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JP Morgan y otros grandes
bancos se proponen crear, para el crédito ligado al comercio internacional,
productos estructurados comparables a los CDO de crédito
hipotecario basura (subprime). Conviene recordar que los Collateral Debt
Obligations (CDO) se diseñaron a partir de una mezcla de créditos hipotecarios
de distinta calidad. Los bancos que
confeccionaron los CDO tenían como objetivo deshacerse de créditos hipotecarios
mediante titulización (es decir, transformando un crédito en un título de
fácil reventa). JP Morgan quiere hacer lo mismo remplazando los créditos
hipotecarios por créditos a la exportación. JP Morgan fue quien a partir de 1994 comenzó la creación de los
precursores de los CDO. El mercado de créditos a la exportación representa diez
billones de dólares al año. JP Morgan
quiere convencer a los bancos que conceden créditos ligados al comercio
internacional para que coloquen esos créditos en un producto estructurado para
revenderlo como un CDO. El objetivo
oficial es aligerar el peso de los activos a fin de disminuir el efecto
palanca de forma que se pueda cumplir con las nuevas exigencias de las
autoridades en cuanto al aumento de fondos propios (ver la 6ª parte y los
Acuerdos de Basilea III). En realidad,
para JP Morgan y el resto de los grandes bancos que buscan innovar, se
trata de crear un apetito nuevo por un producto innovador en un mercado
importante y sacar provecho de ello. También aquí, si la estrategia de JP Morgan funciona, la probabilidad de provocar estragos
es elevada porque existe el riesgo de que se genere una nueva burbuja.
Una empresa grande como Nestlé
pudo emitir obligaciones a cuatro años por un importe de 500 millones de euros prometiendo un interés anual de
tan solo un 0,75%. Se trata de un caso excepcional, pero indica que hay un
fuerte desplazamiento hacia las obligaciones societarias. La demanda de títulos es tal, que, según JP
Morgan, la rentabilidad de los bonos de alto riesgo (bonos basura, o
junk bonds en inglés) estaba en caída libre durante el verano de 2012, pasando
de un 6,9% a un 5,4%. Si la tendencia continua, existe el riesgo de que los
inversores institucionales abandonen el mercado para buscar otro sector donde
conseguir una mayor rentabilidad. El
hambre de rentabilidad es tal que las empresas consiguen emitir bonos de
pago en especie (bonos PIK, Pay in Kind) que vivieron su momento de gloria
antes de 2006-2007 y se quedaron sin compradores hasta 2012. Se trata de un título con el que el pago de
intereses solamente se produce en el momento de la devolución del capital.
Evidentemente, la rentabilidad prometida es elevada, ¡pero se corre el gran riesgo de que la empresa que ha recibido el
capital ni sea capaz de devolverlo, ni se encuentre en condiciones de pagar
los intereses al vencimiento del contrato! Efectivamente, hay motivo para
preguntarse como prestamista si es
prudente conceder una suma de dinero a una empresa que no está en
condiciones de pagar los intereses antes de la finalización del contrato. De
nuevo, el hambre de rentabilidad y la disponibilidad de liquidez (gracias a los
préstamos de los bancos centrales) dan pie a un gran entusiasmo por este tipo de productos de
alto riesgo.
¿La nueva guerra mundial?. La guerra de las divisas.
***
Una de las principales causas de la
fragilidad de los bancos la constituyen sus actividades fuera de
balance que, en
algunos casos, pueden sobrepasar ampliamente el volumen oficial registrado en
sus balances. Los grandes bancos siguen creando y utilizando
entidades con fines especiales (Spécial Purpose Vehicles, MMF), que no son
consideradas como bancos y no están sometidas a la reglamentación bancaria (ya de por sí no muy estricta). Hasta
ahora, estas entidades específicas pueden operar sin ningún control o, en el
caso de los MMF, con un control muy suave, concediendo préstamos a los bancos o
realizando toda clase de actividades especulativas con multitud de derivados o
de activos físicos (materias primas, productos agrícolas) en el
mercado de futuros o en el mercado
extrabursátil (OTC), que no está regulado. La opacidad es total o casi
total. Los bancos no están obligados a declarar en sus cuentas las actividades
de entidades no bancarias creadas por ellos. Las actividades más peligrosas son las llevadas a cabo por los
llamados Special Purpose Vehicles
porque son las que pasan más inadvertidas. Si las pérdidas de una de estas
entidades la llevasen a la quiebra, los
acreedores forzarán al banco que la creó a que registre finalmente la pérdida
en sus cuentas, lo que podría engullir su capital y provocar su propia
quiebra (o bien que otro banco o los poderes públicos lo recompren, o bien que
los poderes públicos lo rescaten). Esto es lo que ocurrió después de 2008 con Lehman
Brothers, Merrill Lynch, Bear Stearn, el Royal Bank of Scotland, Dexia, Fortis
y varios bancos más.
