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Según El País, los
registros publicados daban cuenta de que Rajoy, el ex presidente José María
Aznar y los principales políticos
del PP recibieron sobresueldos de cinco,
diez o quince mil euros mensuales, según el nivel jerárquico de cada uno,
que Bárcenas repartía a partir de
valijas en negro que le hacían llegar empresas
privadas interesadas en financiar al partido o alguna campaña política. Tarde
o temprano se sabrá si miente el presidente o si miente el principal diario de España, lo cual no debería ser un detalle
menor. Pero a esta altura poco parece importarle a una sociedad que ha perdido el respeto por sus representantes y que
exige un poco de justicia en medio de tanta exhibición impúdica de dinero mal
habido. Porque
más allá de que está en juego la conducta personal de Rajoy, lo
sabido y comprobado es que el tesorero
del partido gobernante sacó del país
una suma millonaria que no puede explicar, mucho menos justificar. Después, ese mismo tesorero aprovechó un
blanqueo de capitales, promovido por el propio Rajoy, para ingresar doce de esos 22 millones al país, y así poder
pagar lujosas mansiones y casas de veraneo que ningún empleado de un partido
político podría pagar con su sueldo, por más que haya ahorrado todo lo que le
pagaron. El problema es que el
financiamiento en negro de la política es un secreto a voces acá, allá y en
muchos países. En España los nacionalistas catalanes enfrentan varios casos
de corrupción y los socialistas han tenido lo suyo. Cómo será el descrédito general de la clase política española que
aun después del escándalo de los
sobresueldos el PP está mejor visto que el PSOE, según las últimas
encuestas. La patronal de empresarios también ha sido manchada por los pagos a los políticos y los sindicatos no escapan a los
mismos cuestionamientos éticos.
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El Sr. Bárcenas, cabeza de la corrupción, tesorero del partido derechista P.P. del Sr Rajoy, sale de la Fiscalía después de su declaración política.
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ESPAÑA: Sacudón Político.
Una
Contabilidad que no cierra.
*****
Santiago O’Donnell.
Página /12 domingo 10 de
febrero del 2013.
En España el gobierno conservador ha sufrido un fuerte sacudón por un
escándalo de corrupción que involucra al partido gobernante y salpica al
presidente Mariano Rajoy. Un fuerte sacudón que no llega a hacer tambalear al gobierno,
al menos no todavía, porque a pesar de la tremenda indignación que la trama
corrupta ha generado en una sociedad española desanimada por una crisis
económica que ya lleva años, ningún actor político aparece en condiciones de
capitalizar los problemas del elenco gobernante, mucho menos ofrecerse como
eventual reemplazo, tal es el desprestigio al que ha llegado la clase
gobernante española, incluyendo por supuesto a la familia real, agobiada por su
propia carga de fraudes y papelones.
El
escándalo estalló el mes pasado cuando autoridades judiciales encontraron en
Suiza una cuenta que llegó a tener 22 millones de euros a nombre del entonces
gerente, luego tesorero, del gobernante Partido Popular (PP), un tal Luis
Bárcenas. Esta semana la trama se espesó cuando el diario El País publicó
fotocopias de lo que sería la contabilidad en negro de Bárcenas. Los asientos
publicados, que abarcan el período 1990-2008, indicarían que Rajoy cobró 25.000
euros mensuales desde 1999, cuando asumió como vicepresidente del partido.
Bárcenas,
un oscuro cuadro partidario, llegó a senador en una lista sábana representando
a una región que nunca habitó y que fue promovido por Rajoy de gerente a
tesorero del partido en el 2008. El cargo de tesorero le duró poco a Bárcenas
porque al año siguiente de ser nombrado debió renunciar porque apareció
imputado por coimas y lavado de dinero en un caso de corrupción, el llamado
“caso Gürtel”, que involucraba a funcionarios del PP en Madrid y Valencia que
recibían regalos de empresarios a cambio de contratos públicos.
