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Con
toda humildad Krugman agrega algo importante: “Yo no sé cuánto de la devaluación
del trabajo se puede
explicar por la tecnología o los monopolios, en parte porque ha habido tan poca
discusión de lo que está sucediendo. Pienso
que es justo decir que el cambio del ingreso proveniente del trabajo al del
capital no ha entrado todavía en nuestro discurso nacional. Empero, este
cambio está sucediendo, y tiene implicaciones de talla. Por ejemplo, hay un gran empuje,
profusamente financiado para reducir la tributación fiscal de las
corporaciones; ¿Es esto algo que
realmente queremos que suceda cuando las ganancias están surgiendo a expensas
de los trabajadores? O qué decir del empuje para reducir o eliminar los
impuestos por herencia; ¿Si estamos retrocediendo a un mundo en el cual el
capital financiero, y no la habilidad o la educación, determinan el ingreso,
queremos realmente facilitar aún más la herencia de la riqueza? Como lo
dije, esta es una discusión que apenas apunta, pero es tiempo de que comience, antes que los robots o los magnates
ladrones conviertan nuestra sociedad en algo irreconocible” (Robots and Robber
Barons).
El capitalismo voraz, salvaje, deshumanizado, esta en su crisis final.
*****
El “fantasioso” escenario de Krugman, la
realista propuesta de Skidelsky y la anticipación de Keynes,
están en buena medida contenidas en lo que Marx
escribió entre 1857 y 1858, cuando avizora la inevitable consecuencia de la automatización de las fuerzas
productivas industriales: “el robo de
tiempo de trabajo ajeno, sobre el cual se funda la riqueza actual, aparece como
una base miserable comparado con este fundamento, recién desarrollado, creado
por la industria misma. Tan pronto como
el trabajo en su forma inmediata ha cesado de ser la gran fuente de la
riqueza, el tiempo de trabajo deja, y tiene que dejar, de ser su medida y por
tanto el valor de cambio {deja de ser la medida} del valor de uso. El plustrabajo de
la masa ha dejado de ser condición para el desarrollo de la riqueza social,
así como el no-trabajo de unos pocos ha
cesado de serlo para el desarrollo de los poderes generales del intelecto humano. Con ello se desploma
la producción fundada en el valor de
cambio, y al proceso de producción material inmediato se le quita la forma
de la necesidad apremiante y el antagonismo. Desarrollo libre de las individualidades,
y por ende no reducción del tiempo de trabajo necesario con miras a poner plustrabajo, sino en general
reducción del trabajo necesario de la sociedad a un mínimo, al cual corresponde
entonces la formación artística,
científica, etc., de los individuos gracias al tiempo que se ha vuelto
libre y a los medios creados para todos. El
capital mismo es la contradicción en proceso, {por el hecho de} que tiende
a reducir a un mínimo el tiempo de trabajo, mientras que por otra parte pone el tiempo de
trabajo como única medida y fuente de la riqueza”.
/////
Dr. Economista. Michael Hudson.
¿Qué piensan algunos Economistas sobre la
crisis y la realidad actual del capitalismo?.
*****
Alberto Rabilotta.
ALAI AMLATINA. Martes 5 de febrero del 2013.
Los análisis del economista Michael Hudson y la socióloga Erin
Hatton, así como el “mensaje subliminal” de la oligarquía que se reúne en
Davos, como vimos en el primer artículo (1), apuntan a la crisis estructural
del capitalismo industrial en los países avanzados, o sea a la pregunta que se
formula el economista Paúl Krugman
(2): ¿Puede la innovación y el progreso afectar a un gran número de
trabajadores, y quizás incluso a los trabajadores en general? El Nobel de
economía agrega que “muy seguido me encuentro con aseveraciones de que eso no
puede suceder. Pero la verdad es que puede, y desde hace casi dos siglos
economistas serios han estado conscientes de esta posibilidad”.
Con toda humildad Krugman agrega algo importante: “Yo no sé cuánto de la devaluación del trabajo se puede explicar por la tecnología o los monopolios, en parte porque ha habido tan poca discusión de lo que está sucediendo. Pienso que es justo decir que el cambio del ingreso proveniente del trabajo al del capital no ha entrado todavía en nuestro discurso nacional. Empero, este cambio está sucediendo, y tiene implicaciones de talla. Por ejemplo, hay un gran empuje, profusamente financiado para reducir la tributación fiscal de las corporaciones; ¿Es esto algo que realmente queremos que suceda cuando las ganancias están surgiendo a expensas de los trabajadores? O qué decir del empuje para reducir o eliminar los impuestos por herencia; ¿Si estamos retrocediendo a un mundo en el cual el capital financiero, y no la habilidad o la educación, determinan el ingreso, queremos realmente facilitar aún más la herencia de la riqueza? Como lo dije, esta es una discusión que apenas apunta, pero es tiempo de que comience, antes que los robots o los magnates ladrones conviertan nuestra sociedad en algo irreconocible” (Robots and Robber Barons).