/////
Eric Toussaint, Maestro de conferencias de la Universidad de Lieja, y miembro del Comité Científico de ATTAC. Francia.
***
LOS
BANCOS: Esos gigantes con pies de barro.
*****
Eric Toussaint
ARGENPRESS.info Martes 19 de febrero del 2013.
«Para facilitar la financiación, el aseguramiento y la inmediatez de las transacciones comerciales, el volumen de las transacciones financieras debía crecer aún más deprisa que el propio comercio. Se hacía necesario inventar formas de financiación completamente nuevas, desarrollar los derivados de crédito, bonos de titulización, compras de petróleo en el mercado de futuros y otras más, que hacen que el sistema comercial mundial funcione de forma mucho más eficiente. En muchos aspectos, la estabilidad aparente de nuestro comercio y de nuestro sistema financiero a escala mundial reafirman el sencillo principio enunciado por Adam Smith en 1776 y corroborado por la historia: el libre comercio de individuos que trabajan en interés propio conduce a una economía estable y en crecimiento» Alan Greenspan.
La innovación financiera
que Alan Greenspan
presentó como la panacea ha fracasado, provocando graves estragos económicos y
sociales, sin olvidar los ataques que tanto la dictadura de los mercados como
los dictados de la Troika europea
suponen para los derechos democráticos de los ciudadanos. Los tratados europeos
y la política específica de los sucesivos gobiernos menoscaban progresivamente
los derechos democráticos conquistados por los pueblos: el poder legislativo está
sometido al ejecutivo, el Parlamento Europeo es la hoja de parra de la Comisión
Europea, se respeta cada vez menos la elección de los votantes… Los gobiernos
se atrincheran tras los tratados para entonar desde allí la cantinela de Margaret Thatcher: no hay alternativa
(TINA, siglas de la expresión en inglés: There Is No Alternative) a la
austeridad y al pago de la deuda. Y mientras tanto, hacen todo lo posible para,
por un lado, socavar los derechos económicos y sociales conquistados en el
transcurso del siglo XX (ver la 3ª parte de esta serie), y para, por otro lado,
impedir que sobrevenga una nueva y mayor crisis del sector bancario. Sin
embargo, no toman ninguna medida apremiante seria para imponer una nueva
disciplina a los bancos y a otras instituciones financieras. Los bancos no han
saneado realmente sus cuentas desde 2007-2008. Aún peor, se muestran muy
diligentes en el desarrollo de nuevas
burbujas y en la fabricación de nuevos productos estructurados. En esta
parte de la serie, se pasa revista a las acrobacias que hacen los bancos para
financiarse, a su dependencia casi total de las ayudas públicas, a las burbujas
especulativas en evolución, a las innovaciones en materia de especulación
financiera, a los efectos desastrosos producidos por el sistema bancario
actual, en particular en lo referente a la crisis alimentaria, así como los
nuevos riesgos que corre la población por culpa de su forma de funcionar.
Problemas
de financiación a medio y largo plazo.
Consideremos
en primer lugar el tema de la financiación, es decir, teniendo en cuenta el
pasivo de los bancos. Los bancos tienen serios problemas. Los inversores
institucionales (fondos de pensiones, aseguradoras, bancos, fondos soberanos…) no confían en ellos, y dudan si comprar
las obligaciones (covered bonds) que los bancos emiten para financiarse a largo
plazo de forma estable. Y aunque algunos bancos como BNP Paribas y Société Générale (los dos mayores bancos franceses),
o incluso el BBVA (el segundo mayor banco en España), han conseguido vender obligaciones,
la cantidad total emitida en 2012 parece tan baja como en los años anteriores.
