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LA CRISIS DE LOS REFUGIADOS.
LA CRISIS DE LOS REFUGIADOS.
Noam Chomsky.- En
algunos países existe una verdadera crisis de refugiados. En Líbano, por
ejemplo, donde al menos un cuarto de la población total consiste en refugiados
de Siria, una ola de refugiados que le siguió a otra desde Palestina e Irak.
Otros países de la región, pobres y golpeados por los conflictos, también han
debido dar refugio a inmensas cantidades de personas. Entre ellos Jordania y la
misma Siria, antes de que se hundiese en un suicidio colectivo.
Sin
embargo, los países que han sobrevivido a la crisis de los refugiados no son
aquellos que han tenido alguna responsabilidad en la creación de la crisis. El
actual fenómeno de los refugiados es, en gran medida, consecuencia de las
acciones de los países ricos y poderosos, esos mismos que ahora lloriquean por
el terrible peso que les producen unas pocas víctimas de la miseria, a las que
fácilmente podrían echar una mano abriéndole las puertas.
La
conocida invasión de Irak por parte de Estados Unidos y Gran Bretaña produjo el
desplazamiento de cuatro millones de seres humanos, de los cuales la mitad
huyeron a los países vecinos. Los iraquíes continúan huyendo de su propio país,
un país que ahora es uno de los más miserables sobre la Tierra después de una
década de sanciones criminales seguidas de la masacre de los ricos y poderosos
que devastaron y arruinaron el país y, por si fuese poco, iniciaron un
conflicto sectario que ahora está destrozando el país y la región en mil
pedazos.
La
crisis humanitaria.- Miles llegan a las costas de la "vieja" Europa,
en un clima de guerra, pero cientos mueren en alta mar, víctimas del tráfico de
piratas y barcazas inservibles y llenas de cientos de inmigrantes que salen
huyendo de la guerra. La Globalización de la indiferencia, es la
respuesta sin nombre a la "globalización del sufrimiento" de los
responsables políticos, los mismos que intervinieron sus países militarmente,
con el cuento de la "democracia".
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No hay necesidad de volver a revisar el conocido rol que jugó Europa en África, que es de donde provienen las otras olas de refugiados, los que ahora deben pasar por el embudo creado por los bombardeos de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos sobre Libia, acciones que no solo destruyeron el país sino que además lo dejó en manos de milicias que ahora se combaten unas a otras.
Tampoco
es necesario volver a recordar el historial de Estados Unidos en América
Central, el que produjo terroríficas cámaras de exterminación de las cuales la
gente ha intentado escapar desesperada, uniéndose ahora también a las víctimas
mexicanas del Tratado de Libre Comercio que virtualmente destruyó la
agricultura en ese país, haciéndola inviable en una abierta competencia con la
producción de los conglomerados agrícolas estadounidenses, fuertemente
subsidiados por el gobierno federal.
La
reacción de uno de los ricos y poderosos, Estados Unidos, es presionar a México
para mantener alejadas de su frontera a sus propias víctimas, enviándolas de
regreso sin misericordia en aquellos casos en que la víctimas logran evadir los
controles. La reacción del otro rico y poderoso, la Unión Europea, consiste en
chantajear y presionar a Turquía para que mantenga a los sobrevivientes lejos
de sus fronteras y arree como ganado aquellos que logren escapar del horror
hacia campamentos donde son tratados con brutalidad.
Entre
los ciudadanos hay honrosas excepciones. Sin embargo, la reacción de los
gobiernos es una desgracia inmoral, aun dejando de lado sus responsabilidades
en la creación de las circunstancias que han llevado a toda esa gente a huir de
sus tierras para salvar sus vidas.
Toda
esta vergüenza no es algo nuevo. Basta con considerar solo el caso de Estados
Unidos, el país más poderoso y privilegiado de la tierra, rodeado de ventajas
incomparables. A lo largo de su historia les dio la bienvenida a los refugiados
europeos para que se asentaran en sus tierras, aquellas tierras que antes
habían sido tomadas con brutalidad, eliminando a las naciones nativas que antes
las ocupaban. Todo eso cambió con la ley de inmigración de 1924, diseñada para
excluir a judíos e italianos. No es necesario entrar en detalles. Aún después
de la guerra, se les negó la entrada a aquellos sobrevivientes que todavía
permanecían en campos de concentración. Ahora los gitanos están siendo
expulsados de Francia hacia condiciones desesperantes en la Europa del Este, es
decir, están expulsando a los descendientes de las víctimas del holocausto, si
es que a alguien le importa.
La
vergüenza persiste y no tiene límites. Sin duda, el tiempo para ponerle un
punto final a todo eso ha llegado, sin el cual no podremos nunca alcanzar un mínimo de decencia
y de civilización. Página /12 jueves 2 de junio del 2016. Traducción de Jorge Majfud.
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La alcaldesa de París, Anne
Hidalgo, intenta desde hace meses desmarcarse de las políticas de Hollande.
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PARÍS CREARÁ
UN CENTRO DE REFUGIADOS.
La Alcaldesa ANNE HIDALGO dijo que “Francia no está a la altura de la crisis”-
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Para poner fin a los precarios
campamentos a los que la alcaldesa Hidalgo calificó de “indignos”, el gobierno
municipal anunció que planea dar una respuesta concreta al flujo migratorio. La
funcionaria dijo que el Estado será un socio en el proyecto.
Página /12 jueves 2 de junio del 2016.
