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Desde entonces los excesos congénitos y
visibles del capitalismo y el papel del Estado para corregirlos han
inspirado propuestas concretas, que se puede clasificar en dos tesis básicas.1.- El grupo de Karl Marx y sus seguidores,
considera al capitalismo irredimible e inmerso en un proceso dialéctico fatal
que lo lleva a su propia destrucción violenta. Lo remplaza una sociedad sin
propiedad individual. Creo que Marx y sus seguidores son utópicos cuando
basan su tesis violenta en la solidaridad proletaria. La solidaridad es precaria entre gente que lucha por sobrevivir y
más si se les niega la aspiración a la seguridad de tener hogar propio. La solidaridad de clase existe, pero entre
los muy ricos. A pesar de eso, el marxismo es válido como método de estudio
socio-económico y tiene aportes básicos
para una propuesta que remplace al ricardismo puro o neoliberalismo.
2.- El otro grupo piensa que el capitalismo es utilizable en beneficio de la sociedad con políticas de control; además de Sismondi, descuellan Friederich List, Werner Sombart, Max Weber, Wilfredo Pareto, John Maynard Keynes y en reversa Deng Xiaoping, en China. Creemos que este segundo grupo es más realista y coincide con un postulado de la ciencia política, mencionado antes por Sismondi, Iturbide, Sarmiento y otros: En cosas de Estado los saltos son efímeros. Se progresa por evolución, como en la naturaleza, y las instituciones que perduran reflejan las circunstancias, la cultura y las ideas de sus ciudadanos. Este grupo de autores también fue influyente. List, impulsó la industrialización de Alemania; John Maynard Keynes desarrollo la función económica del salario; Weber y Pareto orientan aún la economía social. Sombart acuñó el término capitalismo (Marx no lo usa) y el concepto de la destrucción creativa, que usó su alumno Joseph Schumpeter. Su trabajo más célebre no existe en inglés porque la Universidad de Princeton, tiene el derecho exclusivo y no lo hace.
2.- El otro grupo piensa que el capitalismo es utilizable en beneficio de la sociedad con políticas de control; además de Sismondi, descuellan Friederich List, Werner Sombart, Max Weber, Wilfredo Pareto, John Maynard Keynes y en reversa Deng Xiaoping, en China. Creemos que este segundo grupo es más realista y coincide con un postulado de la ciencia política, mencionado antes por Sismondi, Iturbide, Sarmiento y otros: En cosas de Estado los saltos son efímeros. Se progresa por evolución, como en la naturaleza, y las instituciones que perduran reflejan las circunstancias, la cultura y las ideas de sus ciudadanos. Este grupo de autores también fue influyente. List, impulsó la industrialización de Alemania; John Maynard Keynes desarrollo la función económica del salario; Weber y Pareto orientan aún la economía social. Sombart acuñó el término capitalismo (Marx no lo usa) y el concepto de la destrucción creativa, que usó su alumno Joseph Schumpeter. Su trabajo más célebre no existe en inglés porque la Universidad de Princeton, tiene el derecho exclusivo y no lo hace.
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Con los planteamientos del Autor, "jamás saldremos del sistema que hoy está como modelo en su "crisis final". No creo que el capitalismo enfermo, salvaje y demoniaco, cambie, se modifique o crea o "piense" un momento que la "inclusión social", será la solución al mundo de los pobres, hambrientos, sub-empleados, desempleados, migrantes, explotados, marginados y excluidos históricamente.
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NOTAS PARA OTRO SISTEMA
ECONÓMICO SOCIAL.
*****
Miércoles
6 de febrero del 2013.
Umberto
Mazzei (especial para ARGENPRESS.info)
El mundo
atraviesa un momento de grandes cambios. Los vencedores de la Segunda Guerra
Mundial polarizaron el mundo entre la receta marxista-leninista y la receta
liberal ricardiana. Ese dualismo se presentó como si no hubiese otras opciones,
una especie de bipartidismo global. Ambos sistemas fracasaron. Es hora de
estudiar otras escuelas del pensamiento económico y político, para dar un nuevo
rumbo.