Según el Financial Times, sería incluso el peor año desde 2002.
Así
que, como en los mercados no encuentran suficiente financiación a largo plazo,
dependen de forma vital del crédito a 3 años concedido por el BCE por un
montante de un billón de euros a un interés del 1%, y de forma más general de
la activos líquidos que los poderes públicos de los países más industrializados
ponen a su disposición a través de los bancos centrales (empezando por la
Reserva Federal, el BCE, el Banco de Inglaterra, el Banco Nacional de Suiza y
el Banco Central Japonés).
Problemas
de financiación a corto plazo
Dejando
aparte los depósitos de sus clientes cuyo volumen no aumenta apenas por culpa
de la crisis, los bancos tienen que encontrar una gran parte de su financiación
en el corto plazo. Según el informe Liikanen, los grandes bancos europeos
necesitan siete billones para financiarse en el día a día. El montante de las deudas bancarias a muy
corto plazo ha aumentado mucho entre 1998 y 2007, pasando de un billón y medio
a seis billones. De 2010 a 2012 se ha mantenido en ¡siete billones! ¿Dónde
encuentran esta financiación a corto plazo? Ya no lo encuentran, o muy poco, en
el mercado interbancario porque los bancos desconfían demasiado unos de otros
como para prestarse dinero. Dependen entonces de los “Money Market Funds”
(MMF), que cuentan con 2,7 billones de dólares para operaciones a un día, cuya
disponibilidad varía a merced de la crisis en Europa. Los MMF cerraron el grifo a partir de junio de
2011 y lo reabrieron cuando el BCE realizó un préstamo de un billón. En
cualquier momento pueden volver a cerrar el grifo o restringir en gran medida el flujo. En tal caso, la fuente
más segura de financiación son otra vez los bancos centrales. En adelante, El
BCE presta dinero de forma masiva al 0,75% (interés en vigor desde mayo de
2012).
La
conclusión es clara: sin el préstamo de un billón a tres años, al que se suman
los préstamos habituales del BCE y de los bancos centrales del eurosistema (a
los que habría que añadir, por cierto, el Banco de Inglaterra y el Banco
Nacional de Suiza), un buen número de los grandes bancos europeos se verían
amenazados por la asfixia y la quiebra. Es una prueba adicional de que los
bancos no han saneado sus cuentas. Tienen que financiarse a corto plazo de
forma masiva, mientras que en lo que respecta a sus activos, poseen productos
con plazo de vencimiento largo cuyo valor es completamente aleatorio. En muchos
casos, el valor de los activos registrado en el balance no se concretará al
vencimiento del contrato y los bancos tendrán que registrar una pérdida que
ponga en riesgo todo su capital propio.
No
hay financiación a través de la Bolsa.
La
vía de captación de capital a través de la Bolsa también se encuentra atascada.
El precio de las acciones de los bancos se ha divido por cinco de media desde
2007 (ver tabla adjunta). Los inversores institucionales (aseguradoras, fondos
de pensiones, otros fondos de inversión, bancos...) tienen grandes dudas a la
hora de comprar acciones de sociedades que atraviesan, todas ellas,
dificultades. Es además una prueba adicional de la distancia abismal que hay
entre el funcionamiento teórico del capitalismo según sus promotores y la realidad.
En teoría, la Bolsa debe permitir la captación de capital a largo plazo (se
considera que las acciones son inversiones a largo plazo que deben conservarse
al menos ocho años) para las empresas que cotizan en ella. De hecho no funciona
así, porque la Bolsa ha dejado hace tiempo de ser el lugar donde las empresas
se financian para convertirse en un espacio de pura especulación. Por esta
razón los bancos necesitan una recapitalización financiera a través de los
poderes públicos.
Por otra parte, siempre según la teoría, otra función de la Bolsa es indicar el valor real de las empresas mediante la evolución del precio de sus acciones. Desde este punto de vista, la caída media del 80% del valor bursátil de los bancos constituye un diagnóstico muy molesto para sus directores y para los propagandistas del sistema capitalista.
Podemos añadir que los bancos utilizan una parte de la liquidez que ponen a su disposición los bancos centrales para recomprar sus propias acciones. Esta medida tiene dos objetivos: intentar impedir que continúe la caída de la cotización por una parte y remunerar a los accionistas por otra.
