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Los críticos señalan que las primeras regulaciones se fijaron con la
Constitución de 2008, que prohibió a los banqueros ser dueños de medios. Montoya discrepa con ellos. “Actualmente no existe regulación de
los medios por parte del Estado. Lo que
sí existe son disputas mediáticas entre el gobierno y los dueños de los grandes
medios, aliados de la derecha, dando lugar a dos polos permanentemente
enfrentados.” Y en particular, sobre la regulación de
contenidos incluida en la norma agrega: “De aprobarse la ley de comunicación esperamos que se
aplique el artículo referido a la regulación
de los medios de manera democrática y con la participación de la ciudadanía representada en veedurías,
observatorios y consejos ciudadanos, en los niveles local, provincial y
nacional”. La única incógnita de la jornada tiene
que ver con el resultado de las elecciones para la Asamblea Nacional,
integrada por 137 miembros. La AN se
renueva en su totalidad cada cuatro años. Según muchos analistas varios
proyectos de Correa naufragaron al no disponer Alianza PAIS de mayoría propia en la AN. La expectativa del
oficialismo es obtener esa mayoría, lo cual parece bastante probable dado el formidable arrastre de su candidato
a la presidencia. Los sondeos previos coinciden en que esta vez Alianza PAIS se asegurará esa mayoría,
y hay quienes no excluyen inclusive la posibilidad de que llegue a elegir a 91 asambleístas, con lo cual obtendría
una mayoría calificada de dos tercios,
indispensable para cualquier eventual
reforma constitucional.
El mandatario reelecto se refirió a los medios de comunicación, que él
llama “la gran prensa”.
“Otras de las grandes derrotadas es la prensa mercantilista, que conspiró y
desinformó.” Correa adelantó que el
próximo gobierno reimpulsará el proyecto de ley de Comunicación, que está
trabado en el Congreso desde 2009. “Una
de las cosas que hay que arreglar es una prensa que quiere juzgar, y no lo
vamos a permitir. Con la prensa honesta
no tenemos ningún problema. Vamos a luchar por una ley de Comunicación que
logre aprobar la asamblea.” Si bien las consultoras al cierre de esta
edición no habían dado los resultados sobre la composición de la Asamblea
Nacional, el oficialismo ansiaba conseguir la mayoría. A propósito de los medios privados, Correa dijo que algunos de esos
medios desinformaban sobre los procesos que se están dando en la región. Y
que en el gobierno entrante seguirá apostando por la integración regional. “Hablo en nombre de Cristina, de Raúl, de Evo, no buscamos
nada para nosotros, para la patria grande. Tenemos que consolidar los procesos revolucionarios que se están dando
en América latina.” Según la analista Londoño
López, el discurso sobre la política exterior de Correa caló en la clase media.
“El planteamiento antiimperialista, la
retirada de la base norteamericana de Manta, pegó en los sectores medios, que
lo apoyan.” En cuanto a la clase
alta, la historiadora señaló que si
bien existe una burguesía muy dura, que apoya a los banqueros, también hay
muchos votantes que lo apoyan debido a la estabilidad económica. “Hay empresarios que
votaron por él porque les va bien en sus negocios.”
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ECUADOR: CORREA
promete construir la patria grande.
El Presidente de Ecuador arrasó en las
Elecciones y dijo que trabajará por la Integración Regional.
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Desde el balcón del Palacio Carondelet, el reelecto mandatario saludó a sus
seguidores y les dijo: “A esta revolución no la para nadie. Estamos
construyendo la patria chica, Ecuador, y la patria grande, nuestra América”.
Por Mercedes López San
Miguel
Desde Quito Página /12
lunes 18 de febrero del 2013.
El presidente de Ecuador,
Rafael Correa, arrasó en los comicios de ayer y obtuvo su reelección, que
dedicó a sus seguidores de la “patria chica” ecuatoriana y la “patria grande”
americana. De acuerdo con el escrutinio oficial, Correa obtenía anoche casi el
57 por ciento de los votos, seguido por el banquero Guillermo Lasso, muy atrás,
con el 24,9 por ciento de los sufragios. Las bocas de urna le habían otorgado
el tercer lugar el ex coronel Lucio Gutiérrez, con el 5,5 por ciento. Desde el
balcón del Palacio Carondelet, el reelecto mandatario saludó a sus seguidores,
una especie de delirio de color verde estridente. Micrófono en mano, les dijo:
“A esta revolución no la para nadie. Estamos construyendo la patria chica,
Ecuador, y la patria grande, nuestra América. Esta victoria es de ustedes, ¡que
viva la patria!”. Una multitud en la Plaza Central aplaudió y gritó con fuerza.
