
aprobada contribuyó al abstencionismo político en el que el conjunto de la
izquierda peruana incurrió en adelante.
En este marco el debate del Primer Congreso de IU fue, en lo fundamental, la
extrapolación del debate del Mariateguismo. Sus ejes estuvieron en la
estrategia (evolutiva o de ruptura) y el programa. En los últimos meses encontró
concreción en relación a la táctica frente a la crisis del primer gobierno
aprista. Mientras el PUM planteaba la huelga general y el
adelanto de elecciones (como salida política intermedia) las demás fuerzas de lU se limitaron a una táctica
defensista de no hacer olas en espera de las elecciones. Sobre esta base se
buscaba neutralizar las vacilaciones y eclecticismo de las corrientes
reformistas. Sin embargo, no se pudo lograr articular una fuerza hegemónica
alternativa y se terminó avalando una dirección centrista y vacilante.
Situación actual de la
izquierda.
En la actualidad asistimos a la derechización
y burocratización de vastos sectores de la izquierda peruana, que, no solo
afecta la relación dirección-bases en el seno de los partidos, sino también la
relación dirigencias-masas en el seno de las organizaciones populares.
Ciertamente éste es un fenómeno más profundo; tiene su raíz en un creciente
alejamiento entre la política y la sociedad, es decir, una ruptura entre lo
social y lo político, donde lenguajes y estilos de hacer política, difieren
largamente de las formas de vida cotidiana de millones de ciudadanos,
trabajadores, pueblos indígenas, mujeres, habitantes urbanos y rurales pobres
del país.
Esta realidad tiene diversas causas, una de
ellas es la reducción de la actividad política partidaria a relacionarse
solamente con algunos de los aspectos de la vida del país. Durante muchos años
con la dinámica reivindicativo-defensista, económica y gremial. En los últimos
años con la actividad vinculada a la "política" entendida ésta como
solo representación ante al estado. Ambas formas de relación política se han
agotado históricamente. La primera, por el general deterioro de la actividad
productiva y de las identidades que emergen de ella. La segunda, por la crisis
del sistema de representación política que afecta toda forma de representación
política y social de nuestro país. Es decir, lo social cambió de tal manera que
ya no puede ser representado bajo las viejas formas de organización.
La pérdida de peso social y político y el
repliegue de la clase obrera, así como la intensa diferenciación en el campo,
han debilitado los pilares fundamentales de base social de lo que fue la
llamada nueva izquierda. En los llamados barrios populares, hoy
verdaderas ciudades (las varias Limas) las formas de organización tradicional
orientadas a reclamar al estado por servicios están en crisis. Lo que se ve
ahora son sectores medios emergentes que han cambiado el mapa social, dando
cuenta de nuevos escenarios políticos. Otros movimientos y sectores que
tradicionalmente se suponían de izquierda (mujeres, intelectuales, cultura) o
se han debilitado o han optado por desarrollos sectoriales y temáticos.
Por otro lado, el enorme retraso en el
estudio de los cambios estructurales que se producen en la sociedad peruana,
unido a criterios esquemáticos sobre la definición de las clases sociales, han
impedido percibir con mayor antelación el surgimiento de los sectores de la llamada
economía informal (PYMES; MYPES) y el importante rol que juegan en las ciudades
y en el escenario nacional.
Asimismo, el surgimiento de nuevos actores
sociales, como los pueblos indigenas que reivindican derechos a la identidad,
la tierra, los recursos naturales, el medio ambiente, y que son capaces de
desarrollar formas de lucha que generan crisis al régimen neoliberal
autoritario que les han permitido lograr victorias parciales; hitos
emblemáticos en esta perspectiva, son la resistencia amazónica, el Baguazo, Congazo, Pulpinazo
juvenil, El Tambo y Arequipa frente al proyecto minero Tía María.
Los cambios producidos en el país y el mundo
desbordan largamente la coyuntura, el periodo político. Tienen características
apócales. Para referirse a esta dimensión de los cambios se habla de "universal crisis de la
política", o de "crisis de civilización". La renovación y relanzamiento del
proyecto Mariateguista exige dar respuestas a este nivel. Estamos lejos de
haberlas alcanzado. Pero si tenemos la responsabilidad de abrir un proceso
colectivo que nos permita avanzar en esa dirección. Solo así podremos superar
la falaz disyuntiva entre el dogmatismo o el pragmatismo.