Por otra parte, siempre según la teoría, otra función de la Bolsa es indicar el valor real de las empresas mediante la evolución del precio de sus acciones. Desde este punto de vista, la caída media del 80% del valor bursátil de los bancos constituye un diagnóstico muy molesto para sus directores y para los propagandistas del sistema capitalista.
Podemos añadir que los bancos utilizan una parte de la liquidez que ponen a su disposición los bancos centrales para recomprar sus propias acciones. Esta medida tiene dos objetivos: intentar impedir que continúe la caída de la cotización por una parte y remunerar a los accionistas por otra.
Bancos
financiados con el dinero del narcotráfico.
Otra
fuente de financiación de los bancos proviene del dinero del narcotráfico. El
26 de enero de 2009, Antonio María Costa, Director de la Oficina de Naciones
Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), declaró a la revista austriaca en
línea profil.at que algunos créditos interbancarios se habían financiado
recientemente «con dinero procedente del narcotráfico y otras actividades
ilícitas». Últimamente, en diciembre de 2012, el HSBC (Reino Unido, segundo
banco mundial en cuanto a activos) aceptó pagar una multa récord de 1.920
millones a las autoridades
estadounidenses para que archivasen las diligencias en su contra precisamente por blanqueo de dinero que le habían
confiado los cárteles mexicanos de la droga.
La guerra de las divisas?.
***
Bombas
de relojería en los activos de los bancos europeos y estadounidenses.
Como
se indica más arriba, los bancos tienen entre sus activos una gran cantidad de
productos financieros que constituyen auténticas bombas de relojería cuyo
detonador ya ha empezado a correr.
En
Europa, ¡no se han pagado el 70% de los bonos de titulización hipotecaria sobre
inmuebles comerciales (CMBS) que vencieron en 2012 ! Se trata de productos
creados entre 2004 y 2006, justo antes de que estallara la crisis de las
hipotecas basura (subprime), con vencimiento entre 2012 y 2014. Según la
agencia de calificación Fitch, solamente se han pagado 24 de los 122 CMBS con fecha
de vencimiento en los primeros once meses de 2012. En 2013-2014, los contratos
que llegan a vencimiento representan un importe de 31.900 millones de euros. En
2012, JP Morgan, el mayor banco de Estados Unidos, ha perdido 5.800 millones de
dólares en este mercado en Europa a través de su oficina en Londres y por las
iniciativas desafortunadas de uno de sus jefes apodado la Ballena. ¡Esto no
impide al Deutsche Bank y al Royal Bank of Scotland volver a crear nuevos CMBS
para el mercado europeo! ¿Por qué se lanzan estos bancos a este tipo de
operaciones? Porque el alto riesgo que conllevan se traduce en una rentabilidad
netamente superior a la de otros títulos o a la de otros productos. Tema para
seguir de cerca.
En los balances de los bancos de Europa y de los Estados Unidos todavía hay billones de dólares en bonos de titulización hipotecaria (MBS, mortgage backed securities), en particular MBS de alto riesgo, o de otras categorías de bonos de titulización de activos (ABS, asset backed securities). Los bancos que intentan deshacerse de ellos normalmente no lo consiguen, a no ser que asuman una pérdida muy importante. A finales de diciembre de 2011, los MBS se vendían al 43% de su valor pero había muy pocos compradores. Los bancos son sistemáticamente discretos en lo que respecta al volumen exacto de MBS que todavía están incluidos en sus balances, y lo son todavía más en cuanto a los productos no registrados en los mismos.
En los balances de los bancos de Europa y de los Estados Unidos todavía hay billones de dólares en bonos de titulización hipotecaria (MBS, mortgage backed securities), en particular MBS de alto riesgo, o de otras categorías de bonos de titulización de activos (ABS, asset backed securities). Los bancos que intentan deshacerse de ellos normalmente no lo consiguen, a no ser que asuman una pérdida muy importante. A finales de diciembre de 2011, los MBS se vendían al 43% de su valor pero había muy pocos compradores. Los bancos son sistemáticamente discretos en lo que respecta al volumen exacto de MBS que todavía están incluidos en sus balances, y lo son todavía más en cuanto a los productos no registrados en los mismos.
