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La
crisis de las centrales sindicales y el fracaso de los partidos obreros con
influencia de masas en las últimas décadas, es el hundimiento de esa división. Es el resultado de persistir en el
sostén de ese anacronismo histórico negativo. Como contracara, los nuevos movimientos sociales que rechazan ceder su
representación política a los partidos de izquierda, expresan la negación a
más de un siglo de derrotas de la división entre “brazo sindical” y “brazo
político” que culmina en el Parlamento aceptando la jefatura del Capital. Y esto
es así porque: el Capital es la fuerza
extra-parlamentaria por excelencia que no puede ser políticamente limitada
en su poder de control socio-metabólico del sistema capitalista. Esa es la razón por la cual la única forma
de representación política compatible con el modo de funcionamiento del
Capital es aquella que niega la posibilidad de contestar su poder material. Y,
justamente por ser la fuerza extraparlamentaria por excelencia, el Capital nada
tiene que temer de las reformas decretadas en el interior de su estructura
política parlamentaria.
En el caso de
Latinoamérica: con Estados que criminalizan los reclamos sociales o que directamente
asesinan campesinos, indígenas y militantes sociales poniéndoles el
rótulo de terroristas; o que permiten que esos crímenes se realicen con
impunidad; o que
reprimen a los estudiantes que luchan por una educación pública gratuita y
a los trabajadores rurales sin tierra que
exigen la aplicación de la reforma agraria en toda América Latina y el Caribe. Con un sistema político envilecido por la
impunidad de la corrupción y el nepotismo a todos los niveles y en todos
los países, incluidos los antiguos partidos
de izquierda luego de la instauración de gobiernos “progresistas”; un
sistema de partidos que en todo su espectro claudica al neoliberalismo y a las
multinacionales. Y todo esto en un
panorama continental de cuestionamiento de la mayoría de la población a las
instituciones de dominación burguesas-imperialistas -que en varios casos han
llegado al colapso frente al empuje popular-; ¿debemos seguir atados a la “manera mediada bajo la forma de lucha
política entre partidos”? ¿Entre cuáles partidos? Ya que son casi inexistentes o
testimoniales los que intentan defender los intereses de los sectores
populares.
/////
Definitivamente existe un "Cambio de Época Histórica" en América Latina.
Construyen desde la sociedad civil - movimientos sociales, poder local emergente - la unidad Popular y Política en Nuestra América.
***
LA NEFASTA DIVISIÓN ENTRE LO SOCIAL Y LO
POLÍTICO.
***
La catastrófica división del movimiento
de los trabajadores entre “el brazo político” y el “brazo sindical”.
*****
Viernes
15 de febrero del 2013.
Juan Luis
Berterretche (especial para ARGENPRESS.info)
En un primer momento pudo pensarse que las crisis
de las centrales obreras que se arrastraban desde fines del siglo anterior,
tenían que ver con la “acumulación flexible”
al decir de Harvey /1. Es decir con la aplicación de la “globalización” y
el “neoliberalismo” y la producción en masa de trabajadores
superfluos e informales a partir de los
70, que debilitaban la sindicalización Pero hay razones más profundas. Nos
referimos a la aceptación, desde hace más de un siglo de un paradigma que la
historia de los fracasos del siglo XX ha demostrado funesto. Se trata de la
división entre “brazo político” y “brazo
sindical” que inició la socialdemocracia a fines del siglo XIX y que
continuó en los partidos obreros reformistas o no, sean socialdemócratas,
comunistas, del trabajo, etc.
El precio pagado
por esa división sindicato-partido fue
el debilitamiento de la potencialidad de lucha de los trabajadores, causado por
la aceptación del parlamento como el único ámbito donde enfrentar la dominación
del capital. En términos prácticos, significó la división catastrófica del
movimiento de los trabajadores en los denominados “brazo político” y “brazo sindical”
con la ilusión de que el “brazo político” podría representar, en su acción
legislativa, los intereses de la clase trabajadora organizada en las empresas
industriales capitalistas en sindicatos de cada rama del “brazo sindical”. Pero, con el pasar del tiempo, todo resultó de
forma opuesta. El “brazo político”,
en vez de usar su mandato político en defensa de los intereses de los
trabajadores representando al “brazo
sindical”, subordinó los sindicatos al parlamento, lo que en los hechos
significó someterlo a la mecánica de las instituciones burguesas y a través de
éstas a la política estratégica del Capital /2.
Ese nefasto paradigma en ningún momento proyectó al
“brazo político” como impulsor de la
lucha de los trabajadores como clase. Los mantuvo dentro de los límites de las
demandas sociales que no ponían en riesgo la acumulación del Capital. Al tiempo
que amputó los intereses políticos de los trabajadores y confinó a los
sindicatos a las luchas estrictamente reivindicativas económicas del trabajo.