Cuando
el nombre de Bárcenas apareció en el expediente Gürtel, la plana mayor del PP,
empezando por Rajoy, ensayó una encendida defensa pública de la supuestamente
intachable moralidad del hasta entonces desconocido recaudador partidario. Un
comunicado oficial del PP del 2009 le reconocía a Bárcenas, sobre todo, su
“lealtad al partido”. Luego de su renuncia, el PP se hizo cargo de la defensa
legal de Bárcenas en el caso Gürtel y, hasta la semana pasada, el ex tesorero
conservó oficina y secretaria en la sede del PP en Madrid.
Pero
desde que apareció la cuenta suiza y la supuesta contabilidad en negro, ningún
jerarca del PP parece conocer a Bárcenas. Rajoy ni siquiera lo nombró el martes
pasado cuando intentó limpiar su buen nombre y honor con una curiosa frase en
una conferencia de prensa que no admitió preguntas, tras un cónclave cerrado
con la cúpula del PP, para ver cómo se hacía frente a las acusaciones
publicadas en el matutino madrileño, que el presidente había intentando ignorar
durante dos largos días hasta que la presión de la opinión pública lo obligo a
reaccionar.
“Nada
de lo publicado es verdad, salvo alguna cosa”, se despachó muy suelto de cuerpo
el presidente, sin explicar a qué se refirió con “alguna cosa”. Después partió
a Bruselas para negociar el presupuesto europeo y no volvió a referirse al
tema, a pesar de la insistencia de los periodistas. Ayer, en un nuevo intento
por darle un corte al asunto, Rajoy publicó en su página web sus declaraciones
patrimoniales de los últimos diez años, y el Partido Popular hizo lo propio con
sus registros contables de los últimos cuatro años. Pero lejos de borrar las
dudas, las presentaciones de Rajoy mostraron fuertes oscilaciones en los
sueldos que le pagaba el partido y en sí mismos no excluían la posibilidad de
pagos en negro.
Mientras
tanto la fiscalía anticorrupción española citó a declarar a Bárcenas y a su
antecesor en la tesorería, Lapuerta, el miércoles pasado. Ambos se mantuvieron
fieles al partido: negaron que los registros contables que salieron publicados
fueran de su autoría y negaron que el partido llevase una contabilidad
paralela. Pero en la misma sesión declaró quien hasta ahora es el único
arrepentido del caso, el ex diputado del PP Jorge Trías, quien dijo que los
registros publicados eran idénticos a unos que le había mostrado Bárcenas años
atrás. Además, varios grafólogos que compararon la letra de Bárcenas con los
registros publicados coincidieron en adjudicarle la autoría de los asientos al
ex tesorero implicado. También, varias de las operaciones contables que
aparecen en los registros fueron confirmadas por sus protagonistas, aunque
aclararon que se trataron de operaciones en blanco.
Según
El País, los registros publicados daban cuenta de que Rajoy, el ex presidente
José María Aznar y los principales políticos del PP recibieron sobresueldos de
cinco, diez o quince mil euros mensuales, según el nivel jerárquico de cada
uno, que Bárcenas repartía a partir de valijas en negro que le hacían llegar
empresas privadas interesadas en financiar al partido o alguna campaña
política.
Tarde
o temprano se sabrá si miente el presidente o si miente el principal diario de
España, lo cual no debería ser un detalle menor. Pero a esta altura poco parece
importarle a una sociedad que ha perdido el respeto por sus representantes y
que exige un poco de justicia en medio de tanta exhibición impúdica de dinero
mal habido.
Porque
más allá de que está en juego la conducta personal de Rajoy, lo sabido y
comprobado es que el tesorero del partido gobernante sacó del país una suma
millonaria que no puede explicar, mucho menos justificar. Después, ese mismo
tesorero aprovechó un blanqueo de capitales, promovido por el propio Rajoy,
para ingresar doce de esos 22 millones al país, y así poder pagar lujosas
mansiones y casas de veraneo que ningún empleado de un partido político podría
pagar con su sueldo, por más que haya ahorrado todo lo que le pagaron.