La
versión socialista de la Unión Soviética comenzó a ir mal cuando el gobierno de
Leonid Brezhnev (1968-1982) aumento el presupuesto de las industrias militares
a expensas del resto de la economía y del bienestar social. Luego asumió una
guerra de Afganistán que no podía ganar. El adversario estaba equipado, entrenado
y financiado por Estados Unidos, que estaba fuera de alcance, a menos de
incurrir en una guerra atómica. Muerto Brezhnev, vino Mihail Gorvachev, un
iluso, sino otra cosa, que entregó a sus aliados sin garantías, se abrió al
neo-liberalismo y Rusia vendió a precio vil las empresas del Estado a
testaferros de Wall Street.
En
Inglaterra y Estados Unidos, la política la dirigen los intereses financieros
desde fines del siglo XVIII y la función de Banco Central las ejercen bancos
privados. En Gran Bretaña el Bank of England la ejerce desde 1844 (Bank Charter
Act). En Washington un grupo de grandes bancos privados, llamado Reserva
Federal, usurpó esa función a la Secretaría del Tesoro, en 1913. En ambos la
política económica la dictan los llamados “Lobbies” y descuella la industria de
armamento, que la orienta hacía el aumento incesante del gasto militar. Ambos
sectores quitan recursos al resto de la economía real para mantener dos mundos
fantásticos: el de fabulosas fortunas virtuales y el de amenazas imaginarias.
En la
post-guerra, la presencia del marxismo-leninismo como ideología en el poder
hizo elevar los salarios e institucionalizar la protección social de los
trabajadores, principalmente en Europa, donde la Unión Soviética estaba cerca y
había poderosos partidos comunistas. Esa amenaza potencial orientó la política
del Estado hacia la conciliación de intereses laborales y empresariales. La
desaparición del bloque soviético desencadeno la codicia. En Gran Bretaña y
Estados Unidos eso produjo alucinaciones que llevaron al despeñadero socio
económico. El cuento de que la libertad total a la codicia personal lleva a la
prosperidad colectiva, es falso.
La
economía real se erosionó y está en vida artificial desde 2008. Es un caso de
esquizofrenia: la gente de bienes y servicios reales (99%) vive una recesión,
pero los dueños (1%) de las empresas en finanzas y defensa reciben jugosos
bonos y dividendos. Sucede que con deuda pública se dio dinero a los bancos
(“quantitative easing”) para re-inflar las bolsas de valores y el pago se cargó
a los contribuyentes. Eso pudo haber sido un nuevo comienzo si las prácticas y
políticas hubiesen cambiado, pero siguen igual y conducen inexorables a la
crisis terminal.
Aún no
hay conciencia pública de que vivimos un fallo masivo del sistema económico y
político impuesto por Wall Street y la City de Londres, con su victoria de
1945. Los síntomas del colapso sin embargo son claros y el más grave es el
laboral, porque los salarios mantienen el consumo. En Estados Unidos el desempleo
oficial es un 8%, pero sus estadísticas esconden muchos datos (1) y el
desempleo real anda en 18%, y creciendo. En Gran Bretaña la cifra oficial es
8,4%, pero excluye a 3 millones sub-empleados, con pocas horas semanales y a 4
millones del llamado “precariat”: gente en auto empleo casual, que pudiera definirse
auto-desempleada. (2)
Desde
2008, el rescate de los bancos costó a Estados Unidos más de 19 billones (3) -
cifra superior en un tercio de su PIB - que se usaron en nuevas apuestas del
sector financiero y no para movilizar la economía. Los hogares perdieron $1,1
billón de su valor, más otros billones perdidos en inversiones y fondos de
pensión. Ahora, familias que fueron de la clase media toman sopas en las
cocinas de caridad. Estos inocentes pagan los riesgos absurdos en que incurrió
la codicia de los banqueros y del complejo militar-industrial.
La ética
socio-económica.
La
responsabilidad social de la economía es un asunto ético que ya separaba a Adam
Smith de David Ricardo. Smith habla de un “lucro excesivo”, contrario al
interés social y parasitario; Ricardo lo ve como meta económica y es el enfoque
del neo-liberalismo de Milton Friedman; es lo que enseñan en los Business
Schools como Economía. Es un asunto ético. Gregory Bateson ( Mind and Nature)
ya dijo que “ La ética de lo optimo y la ética de lo máximo son dos éticas
totalmente distintas”. La ética de lo óptimo enfatiza la calidad y se expresa
con la satisfacción. La ética de lo máximo es adictiva y tiene una sola regla:
más es mejor.