De esta manera los supuestos “representantes
parlamentarios del trabajo” lograron imponer a sus representados una
imposición vital para el Capital: que fuera inadmisible en las “sociedades
democráticas” cualquier actividad sindical -y por extensión social- que tuviera
objetivos políticos.
Las organizaciones de “intención revolucionaria” del siglo XX aceptaron este modelo.
Se limitaron a criticar el reformismo sindical y el cretinismo parlamentario
sin comprender que ambas formas de actuación estaban implícitas en la división
sindicatos/partidos como parte de un triángulo que se cerraba con el parlamento
para resultar funcional al capital.
Esa separación educó a los trabajadores organizados
en los sindicatos a no ir más allá de las reivindicaciones que no ponían en
cuestión la dominación del capital y circunscribió la actividad de los partidos obreros reformistas en el
parlamento a una aceptación explícita o implícita del comando del Capital.
Los dos pilares de la acción de clase de los
trabajadores en occidente –partidos y sindicatos- están en realidad
inseparablemente unidos a ese tercer miembro del conjunto institucional global:
el Parlamento, que forma el tándem de Sociedad civil/Estado político y se torna
aquel “círculo mágico” paralizante del cual parece no haber salida. Tratar los
sindicatos junto con otras (mucho menos importantes) organizaciones
sectoriales, como si perteneciesen, de alguna manera, apenas a la “sociedad
civil” y que, por tanto, podrían ser usados contra el Estado político para una
profunda transformación socialista, es un sueño romántico e irreal. Esto es así
porque el círculo institucional del Capital,
en realidad, es hecho de totalizaciones recíprocas de la sociedad civil y del Estado político, que se inter-penetran
profundamente y se apoyan poderosamente una en otro /3.
La crisis de las centrales sindicales y el fracaso
de los partidos obreros con influencia de masas en las últimas décadas, es el
hundimiento de esa división. Es el resultado de persistir en el sostén de ese
anacronismo histórico negativo. Como contracara, los nuevos movimientos sociales
que rechazan ceder su representación política a los partidos de izquierda,
expresan la negación a más de un siglo de derrotas de la división entre “brazo sindical” y “brazo político” que
culmina en el Parlamento aceptando la jefatura del Capital.
Y esto es así porque: el Capital es la fuerza extra-parlamentaria por excelencia que no
puede ser políticamente limitada en su poder de control socio-metabólico del
sistema capitalista. Esa es la razón por la cual la única forma de
representación política compatible con el modo de funcionamiento del Capital es
aquella que niega la posibilidad de contestar su poder material. Y, justamente
por ser la fuerza extraparlamentaria por excelencia, el Capital nada tiene que temer de las reformas decretadas en el
interior de su estructura política parlamentaria /4.
La acumulación de frustraciones del siglo XX
demuestra que el parlamento es el más inocuo escenario para batallar contra el
Capital. Esta situación se agrava en la actual etapa de crisis crónica del Capital, cuando éste no tiene condiciones de
ceder ni mínimos beneficios, derechos o libertades a la clase que se le opone.
Con el consiguiente acomodamiento de los representantes
parlamentarios del trabajo, sobre los que cada vez más, prima el oportunismo.
El poder extra-parlamentario del Capital sólo puede
ser enfrentado por la fuerza y por el modo de acción extra-parlamentario del
trabajo en todas sus formas. Sólo un vasto movimiento de masas radical y
extraparlamentario puede ser capaz de destruir el sistema de dominio social del
Capital /5.
Camila Vallejo líder estudiantil universitaria continental ( Chile). "Ustedes son un ejemplo no sólo para los estudiantes, sino para la juventud latinoamericana".
***
Daniel
Bensaid y sus “Teoremas”.
Daniel Bensaid
en Teoremas de la resistencia a
los tiempos que corren, a mediados de la década pasada, nos decía que estábamos
“frente a una doble responsabilidad: la transmisión de una tradición amenazada
por el conformismo y la exploración de los contornos inciertos del futuro”. ...
“Más allá de las diferencias de
orientación y de las opciones a menudo intensas, el movimiento obrero de esa
época (refiriéndose al siglo pasado) presentaba una unidad relativa y compartía
una cultura común. Se trata, hoy en día, de saber qué queda de esta herencia,
sin dueños ni manual de uso”....“Hemos iniciado entonces el peligroso tránsito
de una época a la otra y nos encontramos en el medio del río, con el doble
imperativo de no permitir la pérdida de la herencia y de estar dispuestos a
recibir lo nuevo a inventar”/6.