Ante
el drama de los migrantes, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, anunció ayer su
intención de crear un campo de refugiados en la capital francesa, donde las
autoridades desmantelan regularmente campamentos ilegales. “Hoy Europa no está
a la altura de la crisis humanitaria de refugiados. Nuestro país tampoco.
Nosotros instalaremos un campo humanitario según las normas de la ONU en París
para hacer frente a la urgencia de la situación”, explicó la alcaldesa
socialista quien, desde hace meses, intenta desmarcarse del ejecutivo de
Hollande, con records de impopularidad.
“Quiero
que el Estado sea un socio” en la construcción de un campo de refugiados en
París, aseguró Hidalgo, citada por el portal de noticias local de la revista Le
Nouvel Observateur. Otros socios del proyecto y los encargados de gestionar el
campo serían las ONG Emmanus, France Terre d’Asile y Aurore. “La idea es que no
veamos más campos indignos” y que “las personas que llegan sin nada no se vean
obligadas a ir debajo del subte”, agregó la funcionaria. Fuentes cercanas a la
alcaldesa dijeron a Le Nouvel Observateur que el campo de refugiados se
ubicaría dentro de la ciudad de París, en el norte, en el barrio 18, y
albergaría entre 500 y 1000 personas que “hoy viven de forma indigna en las
afueras de la capital”.
Para
los migrantes sirios, iraquíes o procedentes del Cuerno de África, Francia es
sobre todo una zona de tránsito para llegar a Gran Bretaña. Sólo se registraron
80.000 solicitudes de asilo en 2015, frente al millón en Alemania. Aunque
Francia no se encuentra en primera línea de la crisis de refugiados que
atraviesa a Europa, París se ve confrontado desde hace más de un año “a un
flujo migratorio sin precedentes”, según el ayuntamiento. Las autoridades
desmantelan regularmente campamentos provisionales por razones de seguridad y de
salubridad. Sus residentes son enviados a centros de acogida temporales. Poco
tiempo después, vuelven para crear otro campamento.
Para
poner fin a esos campamentos, la alcaldesa anunció la creación de un campamento
de refugiados que siga las normas internacionales, con un mínimo de sanitarios
por persona. Será parecido al único campamento de este tipo existente en
Francia, creado en marzo en Grande-Synthe (norte), con el apoyo de la ONG
Médicos Sin Fronteras (MSF). El espacio no verá la luz antes de un mes. El
terreno, cuya ubicación todavía no está fijada, deber ser “suficientemente
amplio para acoger a varios cientos de personas’’, agregó Hidalgo, sin dar más
detalles.
El
gobierno francés quiere evitar que los migrantes se reagrupen en un mismo lugar
y tiene la intención de repartirlos por todo el territorio. Asimismo, el
ejecutivo dio la orden a finales de febrero pasado de desalojar y destruir
todas las casillas del principal campo de refugiados improvisado en esa
potencia europea, Calais, en el norte del país. Inmediatamente empezó a crecer
otro campo de refugiados al noreste de allí, en Grande-Synthe, cerca de la
frontera con Bélgica. A diferencia de Calais, esa comunidad decidió mejorar las
condiciones de ese campo y evitar una crisis humana y política como la que aún
se vive en Calais.
De
hecho, a sólo tres meses del desalojo masivo de finales de febrero, nuevamente
más de 7.000 personas viven en carpas improvisados en Calais. En Grande-Synthe,
la administración Hollande se opuso a la iniciativa del alcalde ecologista de
esta localidad, que impulsó la creación del campamento después de que 1.500
personas se instalaran en una zona empantanada de la ciudad.
El
anuncio de París se conoció apenas días después de que más de mil refugiados y
migrantes murieran en el Mediterráneo, no muy lejos de la costa libia,
intentando llegar al sur de Italia para construir una nueva vida en Europa,
según informó ayer la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
El
proyecto coincidió con la reapertura del tren que solía cruzar la frontera
entre Grecia y Macedonia, hasta que este último país cerró el paso y dejó
varados a decenas de miles de refugiados, muchos de los cuales improvisaron
allí mismo un campo sin infraestructura, en el medio del barro. Esos refugiados
se instalaron en las vías del tren regional y bloquearon su paso durante más de
dos meses. Ayer, tras el desalojo de la policía griega al llamado campo de
refugiados de Idomeni, el servicio ferroviario volvió a funcionar.
Hasta
hace sólo unos meses esta frontera era una parte central de la llamada ruta de
los Balcanes, que utilizaron más de un millón de refugiados el año pasado para
subir desde Turquía hasta el norte más rico de Europa.
Los
refugiados, especialmente que escapaban de la guerra en Siria y el continuo
conflicto en Afganistán, entraban al continente desde Turquía, cruzaban en
gomones unas 10 millas del Mar Egeo hasta Grecia y luego continuaban a través
de los países balcánicos hasta alcanzar Hungría, luego Austria y, finalmente,
Alemania y los estados nórdicos.
Tras
un breve paréntesis de unas semanas en septiembre pasado, cuando todos los
estados europeos abrieron sus fronteras, ofrecieron sus trenes y colectivos, y
recibieron con emoción a cientos de miles de refugiados de Medio Oriente y África,
uno a uno los estados levantaron vallas, restablecieron los controles
fronterizos y frenaron, por todos los medios, la columna interminable de
demandantes de asilo.
Más de 200.000 migrantes llegaron a la Unión Europea (UE) desde enero
cruzando el Mediterráneo y más de 2500 fallecieron en el intento, según un recuento
de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) publicado ayer en Ginebra.
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