Automatización, globalización, monopolización…
Con toda humildad Krugman agrega algo importante: “Yo no sé cuánto de la devaluación del trabajo se puede explicar por la tecnología o los monopolios, en parte porque ha habido tan poca discusión de lo que está sucediendo. Pienso que es justo decir que el cambio del ingreso proveniente del trabajo al del capital no ha entrado todavía en nuestro discurso nacional. Empero, este cambio está sucediendo, y tiene implicaciones de talla. Por ejemplo, hay un gran empuje, profusamente financiado para reducir la tributación fiscal de las corporaciones; ¿Es esto algo que realmente queremos que suceda cuando las ganancias están surgiendo a expensas de los trabajadores? O qué decir del empuje para reducir o eliminar los impuestos por herencia; ¿Si estamos retrocediendo a un mundo en el cual el capital financiero, y no la habilidad o la educación, determinan el ingreso, queremos realmente facilitar aún más la herencia de la riqueza? Como lo dije, esta es una discusión que apenas apunta, pero es tiempo de que comience, antes que los robots o los magnates ladrones conviertan nuestra sociedad en algo irreconocible” (Robots and Robber Barons).
Automatización, globalización, monopolización…
En agosto y noviembre del 2012 el analista
económico David Leonhardt, corresponsal en Washington para el New York Times
(3) abordó la cuestión de la caída de los salarios y el desempleo. En su
columna del 21 de agosto cita al economista Stephen Roach, quien opinó que en
Estados Unidos (EE.UU.) esos problemas se deben a varios factores: competencia
global; pobre desempeño de la educación; estancamiento en la innovación; impacto
de la automatización; desregulación y altos costos de los servicios de salud,
entre otros más.
En agosto y noviembre del 2012 el analista
económico David Leonhardt, corresponsal en Washington para el New York Times
(3) abordó la cuestión de la caída de los salarios y el desempleo. En su
columna del 21 de agosto cita al economista Stephen Roach, quien opinó que en
Estados Unidos (EE.UU.) esos problemas se deben a varios factores: competencia
global; pobre desempeño de la educación; estancamiento en la innovación; impacto
de la automatización; desregulación y altos costos de los servicios de salud,
entre otros más.
Roach,
economista de la “vieja escuela” que vigila tanto los indicadores económicos
como los sociales, y que en los últimos años se especializó en la economía de
China, destacó el impacto del “rápido crecimiento de las plataformas de
producción integradas globalmente (deslocalización de la producción y de las
cadenas de abastecimiento) que exprimió los ingresos salariales en todas las
etapas del proceso de producción”. En su columna del 24 de octubre Leonhardt
retoma el tema y escribe que en entrevistas con diversos economistas, “en el
tope de la lista” de las causas de la baja de salarios y el desempleo “está la
revolución digital, que permitió que las maquinas reemplazaran diversas formas
del trabajo humano, y la ola de globalización, que permitió que millones de
trabajadores con bajos salarios en todo el mundo compitieran con los
estadounidenses”, y añade que los trabajadores cuyas tareas pueden ser efectuadas
por computadoras, sea en las fabricas o en los comercios, han pagado un alto
precio: “el sector manufacturero estadounidense produce mucho más que antes de
1979, a pesar de que está empleando casi
40 por ciento menos de trabajadores”.
Dr. Economista Paul Krugman. Premio Nobel de Economía 2008.
En varias de
sus entradas en el blog, en diciembre pasado, Krugman
sigue adentrándose en el meollo de esta crisis estructural, la relación
entre capital y trabajo asalariado. El día 8 confesó que en la cuestión de la
desigualdad de los ingresos, “nuestros ojos han sido desviados del
capital/trabajo, por varias razones. No nos parecía crucial en la década de los
90 y no suficientes personas (incluyéndome a mí) dirigimos la mirada como para
notar que las cosas cambiaban. Esto tiene ecos del viejo marxismo –lo que no
debería ser una razón para ignorar los hechos, pero muy seguido lo es. Y
realmente tiene inconfortables implicaciones. Pero pienso que mejor es empezar
a prestar atención a esas implicaciones”. El 9 de diciembre elabora sobre la
tecnología y el poder de los monopolios, y las conclusiones de un estudio sobre
el rápido aumento de la concentración y el poder de las empresas de los
economistas Barry Linn y Philip Longman, lo cual resolvería –según Krugman- “la
aparente paradoja de las ganancias que aumentan rápidamente y las bajas tasas
de interés”.