De todos los temas de la tradición obrera que enumera Bensaid, nos centraremos en las relaciones partidos-sindicatos-parlamento porque es allí que encara al sujeto social y su relación con la política.
De todos los temas de la tradición obrera que enumera Bensaid, nos centraremos en las relaciones partidos-sindicatos-parlamento porque es allí que encara al sujeto social y su relación con la política.
Para Bensaid: “La lucha política no se disuelve en la lógica del
movimiento social. Entre la lucha social y la lucha política, no hay ni muralla
China ni compartimentos estancos. La política surge y se inventa dentro
de lo social, en las resistencias a la opresión, en el enunciado de nuevos
derechos que transforman a las víctimas en sujetos activos”/7. Lo primero que
debemos preguntarnos es ¿existe una “lógica del movimiento social” que nos impone
la división entre “brazo sindical” y “brazo político” del movimiento del
trabajo?
Cuando Hegel
definió a la libertad como conciencia de
la necesidad nos estaba diciendo lo mismo que con total acierto afirma Bensaid:
que la “política surge y se inventa dentro de lo social” pues es en la
experiencia de la opresión, en las luchas contra la explotación que se formula
la “conciencia de la necesidad”, se enuncian nuevas libertades y los sujetos se
ponen en movimiento para conquistarlas. Comencemos por tener claro entonces,
que la política del trabajo no nace en las cúpulas de las organizaciones
políticas de la izquierda, ni en la cabeza de los líderes carismáticos sino en
el propio seno de la praxis social. La política no es entonces un
producto de la elucubración separada de la realidad sino un fruto de la acción
de masas.
Sigamos el
razonamiento de Bensaid: “Sin embargo,
la existencia de un Estado como institución separada, a la vez encarnación
ilusoria del interés general y garante de un espacio público irreductible al
apetito privado, estructura un campo político específico, una relación de
fuerzas particular, un lenguaje propio del conflicto, donde los antagonismos
sociales se manifiestan en un juego de desplazamientos y de condensaciones, de
oposiciones y de alianzas. En consecuencia, la lucha de clases se expresa
allí de manera mediada bajo la forma de la lucha política entre partidos”/8. Es esa “manera mediada bajo la forma de
lucha política entre partidos” la que está en cuestionamiento hoy por
innumerables movimientos sociales. ¿Debemos aceptar el escenario del Estado
como “encarnación ilusoria del interés general”, que por otra parte con las
privatizaciones y la diseminada corrupción ha dejado de ser “espacio público
irreductible al apetito privado”, como el único campo político posible?
¿Debemos aceptar las reglas del juego de la democracia burguesa como la escena
privilegiada del accionar político del trabajo?
En el caso de
Latinoamérica: con Estados que
criminalizan los reclamos sociales o que directamente asesinan campesinos,
indígenas y militantes sociales poniéndoles el rótulo de terroristas; o que
permiten que esos crímenes se realicen con impunidad; o que reprimen a los
estudiantes que luchan por una educación pública gratuita y a los trabajadores
rurales sin tierra que exigen la aplicación de la reforma agraria en toda América Latina y el Caribe. Con un
sistema político envilecido por la impunidad de la corrupción y el nepotismo a
todos los niveles y en todos los países, incluidos los antiguos partidos de
izquierda luego de la instauración de gobiernos “progresistas”; un sistema de partidos
que en todo su espectro claudica al neoliberalismo y a las multinacionales. Y
todo esto en un panorama continental de cuestionamiento de la mayoría de la población a las instituciones de dominación
burguesas-imperialistas -que en varios casos han llegado al
colapso frente al empuje popular-; ¿debemos seguir atados a la “manera mediada
bajo la forma de lucha política entre partidos”? ¿Entre cuáles partidos? Ya que
son casi inexistentes o testimoniales los que intentan defender los intereses
de los sectores populares.
Continúa
diciendo Bensaid: “Ya que la dialéctica de la emancipación no es un río largo y
tranquilo: las aspiraciones y las expectativas populares son diversas y
contradictorias, a menudo divididas entre la exigencia de libertad y la demanda
de seguridad. La función específica de la política consiste precisamente en articularlas
y conjugarlas”/9.
Los movimientos
sociales continentales empiezan a
demostrar en algunos casos, su capacidad de articular y conjugar las
“aspiraciones y expectativas populares” y estructurarlas en un programa común.
Los organizadores y movilizadores sociales obtendrían mucho mejor resultado y
se sentirían más realizados si se integraran en estos movimientos y se dedicaran a la tarea de ayudar a formular sus
necesidades y a impulsarlos y aglutinarlos bajo sus demandas. Abandonando la
desgastante tarea de autoconstrucción de pequeñas organizaciones políticas,
repitiendo fórmulas obsoletas.