Los excesos
son siempre tóxicos y es lo que mata la economía norteamericana y el sistema
económico vigente. “La maximización de una sola variable -nos dice Bateson-
típicamente termina en patología”. Una economía sana mantiene equilibrio en la
prosperidad de los distintos sectores; cuando se favorece el crecimiento sólo
de un par de ellos, hay una situación parasitaria. Es el caso del sector
financiero y de la industria de armamento que piden por un lado austeridad
económico-social y por otro crean dispendiosas guerras innecesarias.
En su agonía el sistema desmantela la economía del Estado de bienestar europeo. La banca europea pide más fondos para mantener el valor de sus malas apuestas e impone su gente en los gobiernos. Se eliminan puestos de trabajo, se precarizan el empleo y se privatiza servicios públicos. Como dice Boaventura de Sousa en su Historia de la Austeridad: “El objetivo es volver a la política de clase pura y dura, o sea, al siglo XIX”, a la del liberalismo ricardiano, a la Inglaterra descrita por Charles Dickens.
En su agonía el sistema desmantela la economía del Estado de bienestar europeo. La banca europea pide más fondos para mantener el valor de sus malas apuestas e impone su gente en los gobiernos. Se eliminan puestos de trabajo, se precarizan el empleo y se privatiza servicios públicos. Como dice Boaventura de Sousa en su Historia de la Austeridad: “El objetivo es volver a la política de clase pura y dura, o sea, al siglo XIX”, a la del liberalismo ricardiano, a la Inglaterra descrita por Charles Dickens.
Hay otras
doctrinas.
En el
siglo XIX prevaleció un enfoque de la economía como ciencia cuyo objetivo
primario no son las ganancias del trabajo, sino las del capital invertido… y
aún, sólo el de algunos. Pero también hubo quienes pensaron en las ganancias de
los trabajadores y esas ideas fueron aplicadas -tímidamente- en la Europa
anterior al colapso de la Unión Soviética. Ahora se les trata de ignorar y hoy
sus obras son difíciles de encontrar en las bibliotecas universitarias. Su falta
es que miran la prosperidad nacional como un objetivo superior a la ganancia
individual; un criterio objetable para las empresas apátridas que financian
centros académicos y cuya visión económica se enfoca a las ganancias
trimestrales.
El
primero fue el ginebrino Jean Charles de Sismondi, que publicó “Nuevos
Principios de Economía Política” en 1818. Allí acuño el término proletario -
que luego usó Marx- para designar a quien con su prole garantiza la mano de
obra. Criticó a Ricardo y señaló que las ganancias a expensas de salarios es
una política miope, porque se necesitan buenos salarios para que se consume la
producción; fue también el primero en pedir la intervención del Estado para
evitar los abusos capitalistas y en hablar de lucha de clases. (4)
Sismondi
predijo la crisis que aqueja hoy a Estados Unidos y otros países, gracias a
gobiernos cómplices. Habló de la sobreproducción que lleva al imperialismo y a
exprimir el consumo con deuda sobre salarios futuros. Ahora se llama “Economía
de la Oferta” y es Economía de la Deuda. Sismondi culpó la sobreproducción del
distanciamiento entre valor útil del bien y su valor de cambio, que impulsa el
consumo a crédito que crea una deuda esclavizante. Algo que sucedía en
Inglaterra y Estados Unidos desde la primera mitad del siglo XIX. En esa época
era deuda en la tienda del empleador, ahora son tarjetas de crédito. Esa tragedia se describe en la novela
futurista “The Iron Heel”(1906), de Jack London.
Otro Mundo, si es posible, pero un Mundo Socialista, Democrático, Participativo, Solidario, Dialogante y de pleno respeto a la Madre Naturaleza.
***
Desde
entonces los excesos congénitos y visibles del capitalismo y el papel del
Estado para corregirlos han inspirado propuestas concretas, que se puede clasificar
en dos tesis básicas.