La analista Izabella Kaminska (Blog de Alphaville,
Financial Times, 10-12-2012), retoma a Krugman, a Linn y Longman, y opina que
esto explicaría la realidad actual: Entonces los robots y el poder de la
tecnología están reduciendo la tasa de empleo natural. Pero en lugar de que
estemos subsidiando a aquellos que han perdido sus trabajos por la tecnología,
de manera a expandir el maná de riquezas que literalmente llueve sobre la
superficie de la tierra sin provocar desventajas físicas, las empresas están
usando su poder de monopolio para extraer rentas del capital que está creando
toda esa riqueza gratuita. El mismo día el economista Dean Baker (www.cepr.net
) apunta en su blog que la cuestión que plantea Krugman sobre la distribución
–de la riqueza social- “es extremadamente importante, tanto para los
trabajadores que no están viendo aumentar sus niveles de vida, como también
para la economía en su totalidad, puesto que la continua redistribución del
ingreso hacia arriba lleva necesariamente al estancamiento como resultado de
una demanda inadecuada”.
El 26 de diciembre, escribiendo sobre el
crecimiento económico (Is Grow Over?), Krugman dice que si por un momento
consideramos una especie de fantasioso escenario tecnológico, en el cual
podemos producir robots inteligentes y capaces de hacer todo lo que una persona
puede hacer, es claro que tal tecnología removería todos los límites en el PIB
per capita, en tanto no contamos a los robots entre los capitas. Todo lo que
uno necesita hacer es elevar el radio de robots respecto a los humanos, y
obtendríamos el PIB que deseamos () ¿Y qué pasaría con la gente? Una buena
pregunta. Las maquinas inteligentes quizás permitan elevar el PIB, pero también
reducen la demanda de personas, incluyendo las personas inteligentes. Entonces
estaríamos contemplando una sociedad que se vuelve cada vez más rica, pero en
la cual todo el aumento de la riqueza va a parar a los dueños de los robots.
El mismo día, en otra entrada (Capital-biased Technological Progress), el Nóbel de economía elabora sobre la competencia entre dos sistemas de producción, uno basado en la automatización y el otro en el trabajo manual, calcula la producción y el impacto sobre los salarios, y concluye en que es obvio que en relación al costo del capital (fijo) los salarios bajan, y en que es menos obvio, pero sin embargo verdad, que los salarios reales también deben caer en términos absolutos, y que –por lo tanto- eso permite ver qué significaría un capital inclinado al progreso tecnológico, y “cómo esto podría actualmente lesionar a los trabajadores”.
El mismo día, en otra entrada (Capital-biased Technological Progress), el Nóbel de economía elabora sobre la competencia entre dos sistemas de producción, uno basado en la automatización y el otro en el trabajo manual, calcula la producción y el impacto sobre los salarios, y concluye en que es obvio que en relación al costo del capital (fijo) los salarios bajan, y en que es menos obvio, pero sin embargo verdad, que los salarios reales también deben caer en términos absolutos, y que –por lo tanto- eso permite ver qué significaría un capital inclinado al progreso tecnológico, y “cómo esto podría actualmente lesionar a los trabajadores”.
El capitalismo cambia, pero su naturaleza
es siempre la misma.
La reflexión de Krugman –del 26 de diciembre- ya
tenía una respuesta de nada menos que Robert Skidelsky –economista e
historiador de la economía-quien en el primer párrafo de un artículo publicado
en junio del 2012 propone imaginar “un mundo en el cual la mayoría de la gente
trabajara solo 15 horas semanales. Todos recibirán un pago igual o quizás
superior al que reciben ahora, porque los frutos de su trabajo serian
distribuidos más equitativamente en la sociedad (4). En ese artículo Skidelsky
destaca que ya existen las condiciones para hacer realidad lo que había
avizorado John. M. Keynes en su escrito de 1930, “Las posibilidades económicas
de nuestros nietos” (4).