Estamos hablando de un nuevo sujeto social-político que toma conciencia de sus necesidades y las
articula en el plano social y las conjuga en el plano político. De lo que
hablamos es que adquiere relevancia y urgencia la necesidad de contraponer a la
fuerza destructiva extra parlamentaria del capital la correcta acción extra
parlamentaria de un movimiento socialista radicalmente re-articulado.
Como lo atribuye a Laclau, Bensaid no renuncia al horizonte de unificación de lo
social y lo político. Por el momento nos describe un panorama contradictorio: “¿Movimientos acéfalos, reticulares,
rizomáticos, obligados por las derrotas a quedar acorralados en una
interiorización subalterna del discurso dominante? Pero también redespliegue
del movimiento social en los diferentes ámbitos de la reproducción social,
multiplicación de espacios de resistencia, afirmación de su autonomía relativa
y de su temporalidad propia. Todo esto no es negativo si se va más allá de la
simple fragmentación y se piensa en la articulación” /10.
El paisaje continental nos da algunas pautas alentadoras. En las revueltas populares de los últimos años se pudieron detectar organizadores y movilizadores social-políticos junto a sus propios movimientos, trascendiendo los límites que les adjudica la democracia burguesa y lanzándose con éxito a “articular” y “conjugar” las demandas en el plano político. Quizá el horizonte de unificación no esté tan lejano sí -en las palabras y en los hechos- caminamos decididos hacia él.
El paisaje continental nos da algunas pautas alentadoras. En las revueltas populares de los últimos años se pudieron detectar organizadores y movilizadores social-políticos junto a sus propios movimientos, trascendiendo los límites que les adjudica la democracia burguesa y lanzándose con éxito a “articular” y “conjugar” las demandas en el plano político. Quizá el horizonte de unificación no esté tan lejano sí -en las palabras y en los hechos- caminamos decididos hacia él.
Movimiento Sin Tierra (Brasil) MST. Después latinoamericano. Su principal reivindicación es y seguirá siendo la Reforma Agraria en América Latina.
***
Algunos
ejemplos del nuevo sujeto social-político continental.
Los campesinos
de Chiapas –organizados en el EZLN- eligieron un camino diferente. En
silencio defienden sus territorios del gobierno y las corporaciones y
salvaguardan sus producciones de los intentos destructivos del mercado. Y por
ese camino han crecido y se han fortalecido. Y antes, en medio de un proceso
electoral se propusieron- “escuchar abajo” a los sujetos socio-políticos
explotados, discriminados, segregados, para que, a partir de su autonomía,
establezcan las bases de un programa anticapitalista, como “proyecto de
nación”. Y evitaron el derroche de esfuerzos de participar en elecciones
digitadas y manipuladas por el imperio. Que es de lo que se compone hace
décadas la política mexicana.
Esto no quiere decir que se descarte en absoluto ni
la participación electoral ni la intervención parlamentaria. Pero debemos
aprender de las últimas experiencias continentales en ese sentido. Los cocaleros del Chapare, los indígenas de
Omasuyo, los pobladores de El Alto y otras innumerables organizaciones
sociales y étnicas de Bolivia, optaron por el escenario electoral para disputar
el gobierno con todos los partidos del sistema. Pero esto, sin delegar la
formulación de su programa ni su representación en los políticos profesionales
que estafaron sistemáticamente sus esperanzas. La intervención electoral en
Bolivia se realizó sobre la base de un enorme movimiento social que
representaba a los pueblos originarios que, a su vez, son mayoría en el país. Y
con el antecedente inmediato de un enfrentamiento al Capital violento y extenso en términos de territorio y de tiempo.
Cortes de carreteras, invasión de haciendas y/o bloqueo de ciudades, asedio a
los parlamentos oligárquicos, derrocamiento de dos presidentes lacayos del imperio,
huelgas y piquetes, choques violentos entre la población y el aparato
represivo. Y en esos choques, tanto ejército como policía tuvieron síntomas de
disgregación. Fue esta decisiva batalla del movimiento popular la que terminó
imponiendo por primera vez en 500 años un presidente
aymara –Evo Morales- en un país de población mayoritariamente indígena. En
un proceso electoral en el marco de una clase capitalista vapuleada. No en unas
elecciones bajo el pleno control de una burguesía estable o a la ofensiva. Por
eso fue una gran conquista democrática que se extendió en luchas por el reparto
o recuperación de tierras, en defensa de la soberanía sobre los recursos
naturales y contra el imperialismo hegemónico.
