“El saber lo
que se habla o saber compartir, implica dotarle de sentido
educativo al proceso comunicativo, pues
no van a ser procesos de difusión, publicidad o transmisión de conocimientos
los que van a legitimar el Vivir
Bien/Buen Vivir, sino prácticas dialogales argumentadas las que van a
permitir la sistematización de las experiencias así como la producción de nuevos
conocimientos, para su apropiación crítica en las reivindicaciones sociales y
en las políticas públicas. El refrendar las palabras con los actos o saber vivir en armonía y
complementariedad recrea
pensamientos y prácticas donde la reciprocidad
se reconoce como forma de vida, la comunidad como forma de organización, la
convivencia con la naturaleza y el cosmos como identidad, la igualdad entre
hombres y mujeres como cotidianeidad,
la equidad como dignidad y la vida plena como destino. Para ello los Estados promueven políticas inclusivas;
la ciudadanía practica formas de
vida comunitaria; y la comunicación
dinamiza espacios donde los diversos intercambian historias, testimonios y proyectos que
se complementan en sociedades de la solidaridad”.
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LA COMUNICACIÓN Y EL PARADIGMA DEL VIVIR BIEN/BUEN
VIVIR.
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Adalid Contreras Baspineiro.
ALAI. América Latina en Movimiento.
Miércoles 8 de junio del 2016.
Un paradigma comunicacional.
El
Vivir Bien/Buen Vivir es un paradigma
comunicacional por su carácter relacional de sociedades, de tiempos, de
espacios, de culturas, y del hombre con la naturaleza. Es la cosmovisión de la “cosmoconvivencia”,
que pone en relación (comunicación)
integral e interdependiente cuatro
otras visiones del mundo: la
cosmocéntrica (el centro es el cosmos), biocéntrica (el centro es la vida), etnocéntrica (el centro es el ser humano) y ecocéntrica (el centro es la naturaleza)
El carácter comunicacional
del Vivir Bien/Buen Vivir se refleja también en el carácter y naturaleza de los
principios que lo sustentan. Así, el
principio de la armonía
pone en relación a los seres humanos consigo mismos, con otros seres
humanos en sociedad y, de manera individual y colectiva, con el entorno natural
y cósmico. Asimismo, la complementariedad
provoca encuentros entre diversos-distintos y la reciprocidad dinamiza la capacidad de corresponder
proporcionalmente las solidaridades.
La
búsqueda del equilibrio
provoca interacciones para la superación de las desigualdades y exclusiones con
prácticas de justicia, relación fraterna, y el reconocimiento afectivo,
solidario y amistoso priorizando los acuerdos, para lo cual otro principio, el
de la integridad,
activa valores, responsabilidades, obligatoriedades y compromisos vinculantes
entre seres humanos y de éstos con la Pachamama (Madre Tierra/Cosmos)
Otro principio en el que
se sustenta el Vivir Bien/Buen Vivir es el de la interculturalidad, entendiendo que traspone el mero
(re)conocimiento de los diversos para promover interacciones que superen las
asimetrías sociales, económicas y de poder bajo condiciones de respeto en
coexistencias antagónicas y complementarias. Este sentido comunicacional se
profundiza con el devenir histórico, principio que articula pasado, presente y
futuro.
Una comunicología del sur.
El
Vivir Bien/Buen Vivir tiene su momento constitutivo en los
saberes, prácticas y culturas enraizadas en los pueblos del Abya
Yala y sus fecundas experiencias de vida comunitaria con las
que sostienen resistencias a centenarias historias de dominación. Junto con
ellos, las luchas anti-sistémicas de
obreros, jóvenes, pobladores urbanos, mujeres, defensores de los derechos
humanos y otros, así como también políticas estatales centradas en la
justiciabilidad de los derechos colectivos y de la naturaleza, son las semillas
de construcción de una vida donde se trabaja por transformar el sistema
capitalista, desestructurar los rasgos del (neo)colonialismo, cuestionar el
patriarcado, revertir las prácticas depredadoras del medio ambiente, combatir
la corrupción, y superar el desarrollo lineal confundido con progreso.