El “fantasioso” escenario de Krugman, la realista propuesta de Skidelsky y la anticipación de Keynes, están en buena medida contenidas en lo que Marx escribió entre 1857 y 1858, cuando avizora la inevitable consecuencia de la automatización de las fuerzas productivas industriales: “el robo de tiempo de trabajo ajeno, sobre el cual se funda la riqueza actual, aparece como una base miserable comparado con este fundamento, recién desarrollado, creado por la industria misma. Tan pronto como el trabajo en su forma inmediata ha cesado de ser la gran fuente de la riqueza, el tiempo de trabajo deja, y tiene que dejar, de ser su medida y por tanto el valor de cambio {deja de ser la medida} del valor de uso. El plustrabajo de la masa ha dejado de ser condición para el desarrollo de la riqueza social, así como el no-trabajo de unos pocos ha cesado de serlo para el desarrollo de los poderes generales del intelecto humano. Con ello se desploma la producción fundada en el valor de cambio, y al proceso de producción material inmediato se le quita la forma de la necesidad apremiante y el antagonismo. Desarrollo libre de las individualidades, y por ende no reducción del tiempo de trabajo necesario con miras a poner plustrabajo, sino en general reducción del trabajo necesario de la sociedad a un mínimo, al cual corresponde entonces la formación artística, científica, etc., de los individuos gracias al tiempo que se ha vuelto libre y a los medios creados para todos. El capital mismo es la contradicción en proceso, {por el hecho de} que tiende a reducir a un mínimo el tiempo de trabajo, mientras que por otra parte pone el tiempo de trabajo como única medida y fuente de la riqueza”.
El “fantasioso” escenario de Krugman, la realista propuesta de Skidelsky y la anticipación de Keynes, están en buena medida contenidas en lo que Marx escribió entre 1857 y 1858, cuando avizora la inevitable consecuencia de la automatización de las fuerzas productivas industriales: “el robo de tiempo de trabajo ajeno, sobre el cual se funda la riqueza actual, aparece como una base miserable comparado con este fundamento, recién desarrollado, creado por la industria misma. Tan pronto como el trabajo en su forma inmediata ha cesado de ser la gran fuente de la riqueza, el tiempo de trabajo deja, y tiene que dejar, de ser su medida y por tanto el valor de cambio {deja de ser la medida} del valor de uso. El plustrabajo de la masa ha dejado de ser condición para el desarrollo de la riqueza social, así como el no-trabajo de unos pocos ha cesado de serlo para el desarrollo de los poderes generales del intelecto humano. Con ello se desploma la producción fundada en el valor de cambio, y al proceso de producción material inmediato se le quita la forma de la necesidad apremiante y el antagonismo. Desarrollo libre de las individualidades, y por ende no reducción del tiempo de trabajo necesario con miras a poner plustrabajo, sino en general reducción del trabajo necesario de la sociedad a un mínimo, al cual corresponde entonces la formación artística, científica, etc., de los individuos gracias al tiempo que se ha vuelto libre y a los medios creados para todos. El capital mismo es la contradicción en proceso, {por el hecho de} que tiende a reducir a un mínimo el tiempo de trabajo, mientras que por otra parte pone el tiempo de trabajo como única medida y fuente de la riqueza”.
"La gran salida" a la crisis global, estructural, es POLÍTICA. Para ello los Nuevos Movimientos Sociales anti-globalización - juventud - la lucha sindical, la lucha y movilización de las comunidades históricas, los pueblos originarios y los Ciudadanos en General. !!! Pueblos y Ciudadanos del Mundo, UNÍOS, ante la crisis "final" del capitalismo financiero-especulativo.
*****
“Trabajar menos y ganar lo mismo”.
Marx define muy bien la insuperable contradicción
del capital, tal y como la vemos ahora en los países del capitalismo avanzado:
“Por un lado despierta a la vida todos los poderes de la ciencia y de la
naturaleza, así como de la cooperación y del intercambio sociales, para hacer
que la creación de la riqueza sea (relativamente) independiente del tiempo de
trabajo empleado en ella. Por el otro lado se propone medir con el tiempo de trabajo
esas gigantescas fuerzas sociales creadas de esta suerte y reducirlas a los
límites requeridos para que el valor ya creado se conserve como valor. Las
fuerzas productivas y las relaciones sociales –unas y otras aspectos diversos
del desarrollo del individuo social- se le aparecen al capital únicamente como
medios, y no son para él más que medios para producir fundándose en su mezquina
base. In fact, empero constituyen las condiciones materiales para hacer saltar a
esa base por los aires” (5).
Y seguidamente Marx cita un extraordinario y
anónimo panfleto de 1821: “Una nación es verdaderamente rica cuando en vez de
12 horas se trabajan 6. La riqueza no es disposición de tiempo de plustrabajo”
(riqueza efectiva) “sino de tiempo disponible, aparte el usado en la producción
inmediata, para cada individuo y toda la sociedad” (6).