Como explica el vicepresidente García Linera: “El primer componente central del “evismo” es una estrategia de lucha
por el poder fundada en los movimientos sociales. Esto marca una ruptura con
las estrategias previas que ha conocido nuestra historia política y buena parte
de la historia política continental y mundial. Anteriormente, las estrategias
de los sectores subalternos estaban construidas a la manera de una vanguardia
política cohesionada que lograba aglutinar en su base social a estos
movimientos.”...“En otros se trató de una vanguardia política democrática-legal
o armada que lograba arrastrar o empalmarse con movimientos sociales que la
catapultaban”...”El “evismo” modificó ese debate, al plantearse la posibilidad
de que el acceso al poder sea obra de los propios movimientos sociales”/11.
Es que en Bolivia, desde la guerra del agua en Cochabamba se venía conformando un movimiento social-político que no separaba las demandas sociales de las políticas, porque no era parte de la tradición europea del brazo sindical/brazo político. La participación de los pueblos originarios en luchas nacionales no divide su programa en mínimo y máximo. Esta división es una tradición que las corrientes socialistas urbanas del continente heredaron de la socialdemocracia europea y los partidos comunistas, que al dividir en sindicatos y partidos la acción del trabajo, consiguió fraccionar el programa en uno mínimo que abarcara las reivindicaciones posibles de obtener bajo el Capital, que se adjudicaba como tarea a los sindicatos, y se gestionaban en las instituciones burguesas y un programa máximo que conduciría al Socialismo, que se mencionaba en los aniversarios y podía postergarse para un futuro lejano e incierto.
Es que en Bolivia, desde la guerra del agua en Cochabamba se venía conformando un movimiento social-político que no separaba las demandas sociales de las políticas, porque no era parte de la tradición europea del brazo sindical/brazo político. La participación de los pueblos originarios en luchas nacionales no divide su programa en mínimo y máximo. Esta división es una tradición que las corrientes socialistas urbanas del continente heredaron de la socialdemocracia europea y los partidos comunistas, que al dividir en sindicatos y partidos la acción del trabajo, consiguió fraccionar el programa en uno mínimo que abarcara las reivindicaciones posibles de obtener bajo el Capital, que se adjudicaba como tarea a los sindicatos, y se gestionaban en las instituciones burguesas y un programa máximo que conduciría al Socialismo, que se mencionaba en los aniversarios y podía postergarse para un futuro lejano e incierto.
No nos vamos a extender en todos los ejemplos, pero
recordemos que en Ecuador el proceso electoral que llevó a Correa a la presidencia fue posterior al derrocamiento de tres
presidentes por un movimiento popular movilizado que tenía contra las cuerdas a
una burguesía en descomposición. Y en Venezuela
la consolidación del proceso de cambios iniciado por Chávez se concreta luego que el movimiento de los pobladores de las
barriadas pobres suburbanas de Caracas invadió las calles y derrotó un golpe
imperialista, rodeando con multitudes enfurecidas el Palacio de Miraflores y
exigiendo el retorno del presidente depuesto.
El Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) en el 2005, se desplazó a pie doscientos kilómetros de Goiania a Brasilia en una Marcha Nacional por la Reforma Agraria, para presentar al gobierno Lula un programa económico contrario a la orientación neoliberal que aplica el gobierno del PT. Y el mismo año realizó en varios estados, una coordinación de movimientos sociales contra el modelo económico, “demostrando la capacidad de los movimientos de pensar más allá de las pautas específicas de reivindicación”, como remarcaron en su mensaje del 06 de enero del 2006. El MST es independiente de la central de trabajadores (CUT) y del PT. Y se opone a la orientación de favorecer la expansión de las agro-industrias que en la actualidad impulsa el gobierno del PT /12.
El Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) en el 2005, se desplazó a pie doscientos kilómetros de Goiania a Brasilia en una Marcha Nacional por la Reforma Agraria, para presentar al gobierno Lula un programa económico contrario a la orientación neoliberal que aplica el gobierno del PT. Y el mismo año realizó en varios estados, una coordinación de movimientos sociales contra el modelo económico, “demostrando la capacidad de los movimientos de pensar más allá de las pautas específicas de reivindicación”, como remarcaron en su mensaje del 06 de enero del 2006. El MST es independiente de la central de trabajadores (CUT) y del PT. Y se opone a la orientación de favorecer la expansión de las agro-industrias que en la actualidad impulsa el gobierno del PT /12.
El nuevo milenio se inauguró con la gran lucha del pueblo Boliviano en defensa del Agua. Cochabamba abril 2000. cuando el gobierno neoliberal de turno vendió e hipotecó el recurso natural a las corporaciones francesas y norteamericanas.