1.- El grupo de Karl Marx y sus seguidores,
considera al capitalismo irredimible e inmerso en un proceso dialéctico fatal
que lo lleva a su propia destrucción violenta. Lo remplaza una sociedad sin
propiedad individual.
Creo que Marx y sus seguidores son utópicos cuando
basan su tesis violenta en la solidaridad proletaria. La solidadaridad es
precaria entre gente que lucha por sobrevivir y más si se les niega la
aspiración a la seguridad de tener hogar propio. La solidaridad de clase
existe, pero entre los muy ricos. A pesar de eso, el marxismo es válido como
método de estudio socio-económico y tiene aportes básicos para una propuesta
que remplace al ricardismo puro o neoliberalismo.
2.- El otro grupo piensa que el capitalismo es utilizable en beneficio de la sociedad con políticas de control; además de Sismondi, descuellan Friederich List, Werner Sombart, Max Weber, Wilfredo Pareto, John Maynard Keynes y en reversa Deng Xiaoping, en China.
2.- El otro grupo piensa que el capitalismo es utilizable en beneficio de la sociedad con políticas de control; además de Sismondi, descuellan Friederich List, Werner Sombart, Max Weber, Wilfredo Pareto, John Maynard Keynes y en reversa Deng Xiaoping, en China.
Creemos que este segundo grupo es más realista y
coincide con un postulado de la ciencia política, mencionado antes por Sismondi, Iturbide, Sarmiento y otros:
En cosas de Estado los saltos son
efímeros. Se progresa por evolución, como en la naturaleza, y las instituciones
que perduran reflejan las circunstancias, la cultura y las ideas de sus
ciudadanos.
Este grupo de autores también fue influyente. List, impulsó
la industrialización de Alemania; John
Maynard Keynes desarrollo la función económica del salario; Weber y Pareto orientan aún la economía
social. Sombart (5) acuñó el término
capitalismo (Marx no lo usa) y el concepto de la destrucción creativa, que usó
su alumno Joseph Schumpeter. Su
trabajo más célebre no existe en inglés porque la Universidad de Princeton,
tiene el derecho exclusivo (6) y no lo hace.
Hay otros
autores importantes que podemos estudiar: Vasili
Leontief, Nicolai Kondratieff, Joseph Schumpeter, Jon Elster, John Roemer y
la venezolana Carlota Pérez cuyo
libro “Las Revoluciones Tecnológicas y el Capital Financiero” (7) cubre 250
años de historia y muestra que los cambios y las revoluciones técnicas tienen
una notable regularidad y obligan al rediseño institucional social y político. Vivimos uno de
esos momentos.
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Notas:
1) No se cuentan los desempleados que dejan recibir su seguro de desempleo aunque sigan sin trabajo. Se cuentan como empleados a los desocupados que trabajan algunas pocas horas semanales a destajo. Hay unos 50 millones en Estados Unidos que viven bajo el nivel calificado de pobreza. Morris Berman, Why America Failed.
1) No se cuentan los desempleados que dejan recibir su seguro de desempleo aunque sigan sin trabajo. Se cuentan como empleados a los desocupados que trabajan algunas pocas horas semanales a destajo. Hay unos 50 millones en Estados Unidos que viven bajo el nivel calificado de pobreza. Morris Berman, Why America Failed.
2) The Guardian, John Philipott: We need employment
statistics that confront political spin. 16 January 2013.
3) Es el término internacional y español; los anglosajones
les dicen trillions.
4) Economie politique (1815), Nouveaux principes d'économie politique (1819).
5) El Capitalismo Moderno (Der Moderne Kapitalismus, 1902 y su última versión en 1927.
4) Economie politique (1815), Nouveaux principes d'économie politique (1819).
5) El Capitalismo Moderno (Der Moderne Kapitalismus, 1902 y su última versión en 1927.
6) Fuente: fr.wikipedia.org/wiki/Werner Sombart
7) Carlota Perez and Chris Freeman“Technological
Revolutions and Financial Capital: the Dynamics of Bubbles and Golden
Ages”Edward Elvin Publishing Limited, Glensanda House, Cheltenham, UK. 2002.
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