En este marco, entre las tendencias que
resaltamos del actual periodo de luchas y resistencias sociales, es el hecho de
que estamos ante el ascenso de una creciente oposición de los movimientos
sociales, cuyo signo, es cada vez más desafiante al poder político, cada vez
más amplio y organizado, y adquiere carácter de desobediencia civil con perspectivas
de adquirir carácter insurgente. Este torrente de luchas sociales se ubican en
una línea de continuidad de las luchas que se libraron en el país desde el 2008
en adelante; pero éstas tienen algunas particularidades, que se caracterizan
porque los actuales movimientos sociales levantan demandas que tocan los
nervios centrales del modelo neoliberal y ponen en cuestión las formas de
dominación y del ejercicio del poder. El anodino discurso dado por el
Presidente Humala en estos días, así lo confirman.
Mientras estas luchas se desenvuelven
abiertamente, las fuerzas de los diversos grupos de izquierda adoptan el
abstencionismo como práctica política, por ello, no se logra recoger sus
aspiraciones ni reconocer sus formas de vida, de pensamiento y de representación.
Persistir en la necesidad
de forjar el sujeto revolucionario.
Lo que está sucediendo en el país, y esto es
propio de coyunturas de resolución estratégica, es que las identidades y
comportamientos político-sociales se han autonomizado de las reivindicaciones
económicas inmediatas y se redefinen en torno a temas más bien de mediano
plazo: la estabilidad global, el proyecto a futuro, la ubicación en el mundo.
Que esto esté hegemonizado por el neoliberalismo no le quita su carácter
histórico.
No se han sacado todas las conclusiones
acerca de la crisis estructural. Ésta es, en lo esencial, una crisis de la
representación global del país y de nosotros mismos, de los valores y éticas
colectivas. Y es simultáneamente descomposición y recomposición. Ha sido y es
un gravísimo error atar nuestras aspiraciones socialistas mariateguistas y su
vigencia a las viejas formas de vida, de lucha y de comunicación con las clases
populares y movimientos sociales.
En las condiciones concretas de nuestro país
y del mundo en el siglo XXI debemos recuperar de Mariátegui la voluntad de sintetizar teórica y
prácticamente las tradiciones nacionales y el Socialismo; la acción de las
masas con la creación intelectual y estética; la política con la vida
cotidiana, la moral y el mito; la lucha nacional y el internacionalismo.
La “unidad” es la consigna del momento, pero desde
nuestro punto de vista, la “unidad frentista”, donde todo vale, incluyendo a
quienes tienen sus “manos manchadas de sangre de nuestros pueblos”, como es el
caso del llamado frente “UNETE”. Y por otro lado, el relanzamiento Frente Amplio y más recientemente la conformación
del Bloque Nacional Popular, cuyos mentores anuncian ser el puente
que permita la “unificación” de ambos bloques. Nos preguntamos cuál es el punto
en común entre estas iniciativas que todos se reclaman, “progresistas y centro
de izquierda”, cuya base de sustentación de acuerdos de sus principales
voceros, son de un lado, la marginalidad de la izquierda socialista, y por otra
parte, el desarrollo de la más “amplia unidad”, para de esta forma derrotar a
la derecha neoliberal. Dicho así, y sin ninguna otra base de fundamentación,
peor aún sin, un atisbo de autocrítica acerca de las causas y razones por las
cuales los diferentes sectores de la izquierda peruana se encuentran en una
situación de crisis terminal; nos parece absolutamente irresponsable, habida
cuenta que expresa un manifiesto pragmatismo anclado en el non santo deseo de
alcanzar asiento parlamentario. Este tipo de conductas ha significado que estos
sectores del llamado centro izquierda hayan terminado siendo comparsas a los
gobiernos de Alan García en sus dos versiones, Fujimori, Toledo y Ollanta, con
los resultados por todos conocidos, y que solo sirvieron para brindarle en el
mejor de los casos tecnocracia eficiente al régimen neoliberal. Esta política
significa una estrategia de derrota, por cuanto solo aspira dotarle de “rostro humano” al capitalismo neoliberal. Es decir,
una suerte de liberalismo social.
Esta forma de ser de izquierda ya fue, ha
perdido en estos años el "hilo conductor de la realidad" por
mantenerse en un paradigma economicista, reduccionista, ha abandonado en la
práctica el marxismo creador y sobre todo el pensamiento y espíritu del Amauta J.C. Mariategui, quien
no en vano dedicó apenas 22 páginas de sus Siete Ensayos a la economía y más de
200 a la religión, la educación y la literatura, es decir a las identidades, es
decir, al factor subjetivo. Pareciera que en vano se ha leído la obra cumbre de Alberto “Tito” Flores Galindo, que comenzó explorando la historia del
proletariado minero y terminó escribiendo la historia de una idea colectiva, de
una utopía a partir de mitos, sueños, pesadillas, y novelas.