***
Organizaciones sociales y militantes políticos de Uruguay, sumaron sus esfuerzos en un
frente por la defensa del agua. Plebiscitaron y aprobaron una reforma de la
constitución (octubre del 2004) –por primera vez en el mundo- que impide por ley
la privatización de ese elemento vital. Su conquista fue luego en parte burlada
porque el movimiento que impulsó el plebiscito del agua no tuvo continuidad en
otras luchas y otras demandas y se disolvió en medio de las expectativas
ilusorias creadas por las posibilidades electorales del Frente Amplio. Esta experiencia nos subraya la necesidad de que los
movimientos sociales no deleguen en dirigentes o partidos de “izquierda” sus
expectativas políticas y asuman directamente sus intereses, sin mediadores que
luego resultan agentes del enemigo. Debieron pasar ocho años para que recién en
2012 un nuevo importante movimiento contra la mega-minería a cielo abierto y en
defensa de la tierra y los bienes naturales esté en un proceso alentador de
acumulación social-política /13.
Sin embargo, parte de la izquierda que rechaza al Frente Amplio, se distrae preocupándose
sobre como participar en el próximo proceso electoral, debatiendo y evaluando
nuevas fórmulas políticas, hasta ahora ausentes de bases populares reales. Es
momento de apoyar la acción creativa programática de los movimientos que
tienden a conformarse como social-políticos y que aceptan como punto de partida
la reforma agraria, hoy la principal consigna revolucionaria continental.
En la República Argentina, provincia de la Rioja, los pobladores del valle de Famatina /14 -un paraíso de producción de aceitunas y vides-, desde el 2006, se enfrentan a la mega-minera Barrick Gold y su proyecto minero en el cerro Famatina que intenta destruir glaciares y envenenar sus deshielos. Se lanzaron contra este proyecto minero, junto a los pobladores de Chilecito, Pituil y Campana con acciones de bloqueo de caminos para impedir que las multinacionales se instalaran en la cordillera de los Andes. Los pobladores de Andalgalá en Catamarca bloquearon también los accesos a los nevados de Aconquija en los Andes contra el proyecto minero de Agua Rica. Tenían la experiencia destructiva de la minera Alumbrera desde 1997 -emprendimiento de mayor producción de oro en Argentina- que venían denunciando desde años anteriores. En Chubut a mediados de diciembre 2012 la lucha de los ambientalistas logró suspender los planes mineros del gobierno provincial. Así como estos, innumerables enfrentamientos se desarrollaron y se siguen desarrollando en nuestra cordillera y lograron la imposición de una Ley de defensa de los glaciares y peri-glaciares, desvirtuada en parte por los parlamentarios del gobierno. Este fue un triunfo de movimientos, organizaciones ambientalistas y asambleas ciudadanas que tomaron un carácter nacional y asumieron las demandas políticas sin intervención de partidos.
En la República Argentina, provincia de la Rioja, los pobladores del valle de Famatina /14 -un paraíso de producción de aceitunas y vides-, desde el 2006, se enfrentan a la mega-minera Barrick Gold y su proyecto minero en el cerro Famatina que intenta destruir glaciares y envenenar sus deshielos. Se lanzaron contra este proyecto minero, junto a los pobladores de Chilecito, Pituil y Campana con acciones de bloqueo de caminos para impedir que las multinacionales se instalaran en la cordillera de los Andes. Los pobladores de Andalgalá en Catamarca bloquearon también los accesos a los nevados de Aconquija en los Andes contra el proyecto minero de Agua Rica. Tenían la experiencia destructiva de la minera Alumbrera desde 1997 -emprendimiento de mayor producción de oro en Argentina- que venían denunciando desde años anteriores. En Chubut a mediados de diciembre 2012 la lucha de los ambientalistas logró suspender los planes mineros del gobierno provincial. Así como estos, innumerables enfrentamientos se desarrollaron y se siguen desarrollando en nuestra cordillera y lograron la imposición de una Ley de defensa de los glaciares y peri-glaciares, desvirtuada en parte por los parlamentarios del gobierno. Este fue un triunfo de movimientos, organizaciones ambientalistas y asambleas ciudadanas que tomaron un carácter nacional y asumieron las demandas políticas sin intervención de partidos.