El
problema es que el financiamiento en negro de la política es un secreto a voces
acá, allá y en muchos países. En España los nacionalistas catalanes enfrentan
varios casos de corrupción y los socialistas han tenido lo suyo. Cómo será el
descrédito general de la clase política española que aun después del escándalo
de los sobresueldos el PP está mejor visto que el PSOE, según las últimas
encuestas. La patronal de empresarios también ha sido manchada por los pagos a
los políticos y los sindicatos no escapan a los mismos cuestionamientos éticos.
Entonces,
lo que debería ser un caso definitorio para impulsar la segunda refundación de
la democracia española se reduce a un tímido pedido de elecciones anticipadas
por parte de la oposición, a un poco creíble despliegue de virtuosa indignación
por parte de Rajoy y los suyos, y la fetichización de Bárcenas, que ya no puede
salir a la calle sin que le griten “chorizo” (chorro), “sinvergüenza” y
“ladrón” (foto).
Pero
la condena social no alcanza. Los españoles, con justa razón, quieren culpables
en la Justicia. Quieren que alguien pague, por lo menos Bárcenas por los
millones en negro que sacó del país burlándose del fisco. Millones de euros,
aparentemente provenientes de los mismos empresarios inmobiliarios españoles
que inflaron la burbuja que explotó con la crisis, mientras los políticos que
debían vigilarlos juntaban (o no) sobresueldos y miraban para otro lado. Vaya
si los tesoreros de los partidos políticos, que antes eran oscuros burócratas,
ahora se han convertido en poderosos personajes. Da la impresión de que casi
todos los políticos españoles les tienen miedo a Bárcenas y a sus puntillosas
anotaciones. Y ahora que el personaje se volvió impresentable, esos políticos
no saben qué decir, o saben pero no se animan a decirlo. Por eso la gente no
les cree, por eso cientos de miles de indignados les gritan en cada marcha: “¡Ustedes
no nos representan!”.
El esquema que enriqueció ilícitamente a Bárcenas quién sabe a cuántos
más les funcionó durante dos décadas en los tiempos de bonanza económica. Pero
el día que se acabó la plata empezaron las denuncias. Con las denuncias estalló
la bronca y el esquema se derrumbó. Es que sin plata, los choreos son más difíciles de maquillar.
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En 2010, Rajoy declaró haber percibido un sueldo neto de
98.225 euros de su partido, pero ahora indica que cobró 181.098 euros brutos.
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Rajoy y una
contabilidad que no cierra.
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Según
se desprende de su declaración de Renta, el Gobernante español no pagó la
Seguridad Social entre el 2008-2011.
El
líder del PP publicó su declaración de patrimonio, en un intento por aplacar el
escándalo de corrupción que estalló en el partido gobernante. Aparece como
receptor de sobresueldos desde 1999, a razón de unos 25.000 euros anuales.
El jefe del Ejecutivo español evitó pagar la Seguridad Social durante
tres años. Así se desprende de las declaraciones de renta que Mariano Rajoy
hizo públicas anteayer en la web oficial de La Moncloa. Según el diario Público
de España, el mandatario no realizó los aportes correspondientes entre 2008 y
2011. En esos años, los ingresos del presidente del gobierno ascendieron a
931.279 euros. Si se toma el período 2003-2011, según el diario español, Rajoy
tuvo una retribución total de 1.907.000 euros. Sin embargo, habría desembolsado
sólo 6121,28 euros en concepto de tributo a la Seguridad Social, lo que
representa un 0,32 por ciento del total.