La derechización-burocratización de este tipo
de “izquierda” es más visible en los espacios de representación pública. Tuvo
expresiones dramáticas en el rechazo a los "políticos"
tras el golpe del 5 de abril de 1992. Situación
que aún continúa presente y atraviesa al conjunto de la sociedad, Se expresa en
los partidos de la izquierda actual, en el que predominan los funcionarios,
sean estos representantes ante el estado, dirigentes gremiales, "profesionales" de la política,
promotores de ONGs. Se expresa en dirigentes sindicales que están desvinculados
de la producción, en dirigentes campesinos que no trabajan la tierra hace años,
cuando no décadas, en intelectuales que no producen más allá de evaluaciones de
coyuntura. etc. Esto se condensa en un lenguaje incomprensible para el país
real, en formas de organización y militancia no solo ajenas a los pueblos, sino
hasta contradictorias con las formas de la vida cotidiana hoy. En una palabra,
lo social cambió de tal manera que no puede ser representado bajo las viejas
formas de organización participación y movilización.
El "roto vínculo con las cosas", que angustiaba tanto a José María Arguedas en la medida que le impedía
comprender el país y expresarlo, también se expresa en la política y en
particular en la izquierda peruana. Desde una relación artificial con el país
real es imposible gestar y conducir un proyecto de transformación
revolucionario. La relación establecida a partir de la representación política
ante el estado o a partir de la conducción gremial-reivindicativa o, más aun,
desde una ONG, son hoy relaciones bastante artificiales. Es una ilusión pensar
que se puede recomponer una relación histórica y estratégica desde el
asistencialismo. Con éste se generan clientelas, no militancia. Es un error
pensar que los problemas de los partidos o los gremios son, en primer lugar,
problemas de recursos.
Superar este tipo de problemas y taras
políticas, hay que desprenderse del espíritu de cliché propio de quienes al no
tener claros los contenidos de su identidad se aferran de las fórmulas como
talismanes salvadores. Hay que afianzar nuestra identidad en las ideas-fuerza
aurorales del socialismo y la revolución y aprender a expresarlas en el
Lenguaje de nuestro tiempo. Hay que desprendernos definitivamente de la visión
eurocéntrica que pone la ortodoxia en la fidelidad a los textos de algunos
revolucionarios europeos. La universalidad del Socialismo no deviene de la
clarividencia de algunos geniales pensadores del siglo pasado, sino de su
capacidad de emerger en cualquier parte del globo como alternativa a partir de
la vivencia de las contradicciones del capitalismo y de las experiencias de
lucha contra él. Marx, Lenin,
el propio Mariátegui y muchos
otros dirigentes y teóricos del socialismo revolucionario nos ayudan a darle
coherencia a un proceso que es en primer lugar material e histórico. Nos
enseñan a pensar mejor, no nos ahorran el pensar con nuestra propia cabeza.
Las fuerzas del cambio
social se han echado andar de la mano de los pueblos amazónicos, andinos, y
juveniles.
Nuestra primera tarea es actualizar la
crítica socialista, marxista, del capitalismo contemporáneo en sus diversas
formas: las que han emergido como consecuencia de la revolución
científico-tecnológica en los países más desarrollados y las que resultan de la
nueva división internacional del trabajo en los países dependientes.
Nuevas esferas de la actividad humana han
pasado a ser subordinados por el Capital reduciéndose a ser mecanismos de su
valorización. Es por ello que hoy la contradicción Capital-Trabajo desborda
largamente la contradicción obrero-patrón. Esto a la vez que modifica el peso y
la dinámica de las formas tradicionales de la lucha de clases, genera
condiciones para la ampliación teórica y práctica de las fuerzas confrontadas
con el Capitalismo. Debemos desarrollar el análisis concreto de estas nuevas
condiciones y formas de explotación apuntando a descubrir y vincular sus
reivindicaciones específicas en un proyecto socialista renovado.