Éstos son sólo algunos ejemplos de los movimientos
que batallan en todo el continente. En
Latino América y el Caribe hay 173 proyectos empresariales de minería a
cielo abierto en donde intervienen 244 empresas diferentes. En su totalidad
estas explotaciones están en conflicto
con 212 comunidades indígenas afectadas. Los seis países con mayor cantidad
de poblaciones originarias agredidas
por la minería a cielo abierto son Argentina
con 39 comunidades; Brasil y Chile
con 34 cada uno; Perú con 32, Bolivia con 22 y Colombia con 20. Las principales causas de conflicto son: la
expulsión o desplazamiento forzado de pobladores indígenas; la violación de
derechos y leyes medioambientales; la contaminación de aguas y suelos por
desechos mineros; la inundación de tierras; la contaminación por humos y las
amenazas y engaños a la población local /15. Y a esto hay que sumar los
conflictos por la expansión de las agroindustrias en el continente.
Como vemos, las variantes de trascender el espacio específico de lo social, de no aceptar el
carácter de espacios estancos de lo social y lo político comienza a hacerse
frecuente. ¿Por qué mantener como sacrosanto el ámbito político y aceptar como
imprescindibles e ineludibles a los Parlamentos que no son más que teatros de
sombras chinas de los antagonismos sociales? ¿A quién favorece sino al capital,
ese inviolable acuerdo tácito?
Las agro-industrias y las mineras a cielo abierto,
propiedad en su mayoría de transnacionales, están contaminando y destruyendo la
biodiversidad del continente. Pretenden continuar en conflicto con las
comunidades indígenas, los campesinos y trabajadores rurales sudamericanos y
del Caribe y seguir provocando el desplazamiento forzoso de la población rural
continental. De los diez países con mayor biodiversidad mundial, cinco están en
Latino América y el Caribe: Brasil,
Colombia, Ecuador, México, y Perú. Estos países también son hogares de los
Andes, la zona con mayor biodiversidad del mundo.
Alrededor del 27%
de los mamíferos del mundo viven en América
Latina y el Caribe, así como también el 34% de su vegetación, 37%
de sus reptiles, 47% de sus aves y
el 47% de sus anfibios. El 40% de la vegetación del Caribe es única de esta zona /16. Todo
este hábitat está amenazado con la extinción. Sólo una reforma agraria radical
que termine con la privatización de la tierra y el agua y defienda el aire que
respiramos, puede detener este ultimátum
que nos da el Capital en su profunda crisis.
El magisterio peruano, sindicalizado en el histórico Gremio el SUTEP. Es parte en el presente siglo de los Nuevos Sujetos Sociales Históricos que luchan por una nueva Educación y en defensa de sus derechos sociales y profesionales.
***
Hacia
grandes movimientos social-políticos para enfrentar al Capital.
Ese intento de volver a unir el movimiento popular
en un solo brazo extra parlamentario de un movimiento socialista articulado
alrededor de un programa radical, no se
corporiza en los sindicatos clásicos continentales y sus centrales sino en
un nuevo sujeto histórico que ha comenzado a estructurarse y generalizarse
desde hace más de dos décadas. Y esa dinámica de volver a reunir lo que nunca
debió ser separado es un precioso componente embrionario del nuevo sujeto
social que ahora pretende conformarse como un sujeto social-político.
La negación de la división sindicatos/partidos pone
en cuestión tanto la identidad sindical que se arrastra desde finales del siglo XIX, que tiene por límite los
escenarios reivindicativos que no amenacen al Capital y que considera un hecho
incontrovertible su complementariedad y subordinación a los partidos políticos,
como la concepción de partido revolucionario con base social que heredamos del
siglo pasado. La realidad nos indica que está descartada la estrategia de
acumulación propia de un pequeño grupo político que durante décadas va ir
ampliando su base social y aumentando su representación parlamentaria hasta
llegar un momento en que pueda disputar el poder.
Tanto los partidos
socialistas y comunistas como la gran mayoría de partidos de “intención
revolucionaria” -de alguna forma hay que llamarlos- eran y son
instrumentalizadores de los sindicatos y demás movimientos sociales. Militaban
en ellos para coparlos. Y cuando en algunas excepciones los partidos
autodenominados “revolucionarios” eligieron parlamentarios no pudieron escapar
del “círculo mágico” paralizante sindicato/partido/parlamento. Cuando no se han
pasado con armas y bagajes a la institucionalidad burguesa, se han transformado
en “grupos testimoniales” que continúan repitiendo “mantras” del siglo pasado e
intentando obtener mayoría en sindicatos y centrales que favorezcan sus estrategias
de auto-construcción.
Esto no significa renegar totalmente de partidos y
sindicatos en general, sino negar la concepción sindicato/partido/parlamento
que heredamos del siglo pasado. Lo importante es que en esta nueva época
histórica abramos una reflexión sobre esos organismos, sus limitaciones y el
rol negativo que jugaron en su interrelación, respecto a los intereses de clase
del trabajo. Somos conscientes que la última palabra al respecto la tienen los
innumerables movimientos que están batallando hoy en nuestra América por
mejorar el presente y defender el futuro de nuestras sociedades.