“Aquí ya no mandan la partidocracia, ni la bancocracia, ni los medios de
comunicación, ni el Fondo Monetario Internacional”, dijo con voz ronca Correa,
interrumpido por un “¡No!” de sus seguidores.
El mandatario electo se
dirigió luego al interior del palacio de gobierno para hablar con los
periodistas en una sala repleta. Sentado junto al vicepresidente saliente,
Lenin Moreno, y al vice entrante, Jorge Glass, Correa destacó la consolidación
de su agrupación Alianza País, que obtuvo diez puntos más que en abril de 2009
(cuando se realizaron unos comicios anticipados tras la promulgación de una
nueva Constitución). El economista insistió en que el desafío para los próximos
cuatro años será “hacer irreversible el cambio” en la lucha contra la pobreza.
“Seguiremos con las políticas sociales, apuntando a un crecimiento económico
con eficiencia.” Y es que, como analizó la historiadora Jenny Londoño López,
uno de los motivos por los cuales Correa obtuvo esta contundente victoria
electoral es haber ayudado a las clases más necesitadas. “Los sectores
populares lo eligieron debido a las políticas sociales. El gobierno desarrolló
cambios y transformaciones en el área de la salud y se preocupó por dar
derechos laborales.”
Ante la pregunta de si tenderá
puentes hacia la oposición, Correa dijo que no hablaría con una dirigencia
“impresentable” y mencionó los nombres de sus rivales, Lucio Gutiérrez y Álvaro
Noboa (este último quedó en cuarto lugar). “¿Qué se puede debatir con Gutiérrez
o con Noboa? Son los demagogos, los que no presentaron ninguna propuesta, han
sido los grandes derrotados.” También mencionó a Lasso. “El error que cometió
el que salió en segundo lugar es unirse a la partidocracia. Aquí hay dirigentes
inmorales, culpables del saqueo de la patria. Este presidente no puede sentarse
a dialogar con ellos.” Según una de las encuestadoras, Gutiérrez obtenía el 5,5
por ciento, el empresario Noboa un 3,5 por ciento, el independiente Mauricio
Rodas un 3,1 por ciento y el ex ministro Alberto Acosta, un 2,9 por ciento de
los sufragios.
El mandatario reelecto se
refirió a los medios de comunicación, que él llama “la gran prensa”. “Otras de
las grandes derrotadas es la prensa mercantilista, que conspiró y desinformó.”
Correa adelantó que el próximo gobierno reimpulsará el proyecto de ley de
Comunicación, que está trabado en el Congreso desde 2009. “Una de las cosas que
hay que arreglar es una prensa que quiere juzgar, y no lo vamos a permitir. Con
la prensa honesta no tenemos ningún problema. Vamos a luchar por una ley de
Comunicación que logre aprobar la asamblea.” Si bien las consultoras al cierre
de esta edición no habían dado los resultados sobre la composición de la
Asamblea Nacional, el oficialismo ansiaba conseguir la mayoría.
A propósito de los medios
privados, Correa dijo que algunos de esos medios desinformaban sobre los
procesos que se están dando en la región. Y que en el gobierno entrante seguirá
apostando por la integración regional. “Hablo en nombre de Cristina, de Raúl,
de Evo, no buscamos nada para nosotros, para la patria grande. Tenemos que
consolidar los procesos revolucionarios que se están dando en América latina.”
Según la analista Londoño López, el discurso sobre la política exterior de
Correa caló en la clase media. “El planteamiento antiimperialista, la retirada
de la base norteamericana de Manta, pegó en los sectores medios, que lo
apoyan.” En cuanto a la clase alta, la historiadora señaló que si bien existe
una burguesía muy dura, que apoya a los banqueros, también hay muchos votantes
que lo apoyan debido a la estabilidad económica. “Hay empresarios que votaron
por él porque les va bien en sus negocios.”
Horas antes de los festejos
frente a Carondelet, en el sureño y populoso barrio El Camal, tres monjas
vendían a 25 centavos de dólar un plástico para guardar el cartón en el que se
registra el voto, que en Ecuador es obligatorio (salvo para los menores de 16
años). Con el cartón en una mano, y tomando a su hijo con la otra, Jesús Simba,
40 años, se detuvo para contar que votó por Correa. “Ha hecho cosas para que
mejore el país, como hospitales y escuelas, ha creado el seguro social. Los
gobiernos anteriores no hicieron nada de eso.”