Ahora bien, si el Vivir Bien/Buen Vivir es una respuesta civilizatoria a la deshumanización
capitalista - (neo)colonial, la Comunicación
para el Vivir Bien/Buen Vivir es la respuesta a la funcionalización de los
procesos de comunicación a estos sistemas, puesto que no es posible una nueva
era con sistemas secuestrados por un sentido empresarial-utilitario de la
libertad de expresión, o con medios que opacan las identidades múltiples,
exaltan el individualismo, fomentan el culto al miedo, y banalizan la vida
socapando mediáticamente golpes blandos y duros a la democracia.
La
Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir es entonces al
mismo tiempo el camino y la utopía. Se hace en el vientre mismo del capitalismo
que pretende superar, a veces con arrastres y otras con rompimientos, desde los
tejidos de una cotidianeidad material y simbólica trabajada en relaciones
colaborativas, solidarias, incluyentes y suficientes para una vida sana, sin
excesos, sin carencias, sin apuros ni angustias.
Hablar como personas.
Para construir la sociedad del Vivir Bien/Buen Vivir
necesitamos una comunicación que
construya la cultura de la convivencia. Necesitamos potenciar la comunicación
popular que desarrolla batallas por las significaciones de un mundo justo,
incluyente, promoviendo las expresiones de los pueblos que rompen sus
silencios, que se visibilizan desde sus propias identidades, e irrumpen con su
palabra interpeladora, impugnadora, contra-hegemónica y expresiva de la
construcción de una nueva sociedad.
Necesitamos del aruskipasipxañanakasakipunirakispawa
aymara (necesariamente debemos
siempre comunicarnos unos a otros), por su sentido inclusivo/dialogal (comunicarnos unos a otros) en el
ámbito de los intercambios de discurso y por su sentido vinculante (la
obligación de comunicarnos) en la práctica social, para arribar a
entendimientos, compromisos y decisiones. Desde esta perspectiva, la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir
es
“un
proceso de construcción, de/construcción y re/construcción de sentidos
sociales, culturales, políticos y espirituales de convivencia intercultural y
comunitaria con reciprocidad, complementariedades y solidaridad; en el marco de
una relación armónica personal, social, con la naturaleza y el cosmos; para una
vida buena en plenitud que permita la superación del vivir mejor competitivo,
asimétrico, excluyente e individualizante”.
Los caminos para la
realización de esta caracterización los encontramos en la recuperación que hace
Silvia Rivera del jaqin parlaña
(hablar como personas), que consiste en escuchar para hablar; saber lo que se
habla; y refrendar las palabras con los actos. Elementos a los que, basándose
en el sentido del jaqi aru (palabra de
la gente), David Choquehuanca suma
el saber soñar.
El escuchar para hablar o saber
escuchar equivale a “escucharnos con todos los sentidos”, a
nosotros mismos revalorizando el silencio como un momento de profundo sentido
comunicativo; en sociedad, partiendo de las expresiones múltiples de los otros
comunicacionales en sus contextos y palabras; y también escuchar a la Madre Tierra descentrando las miradas
hacia ópticas que muestran cómo fluyen en forma combinada las voces del ambiente,
los sonidos de la naturaleza y la filosofía de los pueblos cuya existencia se
rige bajo el principio de la vida.
El
saber lo que se habla o
saber compartir, implica dotarle de sentido educativo al proceso comunicativo,
pues no van a ser procesos de difusión, publicidad o transmisión de
conocimientos los que van a legitimar el Vivir
Bien/Buen Vivir, sino prácticas dialogales argumentadas las que van a
permitir la sistematización de las experiencias así como la producción de nuevos
conocimientos, para su apropiación crítica en las reivindicaciones sociales y
en las políticas públicas.