Lo importante es reconocer que en nuestro continente hay nuevas formas organizativas construidas por los trabajadores y el pueblo que nos permiten zafar de la nefasta división entre lo social y lo político.
Lo importante es reconocer que en nuestro continente hay nuevas formas organizativas construidas por los trabajadores y el pueblo que nos permiten zafar de la nefasta división entre lo social y lo político.
En términos de demandas, desenvolver una fuerza
suficientemente grande para desafiar con suceso a las huestes del Capital,
implica unir movimientos diversos, en los enfrentamientos inevitables para la
realización de finalidades y objetivos limitados, buscando siempre la forma de
preservar la integridad de las perspectivas estratégicas sin perder contacto
con las demandas, determinaciones y potencialidades inmediatas, que nos imponen
las condiciones históricamente determinadas.
Este nuevo sujeto social-político continental también exige, así como la soberanía de sus decisiones en sus movimientos, la más absoluta democracia horizontal. Muchos veteranos activistas ya hicieron la experiencia con el supuesto centralismo democrático: una contradicción semántica que en la realidad siempre se resolvía en el sentido burocrático. Los integrantes de ese nuevo sujeto social-político están tomando consciencia de su forma colectiva de definir sus demandas y necesidades y por tanto también quieren resolver colectivamente sus pasos a dar. Se ha abierto un proceso en que se empieza a rechazar el sistema de las órdenes inapelables de los “jefes políticos” o la delegación de las decisiones en “dirigentes esclarecidos”.
Fidelidad a los principios socialistas y programas de acción viable y flexible para la diversidad de fuerzas de un amplio movimiento social-político que comparta los variados objetivos comunes de lucha y decida en democracia horizontal sus orientaciones y acciones. Esto es lo que están imponiendo los sectores populares en innumerables movimientos para luchar contra el sistema de acumulación del Capital en su etapa de crisis estructural crónica.
Este nuevo sujeto social-político continental también exige, así como la soberanía de sus decisiones en sus movimientos, la más absoluta democracia horizontal. Muchos veteranos activistas ya hicieron la experiencia con el supuesto centralismo democrático: una contradicción semántica que en la realidad siempre se resolvía en el sentido burocrático. Los integrantes de ese nuevo sujeto social-político están tomando consciencia de su forma colectiva de definir sus demandas y necesidades y por tanto también quieren resolver colectivamente sus pasos a dar. Se ha abierto un proceso en que se empieza a rechazar el sistema de las órdenes inapelables de los “jefes políticos” o la delegación de las decisiones en “dirigentes esclarecidos”.
Fidelidad a los principios socialistas y programas de acción viable y flexible para la diversidad de fuerzas de un amplio movimiento social-político que comparta los variados objetivos comunes de lucha y decida en democracia horizontal sus orientaciones y acciones. Esto es lo que están imponiendo los sectores populares en innumerables movimientos para luchar contra el sistema de acumulación del Capital en su etapa de crisis estructural crónica.
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Notas:
1) Harvey, David The Condition of Postmodernity - Basil Blackwell Ltd. 1989.
2) Mészáros, István, Para Além do Capital, p. 833-834. 3) Ibíd. 4) Ibíd. p. 856.
1) Harvey, David The Condition of Postmodernity - Basil Blackwell Ltd. 1989.
2) Mészáros, István, Para Além do Capital, p. 833-834. 3) Ibíd. 4) Ibíd. p. 856.
5) Antunes, Ricardo. Presentación de “Para Além do
Capital” de István Mészáros.
6) Daniel Bensaid “Teoremas de la resistencia a los
tiempos que corren” setiembre 2004. 7) Ibíd. 8) Ibíd. 9) Ibíd. 10) Ibíd.
11) García Linera, Álvaro (vicepresidente boliviano).
Los fundamentos del “evismo”.
12) João Pedro Stedile, Conflicto Permanente, 16 de enero de 2013.
12) João Pedro Stedile, Conflicto Permanente, 16 de enero de 2013.
13) Este movimiento ya realizo tres grandes marchas
nacionales y la última, el 11 de octubre de 2012,
14) Ver Mapa de conflictos Mineros.
15) Impacto de la minería en las comunidades indígenas
latinoamericanas.
16) De la Torre, Fajnzylber y Nash, , Desarrollo con
Menos Carbono: Respuestas Latinoamericanas AL Desafío Del Cambio Climático.
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