Público
señala que no existe legislación que exima al mandatario de contribuir a la
Seguridad Social. El artículo 9 del Reglamento del Congreso de los Diputados
establece que “correrá a cargo del Presupuesto del Congreso el abono de las
cotizaciones a la Seguridad Social y a las Mutualidades de aquellos diputados
que, como consecuencia de su dedicación parlamentaria, dejen de prestar el
servicio que motivaba su afiliación o pertenencia a aquéllas”. Pero, para el
diario español, ese apartado no es condición ni explica que Rajoy no hiciera
los aportes correspondientes al período mencionado. Las retribuciones del
presidente del gobierno español corresponden al período 2003-2012, es decir,
desde que dejó el Ejecutivo de José María Aznar para hacerse cargo de la
dirección del Partido Popular (PP) como secretario general.
El
jefe de Gobierno publicó su declaración de renta y patrimonio en un intento por
aplacar el escándalo por corrupción que estalló con la publicación de la
“contabilidad B” del gobernante PP, aunque estos datos no aclaran el período
bajo sospecha. El Ejecutivo argumentó que se presentan las declaraciones a
partir de 2003 porque diez años es el doble de lo que se analiza en una
inspección fiscal. Resulta llamativo que en 2010 Rajoy declaró al Congreso
haber percibido un sueldo neto de 98.225,90 euros de su partido, pero en la
nueva documentación indica que cobró 181.098,14 euros brutos, más del doble sin
retenciones. Desde aquel año, el líder de los populares percibió casi dos
millones de euros brutos por rentas del trabajo, pero la información
suministrada no arroja información relevante sobre las sospechas de corrupción.
En
los llamados “Papeles de Bárcenas” –la contabilidad B publicada por el diario
español El País atribuida al ex tesorero del PP Luis Bárcenas–, Rajoy aparece
como receptor de sobresueldos desde 1999, a razón de unos 25.000 euros anuales.
En ese momento era vicepresidente de la fuerza derechista.
Anteayer,
el PP también publicó sus cuentas de los últimos cuatro años, período que tampoco
coincide con las cuentas B publicadas, de las que se desprende el pago de
sobresueldos, así como una financiación ilegal del partido gubernamental. Con
estos dos gestos de transparencia, el mandatario español pretende contrarrestar
las graves acusaciones de corrupción derivadas del caso Gürtel, en el que está
procesado el ex tesorero Bárcenas, y que pusieron en jaque al partido y al
Ejecutivo, al cuestionar su honestidad.
En
2012, el jefe del Ejecutivo percibió 49.893 euros netos –74.912 brutos–, lo que
equivale a una tercera parte de lo que cobraba desde 2004 como diputado y líder
de su partido. En la declaración de aquel año, Rajoy informó que ganó 147.620
euros netos. Siete años después, su sueldo no había aumentado, ya que cobró
144.738,81 euros netos. En 2004, 2005, 2006, 2007, 2008, 2009 y 2010 los montos
son similares.
Sin
contar las deducciones, su sueldo ascendió en 2011 a 239.084,89 euros. De ese
total, 200.628,66 procedieron del partido y 38.456,23 euros de su cargo de
diputado. Por tanto, Rajoy pasó de cobrar 240.000 euros en la oposición a unos
75.000 euros como presidente en 2012. La diferencia es consecuencia de que los
políticos que forman parte del Ejecutivo no pueden percibir ningún plus de su
partido. Es por eso que sería relevante conocer la declaración anterior a 2003,
cuando Rajoy formaba parte del Ejecutivo de José María Aznar para saber si
percibió dinero extra del PP.
Por otro lado, el político conservador percibió durante esos años rentas
adicionales producto de su patrimonio invertido en deuda pública, valores y
bienes inmobiliarios, que figuran reflejados en las declaraciones
correspondientes. En concepto de Impuesto de la renta, Rajoy pagó un total de
840.131 euros y, como cuota del Impuesto al Patrimonio, abonó 30.161 euros. La Moncloa explicó
en un comunicado que en las declaraciones no figuran las dietas percibidas en
su función de diputado porque están exentas.
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