En el ámbito nacional esto implica asumir la
tarea de producir una nueva caracterización del capitalismo peruano y en
particular de la especificidad del trabajador colectivo y sus diversas formas:
el trabajo asalariado productivo e improductivo, el trabajo en las economías
mercantiles de supervivencia, las formas comunales andinas y amazónicas. Sobre
esta base debemos producir un enriquecimiento del programa de la Revolución que
el país reclama. De ahí que como parte de nuestras reflexiones presentamos el
documento “Programa para la
Transformación del Perú para el tránsito hacia el Socialismo”, cuyos basamentos se entroncan el Socialismo Mariateguista, La Vida
Plena Amazónica, el Buen vivir Andino y el derecho a la Ciudad.
Este esfuerzo teórico debe armarnos para una
contraofensiva sistemática en relación al proyecto neoliberal, desenmascarar
sus falacias, en particular la contradicción entre su discurso y sus
resultados: mayor monopolización de las economías y concentración de la riqueza
en el mundo, restricciones a la democracia y las conquistas sociales,
intervencionismo, anulación creciente de la libertad real de los individuos por
la creciente estandarización de la opinión pública, las necesidades, etc. En el
terreno nacional hacer evidente su contradicción con la actividad cotidiana,
productiva y cultural, de las mayorías. Sacar a la luz sus propias limitaciones
económicas.
Recuperar credibilidad para el Proyecto
Socialista Mariateguista, renovado requiere hacer un balance marxista, y no
liberal, de las experiencias fracasadas o truncas de construcción del
Socialismo. Este balance debe apuntar a preservar el legado de las principales
revoluciones del siglo XX y sus indudables conquistas: la democracia directa de
los soviets en sus primeros años, la anulación de mecanismos directos de
explotación capitalista, los intentos de planificación de la producción en
función de las necesidades de la sociedad, el desarrollo de los servicios
sociales... Asimismo sus aportes a la humanidad tanto como punto de apoyo
decisivo para el desarrollo de la lucha de los trabajadores en todo el mundo, y
por ende para las transformaciones que el propio capitalismo, ha sufrido a lo
largo del siglo XX. Como en lo referente a su papel en la lucha contra el
nazi-fascismo y el colonialismo.
Es indispensable retomar el debate en torno a
la transición al Socialismo en países atrasados, problema central irresuelto de
la mayoría de estas experiencias. A él se suman, en el terreno económico, el
error de contraponer de manera absoluta planificación y mercado, la ausencia de
una dinámica de innovación y aumento de la productividad, y en el terreno
político, la identificación Clase-Partido-Estado, la anulación del pluralismo y
por ende de la contraposición y disputa entre propuestas políticas globales, la
anulación de la democracia directa en la base de la Sociedad, la ausencia de
DD.HH. universales y de legalidad Jurídica.
Nuestro Proyecto Socialista Mariateguista
debe recuperar para la revolución, junto a los valores de la justicia y la
igualdad, el tema de la Libertad en sus distintas dimensiones. En términos
teóricos esto Implica tal como lo hizo Mariátegui en su momento, valorar el aporte no
solo de Marx y Lenin, sino
de las distintas filosofías de la vida y la voluntad. Afirmamos que siendo la
nota esencial de la libertad humana el derecho a la Libre determinación su
principal contradicción hoy es con un orden que condena a las mayorías a
niveles infrahumanos y estandariza la vida a escala planetaria a través de la "mano invisible" del mercado. La igualdad no es
homogenización, es el reconocimiento mutuo de la condición humana y a la vez
del derecho a la diferencia. Nuestro socialismo debe ser la Utopía de la
diversidad de los géneros, de las etnias y culturas, de los individuos.
Es necesario revalorar al interior de una
concepción marxista de la vida y la historia el rol de los individuos y
desarrollar la tesis de Marx que pone "la libre individualidad,
fundada en el desarrollo Universal de los individuos y en la subordinación de
su productividad colectiva, social, como patrimonio social, como el carácter
distintivo de la sociedad comunistas, es decir sin clases”. Desarrollar el trasfondo filosófico de
la teoría del valor-trabajo que asigna al trabajo humano el carácter de ser la
única fuente de la riqueza. Frente al liberalismo que trata de afirmar una
identidad de propietarios en diversas capas sociales, nosotros debemos apuntar
a construir en ellos una identidad de trabajadores, de productores. Pero
asimismo hay que incorporar la moderna reflexión sobre la naturaleza y la
critica a las teorías que fundamentan una relación meramente instrumental con
ella.
En términos programáticos, debemos revalorar la democracia política
(pluralismo, libertad de información, derechos humanos universales) como aporte
al desarrollo de la libertad humana.