Los
CLO, otro producto estructurado confeccionado en los prolegómenos de la crisis
de las subprime, provocan inquietud al atraer a bancos europeos particularmente
agresivos, como el Royal Bank of Scotland, al terreno de las altas
rentabilidades asociadas con la toma de riesgos. CLO significa collateral loans
obligations. Los CLO se vendieron para proporcionar dinero a los inversores que
querían comprar empresas endeudándose y recurriendo al máximo al efecto palanca
(es lo que se conoce como LBO). Estos CLO llegan a su fecha de vencimiento y
quienes los tienen se preguntan cómo van a conseguir reembolsarlos. El mercado
de los CLO en Europa sufre de anemia extrema pero ha vuelto a despegar en los
Estados Unidos, donde en 2012 se hicieron ventas por valor de 39.000 millones
de dólares. Algunos bancos europeos los compran porque, dado el riesgo que
suponen, la rentabilidad es elevada. Cuidado con la caja.
Se preparan nuevas bombas.
JP Morgan y otros grandes bancos se proponen
crear, para el crédito ligado al comercio internacional, productos
estructurados comparables a los CDO de crédito hipotecario basura (subprime).
Conviene recordar que los Collateral Debt Obligations (CDO) se diseñaron a
partir de una mezcla de créditos hipotecarios de distinta calidad. Los bancos
que confeccionaron los CDO tenían como objetivo deshacerse de créditos hipotecarios
mediante titulización (es decir, transformando un crédito en un título de fácil
reventa). JP Morgan quiere hacer lo mismo remplazando los créditos hipotecarios
por créditos a la exportación. JP Morgan
fue quien a partir de 1994 comenzó la creación de los precursores de los CDO.
El mercado de créditos a la exportación representa diez billones de dólares al
año. JP Morgan quiere convencer a los bancos que conceden créditos ligados al
comercio internacional para que coloquen esos créditos en un producto estructurado
para revenderlo como un CDO. El objetivo oficial es aligerar el peso de los
activos a fin de disminuir el efecto palanca de forma que se pueda cumplir con
las nuevas exigencias de las autoridades en cuanto al aumento de fondos propios
(ver la 6ª parte y los Acuerdos de Basilea III). En realidad, para JP Morgan y
el resto de los grandes bancos que buscan innovar, se trata de crear un apetito
nuevo por un producto innovador en un mercado importante y sacar provecho de
ello. También aquí, si la estrategia de JP Morgan funciona, la probabilidad de
provocar estragos es elevada porque existe el riesgo de que se genere una nueva
burbuja.
La especulación con las divisas.
Igualmente,
los bancos son los principales actores en el mercado de divisas. Mantienen una
inestabilidad permanente en los tipos de cambio. Alrededor de un 98% de los
cambios de divisas se hacen con fines especulativos. Solamente el 2% de las
transacciones diarias con divisas tienen que ver con inversiones, con el
comercio de mercancías y servicios asociados a la economía real, con remesas,
créditos o con devoluciones de deuda… El volumen diario de transacciones en el
mercado de divisas oscila entre ¡tres y cuatro billones de dólares! Los bancos,
de igual forma, apuestan fuertemente por los derivados de divisas, que pueden
provocar pérdidas considerables, por no hablar del perjuicio causado a la
sociedad por la inestabilidad de las monedas.
Hace ya más de treinta años, James Tobin, antiguo consejero de John F. Kennedy, propuso echar arena, aunque solo fuese unos granos, en los engranajes de la especulación internacional. A pesar de los discursos grandilocuentes de algunos jefes de estado, la lacra de la especulación con las divisas se ha agravado. El lobby de los banqueros y de otros inversores institucionales ha conseguido que no entre ni un grano de arena que pudiese perturbar sus actividades destinadas a obtener beneficios. La decisión tomada en enero de 2013 por once gobiernos de la zona euro de imponer una tasa sobre las transacciones financieras por una milésima parte de su importe es totalmente insuficiente.
Hace ya más de treinta años, James Tobin, antiguo consejero de John F. Kennedy, propuso echar arena, aunque solo fuese unos granos, en los engranajes de la especulación internacional. A pesar de los discursos grandilocuentes de algunos jefes de estado, la lacra de la especulación con las divisas se ha agravado. El lobby de los banqueros y de otros inversores institucionales ha conseguido que no entre ni un grano de arena que pudiese perturbar sus actividades destinadas a obtener beneficios. La decisión tomada en enero de 2013 por once gobiernos de la zona euro de imponer una tasa sobre las transacciones financieras por una milésima parte de su importe es totalmente insuficiente.