Era difícil encontrar a una
persona que no eligiera la lista 35, del oficialismo. Luis Alfonso, con notable
disminución de la vista, dijo que ahora está sin trabajo y espera una ayuda por
su discapacidad. Votó por Correa. “Si los otros entran, habrá problemas con la
educación, sacarán leyes en contra de los trabajadores.”
A unos metros del colegio
católico, en un pequeño mercado de El Camal, un vendedor de ollas y otros
utensilios de cocina dijo que ya había ido a votar y que su opción era el
presidente. “Tengo dos hijas, una de ellas es abanderada y este gobierno apoya
a los estudiantes con buenas calificaciones.” Unos pasos más adentro del lugar,
una mujer que vendía pollos dijo que en el cuarto oscuro dudó y finalmente
eligió a Mauricio Rodas, el candidato outsider que trabajó en la Cepal. “Porque
es joven”, dijo Rosa Noboa. Y agregó: “Antes del dólar había más comercios, hoy
hay centros comerciales, me alcanza para el pan”.
En la otra punta de la ciudad,
en el norte, barrio La Florida, los electores eran de clase media y alta, más
“pelicones” (adinerados), como dijo un vendedor de diarios. Dos señoras que
salían del centro de votación ubicado entre chalets y casas residenciales
dijeron a esta cronista que votaron por la lista de Alianza País. “Correa es el
único que hizo algo por la gente, en educación, salud, vialidad”, dijo Marta
Yerobi y su hermana, Cumandá, asintió. A corta distancia de allí, entre
edificios, concesionarias de autos y negocios de venta de oro, una mujer de 45
años se diferenciaba por su comentario. “Lasso es la mejor opción, por su
política por la seguridad y la libertad de expresión”, sostuvo Greta Lima y
siguió caminando. En cambio, Nelsy Lisarasu, docente en Comunicación, dijo que
votó por la continuidad del gobierno. “Hay más oportunidades para los
estudiantes.” En
el norte y en el sur de Quito, una mayoría celebraría hasta tarde en la noche.
*****
La pelea por
el control de los relatos.
Correa da batalla a
la “Gran Prensa” con un Multimedios Afín.
*****
El gobierno de Correa no logró
aprobar la Ley de Comunicación que entró en la Asamblea Nacional en septiembre
de 2009. Si el oficialista Alianza País consiguiera hoy la mayoría en el
Legislativo, la ley de medios sería prioridad.
Por Mercedes López San
Miguel
Desde Quito. Domingo 16 de febrero del 2013.
Desde su llegada al palacio
Carondelet, Rafael Correa comenzó a desarrollar una red de medios públicos,
integrada por los diarios estatales El Telégrafo y PP El Verdadero, la agencia
de noticias Andes, Ecuador TV y la Radio Pública. Una red a través de la cual
Correa le da pelea a la “gran prensa” –así la llama–, como son los diarios de
mayor peso en la opinión pública, El Universo y El Comercio, y los canales de
TV Ecuavisa y Teleamazonas, que establecen una línea editorial opositora. Su
gobierno no logró aprobar la ley de comunicación que entró en la Asamblea
Nacional en septiembre de 2009, porque no consiguió el número de votos
suficientes. Si el oficialista Alianza País consiguiera hoy la mayoría en el
legislativo, la ley de medios sería prioridad.
Correa califica habitualmente
a los conglomerados mediáticos de “mediocres e incompetentes”. El proyecto de
ley que reimpulsaría un nuevo gobierno suyo plantea que la frecuencias del
espectro radioeléctrico destinadas al funcionamiento de estaciones de radio y
televisión de señal abierta se distribuirán equitativamente, otorgando un 33
por ciento para medios públicos, un 33 por ciento para medios privados y el 34
por ciento para medios comunitarios. Hasta ahora, cerca de 85,5 por ciento de
las frecuencias radiales son privadas, 12,9 por ciento públicas y 1,6 por
ciento comunitarias, según la Superintendencia de Telecomunicaciones. En el
caso de la televisión, 71 por ciento son privadas y 29 por ciento públicas.
Asunta Montoya, secretaria
ejecutiva de la Organización Católica Latinoamericana de Comunicación (Oclacc)
explica los motivos por los que apoyan la aprobación de la ley junto a otras
redes de comunicación. “Garantiza la plena libertad de expresión y de
información; democratiza la radio y la televisión distribuyendo equitativamente
las frecuencias y elimina los monopolios. Además, fomenta la producción
nacional y promueve la comunicación intercultural y plurinacional, entre otros
aspectos.”