El
refrendar las palabras con los actos o saber vivir en armonía y complementariedad recrea pensamientos y prácticas donde
la reciprocidad se reconoce como
forma de vida, la comunidad como forma de organización, la convivencia con la
naturaleza y el cosmos como identidad, la igualdad entre hombres y mujeres como
cotidianeidad, la equidad como dignidad y la vida plena como destino. Para ello los Estados promueven políticas inclusivas;
la ciudadanía practica formas de
vida comunitaria; y la comunicación
dinamiza espacios donde los diversos intercambian historias, testimonios y
proyectos que se complementan en sociedades de la solidaridad.
El
saber soñar mirando
lo trascendente más allá de lo aparente, es trabajar una ecología integral económica, ambiental, social y cultural, con
medidas posibles que permitan que los bienes comunes universales como el agua, la biodiversidad o el aire sean
derechos globales a los que todos y todas podamos tener acceso, del mismo modo
que al disfrute de otros derechos
como la educación, la alimentación, la
salud, la vivienda y la comunicación.
Comunicación de la convivencia.
La Comunicación para el Vivir
Bien/Buen Vivir por sus características inclusivas de las
sociedades y culturas es participativa;
por su aporte a la armonización de las sociedades con la naturaleza y el cosmos
es educativa; y por su orientación
política es popular. Su concepción
metodológica articula acceso
– diálogo
- participación
- convivencia,
trascendiendo los intercambios discursivos para abarcar las prácticas sociales;
y su lógica metodológica – tetraléctica -
relaciona cuatro momentos en la construcción de sentidos: “sentir/pensar –
decidir/actuar – volver/convivir - celebrar/esperanzar, siguiendo
una secuencia circular y no lineal, integral y no fragmentada, y de
complementariedades más que de oposiciones.
El
sentir/pensar
se origina en la unidad indivisible de los sentipensamientos
que expresan las apropiaciones y recreaciones de la realidad histórica desde
nuestros saberes y sentires, desde nuestras realidades reales e imaginadas, en
suma, desde nuestras identidades,
con enunciaciones de la palabra que interactúa provocando cuestionamientos al
(des)orden establecido y tejiendo propuestas desde experiencias colaborativas,
personales y colectivas.
El decidir/actuar
explica la realidad en sus causas estructurales y en sus contextos, logrando la
capacidad de crear, profundizar, proyectar y ampliar críticamente las experiencias
del Vivir Bien/Buen Vivir en
espacios locales, regionales, nacionales, planetarios, ciudadanos y estatales.
El volver/convivir
se inicia en los valores personales, para con ellos avanzar hacia
complementariedades con otros, alimentándose mutuamente y de manera permanente
las ventajas de la convivencia comunitaria, a sabiendas que cada sociedad
escribe sus historias con sus letras,
en su lengua, con sus
representaciones, desde sus vivencias y sus imaginarios, resemantizando y
reterritorializando sentidos.
El
celebrar/esperanzar
busca generalizar las prácticas del Vivir
Bien/Buen Vivir, transformando la realidad con mística y compromiso. En
este momento cobra sentido el valor pedagógico de la pregunta sobre lo propio,
la memoria acumulada, la identidad
y, sobre todo sobre el futuro, para
conocerlo y construirlo con esperanza, celebrando las acumulaciones históricas
de la vida en convivencia.
Todo lo dicho nos muestra
que la Comunicación para el Vivir
Bien/Buen Vivir es un derecho que restaura la utopía por un Nuevo
Orden Mundial de la Información y la Comunicación con Políticas
Plurinacionales de Comunicación para generar procesos interculturales de
democratización de la palabra en comunidades de comunicación.
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Adalid Contreras Baspineiro
es sociólogo y comunicólogo boliviano.
Ex Secretario General de la Comunidad Andina – CAN. Artículo publicado en la revista “La comunicación en
disputa”, América Latina
en Movimiento No. 513-514, mayo-junio 2016,
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