La
negociación de alta frecuencia.
La
negociación de alta frecuencia (high frequency trading en inglés) permite
colocar órdenes en el mercado en 0,1 milisegundo (es decir, ¡en la diezmilésima
parte de un segundo!). El proyecto de ley para regulación y separación de
actividades bancarias («Loi de régulation et de séparation des activités
bancaires» es su nombre en francés), presentado el 19 diciembre de 2012 en la
Asamblea Nacional francesa por Pierre Moscovici, ministro de Economía y
Finanzas, contiene una descripción interesante de la negociación de alta
frecuencia: «El trading de alta frecuencia es una procedimiento de negociación delegado a ordenadores regidos por
algoritmos informáticos que combinan la extracción de la información de
mercado, su análisis y la colocación de órdenes a una frecuencia cada vez
mayor. De esta forma pueden enviar a las plataformas bursátiles hasta varios
miles de órdenes por segundo, contribuyendo ocasionalmente a su saturación. Los
riesgos son elevados en caso de que errores en el código provoquen una
aberración en los movimientos financieros (fueron el origen de la situación que
casi llevó a la quiebra al Knight Capital Group en agosto de 2012, por
ejemplo). En 2011, el Trading de Alta Frecuencia representaba más del 60% de
las órdenes sobre acciones colocadas en la bolsa de París, de las cuales sólo
alrededor del 33% se tradujeron en una transacción».
La
negociación de alta frecuencia está claramente vinculada a una actuación
especulativa: manipular los mercados financieros a fin de influir en los
precios y conseguir con ello un beneficio. Las principales técnicas de
manipulación están catalogadas por los especialistas. El denominado Quote
stuffing consiste en inflar la cotización con órdenes completamente inútiles a
fin de forzar a la competencia a analizar esas miles de órdenes. Se trata de
ralentizar a los competidores confundiéndoles. El sistema que emite estas
órdenes las ignora, y de todas formas no se ejecutarán, exceptuando los mejores
pares compra/venta. Esto puede suponer una ventaja en situaciones en las que
cada milisegundo cuenta. Si quieren vender un paquete de acciones al mayor
precio posible, los corredores de alta frecuencia pueden utilizar la técnica llamada
Layering. Se trata de colocar una serie de órdenes de compra hasta un
determinado nivel para ir creando de esta forma capas (layers) de órdenes. Una
vez se completa el nivel, la estrategia consiste en vender masivamente y anular
al mismo tiempo todas las órdenes de compra restantes que se habían colocado.
La idea del layering se apoya en la esperanza de que otros participantes,
atraídos por el diferencial, acudan a completar el libro de pedidos en el lado
de compra, y después sorprenderles invirtiendo la tendencia .
El 6 de mayo de 2010, la
Bolsa de Wall Street
vivió un «flash crash» típicamente provocado por la negociación de alta
frecuencia que comprendía en particular una operación de Quote stuffing. Ese día, el índice Dow Jones perdió alrededor de
998,52 puntos (antes de volver a ganar 600) entre las 14h42 y las 14h52. Una
bajada de 9,2% en el período de 10 minutos no tenía precedente histórico. Este
incidente destapó la trascendencia de la negociación de alta frecuencia, que
representa grosso modo dos tercios de las transacciones bursátiles en Wall
Street.
En
el futuro se producirán sin duda más accidentes de este tipo. Los grandes
bancos que recurren activamente a la negociación de alta frecuencia se oponen a
su prohibición o a que sea sometida a un control estricto bajo pretexto de mantener la mayor fluidez posible en los
mercados financieros.
Walls Street ¿Un gigante con pies de barro?. El rally no tiene suficiente.
***
La negociación por cuenta propia.