Lo que Marx y otros pensadores desde comienzos del
siglo 19 avizoraron sobre el desarrollo del capitalismo industrial, sobre el
impacto de la eventual automatización de la producción para la reproducción del
capital –la inevitable reducción del trabajo asalariado, única fuente de la
plusvalía que debe ser realizada a través del consumo, que convierte los
valores de uso en valores de cambio y reproduce el capital-, la tendencia a la formación
de los monopolios y del capital ficticio que acompañan los saltos tecnológicos
en las fuerzas productivas, y de cómo en su desarrollo final el capital
invalidaría la creación del valor de cambio, y con ello su razón de ser, todo
esto es la realidad concreta y cotidiana en los países del capitalismo
avanzado.
Esto es reconocido, de una u otra forma, en
comentarios y análisis en los diferentes blogs y portales de economistas y
analistas económicos, particularmente en EE.UU. (7), pero lo que cabe destacar
es que tal preocupación no existe, y menos aun el comienzo de un debate de
ideas, en la esfera política de los “partidos de gobierno” o en la tecnocracia
que administra el sistema en EE.UU. o Europa, mientras que las empresas
privadas analizan la situación, reconocen los problemas pero elaboran
estrategias para mantener el control sobre el actual sistema (8).
Una visión que contempla los cambios ocurridos en
el modo de producción y su efecto en las relaciones de producción y de cambio,
y lo que representan como alternativas no capitalistas del manejo de la
economía, está germinando en grupos que proponen el “decrecimiento económico” y
el “ecosocialismo” como políticas para frenar el cambio climático y restablecer
los dañados o destruidos ecosistemas como resultado del desarrollo capitalista.
Por ejemplo, en la declaración de principios “Humanifeste du Parti communiste
français à l’aube du siècle qui vient », que el PCF discutirá en su próximo
congreso, hay un reconocimiento de la existencia de una crisis estructural, de
que la automatización es un gran problema bajo el capitalismo pero puede ser
una solución fuera del capitalismo
Por eso es importante este debate, que sin duda
deberá explorar todas las facetas de esta crisis, tanto económicas como
sociales, políticas y culturales, y que por lo tanto debe ser apropiado por los
cientistas sociales y las organizaciones políticas y sociales de los países del
capitalismo avanzado, donde se están experimentando las consecuencias de esta
crisis estructural y hay necesidad y condiciones para un cambio radical, un
cambio de civilización, como decía Marx.
En el tercer y último artículo, “La contrapartida
de esta crisis estructural en el capitalismo avanzado”, veremos la situación y
perspectivas en los países emergentes que conservaron (o adoptaron) el “papel
gestor” del Estado, y que mantuvieron su soberanía en los asuntos económicos,
sociales y políticos, y donde finalmente el capitalismo industrial –transnacional y
nacional- se instaló y está desarrollándose.
*****
La Vèrdiere,
Francia.
- Alberto Rabilotta es periodista argentino -
canadiense.
Notas
1.- ALAI, ¿Cómo interpretar la crisis y la realidad actual del capitalismo?
2.- Paul Krugman, The New York Times http://krugman.blogs.nytimes.com/
Blogs del 8 al 26 de diciembre 2012
1.- ALAI, ¿Cómo interpretar la crisis y la realidad actual del capitalismo?
2.- Paul Krugman, The New York Times http://krugman.blogs.nytimes.com/
Blogs del 8 al 26 de diciembre 2012
3.- David
Leonhardt,
http://economix.blogs.nytimes.com/2012/08/21/globalization-
4.- Ver “In Praise of Leisure”, 18 de junio 2012, de Robert Skidelsky, profesor e historiador de economía política, y Edward Skidelsky, conferencista de la Universidad de Exester, Gran Bretaña.
4.- Ver “In Praise of Leisure”, 18 de junio 2012, de Robert Skidelsky, profesor e historiador de economía política, y Edward Skidelsky, conferencista de la Universidad de Exester, Gran Bretaña.
5.- Karl
Marx, Elementos fundamentales para la critica de la economía política
(borrador) 1857-1858, Tomo 2, páginas 228-229 de la edición Siglo XXI Editores,
1971 (páginas 592-594 de la edición original en alemán de Dietz Verlag, 1953)
6.- La cita de Marx proviene de la página 5 de “The Source and Remedy of
the National Difficulties, Deduced from Principles of Political Economy in a
Letter to Lord John Russell”, panfleto politico no firmado de 1821.
7.- Por
ejemplo, ver Fabius Maximus (http://fabiusmaximus.com/tag/robot-revolution/), o
algunas contribuciones en EcoMonitor.com, entre otros portales más.
8.- Ver el informe de McKinsey Global Institute: Manufacturing the future.
8.- Ver el informe de McKinsey Global Institute: Manufacturing the future.
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