El proyecto de ley aumenta a
30 años las concesiones de frecuencias, inicialmente reducidas a cinco. Sus
detractores cuestionan que se establezca la creación de un ente de regulación
que controlaría la emisión de contenidos discriminatorios, sexuales y
violentos, así como la redistribución del espacio radioeléctrico. El ente, que
contará con un delegado del Ejecutivo, no tendría posibilidad de suspender ni
clausurar un medio y sí podrá imponer sanciones administrativas.
Los críticos señalan que las
primeras regulaciones se fijaron con la Constitución de 2008, que prohibió a
los banqueros ser dueños de medios. Montoya discrepa con ellos. “Actualmente no
existe regulación de los medios por parte del Estado. Lo que sí existe son
disputas mediáticas entre el gobierno y los dueños de los grandes medios,
aliados de la derecha, dando lugar a dos polos permanentemente enfrentados.” Y
en particular, sobre la regulación de contenidos incluida en la norma agrega:
“De aprobarse la ley de comunicación esperamos que se aplique el artículo
referido a la regulación de los medios de manera democrática y con la
participación de la ciudadanía representada en veedurías, observatorios y
consejos ciudadanos, en los niveles local, provincial y nacional”.
Rubén Darío, director del
diario Expreso de Guayaquil, señala a Página/12 que no ve que sea necesaria una
ley de medios. “Es innecesaria en la medida en que los periodistas deberíamos
ser responsables de lo que publicamos y no debería haber una norma. Si
hiciéramos las cosas bien, nadie pondría objeción a nuestro trabajo.”
Se le pregunta si no cree
indispensable que se desconcentre y por tanto se democratice el espacio
radioeléctrico. “No me opongo a una ley de comunicación si es justa, si atañe a
todos los ciudadanos, tanto de medios privados como públicos. Incluso podría
ser positiva. Los periodistas esperamos que sea una ley justa y pensada para
todos, en la medida en que los medios públicos sean de verdad, porque algunos
son progubernamentales”, afirma el director de un periódico que él califica
como equilibrado. “No somos como el diario El Universo, que sí es opositor.”
A propósito de El Universo, en
2012 el mandatario logró que tres directivos y el columnista Emilio Palacio
fueran sentenciados por injuria a tres años de prisión y el pago de 40 millones
de dólares –que luego les perdonó–, por haber publicado una opinión en la que
Palacio acusó a Correa de haber ordenado atacar un hospital con civiles donde
estuvo retenido durante el intento de golpe del 30 de septiembre de 2010. En el
artículo, el columnista llamó nueve veces dictador al presidente. Montoya
señala los efectos de ese juicio contra el medio privado. “Los antagonismos más
bien dieron lugar a un cierra filas de periodistas y medios privados en torno
de la defensa y solidaridad con El Universo. Pero por otro lado también creció
la conciencia de la necesidad de una pronta democratización de los medios de
comunicación.”
Correa mismo, en una
entrevista con este diario el 5 de diciembre pasado, reconoció que la querella
contra los periodistas pudo ser uno de los frenos para la aprobación de la ley.
“Probablemente. Pero es un ejemplo de que estos señores con su poder mediático
están por encima de la ley. En un Estado de Derecho se persiguen delitos, no
personas.”
El presidente aclaró que su
pelea es con los directivos y no con los periodistas, cuyo sueldo básico ordenó
subir en diciembre en un 69 por ciento para colocarlo en 817 dólares y se dijo
dispuesto a subsidiar el aumento. La disputa ideológica entre los medios
privados y su gobierno es innegable. Tras la probable reelección de Correa, los rivales
continuarán por la misma senda.
*****
CORREA RECARGADO.
Por Atilio A. Boron.
Desde Quito. Domingo 16 de febrero del 2013.