Así mismo incluir en el terreno económico aquellos mecanismos que promuevan el
desarrollo de la iniciativa, la innovación y el desarrollo de la producción en
función de satisfacer las ilimitadas necesidades humanas. Todo esto manteniendo
como piedra angular la afirmación que el desarrollo del conjunto de las fuerzas
humanas -y no solo las fuerzas productivas- exige resolver la contradicción
entre producción socializada y apropiación individual del excedente que se
genera. Y que esto solo es posible bajo un régimen político que sea
autogobierno de los trabajadores y de los pueblos.
El
tema ideológico y situación Internacional es el vacío que
tenemos (la izquierda y el movimiento popular) y que hay que abordarlo
seriamente. La importancia de estos temas requiere un trato distinto como es el
de promover un proceso de debate en el conjunto de la izquierda y el movimiento
popular lo más amplio posible.
Convencidos de la necesidad de retomar el
hilo conductor y de vinculo de relación con la sociedad, reconociendo que el Mariateguismo en su momento representó
no solo ser la fuerza más grande de la
izquierda
revolucionaria peruana, sino sobre todo sangre y corazón de la revolución. Y considerándonos herederos del más grande pensador marxista peruano y latinoamericano, y comprometidos en
retomar el camino del legado revolucionario socialista mariateguista, los
invitamos a reencontrarnos nuevamente y fusionarnos con las nuevas generaciones
que se han hecho presentes en la lucha de clases de nuestro y han producido
hitos victoriosos, como el Arequipazo, Moqueguazo, Aymarazo, Baguazo, Congazo,
Pulpinazo, que como dijimos al comenzar esta carta, en palabras de Tito Flores Galindo: “En el Perú, todavía existen quienes piensan que se puede
agarrar la luna con la mano o tomar el cielo por asalto o arrebatar el fuego a
Los dioses. Todavía hay quienes creen que las cosas pueden cambiar y que la
revolución es posible”.
Los propósitos que animan encontrarnos los
podemos resumir en lo siguiente
1. Nuestro país es escenario de procesos de
renovación, existen fuerzas para encarar y superar la crisis de la política.
Pero esto solo es posible reconociendo sus reales características y
dimensiones. La lucha entre lo nuevo y lo viejo se ha redefinido en estos años.
No está en los discursos, ni en las imágenes mediáticas. Está en el ser social
peruano, los pueblos amazónicos en el Baguazo nos dieron una enorme lección a
este respecto. Se plantea entre quienes, atados a esquemas caducos, con un
discurso "izquierdista" o "de derecha", poco importa,
quieren seguir haciendo política en condiciones que ya no existen más; y
quienes estamos dispuestos a iniciar una nueva "Iarga marcha" hacia
el país real, hacia la vida concreta y para desde allí, construir poder popular.
Para allí encarar la crisis integral, volver a aprender a hablar deI Socialismo
y construirlo a partir de las prácticas materiales, los sueños y
representaciones del Perú Popular Plurinacional del siglo XXI.
2. Quienes discrepamos de esta forma de ser
izquierda agotada en el país, creemos esencial retomar la tarea de construir un
proyecto estratégico de poder popular, priorizando los espacios locales y
regionales, impulsando la resistencia activa de las masas y los pueblos,
dándole concreción en las nuevas condiciones a la integralidad y la
simultaneidad de las diversas formas de lucha. La experiencia acumulada
acompañando la Cumbre de los Pueblos el 2008 y Rebelión Amazónica del
2008-2009, la Movilización Juvenil el 2014-2015, nos dan la clave a seguir y en
eso va nuestro compromiso con la historia, retomado el legado y espíritu del
Amauta José Carlos Mariategui.
3. La imperiosa tarea de repensar la identidad
de la izquierda socialista mariateguista de hoy, y de avanzar en la tarea de
construir el Programa del Socialismo Mariateguista, recogiendo las vertientes
sociales de la Vida Plena Amazónica, el Buen vivir Andino, el Derecho a la
Ciudad, así como el debate acerca de un nuevo tipo de Estado incorporando la
plurinacionalidad.
4. En este camino forjar un referente
político-programática de un nuevo tipo de unidad de los socialistas, para
emprender una larga Marcha hacia el país real, dentro de la perspectiva de
forjar las herramientas que la Revolución Socialista Mariateguista demanda, esto es dirección revolucionaria,
sujeto social, frente, comunicación, formación, entre otras.
*****
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