La
negociación por cuenta propia de los bancos, llamado «proprietary trading» en el argot de las finanzas
anglosajonas, es de capital importancia para ellos. Esta actividad les
proporciona una gran parte de sus ingresos y de sus beneficios pero conlleva
riesgos muy significativos. Este tipo de negociación consiste en utilizar los
recursos del banco (fondos propios, depósitos de clientes, créditos), para
tomar posiciones (de compra o de venta) en los distintos mercados financieros:
acciones, tipos de interés, divisas, mercados de derivados, futuros u opciones
sobre estos instrumentos, mercados de futuros de materias primas y productos
agrícolas (incluidos los alimentos), mercado inmobiliario. Es una actividad
claramente especulativa porque de lo que se trata es de aprovecharse de las
variaciones de los precios a corto plazo, provocadas en gran medida por sus
propias actuaciones. Un ejemplo de este tipo de actividades especulativas lo
proporciona la pérdida de 4.900 millones de euros registrada en 2008 por Société Générale como
consecuencia de los manejos de uno de sus agentes, Jérôme Kerviel, que había
tomado posiciones por valor de cerca de 50.000 millones de euros. En el caso de
los sinsabores de JP Morgan, la Ballena
de Londres, responsable de su departamento de «proprietary trading», había
comprometido fondos del banco por un importe de 100.000 millones de dólares.
Las cantidades puestas en juego por los bancos en el caso del «proprietary
trading» son tales que las pérdidas que pueden
generar suponen una amenaza para su propia supervivencia.
La venta en corto, una práctica especulativa más.
La
venta en corto (short-selling en inglés) consiste en vender un título sin estar
en posesión de él en el momento de la venta, pero con la intención de comprarlo
posteriormente, antes de entregárselo al comprador. Para el Banco de Francia: «Se puede dividir esta
práctica en dos categorías:
•
el covered short-selling (venta en corto cubierta): se trata del caso en que el
vendedor toma prestado el título a cuya venta se ha comprometido antes de
realizar la operación de venta en corto (o bien ha llegado a un acuerdo que le
asegura que podrá tomar prestado el título). Realiza la venta del título que ha
tomado en préstamo y se compromete a entregar un título de la misma naturaleza
al prestamista;
•
el naked short-selling o uncovered short-selling (venta en corto descubierta):
se trata del caso en que el vendedor ni tiene el título en préstamo, ni tampoco
ha llegado a un acuerdo que le garantice el préstamo antes de la venta del
título en cuestión. Por lo tanto, el vendedor deberá comprar un título idéntico
que pueda entregar al comprador».
Según la Federación
Bancaria Francesa,
«el mecanismo de venta en corto es útil para el buen funcionamiento de los
mercados.(…) Aumenta de esta forma la liquidez del mercado » ¡Ver para creer!
Dubai, un gigante con pies de barro.
***
¿Quién utiliza la venta en corto y por qué?
Un
gran número de participantes en los mercados ponen en práctica la venta en
corto, entre ellos los bancos, los hedge funds, los gestores de fondos
tradicionales (fondos de pensiones, compañías de seguros…). Es una actividad
puramente especulativa: el banquero que recurre a ellos, o cualquier otro inversor
institucional, prevé una bajada del precio del título vendido. Si en el momento
de la entrega del título su previsión resulta acertada, lo comprará a un precio
inferior al precio de venta y conseguirá de esa forma un beneficio financiero.
Este tipo de prácticas contribuye a la inestabilidad de los mercados. Durante el verano de 2011, la venta en corto
amplificó la caída brutal de la cotización de las acciones bancarias. Se
entiende entonces por qué, por distintas razones, se debería simple y llanamente
prohibir estas actividades.
El
efecto de palanca.
Debido
a la utilización sistemática del efecto de palanca, los fondos propios son muy
bajos en relación a los compromisos a los que tienen que hacer frente. Por otra
parte y desde su punto de vista, este es el objetivo buscado: tener la menor
cantidad de fondos propios en relación proporcional al balance. En efecto,
incluso si el beneficio global es bajo calculado en porcentaje sobre los
activos, puede dar lugar a un rendimiento elevado en relación a los fondos
propios si estos son reducidos. Supongamos un beneficio de 1.200 millones de
euros para un volumen de activos de 100.000 millones. Esto supone un beneficio
del 1,2%. Sin embargo, si los fondos propios ascienden a solo 8.000 millones de
euros, el beneficio representa entonces el 15% de rentabilidad respecto a los
fondos propios. Si luego el banco emplea el efecto de palanca y acude a los
mercados para conseguir un préstamo de 200.000
millones, el volumen de activos pasa a 300.000 millones, pero los fondos
propios no han aumentado, siguen siendo 8.000 millones, y sin embargo el pasivo
ha aumentado con los 200.000 millones de nuevo endeudamiento. Supongamos que la
banca opera con el mismo rendimiento porcentual que antes de aumentar su endeudamiento,
digamos un 1,2%, lo que nos da un valor de 3.600 millones de euros. Comparando
esta cifra con los fondos propios por valor de 8.000 millones, tenemos un
rendimiento del 45% respecto a los fondos propios. Esta es la razón fundamental
para aumentar el efecto de palanca a través del endeudamiento.