No habrá sorpresas: el
resultado de las elecciones de hoy, domingo 17 de febrero, está puesto hace
rato. Rafael Correa llega a los comicios con un nivel de aceptación popular del
84 por ciento, equivalente al que sabía tener Lula y que provocaba un sinfín de
elogios que, en cambio, le son negados al presidente ecuatoriano. Las más
diversas encuestadoras, en su mayoría no precisamente afines al gobierno,
pronostican un triunfo aplastante de Correa aunque, como es sabido, la
aprobación popular no necesariamente se traslada linealmente al voto. No sólo
no habrá segunda vuelta, sino que se presume que la diferencia entre aquél y su
previsible segundo, el banquero Guillermo Alberto Lasso (del Banco de
Guayaquil, uno de los más importantes sino el más importante del país), será de
unos 30 puntos, para ni hablar de las demás candidaturas que se hundirán en la
irrelevancia. Un índice elocuente de lo que se viene lo proporcionan las
estentóreas declaraciones de los candidatos de la oposición, que desde varios
días antes de los comicios aseguran a voz de cuello que “habrá fraude”.
Síntomas de una impotencia y de la inequívoca percepción de su inexorable
derrota, que nace de la eficacia y profunda significación de las reformas
sociales encaradas por el gobierno de la Alianza PAIS en materias tan diversas
como el combate a la pobreza, la redistribución progresiva del ingreso, la
educación, la salud, la vivienda, las obras de infraestructura, apuntaladas
todas ellas por una renovada capacidad del Estado para desarrollar políticas
públicas gracias a una serie de reformas en la legislación tributaria (diez,
desde que Correa asumiera la presidencia) que permitieron elevar la recaudación
fiscal en un 143 por ciento y dotar al Estado de una inédita capacidad de
gestión. Ante los logros del gobierno la oposición demostró su incapacidad para
proponer un debate serio sobre algunas asignaturas pendientes de la “Revolución
Ciudadana” –como acelerar el proceso de la reforma agraria y regular más
estrictamente las actividades de la megaminería, por ejemplo– pese a que los
medios hegemónicos se desviven por recoger minuciosamente y amplificar con
fervor cuanta crítica pueda hacérsele al presidente. Pocos ejemplos podrían ser
más contundentes de esta ineptitud opositora que el del banquero Lasso,
vociferando en su comparecencia ante los observadores internacionales
convocados por el Consejo Nacional Electoral –un poder independiente del
Estado, con representación multipartidaria– que las elecciones serían una
farsa; o la del hombre más rico del Ecuador, el empresario Alvaro Noboa,
haciendo campaña por quinta vez consecutiva repartiendo a diestra y siniestra
pequeños electrodomésticos y colchones entre los sectores más carenciados del
país, pero sin poder formular la más mínima, elemental o rudimentaria propuesta
política. La distancia intelectual que hay entre ellos y Correa es simplemente
astronómica.
La única incógnita de la
jornada tiene que ver con el resultado de las elecciones para la Asamblea
Nacional, integrada por 137 miembros. La AN se renueva en su totalidad cada
cuatro años. Según muchos analistas varios proyectos de Correa naufragaron al
no disponer Alianza PAIS de mayoría propia en la AN. La expectativa del
oficialismo es obtener esa mayoría, lo cual parece bastante probable dado el
formidable arrastre de su candidato a la presidencia. Los sondeos previos
coinciden en que esta vez Alianza PAIS se asegurará esa mayoría, y hay quienes
no excluyen inclusive la posibilidad de que llegue a elegir a 91 asambleístas,
con lo cual obtendría una mayoría calificada de dos tercios, indispensable para
cualquier eventual reforma constitucional.
A las 17 se cerrarán los
comicios pero, como es habitual, aún quedará mucha gente esperando su turno
para votar. Pese a ello, la oligarquía mediática ya viene anunciando desde hace
varios días que exactamente a partir de esa hora dará a conocer los resultados
presidenciales que arrojen las encuestas a “boca de urna” de una muestra de
18.000 votantes tomada en las 23 provincias del país. El Comercio, El Universo
y Ecuavisa se encargarán de dar a conocer esos guarismos en sus sitios web
–práctica que no es permitida en otros países, por ejemplo en la Argentina–
cuando aún haya gente votando. Todo esto tiene su lógica: lo que la prensa
hegemónica quiere hacer es arrojar sospechas sobre la legitimidad de los
comicios y denunciar un supuesto fraude electoral, consciente de que la
victoria de Correa será abrumadora. La ofensiva destituyente del imperialismo y
sus aliados locales es incansable y sin tregua alguna, y los más importantes
peones mediáticos del imperio –desde la CNN hasta el Miami Herald, entre otros–
se han dado cita en Ecuador, como el 7 de octubre del año pasado lo hicieran en
Venezuela, para desmerecer una victoria que se espera será histórica, dar aliento
a sus alicaídos operadores y preparar un clima de opinión que justifique las protestas de
los consuetudinarios adalides de nuestras democracias.
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