Ya
habíamos visto en las partes 2ª y 4ª
de esta serie cómo pérdidas en apariencia insignificantes pueden acarrear una
quiebra fulminante y la necesidad de un rescate. En el ejemplo teórico mostrado
más arriba, una pérdida de 8.000 millones de los 300.000 millones en activos
totales (es decir, una pérdida del 2,66%) haría desaparecer el capital y
provocaría la quiebra. Esto es lo que les sucedió a Lehman Brothers, a Merrill Lynch, al Royal Bank of Scotland, etc. El FMI, en su Informe sobre la
estabilidad financiera mundial publicado en octubre de 2012, estima que el
efecto de palanca de los bancos europeos era de 23, pero a la vez precisa que
esta estimación no tiene en cuenta los derivados. Se trata de una relación
entre los activos tangibles (sin los
derivados) y los fondos propios. ¡La proporción de 23 a 1 es entonces
enormemente elevada! El efecto de palanca real es aún más importante porque los
bancos tienen tanto deudas como activos fuera del balance (en particular
derivados por una cuantía muy elevada).
Conclusión: Los
grandes bancos siguen jugando con fuego porque están convencidos de que los
poderes públicos van a acudir a socorrerlos siempre que lo necesiten. En su
camino no encuentran ningún obstáculo serio por parte de las autoridades (este
aspecto se tratará en la 6ª parte de esta serie). Paralelamente, su
comportamiento les lleva una y otra vez al borde del abismo. A pesar de su
campaña de comunicación para granjearse de nuevo la confianza del público, no
muestran ninguna voluntad de adoptar otra lógica que la de la consecución
inmediata del máximo beneficio y del máximo poder para poder influir en las
decisiones de los gobernantes. Su fuerza surge de la decisión de los
gobernantes actuales de dejarles hacer a voluntad. Para la galería queda el
tono de moralina que éstos adoptan al referirse a los bancos para pedirles que
sean responsables y menos avariciosos con las bonificaciones y otras formas de
remuneración.
Lo que Karl Marx escribía en El
Capital en 1867 en relación a los bancos, sigue siendo de aplicación hoy en
día: «Desde el momento de su nacimiento,
los grandes bancos, acicalados con títulos nacionales, no eran sino sociedades
de especuladores privados que cooperaban con los gobiernos y que, gracias a los
privilegios que éstos les otorgaban, estaban en condiciones de adelantarles
dinero».
La capacidad que tienen
los bancos de causar perjuicios es colosal. Es hora
ya de que quienes todavía creen sinceramente que es posible que exista una
banca capitalista diferente abran los ojos y tomen conciencia de que se trata
de una quimera. Es necesario conseguir que el sector bancario en su integridad
deje de estar en manos de los capitalistas (sin abonarles indemnización alguna)
y convertirlo en un servicio público controlado por los usuarios, por las
trabajadoras y los trabajadores del sector y por los movimientos ciudadanos. Es la única forma
de garantizar el respeto íntegro de las obligaciones de un servicio público de
ahorro y de crédito que vele por el bien común.
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Traducido por Verónica
Lasarte Prieto y revisado por Fernando Lasarte Prieto
Eric Toussaint, maestro de conferencias de la
Universidad de Lieja, es presidente del CADTM Bélgica (Comité para la Anulación
de la Deuda del Tercer Mundo, www.cadtm.org) y miembro del comité científico de
ATTAC Francia. Ha escrito, junto con Damien Millet, AAA. Audit Annulation Autre
politique, (AAA - Auditoría, Anulación, Alternativas políticas), Editorial
Seuil, París, 2012.
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